Me ha parecido una novela normalita. Se lee bien. Es entretenida. Me alegro de haberla leído, aunque la voy a calificar con un notable bajo. Lo que no me ha convencido es que los personajes son un tanto planos y los diálogos flojitos. Sin embargo, lo que salva a la novela es la historia narrada, una historia inquietante, enigmática, algo mágica, de ambientación gótica pero con el punto de originalidad de tomar como escenario un paraje natural en lugar de una lóbrega mansión.
Esta novela (ayudada por la película) se ha convertido en mítica en el mundo anglosajón. Son muchos los que, desde su publicación (en 1967) hasta nuestros días, se han desplazado hasta Hanging Rock (el lugar existe realmente en Australia) atraídos por el morbo, e incluso ilusionados con investigar ellos mismos el misterio. Porque la historia de la desaparición de estas chicas ha logrado colarse en el mundo de los enigmas o misterios universales, algunas de cuyas posibles soluciones entran en el ámbito de los fenómenos paranormales. No han faltado quienes han recorrido los archivos australianos tratando de comprobar la veracidad de los hechos narrados.
Me llevo la impresión de que Joan Lindsay tal vez no fue una gran escritora, pero desde luego sí que debió ser una mujer muy inteligente. Adelantándose a su tiempo, supo calcular la plusvalía que otorgaría a su novela el situarla en una ambigua frontera entre lo real y lo ficticio. Así escribió:
El lector tendrá que decidir por sí mismo si "Picnic en Hanging Rock" es una historia real o ficticia. En cualquier caso, semejante cuestión parece no revestir demasiada importancia, dado que el fatídico picnic tuvo lugar en el año 1900, y los personajes que aparecen en este libro llevan mucho tiempo muertos.
La forma de narrar la historia busca deliberadamente convencer al lector de que está ante una novela basada en hechos reales. Esto lo logra con habilidad, no sólo recogiendo declaraciones de testigos ante la policía o noticias presuntamente publicadas en prensa, sino también mediante detalles más sutiles o con la propia estructura de la narración. Aunque...
hoy en día podemos asegurar que los hechos descritos nunca ocurrieron (no hay ni rastro de los mismos en las hemerotecas australianas), |
Joan Lindsay siempre contestó con evasivas cuando le preguntaron en entrevistas si los hechos eran o no reales, consciente de que así colaboraba a preservar el halo de misterio y el consiguiente éxito de su libro. También actuaron con astucia sus editores, quienes la convencieron para que suprimiera el último capítulo del manuscrito original, capítulo en el que se resolvía el enigma de las desapariciones (aunque manteniendo la duda sobre la veracidad o falsedad de las mismas). De este modo, se colaboraba a incrementar el efecto "resuélvalo usted mismo". La escritora dejó dispuesto entonces que ese último capítulo ("
The secret of Hanging Rock", no contenido en la presente novela) se publicase tres años después de su muerte (falleció en 1984).