CPXII - El ángel de Harlem - Ororo

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CPXII - El ángel de Harlem - Ororo

Mensaje por lucia »

El ángel de Harlem


Solía perseguirla hasta un café próximo a la calle 125. Se sitúa en un callejón apartado de las grandes avenidas de la ciudad, pero es como cualquier otro. No tiene ninguna particularidad más que la capacidad de esconderte del resto. De todo. De la gente, del ruido sistemático del tráfico, de los ojos que parece que le sigan a una cuando no sabe a ciencia cierta a dónde va, de los semáforos en plena ebullición, de los rascacielos que te reflejan en sus opresivas ventanas de cristal… Aparta incluso de la música. De cada nota resonando en tu cabeza; de cada uno de los soplidos que Lester inflige a su saxofón; de cada gota de sudor que cae por tu frente cuando el mono comienza a aparecer y el calor y el dolor arrecian. Un café en el que pasan las horas de resaca los borrachos, los viejos con facilidad para orinar y algún que otro chulo que se toma un largo descanso mientras controla desde allí a las chicas de la acera de enfrente. Olvidar era lo que solía hacerse allí o, al menos, se intentaba.

La vi sentada en una silla destartalada y sucia como las del resto del local. Su mano derecha removía temblorosa una gran taza de café, mientras la otra yacía sobre su regazo. Parecía llevar así horas, días. El maquillaje ensuciaba parte de su rostro y algunas manchas oscuras parecían lágrimas que, con toda seguridad, habría querido derramar. Pero no lo había hecho. Su húmeda mirada brillaba, pero era firme, y observaba la nada desde el ángulo perfecto: de frente. Una grieta profunda en la pared de longitud considerable atravesaba en diagonal parte del muro y divergía en varias líneas más estrechas formando una extraña composición. La miraba fijamente. El café, seguramente, estaba frío. Los zapatos de tacón bajo formaban un ángulo que invitaba a pensar en cómo se había roto esas medias de diez peniques.

Nueva York es una ciudad extraña. En estos tiempos la gente sonríe por las calles, todos parecen ser felices. Vivimos tiempos supuestamente alegres donde los teatros y los grills le hacen a una la vida más fácil. Pero la realidad la encuentras tras las alcantarillas humeantes de las esquinas. Ahí es donde la gente realmente sobrevive cuando se quita la máscara de felicidad que todos hemos de portar para ser admirados por los demás; donde, por fin, se puede ser una misma y abandonarse con total consciencia. Pocas sensaciones hay tan gratas.

Su abrigo cuenta una historia que ella es incapaz de articular. Lleva todavía abrochado el primer botón de la solapa, lo que hace que la rígida tela caiga en forma de capa. La tela de paño cubre su robusta espalda y muestra una pequeña hendidura en una de las costuras cerca del brazo. Al igual que el tocado, presenta salpicaduras de algún líquido, probablemente whisky barato, y la gardenia blanca de su cabello hace horas que comenzó a marchitarse. La historia habla de cantos, música, sudor, euforia, sexo y lamentos. También de un tal Bobby que tenía algo que ofrecerle durante toda la noche, pero que solo duró unos minutos. El resto del tiempo lo ocuparían sus amigos, con los que fue a su apartamento después del concierto. No se arrepiente. O sí se arrepiente. No se arrepiente, pero lo hace. No se acuerda de gran parte de lo sucedido y los vagos recuerdos que acuden a su memoria son oscuros y poco nítidos. Negros y profundos como esa grieta que se va abriendo a medida que penetra en la pared.

Deja de dar vueltas al café cuando al fin ve. Ve cómo la grieta se va abriendo más y más mostrando sus negras fauces llenas de toneladas de alquitrán pegajoso que comienzan a emerger y a salpicarla. Un líquido untuoso y casi sólido que es imposible limpiar resquebraja sin miramientos el muro que tiene delante. Sus ojos continúan firmes, pero asustados. Entreabre levemente los carnosos labios y un atisbo de luz que proviene de su dentadura parece, por un momento, contrarrestar el caos que la atenaza. Pero nada de eso va a suceder. Su piel negra se funde con el negro. Sus delicados dedos intentan arrancar con fervor enfermizo el líquido que va consumiendo, poco a poco, lo que queda de ella. Una tormenta debería bastar para limpiar todo aquello. Una buena descarga de lluvia torrencial para deshacerse de la porquería que ha acumulado todo este tiempo. Su piel aterciopelada se asfixia bajo una gruesa capa que, por fin, se funde con ella y forma un manto uniforme. Así, blindada, aparta por fin su mirada de la pared y se encuentra conmigo sin mostrar sorpresa. Ya nada la sorprende. Y menos que yo esté allí.

Ronda los treinta, pero su envejecimiento prematuro y la hinchazón de su cuerpo por el alcohol hacen que aparente mucho más. Nos miramos, y no recordaré una mirada tan locuaz como aquella. Jamás he visto unos ojos tan sinceros y, a la vez, tan muertos. Las pupilas dilatadas apenas se distinguen del marrón chocolate de su mirada. Sus ojos rasgados me producen escalofríos de placer. Sonríe levemente, de lejos me sonríe y, pesadamente, se dirige hacia mí. Yo la miro como quien mira a un ángel que viene con buenas nuevas, con ternura, pero ella sabe que no es eso lo que siento. Lo veo, lo sé por su mirada que ahora se vuelve más gatuna. Sabe que la amo. Me ha descubierto a la primera de cambio. Sabe que la admiro, que daría todo por ella que, a pesar de sus millones de defectos, no puedo dejar de pensar en su piel y sus labios, de imaginar situaciones y fantasear que me canta al oído con esa voz rota.

Al rato de sentarse y de escrutarme con la mirada, acerca su mano. Tiende su palma ante mí, como si fuera a mostrarme de nuevo el mundo. Mi admirada Billie, no te preocupes. Esto tiene fácil solución. Tomo su mano con delicadeza procurando no dañar el dedo donde sangra una uña rota. Está caliente. Me estremezco al entrar en contacto con su piel mientras, impasible, continúa sin apartar la mirada con esa sonrisa triste. Ahora puedes calmarte, Lady Day. Ahora no debes temer nada. La grieta de la pared continúa, ahora a su espalda, clamando su nombre. Llamándola para engullirla como un agujero negro donde por fin desaparecería. Es fácil sucumbir a esa idea, lo sé; continúa mirándome, sin embargo.

En el café nadie nos mira, lo cual me hace feliz y alimenta mis ansias de ser yo misma, de quitarme este disfraz de frivolidad que suele acabar concluyendo que si volviera a nacer cometería los mismos fallos, solo que antes. Y es exactamente lo que pienso, no miento cuando declaro mis vicios y adicciones, pero también me gusta tenerla cerca y desnudarla, para después despojarme yo de todas las cargas. Solía gustarnos darnos un baño caliente. Solo ella sabe lo que me gusta acariciar su espalda mojada, su cintura, sus pechos sumergidos entre la espuma. Me llama flaca y me río. Me dice Tallulah, cualquier día voy a devorarte de un solo bocado; y yo la creo. Es carcajada, sueño, risa, cuando estamos juntas. Pero cuando volvemos a la realidad todo cambia. Nos ponemos de nuevo nuestros atuendos de luto para morir un día más.

Sé que este desamparo no es por mí, ni este viaje de heroína. Ya sé que no tiene nada que ver con que vuelva a Londres y mi vida teatral en Broadway haya terminado y, con ello, lo nuestro. Lo negarás todo, también lo sé, porque es más fácil borrar de un plumazo a una rubia flaca y demasiado blanca que no suele llevar ropa interior que admitir su vacío, aunque sea pequeño. Sí, es más sencillo que la oscuridad de la grieta de la pared nos engulla y deseemos morir. No sé qué nos deparará el futuro ni qué voy a hacer cuando escuche tu voz en alguna emisora de jazz. Seguramente recordaré cómo temblaba al escucharte cantar Strange fruit o My man, tumbada en una butaca de mimbre con mi copa de champán y hasta arriba de cocaína; cómo viajaba desde mi piso hasta el escenario del club en el que actuabas guiada por la melodía del saxo. Y allí te volveré a ver: soberbia, imponiéndote a los sonidos de la trompeta como en la vida nunca has sabido. No sé qué haré cuando, de madrugada, unos acordes conocidos pueblen el silencio de la noche. Pero tampoco vamos a pensarlo ahora. Dame tu mano caliente y salgamos de aquí.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Berlín
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Berlín »

El ángel de Harlem
Cuando he visto el título he entrado corriendo, con la esperanza de que tratara sobre Billie Holiday y me ha alegrado ver que sí, que estaba en lo cierto, pues el grupo U2 le dedicó en 1987 un disco con ese título: El ángel de Harlem. En fin, un ameno relato sobre las supuestas relaciones de la Holiday con la actriz Talullah Bankhead, este icono de la provocación, una mujer que vivió de forma extrema y no tuvo ningún reparo en confesarlo, haciendo apología de sus vicios.
Anécdotas para los que no tengáis ganas de visitar la wiki: una vez en una fiesta a la que acudió también Truman Capote, este propuso bañarse en la piscina y Tallulah apareció vestida solo con sus perlas, para demostrar que era rubia natural. Tiene muchas anécdotas cojonudas esta tipa, Talullah. Como aquella otra en la que viajaban Joan Crawford y su esposo en el tren y ella le dijo a la Crawford al oído algo así como que estaba divina, que no se preocupara por si se tiraba a su marido, que ella sería la siguiente.
En fin, la Holiday y su voz de terciopelo, su voz de solo una octava, que se convirtió en una de las cantantes negras de jazz de mayor reputación, pero que tenía prohibido utilizar la entrada principal por donde entraban los blancos. Lady day.

Gracias, vendré más.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Gavalia
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Gavalia »

Sin duda es un buen trabajo en cuanto a la forma y a la manera de transmitir lo que quieres contar. Parece una epístola más que un relato al uso. No cuenta nada que a mi personalmente me llame la atención, pero dice todo lo que quieres contar. Nadie podrá decir que no se deja leer, transmite coherencia y buen hacer. Sin embargo, prefiero otro tipo de relato más convencional y también menos introspectivo. Me recuerdas a autores que no me gustan demasiado. Suerte y gracias por compartir.
En paz descanses, amigo.
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Landra
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Landra »

Debo disculparme porque no es un tema que vaya conmigo (al final, siempre es por gusto personal), bien escrito y redactado, espero que los demás le den el valor que se merece.

Un saludo y mucha suerte!
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Dama Luna
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Dama Luna »

Berlín, gracias por la contextualización.

Creo que el estilo no fluye. Es una sensación personal.

Sí que recrea muy bien las imágenes, casi pintadas como un cuadro, y tiene unos cuantos símiles más que interesantes. Pero (para mí, repito) la parte introspectiva se me queda un poco fría. Le falta emoción, o yo no he sabido captarla.

Suerte! :D
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Escritoradesueños
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Escritoradesueños »

(Gracias a Berlín pude enterarme de quién hablaba esta historia. Artistas que no conozco en absoluto, ni sé de que van sus vidas.Por eso creo que para mí el relato se desinfla, ahora sí, del todo. Propuesta muy arriesgada por parte del autor. )
Relato que habla de Sexo, drogas y...jazz.
Creí que estaba leyendo la historia desde el punto de vista de un hombre, casi al final me entero de que es una mujer rubia quien cuenta todo.
La historia de la grieta negra es muy oscura y negativa, no me ha gustado.Es muy sugestiva, eso sí.
Lo peor de este relato es que no he entendido apenas nada.
Conclusión; Dos lesbianas, ligeras de cascos pero que se aman, una rubia y otra de piel negra, dos drogadictas e inclinadas hacia el arte. La negra, cantante de jazz. Aunque de vida azarosa y llena de vicios.
Muchos verbos en presente, no me gusta.
Sentimientos que no lo son.
Un personaje que habla por el otro.
En fin, una historia liosa y que no resulta una lectura agradable.
Técnicamente, quitando los verbos en presente, me parece correcta.
Aunque a mi no me haya gustado, te deseo suerte autor.
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Berlín
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Berlín »

¿Dos lesbiana ligeras de cascos que se aman? Ay, que dolor en el pecho.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Mario Cavara
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Mario Cavara »

Es un buen relato y está bien escrito. Al principio, sin embargo, me ha chocado que comenzases usando el tiempo pasado: “solía perseguirla”, para casi de inmediato usar el presente: “se sitúa en un callejón apartado…”. Entiendo que o bien debería ser “suelo perseguirla”, o bien “se situaba en un callejón apartado…”.

Esta disonancia temporal se aprecia también cuando dices “un líquido untuoso y casi sólido que es imposible limpiar resquebraja sin miramientos el muro que tiene delante”, donde el verbo ser en presente no termina de encajar con el resquebrajar en pasado, sin contar con que la untosidad en el camino del estado sólido al líquido se hace complicada de asimilar.

Por lo demás, hay buenas frases, pero no terminan de trascender sobre la historia, imagino que porque el contenido poético del texto se queda corto una y otra vez. Hay, no obstante, plausibles intentos, como en: “su piel aterciopelada se asfixia bajo una gruesa capa que, por fin, se funde con ella y forma un manto uniforme”, o también en: “me estremezco al entrar en contacto con su piel mientras, impasible, continúa sin apartar la mirada con esa sonrisa triste”, pero se quedan en eso, en intentos aislados, pues el conjunto no lo consigue.
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jilguero
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por jilguero »

Aunque no es un texto que personalmente me haya enganchado mucho, estoy convencida que has disfrutado un montón escribiéndolo y por ese lado me ha dado alegría leerlo pensando en lo bien que te lo has pasado tú.

Creo que su fuerte es el aspecto formal, con una prosa evocadora y buena ambientación. Tiene un ritmo más de novela que de relato, pero tal vez lo has querido así porque no te interesaba contar una historia sino recrear una escena, un momento en la vida de alguien. Te diría que, de los leidos hasta ahora (no muchos), uno de los más evocadores pese a que retratas un ambiente que me es totalmente ajeno.

Me has hecho pensar en Leonard Cohen cantándole a Janis Joplin: I remember you well in the Chelsea Hotel, You were talking so brave and so sweet ( no conozco a las protas de tu texto) y eso ha hecho que te lea con más cariño. Y tiene detallitos como esto de “su abrigo cuenta una historia que ella es incapaz de articular” que me lleva a pensar que me gusta tu manera de mirar a tu alrededor.

Conclusión, no está mal este texto, autor, no está mal, pero más que por lo que nos cuentas, por lo que nos cuentas de tí misma. :60:


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El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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Frigg
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Frigg »

Me gusta la atmósfera de suburbio de jazz, de humo y vidas oscuras. Pero siento como si no me hubieras contado una historia, como si sólo me enseñaras una foto desgastada llena de recuerdos, una imagen detrás de la cúal la vida pudiera ser de cualquier forma imaginable.
Supongo que no todos tenemos el mismo conocimiento que tú de las protagonistas y por eso hay tantos detalles que se me escapan.

Suerte en las valoraciones.
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rubisco
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por rubisco »

Querido autor, querida autora:

Lamento confesarte que me he perdido varias veces mientras leía. Me resultaba imposible enlazar la información que aportas de modo que pudiera construir algo imaginable, y eso a mí me anula como lector. Me culpo, claro está, porque como lector tengo mis limitaciones, pero es mi obligación transmitírtelas para que sepas qué perfil puede encajar con tu propuesta.

He de elogiar tu forma de escribir y tu manera de narrar las sensaciones, pero no puedo decir lo mismo de la forma en la que imprimes ritmo, porque no veo ritmo por ningún lado. Creo, como dice Frigg, que muestras más una foto, un contexto, un plano de situación en torno al cual existe una historia, pero no hay historia.

Eso no significa que el relato esté mal. Es lo que has querido escribir y es lo que has presentado, y sólo por eso ya debes estar orgulloso u orgullosa de tu creación. Yo, como lector, no lo he disfrutado, pero valoro muy positivamente los aspectos que te mencioné antes.

Gracias por compartirlo :hola: .
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Iliria
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Iliria »

Bueno, pues otro relato que pasa mi primera criba :60: Yo también he tenido en mente el tema de U2 Angel of Harlem, y aunque el blues no sea un género que me entusiasme, si que tengo que reconocer el mérito de tu texto, sobre todo a la hora de crear sensaciones y atmósferas.
Tengo que decir (otra vez) que me ha echado para atrás el tiempo en presente, y me hubiese gustado algo más de extensión en el hilo argumental, pero tu has preferido centrarte en una escena, decisión que respeto.
Bueno, que por ahora te tengo en cuenta. Gracias por tu relato :60:
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Megan
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Megan »

Gracias Berlinesa por aportar tus sapiencias sobre el tema.

Creo que debería dejar de leer porque no me estoy conectando con nadie.

Coincido con el chucho en lo del género epistolar, porque eso parece, una carta que mandaste a una amiga/o donde le contas lo que ves. No encuentro el relato, no veo el principio ni el fin. Está muy bien redactado y las descripciones son finas.

Mucha suerte en el concurso :D
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Topito
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Topito »

Un buen trabajo. Me gusta que solo hable un personaje. Esa mirada alejada, describiendo, contando. No me he enamorado del texto, pero si me atrae lo suficiente para, al menos, tener una noche o dos de lujuria con él. Puede que pasado un tiempo hasta un tercer o cuarto, tras reencuentros inesperados.

Tiene pasajes «tan» evocadores.

Me quedo con eso: visión decadente de la vida. O no. Quién sabe. Eso depende de cada uno. Para gustos...

Buen trabajo y gran apuesta.
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Ororo
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Re: CPXII - El ángel de Harlem

Mensaje por Ororo »

Un relato intimista siempre es bienvenido, aunque creo que el autor se ha excedido con las frases cortas. Habría ganado recreándose un poco más en cada detalle: la ropa, la mirada, la grieta, los gestos entre las dos mujeres. La conjunción de conceptos abstractos y redacción demasiado, no sé cómo llamarla, ¿fría?, no me cuadra.

Pero bueno, me ha gustado la metáfora de la grieta negra, que la historia personal esté contada desde un punto de vista externo y ver el punto de degradación de una persona sin llegar a pasarse de sordidez ni dramatismo.
Finalmente, el hecho de que se trate de Billie Holiday, suma puntos a su favor, pues he podido imaginar a la perfección su rostro, su cuerpo y su perdición.

No sé, lo que falla no sé exactamente qué es. Quizá que el tono utilizado, aunque deja ver el amor que tiene la una por la otra, es un poco frío y no cala en el lector.

Me gusta la frase final. Abierta tanto para bien como para mal.
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