El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

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Mister_Sogad
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El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

Mensaje por Mister_Sogad »

EL RETRATISTA

—Le falta más sangre.

—Es un retrato, excelencia.

—Ya, ya, pero…

Una fuerte explosión interrumpió al barón Mertell que, desentendiéndose de su interlocutor, se levantó con rapidez del asiento y pidió enérgicamente su catalejo a un muchacho que vestía un traje recargado.

Ridamt suspiró resignado mientras limpiaba concienzudamente el pincel una vez más. Se detuvo cuando el barón se volvió dejando a sus espaldas el campo de batalla. Pero su señoría pasó de largo gritando a su gente que le trajeran su caballo.

Otra vez la pintura que había preparado esa mañana se echaría a perder. No estaba seguro de haber traído suficiente y dudaba mucho que le dejaran ir en busca de más mientras continuaba la campaña.

Miró el lienzo inacabado sobre el caballete. Tendría que taparlo con la tela, a no ser que le permitieran guardarlo en el arcón, pero lo dudaba. Si al menos pudiera meterlo en la tienda estaría menos expuesto al sol y el polvo. Pero ya no podía utilizar la excusa de la soledad para poder pintar el fondo y el caballo, para poder "quitarse de enemedio" Ambos elementos estaban ya representados, así como el cuerpo y el cabello del barón, de hecho ya solo faltaba el rostro de aquel jinete que sujetaba con firmeza las riendas del animal en corveta, mientras con la otra mano enarbolaba un bastón de mando y debería dirigir al que contemplara el cuadro una mirada desafiante. Pero los ojos tendrían que esperar, lo mismo que la gruesa nariz, el mentón cuadrado y aquella boca menuda.

—Lleva razón, ¿sabe?

Ridamt se sobresaltó, a veces olvidaba que aquél muchacho ricamente vestido estaba cerca. Y ni siquiera sabía quién diantres era. Carraspeó y le dirigió una leve inclinación de cabeza.

—¿Disculpe?

—Sobre la sangre. A la pintura le falta ese detalle.

—Es un retrato.

—Pero un retrato puede llevar sangre, ¿no?

—En este no, la escena representa…

—No importa la escena.

—¿Qué? —Ridamt casi se atragantó mientras su rostro se encendía de ira.

—Mire, es usted un gran pintor, he visto alguno de sus cuadros en Nuln, y me atrevería a decir que es el mejor retratista que conozco.

El gesto de malhumor se esfumó al instante, aunque el color seguía encarnando sus mejillas.

—Gracias, señor —logró balbucir.

—Pero el inepto del barón no será capaz de entender el arte en toda su vida.

El pintor abrió la boca pasmado y miró nervioso alrededor. Temía que alguien estuviera escuchando la conversación.

—No se preocupe, aquí a nadie le importamos ni usted ni yo.

Cuando Ridamt iba a protestar se contuvo, ya que descubrió que se acercaban varios criados. Estos, sin mediar palabra, recogieron la recia silla de su señor, la pequeña mesa y todos los objetos que el barón solía tener a su alcance cuando descansaba o, como estos últimos días, posaba para su retrato. Cuando se marcharon los siguió el muchacho, no sin antes dirigirle una media sonrisa mientras se llevaba un dedo a los labios con gesto cómplice.

Cuando quiso darse cuenta estaba solo sobre aquella colina. Seguía desconcertado, pero la preocupación por su obra volvió a acuciarle. Así que se apresuró a recoger sus herramientas y guardó cuidadosamente el lienzo para llevarlo todo a su tienda.

Por la tarde el barón prefirió descansar, por lo que podía decirse que había perdido otro día de trabajo sin apenas adelantos. Si no precisara de fondos, gustosamente dejaba aquél sucio campamento y regresaba a Nuln, lejos de aquella estúpida guerra. Descubrir lo desagradable que era una batalla, con los gritos, el olor y la crudeza de las heridas y muertes había sido un choque que le había costado superar. Él se había jactado durante años sobre el realismo que lograba plasmar en sus pinturas, como en su obra "El Estandarte de Luz", donde había escenificado una épica carga de caballería que arrollaba a los orcos, y, cómo en todos sus cuadros bélicos, había incluido sangre y vísceras más que suficientes. Pero ahora se daba cuenta que nunca sería capaz de transmitir el grado de crudeza del que había sido testigo durante las últimas semanas. Gustosamente regresaría a su taller a probar varias nuevas ideas que se le habían ocurrido para, al menos, acercarse al verdadero realismo. Incluso se veía a sí mismo como el precursor de un nuevo movimiento pictórico.

Pero no podía marcharse sin más, Verena sabía que ser pintor apenas daba de comer, por muy agradecidos que pudieran estar los nobles a los que había retratado. Sobre todo por lo costoso de los materiales y pigmentos que necesitaba para llevar a cabo sus obras de arte. Lo único positivo era formar parte de la corte de la condesa Emmanuelle, ya que ella misma cuidaba mucho de que su círculo de artistas vistiera de manera decente y no les faltara el trabajo. Siempre y cuando no despertasen su ira, por supuesto.

Se preguntó si su señora se enfadaría si dejaba tirado a aquel autoproclamado barón de la parte más oriental de los Reinos Fronterizos. Le gustaría creer que no, que el corazón de mecenas de las artes de la condesa entendería su situación. Pero estaba lejos de tenerse por un necio, y la realidad era que aquel retrato debía considerarlo un favor en un tiempo en que su arte estaba “demasiado visto” en la corte de Nuln y, por qué no decirlo, había llegado a pasar hambre.

La noche lo sorprendió apurando lo más posible una pequeña cuña de queso y unos sorbos de un vino que estaba seguro debía haber sido catalogado como vinagre. Ni siquiera supo cómo logró dormirse, pero a la mañana siguiente, en un ascético ayuno, fue requerido para seguir con el retrato.

Misma colina, mismos personajes y mismo fondo de batalla; podía estar con una pintura meses enteros pero aquél sitio real y aquella situación empezaban a antojársele una pesada prueba. Fue una hazaña, según su opinión, lograr reproducir completamente la nariz del barón antes de que este se cansara y prestara atención a la lucha entre sus tropas y las de un marqués u otro barón, quién lo sabía. Resignado limpió los pinceles y se quedó junto al lienzo, esperando a que su señoría decidiera o no abandonar la colina. El joven lo miró y se encogió de hombros, quizá era un gesto de consuelo hacia él, pero no podía agradecerlo, estaba ya hastiado de haber aceptado aquél encargo.

El barón se volvió, dejó el catalejo en la mesita y se dispuso a marcharse hacia el campamento.

—Un momento barón —el muchacho apenas había levantado la voz pero se dejó oír sobre el ruido de fondo.

Su excelencia se detuvo a unos pasos del caballete y miró al joven, tan engalanado como la víspera.

—Debo decirle que viendo su nariz y la del retrato me doy cuenta que tiene cierto porte regio.

—¿Ah sí? —inquirió el barón interesado de pronto en el cuadro.

Ridamt se quedó desconcertado, también se fijó en el lienzo.

—Sí, estoy casi seguro de ello. Debe darse cuenta que así, sin los ojos y la boca es más fácil fijarse, ¿no cree? —siguió diciendo el muchacho mientras se acercaba.

—La verdad es que en mi familia siempre se ha dicho que había sangre muy antigua.

Los tres permanecieron en silencio a un par de pasos del caballete estudiando el retrato inacabado. Ridamt no veía nada especial, el apéndice le había salido bien, como siempre. De pronto una sustancia oscura saltó hacia la pintura, justo bajo las fosas nasales. El pintor se quedó un momento indeciso, ¿debería limpiarlo rápidamente?, la pintura seguía fresca, pero justo en aquel sitio aún no había… Entonces se fijó mejor en aquella sustancia. Era sangre, no había duda. Desconcertado miró a su lado, el barón también parecía extrañado, tenía los ojos muy abiertos y de su boca chorreaba líquido rojizo. Poco a poco su señoría fue bajando la mirada hacia su pecho, Ridamt lo imitó. Ambos contemplaron como al menos dos palmos de acero sobresalían justo sobre una pesada medalla que colgaba del cuello de su excelencia.

Cuando los dos comprendieron lo que estaban viendo el noble se derrumbó profiriendo un suave gorjeo, mientras él saltó hacia atrás sobresaltado buscando al tercer hombre. El muchacho se agachó a desclavar la espada de la espalda del barón y señaló el cuadro.

—¿Lo ve?, la sangre le da cierto toque especial —dijo, luego hizo una ligera reverencia y echó a correr abandonando la colina con movimientos elásticos.

FIN
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lucia
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Re: El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

Mensaje por lucia »

:lol: :lol: Mira cómo se libro el pintor. Por cierto, he tenido déjà vu en parte del texto.
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Mister_Sogad
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Re: El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

Mensaje por Mister_Sogad »

¡Gracias por leer Lucía!

¿Podrías explicarme dónde está lo del dejà vu? ¿está dentro del mismo relato o es que te recuerda a otro? (ahora mismo estoy algo espesito).
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lucia
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Re: El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

Mensaje por lucia »

Que me recuerda a otro relato, pero a saber de qué.
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Re: El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

Mensaje por Mister_Sogad »

Umm, pues he estado dándole vueltas a la cabeza y quizá te recuerde a -> La Flecha Negra (Fantasía/Warhammer Fantasy) . Es el que se me ocurre, aunque al escribirlo ni me di cuenta.
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lucia
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Re: El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

Mensaje por lucia »

Pues sí, quizá fue ese el que me recordaba.
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doctorkauffman
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Re: El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

Mensaje por doctorkauffman »

En general me gustó, pero creo del todo innecesario enmarcar esta historia en un contexto de fantasía. Bajo mi punto de vista, le resta seriedad. No sé si me explico; no quiero decir que la fantasía sea poco seria, me refiero a que esta historia en concreto ganaría mucho más si se desarrollara en cualquier batalla europea de los siglos XVI o XVII.

Por otro lado, me perdí un poco. ¿Quién es Verena?
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Mister_Sogad
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Re: El retratista (Fantasía/Warhammer Fantasy)

Mensaje por Mister_Sogad »

Gracias por leer y comentar doctorkauffman. Este tipo de relatos, ambientados en un mundo de fantasía, o los fanfics, o como uno quiera llamarlos, creo que son interesantes para explotar precisamente posibilidades que puedan luego extrapolarse a la realidad. Es decir, que a mí me gusta la ambientación y por eso los hago, pero si los puedo dotar de realismo mejor que mejor. A la larga, aunque no sé si yo llegaré a hacerlo alguna vez, serían como un entrenamiento para escribir una novela de cualquier otro género, y no necesariamente fantasía.

No obstante, entiendo a lo que te refieres, en realidad parece un relato extraño para fantasía sin jugar con elementos fantásticos y sí, como relato ambientado históricamente le daría un aire más acorde, pero la historia en sí la planteé originalmente con elementos fantásticos (iban a atacar al grupo desde el aire, usando un grifo) pero finalmente lo deseché.

Verena en Warhammer Fantasy es una diosa, en concreto la diosa de la justicia, la he metido aquí porque su "sede" o digamos la ciudad donde su culto es más importante en el mundo de fantasía de Warhammer Fantasy, es Nuln, población de la que hablo en el relato. Debí incluir un glosario al final, como he hecho otras veces, pero reconozco que se me pasó.
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