El bujío de Santa Catalina 1 (Bordeando la realidad)
- jilguero
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
¡Buenos días! Olvidé decirte anoche que si te has fijado en la firma de la caballita marina. No sabemos a quién le han crecido las alas, si a la Caballita Marina, a la Niña Mona o a la Estrellita Caltera.
En cualquier caso, habremos de andar con cuidado porque como nos descuidemos la mujer que llegó con las avefrías para escuchar el susurro de las olas puede acabar buceando en uno de los cenotes de las alas de las que habla la caballita. Pero en tal caso, más que botas katiuskas lo que habrías de traer en un traje de neopreno y unas buenas gafas de buceo.
A ver, a ver a dónde nos lleva esta vez la caballita de carita angelical
En cualquier caso, habremos de andar con cuidado porque como nos descuidemos la mujer que llegó con las avefrías para escuchar el susurro de las olas puede acabar buceando en uno de los cenotes de las alas de las que habla la caballita. Pero en tal caso, más que botas katiuskas lo que habrías de traer en un traje de neopreno y unas buenas gafas de buceo.
A ver, a ver a dónde nos lleva esta vez la caballita de carita angelical
¿Qué me está pasando? Las cavilaciones de Juan Mute
El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
jilguero escribió: ¿Te has dado cuenta que la caballita de mar me está pinchando para que Jilguero se confiese con Monseñor Gavalio? Pero yo no me fío un pelo... Ya sabemos que tiene carita y disminutivos angelicales pero a la primera de cambio, ¡Zas!
jilguero escribió:Seguro que el tontorrón le confesaría su debilidad por las pollitas de agua.
¡Me pido ser pollita de agua!
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
A ver, a ver a dónde nos lleva esta vez la caballita de carita angelical
¡Al infinito y más allá!
Las alas le han crecido a la equinoderma gracias a la mágica telaraña de letras que va tejiendo junto a un estoico pajarito. (Podría ser el argumento de una historia absurda de las que le van a Caleto).
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
¡Uy, le voy a tener que vendar los ojos a jilguero!Estrella de mar escribió:A ver, a ver a dónde nos lleva esta vez la caballita de carita angelical
¡Al infinito y más allá!
Las alas le han crecido a la equinoderma gracias a la mágica telaraña de letras que va tejiendo junto a un estoico pajarito. (Podría ser el argumento de una historia absurda de las que le van a Caleto).
¿Has visto, Santa Catalina? Ahora se nos ja convertido en pollita de agua.
¿A Caleto le van las historias absurdas? Pues sus relatos no suelen ser absurdos...
Yo creo que dice lo de absurdas porque mejor que no tengan ni pies ni cabeza a que sean manidas. Ya sabes que su debilidad es la originalidad.
¡Pobre, lo que habrá sufrido viendo que le adjudicaban un relato mosaico de los míos...! Le debo una pro haberse quedado calladito. |
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
A una peluquera del sur que me adentró en el sensual mundo del quiromasaje
Con permiso, esculpiré aquí las letras rimadas que le dediqué a una peluquera del sur que tuvo a bien introducirme la semana pasada en el sensual mundo del quiromasaje.
El caso es que ya terminaba de disfrutar unas más que merecidas vacaciones cuando me percaté de la inusitada longitud de los cabellos que poblaban mi azotea, resultando que, algunos de ellos, espontáneos y atrevidos, osaban obscurecer e incluso obstaculizar el más preciado sentido del que se sirve un funcionario público: el oído. De tal importancia resulta, que es a través de las orejas por donde los policías recibimos la información, siendo éstas nuestros radares en la carretera y guías nuestros en la calle, indicándonos de donde proceden los palos y sugiriéndonos hacia donde no debemos dirigirnos en caso de pretender evitar acapararlos.
He ahí mi urgencia por rasurarme la caballera, y, mi desazón al comprobar que, donde habitualmente llevaba a cabo tal menester, se encontraba temporalmente clausurado.
Deambulé hasta hallar un rayito de esperanza que se cristalizó después y delante mía en forma de "Peluquería de señoras", no siendo ajena, me diría luego la donna, a la perentoria necesidad de quien esto escribe, y accediendo presta a llevar a cabo semejante empresa.
No objetaré nada a su labor pues, a resultas, me saldrían luego tres novias. Mal no lo hizo, concluyo. Pero, ¡oh, peluquera del sur! ¿acaso a otros también engañas para satisfacer tus más obscenos deseos?
Tras el esquilmado, me invitó a seguirla y rebajó al tiempo la intensidad de la luz. Me senté delante de un lavabo, recliné la cabeza y cerré los ojos. Agua templada, dedos suaves. Sonaba en el radio-cassette de un estante el penúltimo éxito del Tigre de Gales…
Y el secundero se detuvo. Y, mis latidos, antes acompasados, tornáronse frenéticos ante tamaña destreza de dedos que no eran dedos, sino extensiones de sus senos, de sus labios, de su vientre… Y si bien comencé sonriendo, terminaría preso del desasosiego ignorando si había cámara oculta entre aquellas paredes o si de verdad pasaba lo que parecía que estaba ocurriendo: aquella mujer encontraba placer acariciando mis sienes y mi nuca, enjabonándome, enjuagándome, masajeándome todo entero, desde la frente hasta el cuello -y me atrevo a insinuar que algo más abajo también intentó catar…
¡Oh, destino incierto del hombre que se sabe abusado por una peluquera, pero que no es capaz de rechistarle ni reprocharle la osadía, ni luego tampoco a nadie podrá confesarse abusado, so pena de incomprensión por parte de amigos y pareja!
Y he aquí que sin más dilación me despido de aquella, con unas letras que brotaron espontáneas a poco le aboné los once euros con que se cobró su atrevimiento:
Peluquera del sur de infinita ternura
de setenta años en lo alto y carne madura,
peluquera del sur que con arte rasuras,
menos de setenta ya posiblemente no cumplas.
Oh, peluquera, que abusas del hombre velludo
a sabiendas que no tiene otra peluquería a mano,
tú que del hombre abusas a menudo,
y del Tigre de Gales te vales, concluyo.
Dígame, donna, a quién confieso su bellaquería
de las cosas que hace sin disimulo
cuando apaga las luces en su peluquería.
Dígame, donna, a qué hora regreso
que me volvió a crecer el cabello
y de sus dedos, ahora, soy preso.
Con permiso, esculpiré aquí las letras rimadas que le dediqué a una peluquera del sur que tuvo a bien introducirme la semana pasada en el sensual mundo del quiromasaje.
El caso es que ya terminaba de disfrutar unas más que merecidas vacaciones cuando me percaté de la inusitada longitud de los cabellos que poblaban mi azotea, resultando que, algunos de ellos, espontáneos y atrevidos, osaban obscurecer e incluso obstaculizar el más preciado sentido del que se sirve un funcionario público: el oído. De tal importancia resulta, que es a través de las orejas por donde los policías recibimos la información, siendo éstas nuestros radares en la carretera y guías nuestros en la calle, indicándonos de donde proceden los palos y sugiriéndonos hacia donde no debemos dirigirnos en caso de pretender evitar acapararlos.
He ahí mi urgencia por rasurarme la caballera, y, mi desazón al comprobar que, donde habitualmente llevaba a cabo tal menester, se encontraba temporalmente clausurado.
Deambulé hasta hallar un rayito de esperanza que se cristalizó después y delante mía en forma de "Peluquería de señoras", no siendo ajena, me diría luego la donna, a la perentoria necesidad de quien esto escribe, y accediendo presta a llevar a cabo semejante empresa.
No objetaré nada a su labor pues, a resultas, me saldrían luego tres novias. Mal no lo hizo, concluyo. Pero, ¡oh, peluquera del sur! ¿acaso a otros también engañas para satisfacer tus más obscenos deseos?
Tras el esquilmado, me invitó a seguirla y rebajó al tiempo la intensidad de la luz. Me senté delante de un lavabo, recliné la cabeza y cerré los ojos. Agua templada, dedos suaves. Sonaba en el radio-cassette de un estante el penúltimo éxito del Tigre de Gales…
Y el secundero se detuvo. Y, mis latidos, antes acompasados, tornáronse frenéticos ante tamaña destreza de dedos que no eran dedos, sino extensiones de sus senos, de sus labios, de su vientre… Y si bien comencé sonriendo, terminaría preso del desasosiego ignorando si había cámara oculta entre aquellas paredes o si de verdad pasaba lo que parecía que estaba ocurriendo: aquella mujer encontraba placer acariciando mis sienes y mi nuca, enjabonándome, enjuagándome, masajeándome todo entero, desde la frente hasta el cuello -y me atrevo a insinuar que algo más abajo también intentó catar…
¡Oh, destino incierto del hombre que se sabe abusado por una peluquera, pero que no es capaz de rechistarle ni reprocharle la osadía, ni luego tampoco a nadie podrá confesarse abusado, so pena de incomprensión por parte de amigos y pareja!
Y he aquí que sin más dilación me despido de aquella, con unas letras que brotaron espontáneas a poco le aboné los once euros con que se cobró su atrevimiento:
Peluquera del sur de infinita ternura
de setenta años en lo alto y carne madura,
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a sabiendas que no tiene otra peluquería a mano,
tú que del hombre abusas a menudo,
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de las cosas que hace sin disimulo
cuando apaga las luces en su peluquería.
Dígame, donna, a qué hora regreso
que me volvió a crecer el cabello
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Raoul, no tienes excusa para avergonzarte por lo que antaño escribieras, pues heme aquí con mi caradura que te intenté imitar... con mi caradura, . |
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Convendría conseguir que Raoul lea esto. Si lo lee fijo que pierde cualquier reparo en hacernos partícipes de su pecado de juventud. |
Me ha quedado todo muy clarito, salvo ese "esquilmado" que me resulta muy confuso.
PD: el lavado de cabeza en la peluquería siempre me ha parecido muy placentero: ¿En la de varones no es habitual? Pues lo que os perdéis...
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Ostras, Tolo, salvo las letrillas del final, el resto no parece tuyo. ¡Qué desastre de escrito, a pesar de lo divertido!
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Jefa, el foro va ya a una velocidad de vértigo.lucia escribió:Ostras, Tolo, salvo las letrillas del final, el resto no parece tuyo. ¡Qué desastre de escrito, a pesar de lo divertido!
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Eso justamente venía yo a tratar contigo, Lu. Parece ser que alguien me ha hackeado la cuenta del foro y anda soltando paridas en mi nombre como la que nos ocupa. De sobra sabes que mi pluma es excelsa y no pare estas sandeces...lucia escribió:Ostras, Tolo, salvo las letrillas del final, el resto no parece tuyo. ¡Qué desastre de escrito, a pesar de lo divertido!
Arreglado el tema de la velocidad, a ver si me metes ahora mano a mí...
A lo mío, digo.
Al tema este...
Estrella zen, a ver si lo superas... que hasta Lu dice que es un bodrio, . |
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
El tema este se lo dejo a Jilguero, que para eso es suyo
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
¡Santa Catalina, que notición! La Luciérnaga Monarca es además peluquera...Tolomew Dewhust escribió:
Arreglado el tema de la velocidad, a ver si me metes ahora mano a mí...
¡Qué barbaridad, qué multifacética es la jefa!
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Ya, ya, ahora disimulandolucia escribió: El tema este se lo dejo a Jilguero, que para eso es suyo
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Pajarillo hacendoso, no nos descubras, que es un secreto
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Re: Carta abierta a Santa Catalina (Bordeando la realidad)
Vale, vale, no digo nada. Pero voy a hablar con las otras participantes de la operación Casiopea e igual te fichamoslucia escribió:Pajarillo hacendoso, no nos descubras, que es un secreto
El viaje será largo y una peluquera que nos mantenga la vista despejada (las tripulantes tendremos todas flequillo) y sepa masajear bien la cabeza nos vendría de perlas |
Por cierto, Caballita, a pesar de que le he colocado el antifaz el canario se ha dado cuenta de que no eres una pollita de agua sino un calamón.
Fíjate en el piquito, rojigualdo en la pollita, rojo en el calamón.
Creo que tus ínfulas de grandeza te han jugado una mala pasada: el calamón es más grande y vistosón, mientras que la pollita es más modesta |
Pero oye, en los cenotes de Casiopea podriamos tener de los dos... [/color]
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