Un examen muy revelador

[Carlos Alberto]

Faltaban apenas unos minutos. Otra vez tendría que enfrentarse al examen cuya reválida no se acababa ni se aliviaba nunca. Intuía que las oportunidades para aprobar no eran infinitas, pero también que no se podía conocer cuántas le restaban. Lo que era evidente es que, año tras año, la Sala del Examen iba quedándose vacía. Algunos de sus amigos (los menos) ya habían superado el examen en sus años de instituto, otros lo lograron durante su periplo universitario o de formación superior y los más rezagados lo consiguieron con posterioridad a sus estudios.
Entró en la Sala del Examen guiado por unas flechas dibujadas en el suelo. En aquella ocasión se encontraba en un parvulario. La Sala del Examen tenía siempre el mismo aspecto, pero nunca se hallaba en el mismo sitio. Su ubicación no se conocía hasta unas horas antes de la prueba. Cómo se trasladaba de un lugar a otro, no se sabía: formaba parte del misticismo de la evaluación.
La Sala del Examen era un espacio cerrado de paredes blancas, lisas, con carteles marrones que ponían “prohibido tocar”. Sin embargo, el techo de la estancia era rojo carmesí, con dibujos negros de geometría absurda, figuras cuadradas coronadas por un triángulo o rectángulos que se iban cerrando sobre sí mismos hasta replegarse en un círculo. El suelo asomaba color carne, como una piscina inocente.
Enseguida se dio cuenta de que tendría que afrontar la prueba en soledad. El silencio que se respiraba era inaguantable, como si todo el ruido de la ciudad se hubiese disipado, y todas las voces, los coches e incluso el aire se hubieran detenido para observarle. Suspiró y empezó a avanzar con precaución hacia el folio que habían dejado sobre una mesa añil, sin silla que la acompañase, en el centro de la sala. Antes de coger el papel trató de serenarse. Aquello no podía resultar tan difícil, si lo analizaba bien. La pregunta del examen siempre se repetía y, además, las respuestas correctas eran infinitas. ¿Cómo demonios no podía hallar siquiera una contestación salvadora?
Suspiró de nuevo, sacó un bolígrafo del bolsillo del pantalón con los dedos temblorosos y agarró el papel. El folio amarillento, mal reciclado, tenía un tacto áspero y un tufillo a sudor. Quizá esa misma hoja se habría empleado antes para otros muchos examinados que no pudieron responder. Él mismo empezó a sudar y el bolígrafo se le escapó de entre los dedos. Sin recuperarlo leyó la pregunta, escrita con tinta roja: ¿Qué quieres hacer con tu vida? Dejó el folio en la mesa con la suavidad de la derrota. Una vez más, no tenía respuesta.

[Conphoos]

Me ha gustado, Carlos Alberto.
Aunque el hecho de que la pregunta estuviera en rojo me ha hecho saltar a leerla un poco antes de tiempo.

[Carlos Alberto]

Me alegro de que te gustara. Al principio escribí este relato sin concretar de qué pregunta se trataba, dejándolo todo un poco en el aire. Pero, como lo que quería expresar era la incertidumbre a la hora de encontrar un motivo para vivir, al final lo expresé de esa forma quizá demasiado llamativa.

[Conphoos]

Pues la verdad, es que sin la pregunta tendría también mucha miga. Pero sería otra cosa.

[karen mendoza prada]

hola Carlos Alberto, me ha gustado la moraleja de la historia. Te mando un gran abrazo querido, que te encuentres bien, bye

[Carlos Alberto]

A ver si me la aplico a mí mismo, porque soy de los que todavía se quedan bloqueados en algunos exámenes trascendentales de la vida.
¡Saludos!

[Berlín]

Esto tiene toda la nebulosa de un sueño, o mejor dicho lo que flota entre un sueño y una pesadilla.
No sé lo que quieres hacer con tu vida Carlos, pero te digo que escribes muy bien.

Me ha inquietado mucho la descripción de la sala de examen, los techos dan mucho yuyu, parecen dibujos pertenecientes a alguna secta. También me ha gustado que el examen se realice siempre en lugares diferentes, bajo secreto sumarial jaja eso le da un aire extraño al relato, casi kafkiano.

Vamos, que me ha encantado.

[jacobi102]

En verdad me ha gustado y déjame decirte como alguien con algo de experiencia en eso, a veces no hay nada que asuste más que te pregunten qué quieres hacer con tu vida.

[Carlos Alberto]

Esto tiene toda la nebulosa de un sueño, o mejor dicho lo que flota entre un sueño y una pesadilla.
No sé lo que quieres hacer con tu vida Carlos, pero te digo que escribes muy bien.

¡Gracias! Tengo claro que quiero dedicarme a la escritura (sabría qué poner en el examen), pero los problemas aparecen nada más salir de la sala, al entrar en la vida real, cuando te rodean algunos muros difícil de superar. Pero por falta de empeño no será.

[lucia]

Y tan revelador. Supongo que a día de hoy habría mucha gente que todavía no tendría respuesta a esa pregunta y simplemente se dejaría llevar por lo que los demás quieren o esperan de él.

[Katia]

Jo, me ha encantado, eh. Escribes muy bien, Carlos, qué maravilla. Tiene como un cierto vago toque " a lo Borges", y es como existencialista por su final. Muy bien, estupendo

[Carlos Alberto]

Faltaban apenas unos minutos. Otra vez tendría que enfrentarse al examen cuya reválida no se acababa ni se aliviaba nunca. Intuía que las oportunidades para aprobar no eran infinitas, pero también que no se podía conocer cuántas le restaban. Lo único evidente era que, año tras año, iba quedándose más solo. Algunos de sus amigos (los menos) ya habían superado la prueba en sus años de instituto, otros lo lograron durante su periplo universitario o de formación superior y los más rezagados lo consiguieron con posterioridad a sus estudios.
Entró en la Sala del Examen guiado por unas flechas dibujadas en el suelo. En aquella ocasión se encontraba en un parvulario. Aunque siempre tenía el mismo aspecto, la Sala del Examen nunca se hallaba en el mismo sitio. Su ubicación no se conocía hasta unas horas antes de la prueba. Cómo se trasladaba de un lugar a otro, no se sabía: formaba parte del misticismo de la evaluación.
La Sala del Examen era un espacio cerrado de paredes blancas, lisas, con carteles marrones que ponían “prohibido tocar”. Sin embargo, el techo de la estancia era rojo carmesí, con dibujos negros de geometría absurda; figuras cuadradas coronadas por un triángulo o rectángulos que se iban cerrando sobre sí mismos hasta replegarse en un círculo. El suelo asomaba color carne, como una piscina inocente.
Debía afrontar la prueba en solitario. El silencio que se respiraba era inaguantable, como si todo el ruido de la ciudad se hubiese disipado, y todas las voces, los coches e incluso el aire se hubieran detenido para observarle. Suspiró y empezó a avanzar con precaución hacia el folio que habían dejado sobre una mesa añil, sin silla que la acompañase, en el centro de la sala. Antes de coger el papel trató de serenarse. Aquello no podía resultar tan difícil, si lo analizaba bien. La pregunta del examen siempre se repetía y, además, las respuestas correctas eran infinitas. ¿Cómo demonios no podía hallar siquiera una contestación salvadora?
Suspiró de nuevo, sacó un bolígrafo del bolsillo del pantalón con los dedos temblorosos y agarró el papel. El folio amarillento, mal reciclado, tenía un tacto áspero y un tufillo a sudor. Quizá esa misma hoja se había empleado antes para otros muchos examinados que no lograron responder. Él mismo empezó a sudar y el bolígrafo se le escapó de entre los dedos. Sin recuperarlo leyó la pregunta, escrita con tinta roja: ¿Qué quieres hacer con tu vida? Dejó el folio en la mesa con la suavidad de la derrota. Una vez más, no tenía respuesta.

[Katia]

Muy existencialista, Carlos, y desde el punto de vista estilístico, a mi juicio, impecable. Me ha encantado esta expresión que entrecomillo, por su gran originalidad:

"El suelo asomaba color carne, como una piscina inocente"

Los existencialistas decían que el ser humano tenía el deber de plantearse qué hacer con su libertad, y ésta era, pues, vista por ellos como una terrible carga.

Bueno, "tienes algo que hacer o no lo tienes, cuando te dices a ti mismo, tendré que hacer algo, comienza el mal" (no recuerdo el autor , me suele pasar...) Yo creo que la vida es una sucesión de experiencias de flujo, o como dice Eduard Punset, de sucesivas obsesiones. O sea, "vida ocupada, vida dichosa". "No tangere circulos meos", "no toquéis mis círculos", exclamó Arquímedes cuando los soldados romanos ocuparon su ciudad, Siracusa. Estaba anciano pero dichoso, absorto en un arduo problema geométrico. Al instante de expresarlo fue muerto. Lo importante es llenar la vida, con "cuantas más cosas", mejor... Desde mi perspectiva epicúrea esto pienso...

Felicidades, me ha gustado

[Carlos Alberto]

Veo que compartimos influencias filosóficas, ya que me gustan tanto las tesis de los existencialistas como las de Epicuro. Es posible que la cita que mencionas sea de Sartre, quien creía que todas las posibilidades estaban abiertas para el hombre y que este debía encontrar libremente los motivos que le dieran sentido a su existencia.

Ya que dices que te ha gustado (de lo cual me alegro) te comento que este es el primer relato de un libro con el que he ganado hace poco un premio literario. Pronto saldrá en papel, pero ya está disponible para su lectura gratuita en la red. Te dejo el enlace por si tienes curiosidad: http://www.aragon.es/estaticos/Gobierno ... ratura.pdf

[barrikada]

Muy bien tirado... Me ha gustado el contraste de climas, el momento previo al examen y la salida final. Además tiene una lectura ágil. Habrá que seguir el libro de relatos! Enhorabuena!