Toda la familia asistirá a la fiesta en honor del príncipe regente. La familia y los demás invitados traerán un regalo con el que agasajar y ganarse su favor. La lista de invitados es más larga que la familia y pronto se sabrá quiénes son.
Ratpenat. El príncipe regente

Muchos creen que Ratpenat es un hombre del pueblo, pero en realidad solo se comporta así por la aclamación que le hace recibir. Habiendo nacido en la familia más importante de la nación, sabe que siempre lo ha tenido todo. Y se jacta de ello.
Kassiopea. La reina consorte de Valencia y madre de Ratpenat.

No habla mucho, es más de hacer miraditas. Sabe que el rey le ponía los cuernos a punta pala. Le gusta que se suban los impuestos, que los plebeyos no protesten, darse lujos gratuitos y oír que las amantes del rey mueren en un accidente, por ejemplo.
Iris. Tía de Ratpenat, duquesa de Gandía, hermana del rey y segunda en la línea de sucesión

Le gustan las fiestas y beber y drogarse y le importa un pito lo que piensen de ella o de su familia. Muchos hablan cosas feas de su marido. Dicen de él que es corrupto y que usa su posición para enriquecerse. Pero ella de eso no sabe nada, confía en él porque está enamorada.
Sinkim, duque consorte de Gandía, marido de Iris

Dicen muchas cosas de él. Se ha batido en duelo por su honor innumerables veces ya. Siempre gana. Le da mucho al coco y quiere que su hijo llegue a rey. Pero por más que robe a los plebeyos, de poco le vale para llegar al trono.
Tolomew. Primo de Ratpenat, tercero en línea de sucesión, hijo de Sinkim e Iris

Muy amigo de Ratpenat. Le gustan mucho las mujeres. Comete locuras con tal de llevárselas al huerto. También le gusta mucho lo de ser un hombre del pueblo. Pero a diferencia de Ratpenat, Tolomew se ha llegado a comprometer más con las causas de la plebe, llegando a decir que la tierra debe ser para el pueblo.
Milo. Tío de Ratpenat, duque de Alcoi, hermano del rey y cuarto en la línea de sucesión

Muy religioso y chapado a la antigua. Es capaz de las mayores atrocidades con tal de guardar las apariencias. Si se peca por bien, uno se confiesa y listos, que para eso está Dios, para perdonar pecados.