Fuente: Casa del libroUna isla salvaje en el sur de Alaska, a la que solamente puede accederse en barco o hidroavión, repleta de frondosos bosques húmedos y montañas escarpadas. Este será el inhóspito decorado donde Jim decidirá fortalecer las relaciones con su hijo Roy, a quien apenas conoce. Doce meses por delante, viviendo en una cabaña apartada de todo y de todos: parece una buena oportunidad para estrechar lazos y recuperar el tiempo perdido. Pero la situación, poco a poco, deviene clautrofóbica, asfixiante, insostenible. La díficiles condiciones de supervivencia y la olla a presión emocional a la que se ven abocados padre e hijo acaban por conformar una postal de pesadilla.
Editado por moderación
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He visto este artículo hoy en ADN, y me ha picado la curiosidad:
La deDavidVann es una de esas historiasque siguendando fe a los escritores frustrados, con los cajones llenos de manuscritos. Durante 12 años envió a todas las editoriales y agencias de la lengua inglesa su Legend ofaSuicide, un rompecabezas
de relatos protagonizados por lamisma familia.Anadie
le gustó.Ymucho menos que la palabra “suicidio” apareciera en el título. Hastaqueganóunconcurso
literario que obligaba al convocante a publicar el títuloganador. Salieron800escasas copias, con pésima distribución. Pero una de ellas llegó
a TheNewYork Times, que le dedicóunacrítica apoteósica. Ya eso le siguió todo lodemás:
reedición en condiciones, elogios encendidos de escritores como Colm Tóibín y LorrieMoore y, recientemente, elpremioMédicis en Francia, al que optaba, por ejemplo, Thomas Pynchon.
LANOTERAPIA
“Es comounregalo”, confesaba el autor en una visita reciente a Barcelona, tras lapublicación de Sukkwan Island (Alfabia), la novela corta que es la espina dorsal de Legends of a Suicide. Con lamisma naturalidad que cuenta que el libro “no BegoñaGómez
ADN
fueunaformadeterapia”,admite que la motivación para escribirlo fue el suicidio de su propio padre, ocurrido cuando Vann tenía 12 años. “Mis padres se habían divorciado y yo vivía enCalifornia con mi madre; mi padre me invitó a pasar un año en Alaska y le dije que no. Dos semanas después, se suicidaba”. En el libro, el adolescente Roy dice sí a su padre divorciado y ambos se plantan con unas cuantas latas, pistolas para cazar y cañas para
pescar en una cabaña incomunicada de Alaska. Un
paisaje así se convierte sin remedio en “un personaje
central de la novela”. Eso coloca a Vann en la liga
de sus escritores preferidos, los que él llama “de paisaje” o de territorio.Yque en EstadosUnidos se llamanWilliam Faulkner, Cormac McCarthy, Elizabeth Bishop y Annie Proulx. De hecho, Vann está dispuesto a afirmar queMeridiano de sangre, de McCarthy –con quien le han comparado, cosa que le
parece “una gilipollez” porque “él es mucho mejor”– y Atando cabos, de Proulx, son lo mejor que ha salido de su país desdeMoby Dick. SOBREVALORADOS DE NY Por la senda de Melville, el
afableyrisueñoVannseenzarzaenunaapasionadadisquisición:
la que defiende a los escritores “regionales” frente a
los “sobrevalorados”, los del “sesgo neoyorquino”.Yahí incluyeaDavidFosterWallace–
“¿quiénquierevolveraleersobre
escuelas preparatorias y partidos de tenis?”–, a Dave
Eggers –“su trabajo es tan vacío”–, aPhilipRoth, y al entronizadoJonathanFranzen, que escribe sobre elMedio Oeste pero lo hace “desde Nueva York y con un punto de vista neoyorquino”. Es decir, muy
lejos de Alaska.
Fuente:
http://www.adn.es/pdf/ADN-2010-12-13-BCN.pdf
Otro artículo que he encontrado por ahí:
http://www.edicionesalfabia.com/libro_s ... sland.html