Me lo leí hace unos días, y de un tirón porque es muy breve. Hacía bastante tiempo que lo tenía en mente, pero nunca encontraba el momento. Finalmente supo colarse entre otras lecturas y encontrar su hueco y fue, como siempre me pasa con Steinbeck, un auténtico placer enfrentarse a su lectura.
Una vez más, Steinbeck retrata su galería de personajes marginales, de gran corazón pero inmersos en una existencia dura que no permite sentimientos como la compasión. De nuevo, la incomprensión y la incomunicación entre las personas vuelve a ser uno de sus temas, el origen y el desencadenante de los dramas humanos que describe, tan pequeños sin embargo, que la vida continúa a su alrededor sin inmutarse. La muerte y el dolor forman parte de la vida y sus personajes lo saben muy bien, y actúan con naturalidad ante esa realidad.
Siempre es un lujo volver a Steinbeck