De la WikipediaCesare Pavese fue un escritor italiano, uno de los más importantes del Siglo XX. Nacido en Santo Stefano Belbo (Cuneo) el 9 de septiembre de 1908 y fallecido en Turín el 27 de agosto de 1950). Durante toda su vida tratará de vencer la soledad interior, que veía como una condena y una vocación.
Estudioso y pensador que se reconocía en la izquierda italiana, se suicidó a los cuarenta y dos años de edad. Su gran amigo el escritor Davide Lajolo describió en un libro titulado El vicio absurdo el malestar existencial que envolvió siempre su vida.
Fue importante su obra como escritor, traductor y crítico, que además de la Antología americana que coordinó Elio Vittorini incluyó también la traducción de clásicos de la literatura, desde el Moby Dick de Melville en 1932 a obras de Dos Passos, Faulkner, Defoe, Joyce y Dickens.
Su actividad de crítico, en particular, contribuyó a crear un cierto mito de América. Mientras trabajaba en el sector editorial (para la editorial Einaudi), Pavese propuso a la cultura italiana escritos sobre temas diferentes, y anteriormente raramente abordados, como el idealismo y el marxismo, y temas religiosos, etnológicos y psicológicos.
Lista de Obras
Poesía
Trabajar cansa, 1936; edición corregida, 1943
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, 1951
Narrativa
De tu tierra, 1941
La playa, 1942
El camarada, 1947
La casa en la colina, 1948
El bello verano, 1949
La luna y las fogatas, 1950
Diálogos con Leuco, 1947
El oficio de vivir, 1935 - 1952, diarios
EL diablo sobre las colinas
VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, cara esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.