Ediciones Internacionales Universitarias, S.A.
1. ed.(09/1997)
148 páginas; 18x13 cm
Idiomas: Español
ISBN: 8489893071 ISBN-13: 9788489893078
Encuadernación: Rústica
Sinopsis
Fragmento del inicio:Inscrita claramente en la línea tradicional de la sátira rusa que va de Gogol a Saltikov-Schedrín, el relato de Mijail Bulgákov Los Huevos Fatales, alegoría satírica y científica a la vez, constituye una diatriba tragicómica y surrealista contra los formalismos de la burocracia y contra la ignorancia y la torpeza endémicas del poder. No en vano las obras de Bulgákov fueron tachadas de "contrarrevolucionarias" por los críticos del paraíso stalinista, que finalmente consiguieron la prohibición y el silencio de un autor molesto.
Los hechos referidos en Los Huevos Fatales tienen su origen en el Instituto Zoológico de Moscú, donde el profesor Pérsikov lleva a cabo unos experimentos científicos encaminados a paliar un extraño problema de desnutrición en los anfibios. Un tanto al azar, el profesor descubre un rayo que multiplica hasta límites insospechados la actividad vital y reproductora de los organismos sometidos a su acción. El gobierno, enterado de lo que se está cociendo entre las paredes del Instituto Zoológico, pretende utilizar este sensacional descubrimiento para aumentar la producción avícola del país. Como resultado, una generación de reptiles y aves monstruosos invade la Unión Soviética y amenaza con sembrar la destrucción total...
Vladimir Ipatievich Persikov, profesor de Zoología en la Universidad del Cuarto Estado y director del Instituto Zoológico de Moscú, entró en su oficina de este último, situado en la Gran Nikitskaya, la tarde del día 16 de abril de 1928. El profesor encendió la deslucida lámpara central y miró en torno suyo.
Tenía cincuenta y ocho años. (...) Entre sus otras características se encontraba su costumbre de, cada vez que hablaba de algo con mucho énfasis y convencimiento, levantar el dedo índice de la mano derecha doblado como un anzuelo, al tiempo que torcía los ojos ostensiblemente. Y dado que siempre hablaba con seguridad, por su fenomenal erudición en el campo de su especialidad, el anzuelo aparecía con frecuencia ante los ojos de sus oyentes. Pero a los asuntos que estaban fuera de su campo (o sea la zoología, la embriología, la anatomía, la botánica y la geografía), les dedicaba más bien escaso interés y rara vez se molestaba en hablar de ellos.
El profesor no leía los periódicos y nunca iba al teatro. Su mujer le había abandonado en 1913 por un tenor de la ópera, Zimin, dejándole la siguiente nota:
«Tus ranas me hacen estremecer con intolerable asco. El resto de mi vida seré desgraciada recordándolas.»