Rabindranath Tagore
Rabindranath Tagore
EL PRINCIPIO
¿De dónde venía yo cuando me encontraste?-Preguntó el niño ha su madre. Ella llorando y riendo le respondió apretándole contra su pecho:-estabas en las muñecas de los juegos de mi infancia, y cuando, cada mañana, formaba yo la imagen de mi Dios con barro, a ti te hacía y te deshacía; estabas en el altar, con el Dios del hogar nuestro, y al adorarlo a El, te adoraba a ti; estabas en todas mis esperanzas, y en todos mis cariños.
has vivido en mi vida y en la vida de mi madre, tu fuiste creado siglo tras siglo, en el seno del espíritu inmortal que rige nuestra casa.
Cuando mi corazón adolescente abría sus hojas, flotabas tú, igual que una fragancia, a su alrededor; tu tierna suavidad florecía luego en mi cuerpo joven como antesde salir el sol en el Oriente.
Primer amor del cielo, hermano de la luz del alba, bajaste al mundo en el río de la vida y al fin te paraste en mi corazón....Que misterioso temor me sobrecoge al mirarte a ti, hijo que siendo de todos, te has hecho mío, ¡Y que miedo perderte!
¡Así, bien apretado contra mi pecho! ¡Ay!
¿Qué poder mágico ha enredado el tesoro del mudo, a estos mis débiles brazos?
¿De dónde venía yo cuando me encontraste?-Preguntó el niño ha su madre. Ella llorando y riendo le respondió apretándole contra su pecho:-estabas en las muñecas de los juegos de mi infancia, y cuando, cada mañana, formaba yo la imagen de mi Dios con barro, a ti te hacía y te deshacía; estabas en el altar, con el Dios del hogar nuestro, y al adorarlo a El, te adoraba a ti; estabas en todas mis esperanzas, y en todos mis cariños.
has vivido en mi vida y en la vida de mi madre, tu fuiste creado siglo tras siglo, en el seno del espíritu inmortal que rige nuestra casa.
Cuando mi corazón adolescente abría sus hojas, flotabas tú, igual que una fragancia, a su alrededor; tu tierna suavidad florecía luego en mi cuerpo joven como antesde salir el sol en el Oriente.
Primer amor del cielo, hermano de la luz del alba, bajaste al mundo en el río de la vida y al fin te paraste en mi corazón....Que misterioso temor me sobrecoge al mirarte a ti, hijo que siendo de todos, te has hecho mío, ¡Y que miedo perderte!
¡Así, bien apretado contra mi pecho! ¡Ay!
¿Qué poder mágico ha enredado el tesoro del mudo, a estos mis débiles brazos?