CK2- La reliquia - Gavalia

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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prófugo
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CK2- La reliquia - Gavalia

Mensaje por prófugo »

La reliquia

Partimos con las primeras luces del día por orden de la reina Lucinda, regente del continente de los cinco reinos. Llevábamos varios días de viaje y aquella mañana de primavera se presentaba agradable pero fría. El cielo se mostraba despejado anunciando calor entrado el día, no obstante, la protección que ofrecían las capas confeccionadas con pieles de lobo en la cercana provincia de Enlazolandia, al sur del continente, se agradecía a esa hora de la mañana. Las monturas estaban descansadas y su trote era brioso, pues empujaban con ganas deseando convertirlo en galope ante la tentadora visión de las verdes praderas y el aroma fresco de la mañana. Según nos aproximábamos a nuestro destino, el peligro de ser vistos aumentaba. La brisa de la mañana ofrecía esa sensación de libertad que solo se puede encontrar cabalgando a lomos de un corcel por las infinitas praderas sureñas. Te sientes capaz de todo, y no era poco lo que se nos pedía, a mí, y a mis hombres. Salimos desde la ciudad de Generalis sede del reino con dirección a nuestro destino en la provincia de Divulguis. Las ordenes de Lucinda eran muy claras, además de contundentes; cosas de la reina, que era todo un carácter. Debíamos rescatar una antigua reliquia venerada por la antigua raza hacía miles de años. Se trataba de un libro, al parecer mágico, asunto que no me convencía demasiado, al que la reina llamó La Biblia. La reliquia se encontraba custodiada en lo más profundo de la Torre negra, lugar donde el mago oscuro Chopitón, sátrapa en esa tierra y adorador del dios Cthulhu, tenía su siniestra residencia. La misión consistía en entrar en la torre, encontrar la reliquia, y traerla de vuelta. Si era posible sin violencia; dijo la reina a sabiendas de que eso sería inviable, pero políticamente correcto decirlo.
Acerqué mi montura con un ligero galope hasta quedar a la altura de Ser Últim que curiosamente siempre iba el primero pendiente de todo. El adusto caballero tenía un carácter digamos que complicado, y hasta para las buenas noticias tenías que ir con cuidado, si no querías acabar ensartado por su legendaria espada de guerra bautizada como “Tristeza”.

-¡Una mañana genial! ¿No cree, Ser -Ulltim-? -salude con amabilidad-

-Eso podría discutirse mi capitán -contesto el interpelado con aire de suficiencia. Dejó que su montura se rezagara como si tal cosa, alejándose poco a poco. Sabíamos que no era amigo de charlas banas y camaraderías, pero a la hora del combate, nunca fallaba, y eso era lo que en verdad importaba.

-Buenos días capitán –se anunció mi asesor de campo y enlace con la reina posándose en mi hombro muy animado por el viaje. Cantaba y saludaba a todo bicho viviente que encontraba- ¡Qué gozada capitán! El reino está en paz, y es todo tan hermoso que… ainssss… ya me había olvidado del olor de la jara, las amapolas, el hinojo, las campanillas ¡Qué maravilla! –mi liviano ayudante parecía exultante.

-Tranquilo pajarillo, no te vaya a dar un –Yuyu- con tanta naturaleza a tu alrededor. Deberías salir más. Necesito que te eleves todo lo que puedas y te encargues de comprobar el terreno. Verifica sobre todo si hay cuervos por la zona y regresa cuando estés seguro, pero sobre todo, que no te vean. Recuerda que son los ojos del Mago y si nos ven, el hechicero no tardaría en conocer nuestro paradero.

-¡Si capitán! –espetó enérgico Jilguero hinchando el buche. Quería impresionar al capitán y complacer a su reina con su servicio- Volaré cual halcón, vigilaré como un águila, seré…

-¡Ponte en marcha de una vez! ¡Gracias!. –Jilguero salió disparado murmurando disparates.

Ser Sogad de la casa del tigre, aproximó su alazán hasta la altura del capitán. Se decía de él, que era capaz de matar a un hombre con la elegancia de un bailarín y sin descomponer una ceja durante el fragor del combate. Durante la conversación hablamos de lo que encontraríamos al norte de la provincia de Otrosgéners. El Lago de los Cuentos y Leyendas- era un nido de brujas que hacía frontera con nuestro destino final. Decidimos que improvisaríamos sobre la marcha porque nada sabíamos realmente de lo que encontraríamos en esas tierras, y por tanto, no teníamos plan alguno hasta que no llegáramos.

-No te preocupes de momento por eso y estate alerta. Creo que nos observan. No hagas movimientos bruscos, lo que sea que nos acecha, se encuentra detrás de aquél crestón cubierto de robles.

-Entonces deberías enviar al teniente Rat y su equipo. Por lo visto ha estado trabajando en unas nuevas tácticas de exploración durante su estancia en tierras francesas y quiere ponerlas en práctica.

-De acuerdo ser, da las órdenes oportunas, y que el grupo de exploración vaya con cuidado. No puede escapar nadie que se percate de nuestra presencia, o nuestra oportunidad se habrá perdido para siempre si somos descubiertos por el maligno. Que lo traigan vivo a mi presencia.

El grupo de asalto estaba formado por el teniente Ratpenat, y los oficiales especialistas de raza elfa: Alférez, Ismael de la casa Culopriet y teniente Prófugo de la casa del Dulcemelón. Los tres eran los mejores en su especialidad. Lo traerían vivo si eso era lo que deseaba su capitán.

El follaje era demasiado tupido. Incluso a plena luz del mediodía no se veía nada más allá de la barrera verde de vegetación. Las copas de los milenarios robles eran un lugar seguro donde esconderse. Pasaron los minutos y no vieron ni observaron nada extraño en absoluto. Comenzaban a pensar que era una falsa alarma y que el capi se estaba haciendo viejo, comentó jocoso Prófugo. Sin embargo al prestar suficiente atención, un pequeño ruido de fondo llamó la atención de Ratpenat. Con un gesto de su mano indicó a los dos elfos que se abrieran hacia los lados para aproximarse al foco del ruido.

Se acercaron lentamente hasta conseguir tener una visión clara de lo que allí estaba ocurriendo. El ruido se parecía al chirriar que emite una piedra de afilar cuando roza el metal. Lo producía alguien que se encontraba de espaldas a ellos en ese momento.

-Buenos días teniente –dijo con voz cavernosa la figura acuclillada.

El teniente se puso en guardia ante la sorpresa de saberse descubierto. Sus dos compañeros no lo estaban menos. El extraño mostraba una calma fuera de lo normal.

-¿Quién sois y qué hacéis aquí forastero? –preguntó con voz amenazante Profugo- Daos la vuelta lentamente y mostrad el rostro de inmediato.

El forastero se irguió mientras giraba y las caras de asombro del equipo de asalto fueron un poema según contaron más tarde. Una mole de hierro de más de dos metros se alzó imponente ante ellos. La criatura que tenían delante mediría alrededor de los dos metros y no tenía armadura. Él era la armadura.

-Os estaba esperando –Espetó el desconocido con voz cavernosa mientras los elfos se miraban entre ellos arqueando sus increíbles cejas- Me llamo Ukiah y pertenezco a la tribu del metal. Vengo desde las montañas del hierro para unirme a la expedición –continuó hablando la extraña criatura- Tengo entendido que os dirigís a Divulguis y me gustaría unirme a vosotros. Debo ajustar cuentas con el sátrapa de esa tierra al que deseo cortarle todos y cada uno de sus tentáculos. Necesito ir con vosotros, porque a mí solo, me sería imposible llegar. La humedad del Lago de la leyenda acabaría con mis componentes interiores y estaría indefenso ante cualquier ataque. Debéis llevarme ante vuestro superior lo antes posible. Tengo información que ofrecer a cambio de colaboración.

-Como sabéis mi nombre? –preguntó el teniente-

-La tribu del metal es muy antigua distinguidos amigos elfos. Llegamos a convivir con la antigua raza. Comerciamos con la información teniente. No es nada personal.

Tras sopesar el asunto, el teniente Ratpenat decidió que escoltarían al gigante de metal para llevarlo a presencia de su capitán. El sabría qué hacer con el extraño. Cuando el grupo llegó al grueso de la expedición, el capitán fue informado de la situación. Finalmente, después de mantener unas palabras con el gigantón, éste fue aceptado ya que el capitán estimó que más adelante podía serles de utilidad. No estaban muy seguros de él, y el recelo se palpaba en el ambiente. Al parecer, la criatura no hacía mucho tiempo que había sido servidor del mago oscuro, a cuenta del comercio de la información. Sin embargo, el hechicero le había traicionado matando a toda su familia cuando él estaba de viaje. Lo único que buscaba el maligno Chopitón era encontrar su morada y los secretos que en ella se guardaban; bloques de memoria de la antigua raza, que la tribu del metal custodiaba desde tiempos inmemoriales. Se le ordeno al gnomo Shigelo vigilar de cerca al hombre de metal hasta que estuvieran seguros de que no era un peligro para la misión. Shigelo, curiosamente no le pareció mal la misión que le encomendaban, algo bastante raro, a sabiendas de su carácter siempre protestón. No sabía bien por qué, pero le fascinaba el hombre de metal y sus movimientos mecánicos. Nunca había visto nada parecido. La expedición acampó en las inmediaciones del crestón de robles. El capitán ordenó que no se hiciera fuego alguno a fin de no ser descubiertos. Tocaba agua y galletas como cena, esa y las siguientes noches hasta llegar a destino.

En las inmediaciones del Lago de la Leyenda, la reina de las brujas Lifenis se reunía en ese momento con el mago oscuro. La bruja era orgullosa como pocas, y no le gustaban nada los aires de grandeza de Chopitón. Se sabía con poder, pero no estaba segura de igualar al del poderoso brujo.

-¿Tienes a tus hermanas preparadas para cualquier eventualidad reina? –la voz del mago llegaba desde todas partes a la vez y de ninguna en concreto. La temperatura de la cueva donde la reina tenía su morada descendió de forma paulatina. Cuando Lífenis quiso responder al mago, se dio cuenta de que no podía, su boca había sido sellada de forma mágica y parecía que se la hubieran cosido. Chopitón el oscuro dejaba claro quién mandaba allí desde el primer momento- Hablarás cuando yo lo ordene bruja.
Una densa nube negra fue haciéndose presente delante de la reina. Poco a poco la nube fue tomando forma hasta convertirse en una capa oscura. Chopitón sacó sus brazos de su envoltura y como en una pesadilla, Lífenis se hizo sus necesidades encima. No eran brazos, sino tentáculos que se ramificaban en múltiplos de sí mismos. La reina cayó de rodillas dominada por el poder de Chopitón.

-¡Habla ahora! –espetó el mago con voz imperativa.

-Si amo, las he reunido a todas y están dispuestas a cumplir con su parte, pero tenemos una condición mago. –dijo algo titubeante la reina después de recobrarse de la terrorífica experiencia.

-¿¡Condición dices bruja!? –la figura del mago se elevó en el aire. Lifenis comenzó a sentir como el poder del mago la atravesaba quitándole la respiración. La sensación de ahogo era abrumadora. Sus ojos parecían desencajarse de las cuencas oculares, unos segundos más, y su cabeza reventaría como una sandía al ser golpeada. Se ahogaba por momentos cuando Chopitón aflojó su presa y esta se fue al suelo de bruces. Lifenis se levantó con gran esfuerzo y solicitó con un gesto permiso para hablar. Estaba dispuesta a arriesgar su vida de nuevo antes que perder la oportunidad; años de persecución por culpa de la Biblia pudieron con su miedo y habló.

-No renunciaremos a lo que es justo para nosotras mago. Queremos que la Biblia sea destruida, quemada, y sus cenizas enterradas por los siglos de los siglos. Esa es nuestra única condición, y no renunciaremos a eso, aunque nos destruyas a todas. Al fin y al cabo somos la frontera que te cuida el culo mago. –el ominoso silencio posterior, hizo dudar a la reina esperando lo peor.

-Lo pensaré bruja y te daré una respuesta pronto, si conviene a mis intereses. Ahora escucha lo que te digo. La reina Lucinda no se quedará sin hacer nada al respecto. Quizá intente alguna maniobra desesperada para hacerse con el libro. Quiero que estéis atentas al paso fronterizo y detengáis a cualquiera que sea sospechoso de ser un peligro. Si así fuera, me avisaréis de inmediato.

La expedición atravesó un tupido bosque antesala del Lago de los cuentos. Todos estaban sorprendidos por la cantidad de duendes y hadas que poblaban esas tierras.

-¿Dónde vais forasteros? –preguntaban con voz alegre las hadas presentes revoloteando como moscas alrededor de los guerreros- ¡Oh! Mirar que tipo tan grande y brilla como el sol –gritó entusiasmada Ayrween. ¡Qué guapo es el primero! ¿No crees kassiopea? -dijo la más diminuta de todas de nombre Iliria- Jajajajajaja… a mí me gusta más aquél que monta sobre… ¡¡Por la reina Lifenis!! ¡¡Es un dragón!!. –Calla tonta, no ves que es un caballo con la cara cubierta –dijo la hadita Iris haciendo burla a su compañera de vuelo. Es un corcel de guerra –presumió de saber más que nadie Norita. Pues yo se lo comía toooo, pero to, to, a esos guapos chicos. ¡Qué güenos por los dioses! –dijo la casquivana hada Estrellita.

Jilguero le dio una patada en el culo a la pequeña Iliria. Nadie se acercaba a su capitán con semejantes intenciones. El guerrero sujetó a la pequeña hada antes de que callera al suelo desde su hombro y recriminó su acción al pajarillo. Las hadas eran traviesas por naturaleza y debía ganárselas, o se acabó el ocultamiento que hasta la fecha también habían llevado a cabo. Extrajo un trozo de azúcar previamente narcotizado de su bolsillo, y se la ofreció a la compungida hada. Enseguida todas se lanzaron a por el terrón formando un barullo de cuidado.¡¡¡Azucar!!!. Poco a poco, todas ellas fueron entrando en un dulce sopor, hasta quedar dormidas.

-No tenemos demasiado tiempo amigos –dijo el jefe de la expedición- Tampoco podemos hacer dormir a todo ser vivo que nos vea. Tenemos que llegar a Divulguis cuanto antes, así que ya no nos detendremos.

Las aguas del lago de los cuentos parecían un espejo que reflejaba la luz de la luna y dotaba a toda la zona de un efecto mágico que embelesaba a todo el que lo miraba fijamente. Era la frontera que guardaba las tierras del maligno. El capitán escogió al duende Sinkim, maestro en la apertura de cerraduras y hechizos de forzamiento, para poner en marcha su plan. Atravesarían el lago en una pequeña embarcación que fabricarían el equipo de zapadores formado por los enanos, Barri el silencioso, Topito el amante insaciable, y el iracundo enano Josercdebilbo maestro carpintero.

-El grandullón de metal nos puede servir de distracción. –comentó Ninive, la hechicera blanca que los acompañaba. Ukiah podría presentarse ante la reina Lífenis, -decisión que a Shigelo no le gustó ni un pelo pues se había enamorado hasta las cachas del gigantón- y argumentar que quiere entrevistarse con el mago. Puede alegar que tiene en su poder lo que él tanto ansia: los bloques de información de la antigua raza. Ninive, argumentó que podría servir de distracción pues el mago conocía a Ukiah, y no recelaría demasiado de sus verdaderas intenciones. El mago piensa que el hombre de metal sigue siendo su servidor, al que envió de viaje y piensa que desconoce su crimen. Una vez se lo comunicaran a Chopitón, éste quizá bajara la guardia centrando la atención en el gigante, mientras el jefe atravesaba silencioso el Lago de los cuentos.

Se dieron las últimas instrucciones y la operación se puso en marcha. El capitán no se encomendó a nadie ni a nada. Solo creía en él y en su espada, a la que llamaba Ororo, y siempre le acompañaba. Muchas veces se dirigía a la hermosa espada con palabras íntimas, pero muy a su pesar, jamás pudo mantener una conversación con ella. Quizás no lo merecía pensó. La herencia familiar del guerrero, anclada en una rama de la ya extinta antigua raza, no le permitía conectar con el mundo mágico. Siempre se preguntó por qué era como era, aun viviendo bajo las mismas circunstancias y creencias que el resto del mundo. Más el soldado no creía en nada que no tuviera una explicación lógica. Eso posiblemente le daba alguna ventaja sobre el mago, solo creía en su fiel espada bautizada como Ororo y a ella se aferraba con fuerza.

El muro de la Torre oscura era liso como un espejo y no había por donde escalarlo. Su altura era tal, que no alcanzaban a vislumbrar el final. Sinkim el duende ni se inmutó. Tocó aquí, tocó allá, se tiró una ventosidad que me produjo una arcada y una pequeña puerta disimulada en el muro se abrió. Entramos reptando por una especie de pasadizo que se abría poco a poco para dar paso a una gran sala. Una pantalla de cristal aislaba lo que parecían celdas que subían y bajaban de continuo y de forma aleatoria. De repente apareció la celda donde se encontraba la reliquia. El capitán se lanzó de inmediato a por el libro mientras pensaba que no podía ser tan fácil. Cuando intentó hacerse con la Biblia la celda donde estaba cambió de sitio inesperadamente alejándola de sus crispadas manos.

-Ja, ja, ja,… que tenemos aquí –la voz del mago inundó la sala. Sinkim el duende, se arrebujo con miedo dentro de la mochila del guerrero. El mago alzó sus tentáculos y lanzó un rayo de poder contra el capitán.

-¿Es eso todo lo que sabes hacer? –respondió el guerrero ante el asombro de Chopitón.

-¡¿Cómo?! ¡¡Deberías estar fulminado soldado!! –confundido a la vez que extrañado, el mago lanzó un hechizo de inmovilización.

El capitán miraba tan confundido como el mago. Parecía invulnerable a sus artes mágicas. Nada ocurrió con el segundo hechizo. En ese momento, cuando el capitán sujetaba su espada por el pomo en posición defensiva, se fijó por un momento en su espléndida hoja, y entendió que pasaba. De la misma forma que le era imposible hablar con su amada Ororo. El poder de Chopitón no podía afectarle, y por tanto, su maldición continuaba. Siempre estaría excluido de la magia porque simplemente no podía creer en ella.

-Yo me ocuparé mago –la sensual voz de una dama entró en escena- Mi látigo hará lo que tu poder es incapaz de llevar a cabo. Le sacaré las tripas a latigazos a ese engreído y me haré un collar con ellas. –ceñida con un atuendo escarlata, que se ajustaba perfectamente a sus prominentes curvas, la bruja Berlín, atacó sin piedad al intruso. En el primer envite le saco un ojo al soldado ensartándolo en la punta del mortífero látigo. El capitán pudo ver como la bruja se lo metía en la boca y lo masticaba con deleite poco después. Si la lucha no era cuerpo a cuerpo estaba indefenso. Un nuevo estallido anunciaba que otro latigazo llegaría de inmediato. Me agaché de forma instintiva y evité la sacudida y el consiguiente destrozo. Chopitón aprovechó la circunstancia y la confusión para enviar contra nosotros a otro de sus terribles guardianes. Un enorme Trol irrumpió desde un rincón oscuro esgrimiendo una maza con la que parecía decidido a aplastarme. Pareció como si Ororo tomara vida propia, y harto de recibir latigazos, ataqué de forma salvaje partiendo en dos a la criatura por la cintura. Chopitón aullaba de furia y recriminaba a la bruja Berlín su falsa vanagloria, y sus nefastos resultados con el soldado. Esta no lo dudó un momento y lanzó su látigo de nuevo. Logré oponer a Ororo contra la trayectoria del mortífero artefacto, pero aun así perdí tres dedos de la mano izquierda con la que intentaba protegerme. Si seguía así, terminaría por hacerme trocitos la muy puta. Salté hacia un lado cuando la arpía se disponía a atacarme de nuevo, eso equivocó la intención de la bruja, y logré coger el látigo gracias a la empuñadura de mi fiel espada. Tiré con toda la fuerza de que fui capaz del látigo y la bruja se me vino encima gritando como una poseída. Ororo la atravesó de parte a parte mientras la bruja me sacaba la lengua en un espasmo de muerte.

Busqué a Chopitón por todas partes, pero parecía haber desaparecido, así que me centré en la reliquia. Gracias al duende pudimos abrir el cristal que protegía las celdas y acceder a aquél extraño mecanismo que subía y bajaba cuando menos lo esperabas. El duende encontró un botón rotulado con la palabra Citarde la antigua raza, justo al lado de cada celda. Después de tirarse un pedo, que le debió parecer gloria, menos mal que yo estaba lejos en esta ocasión, lo apretó. El mecanismo se detuvo de repente y el duende accedió a la celda para hacerse con la Biblia. Esperaba que bajara de las alturas cuando sentí detrás de mí una presencia. No había tiempo de reacción, una enorme hacha bajaba hacia mi cabeza y no podía hacer nada para evitarlo. De repente el hacha cambió de trayectoria pasando muy cerca de mi oreja, y escuche el grito de Chopitón mientras era ensartado por el brazo metálico de Ukiah el gigantón.

-Te dije que me necesitarías soldado.

FIN
Última edición por prófugo el 27 Feb 2016 14:48, editado 1 vez en total.
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Shigella
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Shigella »

Jué, Gava, te has quedado a gusto :cunao:
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Gavalia
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Gavalia »

Yo no participo :133: No suelo perder el tiempo con tonterías ¿sabes?. :risa:
Jolines con el relatillo, creo que estáis todos menos yo. Por fin alguien con piedad :meparto:
En paz descanses, amigo.
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Shigella
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Shigella »

Gavalia escribió:Yo no participo :133: No suelo perder el tiempo con tonterías ¿sabes?. :risa:
Claaaaaaro 8)
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Iliria
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Iliria »

A mí también me da que es de Gava... :roll:
Muy currado y divertido :cunao: Veo que los kekos pueden ser de todo, e incluso travestirlos :cunao:
Me he partido con los linajes de los elfos, y gracias por el papel de hadita :wink:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Sinkim
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Sinkim »

¡Genial, un relato puramente fantástico con sus caballeros y todo! :alegria: Tiene momentos muy buenos como ese gnomo Shigelo enamorado de la chatarra con piernas, lógico siendo un gnomo que son tan aficionados a los mecanismos y la ciencia :cunao: :cunao:

Lo que me ha parecido algo raro son los cambios de la primera persona a la tercera :D Me ha extrañado también que la reliquia fuera la Biblia, viendo el tono de la historia no me pega demasiado, hubiera preferido algún libro con un título relacionado con el foro, ya fuera inventado o no :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Shigella
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Shigella »

Sinkim escribió:¡Genial, un relato puramente fantástico con sus caballeros y todo! :alegria: Tiene momentos muy buenos como ese gnomo Shigelo enamorado de la chatarra con piernas, lógico siendo un gnomo que son tan aficionados a los mecanismos y la ciencia :cunao: :cunao:
Mi hermano kekuno se ha ganao una colleja. :colleja:
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Sinkim
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Sinkim »

Pues en tu avatar se te ve muy encariñada con el latas :lengua: :cunao: :60:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Gavalia
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Gavalia »

:meparto:
En paz descanses, amigo.
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Shigella
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Shigella »

Si nuestro amor no lo puedo negar, pero poner a otras foreras de haditas del bosque y a mí de gnomo gruñón es un poco tocahuevos :lengualarga:

Y el de la foto no es el latas, es su abuelo, por lo menos. :mrgreen:
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Gavalia
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Gavalia »

Después de un análisis profundo del trabajo y del papel del gnomo Shigelo en especial, creo que si nos centramos en el porqué de su apaparición en el relato; como personaje que aparéntemente excluye a su verdadero alterego de un perfil más acorde son su condición humana, podríamos sin duda alguna estar hablando de cuando menos, un intento fútil del autor para disimular su posiblemente, y lo digo con todos los respetos, deseo subliminal primigenio de extraer la verdadera esencia del segundo con respecto al primero :cunao:
Me encanta tu avatar Shige :risa: Colmarás el ego del robotillo.. :meparto:
Última edición por Gavalia el 22 Feb 2016 21:15, editado 2 veces en total.
En paz descanses, amigo.
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por IrisCornegie »

Me ha encantado! Qué risa! Menuda aventura. Yo es que tengo debilidad por los relatos de kekos de fantasía épica :mrgreen:
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Estrella de mar
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Estrella de mar »

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Se te ha ido la peonza a base de bien. :twisted: Se nota que te has quedado a gusto, soldado. :lol: Te excusarás en que cumplías órdenes. :cunao:
Muy bueno lo de "la criatura no tenía armadura. Él era la armadura. :biglaugh3:

Gracias por kekunear, valiente. :boese040:

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Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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jilguero
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por jilguero »

Muy currado y muy kekuno. Lenguaje y ambientación muy apropiadas a la historia, con algún cambio verbal rarillo pero nada de importancia. Como dice estrellita eso del hombre que no tenía armadura, porque la armadura era él me ha parecido la mar de ingenioso.
Volveré (espero, que lo voy diciendo en todos y no ando bien de tiempo). :dragon:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Han O. Nhimuss
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Re: CK2- La reliquia

Mensaje por Han O. Nhimuss »

Señor, buenos días, si en lugar de la Biblia el objeto de deseo fuera "Conceptos Matemáticos Básicos" ya me tiro al río, gracias señor.

En su historia a veces va lento y se detiene usted prófugo en los detalles, y a veces va más ligero que un galgo y transcurre la acción demasiado rápido, cosa que casi interesa porque hay muchas cosas que contar, solo que el lector tiene que cambiar de chip una y otra vez. Igual pasa con la voz narradora que a veces es omniscente y otra el propio capitán, que tampoco queda nítido quien de todos ustedes es aunque sí, pero no. Mala leche hay una poca con el tema de enamoramientos con su espada y tal que me lo reservo para volcarlo sobre usted más adelante y me entretuvo mucho su historia normanda.

Lo de los enamoramientos por cierto me recuerda que son ustedes como los de Sensación de vivir, una serie normanda en la que todos querían tocar teta de todas y al revés, aunque Gavalia nunca pilla cacho.
Conceptos Matemáticos Básicos es mito en Normandía. A los niños que se bautizan en Normandía no se les echa agua bendita encima sino que se le da un golpe en la cabeza con los tres folios del relato en cuestión, señor.
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