Terminado, me ha gustado mucho como reflejo de los primeros momentos de la guerra, y me ha recordado mucho a otro testimonio directo,
Suite Francesa de Nèmirovski.
En ambos libros, basados en la visión directa de los autores, denuncian la dejadez de los franceses y su preocupación por mantener su estatus, así como la codicia personal que se puso por encima de la idea de nación en las evacuaciones de París..
Me han gustado mucho, sobre todo, los análisis que hace no solo de las actitudes de los franceses sino también los que hace de las distintas facciones políticas, en las que reparte cera para todo el mundo, tanto la derecha como la izquierda.
Lía escribió:Me parece un poco exagerado decir que la gente
seguía su vida sin que la guerra les cambiaran sus costumbres. Que salían tan tranquilos de los refugios y que reanudaban sus tareas sin problema alguno |
Yo no creo que eso fuera así
que siguieran trabajando, durmiendo, comiendo...pues sí, pero olvidandose de la guerra me parece a mí que no |
A mí no me parece tan exagerado, aunque sí sorprendente y diferente de la idea que solemos tener de una guerra.
Sin embargo, yo creo que en la guerra civil de Yugoslavia pasó algo parecido.
La gente seguía haciendo vida normal aunque a hubiese un frente de combate a 50 Km.
Lía escribió:Yo que pensaba que los ejercitos, todos ellos, estaban tan bien configurados, tan entrenados y uniformados..y menudo dibujo nos hace del ejercito francés.
Tres millones de ciudadanos arrancados de sus hogares y puestos de trabajo, mal uniformados, indisciplinados y sin entrar en combate peleandose en las cantinas de los barracones y dirigiendo sus negocios en la distancia
Esta parte del libro me ha gustado bastante, y me ha dado que pensar el hecho de que Chaves opine que fue la maquinaria de inteligencia Alemana la que retrasó la invasión de Francia para desmoralizar por la espera a un ejercito no profesional. Suena lógico.
Pongo algunos fragmentos del libro que me han gustado mucho o me han llamado la atención:
Los hombres de verdadero valor espiritual y de más fuerte y acusada personalidad se envilecían en la promiscuidad de los acantonamientos. Se habían creado unos Hogares del soldado cuya finalidad parecía no ser otra que la de sumir en la memez y la insustancialidad a los hombres. Un joven pintor de gran talento que se hallaba movilizado me contaba que un día le había llamado su comandante para encargarle la decoración de una vasta sala en la que había de ser instalado el hogar del soldado.
—Pínteme usted en las paredes —le había dicho —
algo que sea divertido y patriótico, para que los muchachos estén alegres y tengan buena moral.
—Yo no sé pintar nada divertido y patriótico —replicó malhumorado el artista.
—¡Cómo! ¿Pues no es usted pintor? ¿Qué pinta usted
entonces?
—Yo hago pintura abstracta —repuso el artista con altivez.
El comandante frunció las cejas y luego, alzándose de hombros, añadió:
—Bueno; pinte usted lo que le dé la gana con tal de que no sea comunista. Como me pinte usted algo que huela a comunismo lo encierro en el calabozo durante dos meses. ¡Ah! ¡Y ponga usted banderitas, muchas banderitas tricolores!
Una vez más como se hizo incompatible la mezcla de un ejercito profesional con un ejercito de voluntarios.
(Cosa que en Inglaterra no ocurrió).
Los salones de la marquesa de Crussol y de la condesa Hélène de Portes donde se reunían el clan radical y el clan conservador sólo convencionalmente podían considerarse como tales salones. En el último acto de la tragedia de Francia la condesa Hélène de Portes ha desempeñado un papel dramático que tentará seguramente a los cultivadores de la petite histoire a hacer de esta dama y de sus relaciones íntimas con Paul Reynaud un capítulo sugestivo y folletinesco de la caída de Francia. Andando el tiempo y con un poco de imaginación no será difícil convertir a esta Madame de Portes en la mujer fatal de Francia en la hora crítica de su derrumbamiento.
Pues yo es la primera vez que oigo hablar de esta señora, pero Chaves le dedica casi un capítulo entero. Miraré a ver si encuentro algo más, pero creo que falló en su predicción de que sería protagonista de folletines.
Mientras en el camino de París a Tours cien mil autos apelotonados marchaban lentamente, tropezándose, empujándose, y quedándose atascados en las cunetas con esa morosidad y esa confusión terrible de los grandes éxodos, los primeros destacamentos alemanes que entraban en París estaban formados por agentes de la circulación que se pusieron tranquilamente a regular el tránsito. París fue conquistado por los agentes de la porra. El último automóvil fugitivo que salía de París tuvo que desviar su ruta en la Puerta de Saint Cloud porque un agente de circulación hitleriano maniobrando las señales luminosas del tráfico había puesto el disco rojo en el cruce para dar paso a los carros de asalto de la primera división motorizada alemana que entraba al asalto de París.
Y esto es posible, trágicamente posible, gracias a la idiosincrasia de la masa en la ciudad moderna. Cuando se habla de la masa se comete el error de pensar, no en el pueblo, tal cual es, en el conjunto de seres distintos movidos casi exclusivamente por sus enormes necesidades inmediatas y sus apetitos individuales coincidentes sólo en un número muy limitado de objetivos puramente físicos, sino que se piensa en la masa organizada, es decir, en el proletariado. Y no hay punto de comparación entre uno y otro. La propaganda de los partidos proletarios tiende a identificar a la masa, al pueblo, con las legiones de trabajadores encuadradas por sus organizaciones sindicales y con una moral superior que les ha sido infundida por la lucha de clases. Pero la masa no es eso.[...]
Los resultados del empleo de la aviación en masa contra las grandes ciudades no eran, pues, ni mucho menos, los que se temían.
Si algo se demostraba era precisamente que la potencia destructora de la aviación es infinitamente menor de lo que se supone. Cuando se habla, a tontas y locas, de la destrucción de París, Berlín o Londres por los bombardeos aéreos ¿se piensa seriamente en los miles y miles de aviones y de toneladas de explosivos que sería necesario emplear para conseguir resultados apreciables? Hoy por hoy, las masas de aviación que se pueden emplear, aun teniendo en cuenta el grado de intensificación de la producción a que últimamente se ha llegado, no permiten todavía aceptar que los efectos de sus destrucciones puedan ser decisivos en las grandes aglomeraciones.
Yo creo que aquí Chaves Nogales hizo una predicción incorrecta de la importancia de la aviación, que fue decisiva a partir de la 2ª guerra mundial, incluida esta, en todas las guerras del mundo. Y no solo a nivel psicológico sino táctico y estratégico.
(Claro que, a toro pasado, es fácil de decirlo).
«Nosotros podemos someternos y nuestra sumisión nos salva. Si Hitler vence a Inglaterra habremos sido los colaboradores más eficaces de su triunfo y ocasión habrá de cotizarlo. Si Inglaterra vence a Hitler, con la victoria de la democracia británica recobraremos nuestra libertad sin haber tenido que pagar el duro rescate de un millón de vidas que hoy se nos exige por ella.»
La frase anterior se la achaca Chaves Nogales a la propaganda quintacolumnista alemana en Francia, para desmotivar a los franceses. En cualquier caso, es política es la que siguió Francia con éxito, ya que siempre ha figurado como ganadora de la 2ª Guerra Mundial y con puesto en el consejo de seguridad permanente de la ONU.