Menudo relato. Magnífico.No lo conocía. Amok me sonaba a un episodio de Star Trek, la serie original, “El tiempo de Amok”, en el que Spock –ya, ya sé que rima con Amok- está trastornado. Tiene que volver a su planeta, Vulcano, y se pelea con el capitán Kirk. No sé si el título será alguna “cita culta” de la historia de Zweig.
El principio, Amok me recordaba aquellos relatos de Somerset Maugham en los que narra sus experiencias recorriendo el trópico como si tal cosa, en una época en que no eran habituales esos viajes. Echando un pitillo, gente de alcurnia en palacetes, yates, o plantaciones coloniales, le contaba vivencias más o menos interesantes.
A ese esquema, que tan bien le funciona a Somerset Maugham, Zweig le ha dado varias vueltas de tuerca. El camarote del escritor es una cutrez que le obliga a llevar vida nocturna en cubierta, la conversación transcurre con un automarginado que progresa en su cuesta abajo, y la historia es durísima y sin final feliz. Como la vida misma.
Es la primera vez que entiendo en una historia lo de una “mujer fatal” que puede arruinarte la vida. Siempre lo consideraba algo novelesco y hasta ahora no había empatizado con esta circunstancia. Estaré alerta. Bien es cierto que en Amok se combina muy hábilmente con la profesión del médico, que implica un quijotismo protector con la mujer. No como en otras historias en las que el hombre es un jugador, o un campesino que vende sus tierras. La historia de Sinuhé con Nefer funciona bien en parte por eso, porque es médico.
Muy bien el título y la descripción del ambiente en el barco y en el trópico. La redacción es tan agradable como la de Maugham. Casualmente, lo de
me recordaron el dramón “Liza de Lambeth”, de Maugham, que creo es el único libro que he releído nada más acabar la última página.
Amok es una historia perfecta, de las que te marcan. Sería interesante rastrear sus influencias en la literatura, no sólo en Star Trek
. La conversación con un personaje en penumbra, del que apenas distingues su rostro deteriorado a la luz de los cigarros, me recordaba el encuentro con Carax en “La sombra del viento”. Vete tú a saber si hay algo de Amok en “La Nardo” de Gómez de la Serna, un poco posterior. Otra mujer de piel blanquísima y final tremebundo.
Si acaso, lo único que no me acaba de cuadrar es el desenlace en Nápoles. ¿Desde Australia no llegaría el barco a Róterdam? Se dice que Nápoles es una escala –el narrador baja un momento para oír una ópera nada menos-, y no sé para qué descargan
, considerando que hasta Holanda todavía quedaba un buen trecho.
Perdonen ustedes la extensión