CF 2 - Yo, preternatural - Kassiopea (2º Jurado)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CF 2 - Yo, preternatural - Kassiopea (2º Jurado)

Mensaje por lucia »

Yo, preternatural


Para Nikita, mi gatita guardiana...


Tendría que haber sido un día de fiesta y celebración, pero el mundo se derrumbó. Aquella noche me lo arrebataron todo. No obstante, fue entonces cuando descubrí quién era. La vida es así de paradójica y puñetera. Descubrí que era diferente y que, al parecer, ni siquiera merecía existir. Pero será mejor que cuente la historia en orden...


1.
Los preparativos empezaron a primera hora de la mañana. Varias sirvientas se habían esmerado limpiando y acondicionando el salón grande —solo se abrían sus puertas en ocasiones especiales— hasta dejar todos los muebles, azulejos y superficies de mármol relucientes cual espejos. Como colofón, colgaron sobre la chimenea el último retrato que papá había pintado de mamá; estaba espectacular con su vestido rojo, el mismo que luciría durante la fiesta. Para mí, él era el mejor pintor del mundo y ella la mujer más perfecta, mi ideal a seguir.
Les supliqué que me permitieran asistir, por lo menos durante la cena que precedería al baile, pero no hubo forma de que cambiaran de opinión y me mandaron a la cama. En cuanto la luna nueva se asomó sobre el tapiz de la noche, la música del gramófono empezó a sonar, invadiendo todos los rincones de nuestra casa. Incapaz de conciliar el sueño, al mismo tiempo excitada y un poco enrabietada, salí de la cama. Desde la ventana de mi dormitorio presencié la llegada de varios carruajes. ¡Me moría por ser una de esas mujeres tan elegantes! «Todo termina llegando, Ania», solía decir mi madre. «No sirve de nada impacientarse, disfruta del momento». Pero... ¡a veces la espera era taaan larga! Salí al pasillo en camisón y, descalza como estaba, me dirigí de puntillas hacia la escalera.
La cena terminó y algunas parejas empezaron a bailar. Todo el mundo reía y parecía pasárselo en grande. Ya hacía un rato que los observaba, agazapada tras la barandilla en el rellano del primer piso, cuando Nikita me descubrió. Me miró acusadora con sus enormes ojos amarillos y luego, como quitándole importancia al asunto, se hizo un ovillo en mi regazo. Acaricié su pelaje pardo y, como siempre, ronroneó gustosa. A mamá y a mí nos encantaban los gatos, a Nikita la adorábamos y ella, a su manera altiva, nos correspondía. A papá, por el contrario, nunca le gustaron demasiado, aunque, como solía decir mi madre, «a Nikita la conocí antes que a ti», por lo que hombre y gata habían aprendido a convivir.
Permanecía en mi escondite, medio adormilada, cuando sucedió. Las puertas del vestíbulo se abrieron de par en par, con tal brusquedad que rebotaron contra la pared. Entraron entonces varios hombres enmascarados armados con fusiles, cuchillos e incluso algún hacha. En un primer momento pareció que se había detenido el tiempo: las parejas que bailaban el vals se detuvieron en mitad de un giro, los cigarros y copas que sostenían algunos de los presentes quedaron inmóviles en un gesto congelado, una «O» perfecta se dibujó en todos los labios... Hasta que sonó el primer disparo. «¡Muerte al aquelarre!», exclamaron los atacantes. Nikita se incorporó de un salto, bufó y arqueó el lomo. Contemplé atónita cómo hombres y mujeres empezaron a correr sin control, volcando sillas y mesitas a su paso e, incluso, pisoteando algunos cuerpos caídos. Ajeno a todo, el gramófono seguía sonando, aunque el guirigay conformado por gritos, detonaciones y cristales rotos eclipsaba la música. Me di cuenta de que yo también gritaba.
Mis padres se refugiaron junto a la chimenea del salón. Vi que mamá intentaba huir por una ventana, aunque aquel vaporoso vestido rojo suponía en tales circunstancias una dificultad añadida. Mientras, papá se defendía golpeando a los atacantes con el atizador. Sin embargo, un disparo le alcanzó en el vientre y una mancha carmesí fue extendiéndose por su camisa blanca. Deseé bajar a la carrera aquellos escalones que me separaban de ellos y abrazarles muy fuerte, y gritar a esos hombres que les dejaran, ¡que ellos nunca habían hecho nada malo! Pero descubrí que no podía moverme, solo las lágrimas corrían por mi cara.
Mi padre, esgrimiendo el atizador con sus últimas fuerzas, logró romper algún brazo y abrió una herida en el rostro de uno de los atacantes, desenmascarándole. «¡Cavendish!», exclamó papá al reconocerle. Fue en ese instante cuando otro de los hombres le disparó a la cabeza, acallándole para siempre. A mamá también lograron alcanzarla. Creo que ya estaba inconsciente —eso prefiero pensar— cuando la arrastraron por el suelo y le cortaron la cabeza. Sin embargo, yo pude sentir su último grito en mi interior, llenándome por dentro. Y de alguna forma inexplicable comprendí qué me quería decir: «¡Sálvate, Ania!»
Los hombres me habían visto. «¡Es la hija de la bruja!», dijeron, señalándome con sus acusadores dedos. El tal Cavendish, con la cara medio ensangrentada por el corte en la mejilla que le había hecho mi padre, comenzó a subir los escalones. Yo seguía paralizada, impactada por todo lo que había ocurrido. En ese momento, por primera vez en mi vida, el odio que sentí estuvo a la altura del dolor que me embargaba, y constaté que la rabia es más poderosa que el miedo. Ahora sé que en aquel instante dejé de ser una niña.
Observaba furiosa al asesino que se acercaba cuando sentí las uñas de Nikita arañando una de mis piernas. De inmediato todo pareció dar vueltas a mi alrededor y el suelo... ¡desapareció! Me invadió una increíble sensación de vértigo y sentí que caía, caía. Perdí el conocimiento. Cuando volví a abrir los ojos, no sé cuánto tiempo después, me encontraba en otro mundo.

2.
En un principio no vi nada, salvo la oscuridad. Luego, poco a poco, mis ojos fueron adaptándose y empecé a distinguir los contornos de un paisaje abrupto y desolado emergiendo de entre las sombras. Solo había piedras y arbustos esqueléticos inclinados por el azote del viento. Algo peludo rozó mi pierna, me reconfortó sentir el cuerpecito cálido de Nikita junto a mí. Le acaricié el lomo, entrecerró los ojos y ronroneó.
—¿Dónde estamos? —pregunté en voz alta. No esperaba ninguna respuesta.
—Estamos en un lugar seguro —dijo Nikita dentro de mi cabeza. No me hablaba con palabras, más bien con sensaciones, pero yo comprendía qué quería decir. La miré muy sorprendida—. Sí, aquí puedes oírme, ¡ya iba siendo hora de que pudiéramos conversar!
—Pe... Pero... Esto no es posible —pensé.
—¡Tonterías! ¿Acaso no me estás oyendo? —replicó Nikita, restregándose los bigotes con una pata—. Tengo que explicarte algunas cosas, mi niña. Tendría que haberlo hecho tu madre en tu décimo aniversario, pero para ella aún seguías siendo su cachor..., su niñita pequeña. Adoraba que fueras tan dulce e inocente. Ella me dijo que si un día ocurría alguna desgracia me encargara de ponerte a salvo, a ti antes que a nadie. Y ahora soy tu guardiana, ¿entiendes?
—Sí... Pero... ¡No lo sé! ¡Todo esto parece una pesadilla! —exclamé, muy confundida—. ¿Podías haber salvado a mis padres? ¿¡Pero por qué no les ayudaste!? —espeté furiosa, un nuevo torrente de lágrimas se deslizó sobre mi cara—. ¿Por qué?
Nikita me miró y sus ojos amarillos reflejaron una tristeza tan profunda que, incluso en aquella situación, me impresionó. Y, de repente, su cuerpo empezó a crecer y no se detuvo hasta que nuestros ojos estuvieron a la misma altura. Entonces me abrazó con mucho cuidado y apoyé la cabeza sobre su cálido pelaje.
—Solo puedo cruzar el portal con una persona cada vez —me explicó—. Yo también lo siento, Ania.
No sé cuánto tiempo permanecimos abrazadas. Luego, más calmada, seguí interrogando a mi guardiana.
—¿Hay muchos gatos mágicos como tú?
—Mi querida niña, todos los gatos somos mágicos. Nosotros podemos ver e intuir cosas que ningún otro animal puede. No obstante, no todos los gatos tenemos los mismos «poderes». Mi don es el de cruzar portales —afirmó orgullosa—. Hace muchos, muchos años que conocí a tu madre y desde entonces hemos estado juntas. Tu padre era humano, pero ella era especial. Como tú.
—Esos hombres me llamaron «hija de la bruja»...
—Los humanos suelen temer a lo desconocido. Cuando algo se escapa de sus esquemas cuadriculados, se asustan e intentan destruirlo para acallar sus miedos. Ni tu madre era bruja ni tú lo eres, simplemente eres distinta... —Estiró una larga pata señalando un punto a nuestra izquierda—. ¿Ves aquella arboleda más allá del precipicio? Esos árboles producen unas semillas muy especiales. Vamos, te los enseñaré.
Nikita se tumbó y me invitó a sentarme sobre su lomo. «Así no te lastimarás los pies en este terreno tan pedregoso», dijo. Me agarré con fuerza a su enorme cuello y ella se lanzó al trote. Cruzamos un páramo yermo y, a continuación, mi insólita cabalgadura descendió con gran agilidad por un escarpado barranco. La arboleda quedaba a pocos metros delante de nosotras. Los árboles eran negros y retorcidos, las ramas se enredaban entre ellas como brazos cubiertos de espinas y conformaban figuras extrañas. Daban un poco de miedo. No obstante, mientras nos acercábamos advertí que allí, cerca de los árboles, sí que abundaba la vegetación y que gran parte de ella era fosforescente, por lo que la oscuridad era menor en ese punto.
Una ligera brisa silbó entre las ramas, desprendiéndose de ellas algunas cáscaras de color violáceo, parecidas a almendras.
—Esas son las semillas —dijo Nikita, recostándose de nuevo para que yo descendiera. Me acerqué al tronco del árbol más cercano y acaricié su corteza negra, con cuidado de no pincharme con las afiladas espinas que surgían aquí y allá. A continuación recogí algunas de las cáscaras que se acumulaban sobre el suelo—. Son las semillas de tu raza, Ania.
—¿Quieres decir que provenimos de un... unos árboles? —La miré con los ojos muy abiertos.
—Así es, jovencita. Algunos os llaman brujas, otros dríades, ninfas o seres preternaturales. A los humanos les gusta mucho etiquetar y poner nombres cuando se aburren, supongo que así se sienten más importantes... Lo que os hace especiales es vuestra procedencia: este lugar, el Jardín Salvaje.
—Y papá... ¿Mi padre humano sabía que nosotras...?
—¡Oh, sí! Tu madre le contó la verdad. Incluso una vez crucé el portal con él porque quería verlo con sus propios ojos. Lo sabía todo y os amaba. Ya has visto que, por desgracia, hay algunos humanos despiadados, pero otros son muy comprensivos y generosos. Lo cierto es que son una raza curiosa, porque son capaces de lo peor, pero también de lo mejor.
Me acerqué a ella y acaricié su familiar pelaje pardo. Toda mi vida había cambiado en unos instantes: me habían arrebatado a mis seres más queridos y, por otro lado, había descubierto que, hasta entonces, mi vida solo fue una especie de ensueño... Nikita, pues, era lo único que me quedaba y, además, ella representaba un nexo entre el pasado y el futuro, entre quien yo creía ser y quien era en realidad. Pese a todo lo perdido, a pesar de toda la confusión y el dolor que me embargaba, me sentí muy afortunada por tenerla a mi lado.
—Yo también te quiero, mi niña —respondió sin palabras mientras empezaba a ronronear.

3.
Después de todo aquello, estuve unos años viviendo con una pareja muy humilde. Él era humano. Ella, como yo. Me aceptaron como a una hija y compartieron conmigo lo poco que tenían. De ellos aprendí que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. También me enseñaron a cocinar, cultivar la tierra y a confeccionar mi propia ropa. Yo, a cambio, quise enseñarles a leer y a escribir —y en esos momentos me alegré mucho de haber sido una estudiante aplicada en el pasado, cuando incluso tuve a mi disposición maestros privados a los cuales, por aquel entonces, no valoré en su justa medida—.
El marido trabajaba en el molino, la mujer como lavandera. Yo iba a ayudarla para que terminara antes su tarea y, de esta forma, luego nos quedaba más tiempo para dedicar al huerto. Me encantaba ocuparme del huerto, comprobar como, día a día, iban creciendo las hortalizas que yo misma había plantado. Y es que también yo, a medida que transcurrían los años y mi cuerpo se estiraba, me sentía más conectada con la naturaleza. Mis sentidos se habían agudizado: veía y oía con mayor intensidad y a más distancia; también sentía en mi interior el murmullo del viento anunciando la próxima llegada de una tormenta, o una imperceptible agitación en las aguas del río, o reconocía el canto de alarma de un pájaro... Además, ya era capaz de comunicarme mentalmente con Nikita, como hiciéramos en el Jardín Salvaje. Ella siempre estaba cerca de mí.
Supongo que, si habéis llegado a este punto de mi historia, os estaréis preguntando ciertos detalles sobre «nosotros». Aparentemente nuestro cuerpo es como el de las mujeres humanas, aunque con algunas particularidades: todas nos caracterizamos por tener la piel clara y los cabellos entre tonalidades rojizas y caobas; nuestras heridas cicatrizan más deprisa y nuestros ojos brillan en la oscuridad, lo que puede delatarnos. Nunca comemos carne ni pescado, de hecho, no necesitamos comer demasiado; sin embargo, no podríamos sobrevivir sin agua pura ni sin la caricia del sol. No, no somos inmortales, aunque sí muy, muy longevos.
Prosigamos...
Fue en el lavadero comunitario, ayudando a «mi tía», cuando volví a escuchar el nombre de Cavendish, aquel hombre que fue desenmascarado por mi padre. Una de las matronas lavanderas explicaba que su hijo había conseguido un trabajo como mozo de cuadra en la mansión Cavendish y, al parecer, también necesitaban una joven doncella. Supe que era mi oportunidad.
Aquella noche apenas dormí. Preparé un hatillo con la poca ropa que tenía y besé y abracé a «mis tíos» una vez más. Varias horas y kilómetros después, el amanecer me halló muy próxima a las puertas de la mansión Cavendish. Nikita me seguía con parsimonia refunfuñando por lo bajini, aunque yo sabía que en el fondo comprendía mi decisión. A veces, simplemente, hay cosas que tenemos que hacer.
El ama de llaves me miró levantando una hirsuta ceja izquierda. Luego me entregó un delantal y una cofia —que debía encargarme de mantener impolutos— y me asignó la tarea de fregar todos los suelos de la planta baja. Empecé por el vestíbulo. Me encontraba arrodillada junto a la escalera principal, aclarando el paño en el cubo de agua jabonosa, cuando dos hombres bajaron por los escalones. Al pasar junto a mí, el primero de ellos golpeó el cubo con un pie y este se volcó, lastimándome un brazo y derramando gran parte de su contenido.
—¡Estúpida! —me dijo, mirándome solo un breve instante. Vi la cicatriz que le cruzaba la mejilla, era Cavendish—. ¡A ver si aprendes a no meterte en medio!
Quedé absorta viendo como se alejaba aquel hombre, que siguió su camino soltando una retahíla de improperios. Ni siquiera me di cuenta de que estaba sentada en medio de un charco de agua y con el vestido empapado. En mis pensamientos seguía reviviendo una y otra vez aquella terrible última noche de mi antigua vida.
—¿Estás bien? —preguntó alguien a mi lado. Al girar la cabeza me encontré con dos ojos increíblemente azules que me miraban con preocupación. El joven acarició mi brazo magullado durante un segundo, pero, un poco turbada, lo aparté.
—Estoy bien, no ha sido nada. Gracias...
—Soy... soy estudiante de medicina, ayudo al profesor Cavendish en sus investigaciones. Déjame ver, solo será un momento —insistió, dedicándome una cálida sonrisa. Al final accedí—. Al profesor se le ha agriado un poco el carácter, no se lo tengas en cuenta —comentó el joven mientras examinaba mi brazo con suma delicadeza—. Es a causa de la cicatriz, cuentan que se la hizo un zorro rabioso durante una cacería, hace unos años. Le molesta mucho que la gente se le quede mirando. Incluso dejó de dar clases por ello... ¿Te duele?
—No. Bueno..., un poquito, pero no es nada.
—Bien. Es solo una magulladura. Procura descansar.
—Me temo que eso no será posible —repliqué, lanzando una elocuente mirada al suelo encharcado—. El ama de llaves me va a echar a la calle si no arreglo pronto todo este desaguisado. Pero gracias, por el consejo y por haber sido tan atento.
Después de fregar y recibir una reprobadora mirada de la mayordoma, me tocó lavar manteles, toallas y ropa de cama. «Creo que han estado acumulando para que la criada nueva no se aburra», pensé con ironía. El sol ya empezaba a declinar cuando ordenó tender la ropa. «Se avecina una buena tormenta», aseguré al escuchar el murmullo del viento, pero doña Urraca —así la llamaban a sus espaldas— se alejó como si no me hubiera oído.
Estaba tendiendo la ropa en el jardín del ala Este, donde se encontraba la cocina y el resto de dependencias de la servidumbre, cuando vi de nuevo a Cavendish con su ayudante. Se detuvieron ante la puerta del invernadero, justo frente a mí pero en el ala Oeste. Me había fijado en el invernadero nada más llegar. Anexo a la vivienda, construido en forma de semicírculo con hierro forjado y cristal, en verdad era pintoresco y hermoso.
El profesor sacó una llave del bolsillo y abrió la puerta. Ambos entraron y cerraron tras ellos. En mi interior se desencadenaron entonces sentimientos encontrados, pues estaba deseando descubrir qué se traían esos dos entre manos y, por otro lado, me resistía a creer que el joven estudiante que se había interesado en examinar mi brazo fuese cómplice de los crímenes de Cavendish. Me había parecido buena persona, pero... ¿Podría haber sido él uno de aquellos hombres enmascarados que irrumpieron en nuestra casa y asesinaron a mis padres y a sus amigos? La respuesta que me daba mi propia mente era un «sí» rotundo. Tenía que seguir investigando...

4.
Unas horas más tarde, cuando todos se habían acostado y la tormenta que yo había predicho estaba en su apogeo, me deslicé como una sombra por los pasillos hasta llegar a la cocina. Una de las criadas me había informado de que, junto a la alacena, había un armarito en el que se guardaban copias de todas las llaves de la casa, cada una colgada de un gancho y con un letrero identificativo. Tomé las que me interesaban y me dirigí hacia las escaleras. Llegué sin problemas al segundo piso y, a continuación, avancé por un largo pasillo que conducía al ala Oeste. Los truenos sacudían la mansión entera, como si de una casa de muñecas se tratase, y los relámpagos que restallaban más allá de las ventanas me alumbraban el camino. Justo tras doblar la esquina localicé la puerta que buscaba. Introduje la llave en la cerradura y... voilà! Entré en el sanctasanctórum del respetado profesor.
La habitación era una curiosa mezcolanza de biblioteca, laboratorio y despacho. Estanterías repletas de libros y carpetas cubrían la pared de mi izquierda. Frente a mí, vi unas vitrinas con puerta de cristal, en el interior pude distinguir frascos de distintas formas y tamaños con extraños contenidos. Al lado, armarios y una mesa cubierta con objetos e instrumental de laboratorio; reconocí un microscopio, viales, probetas y un artefacto parecido a un alambique... Una destartalada mesa de estudio con una lámpara, dos sillones orejeros y un elegante secreter de patas curvadas ocupaban el lado derecho. Yo había tenido un secreter parecido en mi antigua vida, por lo que enseguida me sentí atraída hacia él. Prendí la llama de la lámpara de aceite y empecé a abrir los cajones del mueble. No vi nada de interés, pero entonces recordé que en mi secreter había un resorte escondido que, al accionarlo, abría un compartimento oculto. Y, en efecto, ¡lo encontré!
En el cajón secreto hallé una cajita de madera y un viejo cuaderno. Abrí con cuidado la caja y descubrí en su interior alguna clase de semillas resecas. ¡Eran semillas del Jardín Salvaje! A punto estuvieron de caerse al suelo con la emoción del descubrimiento. ¿Cómo podía Cavendish tener aquello en su poder? Más intrigada que nunca, abrí el cuaderno y empecé a leer. Se trataba de una suerte de diario personal del profesor. Fui pasando páginas y algunos fragmentos resultaron muy reveladores:

...Lo que esa mujer me hace sentir, jamás lo he sentido antes. Ahora, ella es el único enigma que me interesa desentrañar. La deseo y necesito que sea mía, ¡solo mía! Me ha embrujado con sus malas artes, no puede haber otra explicación...
...Después de haberle abierto mi corazón, me ha rechazado. Ha elegido al pintor, a ese artista de pacotilla que heredó la posición y todos los millones de sus padres. ¡Mil veces maldita! ¿Cómo podré seguir viviendo con este pesar y esta vergüenza?...
...Hoy hemos coincidido en un baile. ¡No soporto verla en sus brazos! Sigo hechizado. ¿Lograré escapar algún día de su embrujo?...
...Ya está hecho. Muerto el perro, muerta la rabia. Ha sido lo más conveniente, ¡que sigan bailando en el infierno! Sin embargo, la pequeña ha escapado. Tiene la misma mirada de su madre. He registrado toda su casa y he encontrado las semillas en su tocador, el germen de la vida del que me habló. ¡Maldita bruja! Sé que he hecho lo correcto...


No pude leer más, tenía los ojos anegados de lágrimas. Fue justo entonces cuando percibí que alguien se acercaba a la puerta. Tomé la lámpara, apagué la llama y me oculté en las sombras, junto a la jamba. La puerta se abrió y un rayo estalló tras las ventanas, dibujando sobre el suelo, durante un segundo, los contornos de una silueta masculina. Sin pensármelo dos veces, alcé la diestra y le golpeé en la cabeza con la lámpara. El hombre cayó como un saco, inconsciente. Me arrodillé para verle el rostro y reconocí al joven estudiante, tenía un buen corte en la frente. Lo arrastré hasta el interior de la habitación para poder cerrar la puerta y me marché. Me quedaba algo más para hacer.
Bajé las escaleras casi a la carrera, estaba impaciente por llegar al invernadero. Ya había encontrado respuesta a algunas preguntas, pero intuía que sería allí donde todo terminaría de cobrar sentido. Crucé el salón y, por fin, accedí al jardín del ala Oeste. Diluviaba. La lluvia azotó mi cuerpo y, sintiéndome revitalizada, levanté los brazos hacia el cielo.
La puerta del invernadero se abrió con un chasquido. Solo tuve que avanzar unos pocos pasos para reparar en el árbol. Era como los que había visto en el Jardín Salvaje, aunque más pequeño. Acaricié su tronco, esquivando las espinas, y sentí el latido en su interior. La sentí a ella, ¡un pequeño ser que crecía entre las raíces retorcidas! Y me embargó una profunda emoción cuando percibí su respuesta: ya estaba preparada para nacer.
—Una bruja siempre reconoce a otra, ¿verdad? —dijo Cavendish justo a mi lado. Sujetaba un cuchillo y me observaba con un odio desmedido. Me había emocionado tanto con el descubrimiento que, al parecer, mis sentidos habían bajado la guardia—. He sido un estúpido por no reconocerte antes.
—Tal vez lo hubiera hecho de haberme mirado a la cara, ¡asesino arrogante! —escupí.
En aquel instante, los ojos de Nikita brillaron en la penumbra y mi fiel amiga felina saltó sobre el hombre, clavando las uñas en la espalda y los colmillos en el cuello del desgraciado. A Cavendish, sorprendido, se le cayó el cuchillo. Mientras intentaba librarse del animal yo aproveché para empujarlo con todas mis fuerzas contra el árbol. Cayó pesadamente sobre el tronco y varias espinas se hundieron en su pecho hasta atraversarle el corazón.
Al poco de morir él, una pequeña mano blanca emergió de la tierra, de entre las raíces negras. Con mis propias manos excavé y sostuve su cuerpecito mientras lo liberaba de una membrana que lo envolvía. Abrió los ojos y me sonrió. Era pelirroja, como mi madre, por eso decidí llamarla como a ella, Ariel.



Un tiempo después, ya muy lejos de la mansión Cavendish, Nikita fue la flamante madre de cinco gatitos. Yo misma pude suspirar de felicidad, con el cuerpecito de Ariel entre mis brazos, mientras el hombre con los ojos más azules del mundo nos contemplaba con adoración. Y descubrí que este mundo es un jardín salvaje, sí, y que precisamente es un milagro que todo tenga cabida en él. A veces hay que excavar un poco para descubrirlo.

Todos los hijos de Nikita tienen algún don, el más especial de todos ha resultado ser uno que... Pero, pensándolo bien, eso ya sería otra historia...
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Landra
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Landra »

Fácil de leer, fluído y bonito relato aún con sangre, venganza y demás. El tema de las semillas, el jardín salvaje, el gato como animal mágico... son cosas que me han encantado. Gracias por esta amena lectura.

Mucha suerte autor!
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Ororo
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Ororo »

Pssssss… El principio del relato me ha enganchado bastante. La historia me ha parecido intrigante y he querido saber más sobre la madre y la hija y qué extraños poderes tenían.
Sin embargo, más adelante, la historia sigue por otros derroteros que no me convencen. La gata que la protege, enternecedora, pero no me ha acabado de gustar toda esta historia. Me falta algo de profundidad, quizá. La veo algo simple.

La redacción no está mal, aunque he encontrado una frase hecha que me ha dolido en el alma. También creo que el ritmo decae a medida que se avanza convirtiéndose en bastante lento y algo aburridillo.
Seguramente ha sido la historia, que al no entrarme, ha hecho que me despistara y perdiera interés.

No está mal, eh?, pero no va conmigo.
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Berlín
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Berlín »

Un relato interesante y bien escrito. En el final, que se resuelve casi en el último párrafo, intuyo que al autor se le ha quedado corto el tema de las seis páginas. Y También intuyo que ha disfrutado escribiendo, que le gusta la naturaleza, los gatos y la mitología. La trama me parece bien resuelta. Tampoco he encontrado errores y las descripciones son muy bonitas. Por mi parte bastante bien, aunque no me ha entusiasmado.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
Gisso
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Gisso »

Relato interesante y que me ha tenido a la expectativa, aunque a veces ciertos momentos me cortaban la acción (como la explicación que hace la niña). No es que dé giros sorprendentes, lo veo algo típico, pero sabe mantener la atención del lector y eso se agradece. Tiene sus elementos mágicos, pero... ¿sabes qué? No lo concibo como un relato de fantasía, es más como un relato de terror y brujería con toques fantásticos, aunque este último elemento lo veo también bastante justito en la historia. Siempre es difícil catalogar algo de este estilo. ¿Podría valer para el concurso? Claro que sí, pero yo lo veo de otra forma. Pienso que iba más para el concurso de terror gótico :lista: (y que hubiera preferido antes que fantasía). Aun así, buen relato y bastante bien escrito.

PD: No me gusta deducir el autor/a, pero tal vez... :roll:
Última edición por Gisso el 21 Oct 2016 22:38, editado 1 vez en total.
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Verditia
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Verditia »

Una historia digna de Disney :cunao:

Marco: Se nos presentan dos mundos: el real, que creo que debe ser de principios del siglo XX o muy a finales del XIX (por el gramófono), sin gran descripción; y el del Jardín Salvaje, donde lo más destacado es el árbol que da vida a las dríadas. Las descripciones son escasas aunque suficientes y sencillas.

Personajes: Ania se me aparece como la típica heroína Disney, sin que ello sea nada malo: princesita huérfana de bondad infinita y curiosidad inocente pero suficiente como para labrarse a sí misma. Y Nikita me parece la mascota obvia para alguien a la que tachan de bruja, aunque es más bien una especie de madrina. Sin mucha trascendencia, me hubiese gustado saber algo más sobre el joven aprendiz de ojos azules, que queda como un príncipe encantador que no parece merecer ni que se le dé nombre, pobrecito. Cavendish podría ser un perfecto Scar :cunao:

Historia: Es un relato que se lee bien. Quizá el inicio, más explicativo, se me ha hecho más pesado, y sin embargo el final me ha parecido muy precipitado, no sé si porque no se podía alargar más a falta de espacio (6 páginas dan para poco desarrollo) o porque simplemente ha querido acelerar la historia sin más embrollos. Por cierto, ha habido dos palabras, "guirigay" y la otra no me acuerdo, que me han llamado la atención. La historia en sí, bastante lineal y sin grandes sorpresas. Eso sí, la explicación del nacimiento de las preternaturales me ha parecido original. Por cierto, que con el título que tiene, me imaginaba otro tipo de historia :oops:

Nivel de fantasía: Grimm.

Me recuerda a: cualquier película Disney.
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Sinkim
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Sinkim »

Me ha gustado mucho esta historia :D Sobre todo que me hayas sorprendido y resultaran ser driadas en vez de simples brujas :lol: Toda la parte de las semillas es fantástica :D Solo me ha quedado una duda, ¿el ayudante qué papel tuvo exactamente en la noche de las muertes? Si mató a alguien me resulta difícil creer que Ania pudiera perdonarle tan fácilmente :D

Nikita me ha parecido un gran personaje, el único pero es que ese nombre lo tengo asociado a la asesina de la serie de televisión y me sacaba del relato cada vez que lo leía :oops: :cunao:

Si me permites una recomendación, si puedes encontrarlo, lee el comic Orquídea negra - Neil Gaiman y Dave McKean creo que te va a gustar bastante :D

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"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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rubisco
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por rubisco »

¡Guau! (Y no lo digo para ahuyentar a Nikita)

Siento que acabo de leer un gran relato. Aunque la historia es simple e incluso previsible, engancha desde la primera frase y ya mantiene la intriga. Es fácil (muy fácil) de leer, ideal para públicos de todas las edades salvo por alguna palabra algo culta y se sigue genial, sin necesidad de andar adelante y atrás.

Posibles mejoras que lo podrían redondear:
- Generar un conflicto con el joven rubio. Lo sugieres, pero apenas lo explotas, y podría haber dado algún punto dramático adicional.
- Adelantar el momento en que la mayordoma enseña las llaves a la protagonista. Tal como está puesto se sobreentiende que fue añadido porque hacía falta, pero si esa acción se desarrolla antes, quedaría más natural.
- "Y es que". Esa frase debería estar prohibida.

Dicho esto, tiene serias posibilidades de que lo nomine en el grupo de ganadores. ¡Enhorabuena! :D
69
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jilguero
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por jilguero »


Leída, autor, con mucha más expectación al comienzo que al final. El arranque, la descripción inicial me ha encantado. Cuando dijiste lo de que sonaba la música y describiste el salón, creí que te ibas a ir por algo tipo "La invención de Morel" (de Bioy Casares) y me emocioné. Quizás por eso los derroteros por los que ha transcurrido la historia me hayan llamado menos la atención. Pero eso es cuestión de gustos y es posible que tenga más aceptación así. :wink:

En general, me gusta mucho como escribes, con frases breves y claras. Pero me gustaría aún más si evitaras las frases/expresiones hechas. También creo que podrías decir lo mismo con menos palabras, dejando que el lector imagine un poquito. Te voy a poner un ejemplo para que me entiendas:
"—Estamos en un lugar seguro —dijo Nikita dentro de mi cabeza. No me hablaba con palabras, más bien con sensaciones, pero yo comprendía qué quería decir. La miré muy sorprendida—. Sí, aquí puedes oírme, ¡ya iba siendo hora de que pudiéramos conversar!"

En este caso la parte en negro la quitas y yo creo que todos te entendemos y el lector tiene un margen para elegir cómo quiere oír a Nikita. Pero, bueno, igual tú prefieres atar hasta esos detalles y libre de hacerlo eres. :60:

Un buen trabajo que me ha convencido más por lo formal que por la historia en sí. ¡Mucha suerte!


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Frigg
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Frigg »

Está claro que escribes con una fluidez envidiable. Me gusta como ambientas la historia, haciendo que nos imaginemos perfectamente a los personajes y cómo van aconteciendo los hechos.
También es verdad que éste tipo de historias no me suelen atrapar. Es muy difícil que encuentre la originalidad y aunque todas tengan su punto de vista, las veo cortadas por un patrón que no es de mi talla.
Te tendré en cuenta porque el problema, sin duda, es mío. Y el relato está muy bien escrito.
Un abrazo. :60:
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Gabi
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Gabi »

Quiero felicitarte por tu relato, lo dejé para lo último y fue la cereza de la torta :D
Me gustó mucho, se nota que escribir es lo tuyo. Te envidio! :lol:
Me gustó la historia y los personajes. Me sentí como viendo una peli de Miyazaki :P
Creo que el límite de páginas hizo que apresuraras y comprimieras el final.
Una sola pega: no me convenció lo del diario y que el malo fuese un amante rechazado.

Muchas gracias por compartirlo y suerte! :60:
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Isma
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Isma »

—Tú eres preternatural, ¿verdad? —dijo Elminster—. Por eso de hablar con dioses, escribir canciones que harían llorar a los bardos, etcétera.
—No me tomes el pelo —respondió Kvothe—. Me gusta el relato y a ti no, dejémoslo ahí.
—Sé porqué te gusta. Hay un asesinato, y bueno, de ti dicen que eres el asesino de reyes. Por cierto, ¿cuántos reyes has asesinado ya?
—Yo no tengo la culpa de lo que dicen de mí. Solo soy un estudiante de universidad. Me gusta del relato que es misterioso, que tiene el protagonismo un gato y que tiene como argumento una venganza en la que la magia está de por medio.
—Es verdad, tú eres un mago. Bueno, dicen que eres un mago. Me tienes que contar más cosas de esa universidad. ¿Es cierto que es la misma que la de Harry Potter?
—Oye, ya está bien...
—Y supongo que lo que más te ha gustado del relato es cuando la protagonista es capaz de ver la luna nueva, ¿verdad? Porque tú también puedes ver lo que no está ahí para verse, ¿verdad?
—¡Se acabó! ¡Tú lo que eres es un envidioso, Elminster! ¡Envidias mi fama y mi reputación! ¡Yo he estado con Felurian y tú te has pasado la vida vagando por ahí como un pordiosero! ¡Yo persigo a los Chaldrian y tú no tienes ni plan ni objetivo ni nada! ¡Mis libros se venden como rosquillas! ¡Yo tengo amigos entre los Fae y tú... tú...! ¡Amargado! ¡Perdedor!
Elminster se echa a reir, ignorando con condescendencia el exabrupto de Kvothe, que se está acalorando por momentos. Este medita durante unos instantes, rojo de ira.
—¡Viejuno!
—¿Quéé? —responde Elminster— ¿Viejuno yo?
—¡Sí, tú! ¡Viejuno, arrugado, cara de pasa!
—¿Te atreves a llamarme viejo, chavalín engreído? Yo era ladrón antes de que tú hubieras nacido, y fui elegido por la mismísma diosa de la Magia, Mystra. Salvé al mundo un par de veces, ¡al mundo!, y no regento una taberna de mala muerte como tú. Me lo tuve que currar muy duro, ¡niño mimado!
—¡Viejuno, viejuno, cara de aceituno...!
—¡No me provoques o te meto un rayo por donde no alumbra el sol, niñato!
—No te atreverás a hacer eso —intercede Bast—. Kvothe es mi mascota.
Un rayo ilumina brevemente la estancia. Donde estaban Bast y Kvothe solo quedan dos pares de botas humeantes. Elminster resopla.
—A tomar por culo.
Última edición por Isma el 23 Oct 2016 23:21, editado 1 vez en total.
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Isma
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Isma »

La verdad es que le tengo una manía tremenda a la llamada saga del "Asesino de Reyes" protagonizada por Kvothe, que no es más que un clon del gran Elminster. Sobre todo porque he picado leyéndome no uno sino dos libros de la saga. No tengo perdón. Y he aprovechado que tenía que comentar este relato para vengarme. Uno hace lo que puede y donde puede...

En cuanto al relato que se supone que debería comentar, en vez de irme por las ramas de esta manera, me tengo que alinear con el bueno de Elminster. Está bien y es entretenido, pero me suena a muy visto. El gato como intermediario de lo sobrenatural es el tópico por excelencia del género. Luego, la niña que es agraviada y que busca venganza también es un tema recurrente. De hecho, me suenan argumentos similares en otros relatos de estos mismos concursos. Por otro lado, reconozco que soy más exigente cuando veo un relato que está bien elaborado. Y este está muy bien trazado y muy bien escrito, con sus comillas angulares y todo. Lo único que objetivamente creo que desentona es el momento en que la protagonista se dirige al lector para describirse. Me ha resultado un poco incómodo y me ha sacado un poco de la historia al hacerme recordar que estaba leyendo un relato. Ese tipo de cosas hay que intentar siempre que se mimeticen dentro de la propia narración, antes que declararlas tal cual "deus ex" o como se quiera decir (me acabo de despertar de la siesta y no estoy muy fino, lo siento).

Como relato es redondo y creo que tiene todo lo necesario para triunfar, salvo si eres muy exigente con el género. Yo lo soy...
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Sinkim
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Sinkim »

:meparto: :meparto: ¡Genial ese Elminster! :meparto: :meparto:

Isma, si hubieras presentado algo así al concurso te llevabas mis 16 puntos de cabeza :cunao: :cunao:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Isma
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Re: CF 2 - Yo, preternatural

Mensaje por Isma »

Sinkim escribió::meparto: :meparto: ¡Genial ese Elminster! :meparto: :meparto:

Isma, si hubieras presentado algo así al concurso te llevabas mis 16 puntos de cabeza :cunao: :cunao:
Me salió mejor la escena de Drizzt, pero con esta he saldado una deuda y me he quedado la mar de a gusto... :D :D
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