CV5 - El pescador de Tomonoura - Sagaz
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CV5 - El pescador de Tomonoura - Sagaz
El pescador de Tomonoura
En la costa de Fukuyama se contaba la leyenda de Urashima Taro, el pescador, que vivió a finales del siglo XIX en una Tomonoura castigada por el envejecimiento. Esta, como casi todos los núcleos rurales, se había quedado huérfana de sus jóvenes y aislada de las nuevas estructuras capitalistas que dominaban el país desde la Restauración Meiji.
El progreso es una estampida. El trazado ferroviario y la industria armamentística desplazaron a la pesca y la agricultura en el orden de aspiraciones laborales. Los lugares como Tomonoura pronto se convirtieron en un recuerdo romántico de una época muy distinta. Un interregno atemporal donde nada cambiaba, a excepción de su densidad demográfica.
Pero Taro siempre fue un niño resignado y falto de carácter. En su cabeza, la idea de alejarse de sus padres y de Tomonoura siempre sonaba ridícula. Había nacido pescador. Moriría siendo pescador.
Un día, cuando ya rondaba la treintena, Taro se echó a la mar al sudeste de la isla Sensui, donde la pesca del madai era generosa y fácil, y las corrientes agradables. Al ocaso, el pescador recogió las jarcias y vio algo, una cosa escurridiza que se retorcía tortuosamente dentro del garlito. La piel era de un negro insondable y su tinta, que le corría por los apéndices rugosos, blanca como la leche. Era un pulpo, el más raro que jamás había visto.
Al estudiarlo más de cerca descubrió cuatro puntas de arpón ensangrentadas y se maravilló de la fuerza de la criatura: ya debería haber muerto, pero se aferraba a la vida entre espasmos de dolor.
El pulpo movió el pico y habló, con una voz que no era tanto una voz como un pensamiento, una intuición. Taro, que era supersticioso y temeroso de lo que no comprendía, enseguida atribuyó una naturaleza divina a la criatura.
—Pescador —habló el pulpo—, te doy las gracias por rescatarme. Como ves, mi vida se apaga como una anémona marchita. Por favor, pescador, cura mis heridas y te llevaré al Palacio del Dragón, el paraíso al que ningún hombre ha llegado jamás.
Taro remolcó al pulpo y remó sin descanso hasta llegar a Tomonoura. Haciendo acopio de sus ahorros hizo llamar al médico de la aldea y, después de dos días de cuidados exhaustivos, la criatura recobró la salud. Que lograse sobrevivir tanto tiempo fuera del agua confirmaba las divagaciones míticas del pescador.
Luego cargó al pulpo en la barca y navegó bajo sus indicaciones. Después de muchas horas e incontables brazadas, cuando los músculos ya le temblaban y el sudor le empapaba la frente, una sombra emergió de las profundidades: torres y agujas en espiral, picos imposibles y penachos de nácar radiante aparecieron con una violenta convulsión de las aguas, entre cortinas etéreas de espuma y sal.
Taro llevó la barcaza hacia el interior del palacio, que era de coral rojo y parecía robado del sueño balsámico de algún dios romántico, tal era la majestuosidad que le inspiraba.
—Pescador —dijo el pulpo, entregándole una cajita de laca marina—, toma esta caja y guárdala con celo durante tu estancia. Recuerda que nunca, bajo ningún concepto, debes abrirla. ¿Has entendido esto?
—Sí, pulpo. —Taro aceptó la cajita y la examinó con una mezcla de indiferencia y atracción, sintiendo una llamada exigua desde el interior del objeto—. No la abriré.
Lo trataron como a un rey, lo elevaron entre frisos aristados de roca volcánica y galerías de coral. Dormía entre almohadones en alcobas fastuosas, comía suculentos festines a cualquier hora y se relajaba en las pozas termales de agua salina. Los siervos marinos del pulpo atendieron sus deseos con obsequiosa dedicación, pero había uno que no podían concederle: echaba de menos a su esposa, Maho.
Taro compartió este anhelo con el pulpo. Ese día, la criatura tomó unas volutas de espuma de mar y las templó lentamente al sol del crepúsculo, esculpiendo entre las olas una réplica perfecta de su mujer. Maho pareció muy contenta de verle.
Pronto empezó a extrañar también a sus amigos. Después extrañó a los simples conocidos y también a sus rivales en Tomonoura, pues quería que sintieran envidia de su nuevo estatus. El pulpo creó réplicas de cada uno de ellos y el pescador encontró así la felicidad, una felicidad sin mácula salvo por una idea sombría.
La cajita de laca marina se convirtió en una obsesión. Taro la estudiaba a todas horas, la agitaba y la lanzaba con la vana esperanza de que algún sonido delatase su contenido. En las últimas semanas apenas comía o dormía, solo pensaba en la caja.
Un día la abrió. Cómo no iba a abrirla.
Despertó en su vieja choza, meciéndose entre sombras vacilantes. La garganta le ardía y su cabeza parecía a punto de quebrarse. El pulpo le observaba desde un rincón sobre un lecho de tinta blanca. Taro gimió y salió a empellones de la cabaña.
Tomonoura estaba en silencio, muerta, ahogada: ni la algarabía de las tabernas ni el faenar de los estibadores ni las ofertas a gritos de los mercaderes. El único sonido era el de cuerpos arrastrándose, infectos y oleaginosos. Renqueó por la calle palpándose la garganta, intentando en vano aliviar el dolor que le asfixiaba. Sus sollozos hicieron salir a los vecinos. La visión de los pulpos agarrados a sus cráneos, los tentáculos penetrando sus bocas babeantes, le hizo vomitar.
Corrió hacia el parque de Tomo-kōen, murmurando incoherencias sobre palacios de coral entre saliva y bilis. La maleza lo engulló, aún acompañado por los ecos glutinosos procedentes de Tomonoura.
Taro se hizo un ovillo sobre un lecho de raíces, cerrando y abriendo los ojos una y otra vez. Se arañó la garganta hasta que las uñas se le pusieron rojas. El dolor no cesaba. Debería arrancarse la tráquea, pensó, y morir ahogado en el sotobosque, entre borbotones de sangre.
El sol caía sobre el mar, dejando al pescador a oscuras, pensando que cómo iba a hacer algo así, que cómo iba a abandonar Tomonoura. Su querida Tomonoura.
En la costa de Fukuyama se contaba la leyenda de Urashima Taro, el pescador, que vivió a finales del siglo XIX en una Tomonoura castigada por el envejecimiento. Esta, como casi todos los núcleos rurales, se había quedado huérfana de sus jóvenes y aislada de las nuevas estructuras capitalistas que dominaban el país desde la Restauración Meiji.
El progreso es una estampida. El trazado ferroviario y la industria armamentística desplazaron a la pesca y la agricultura en el orden de aspiraciones laborales. Los lugares como Tomonoura pronto se convirtieron en un recuerdo romántico de una época muy distinta. Un interregno atemporal donde nada cambiaba, a excepción de su densidad demográfica.
Pero Taro siempre fue un niño resignado y falto de carácter. En su cabeza, la idea de alejarse de sus padres y de Tomonoura siempre sonaba ridícula. Había nacido pescador. Moriría siendo pescador.
Un día, cuando ya rondaba la treintena, Taro se echó a la mar al sudeste de la isla Sensui, donde la pesca del madai era generosa y fácil, y las corrientes agradables. Al ocaso, el pescador recogió las jarcias y vio algo, una cosa escurridiza que se retorcía tortuosamente dentro del garlito. La piel era de un negro insondable y su tinta, que le corría por los apéndices rugosos, blanca como la leche. Era un pulpo, el más raro que jamás había visto.
Al estudiarlo más de cerca descubrió cuatro puntas de arpón ensangrentadas y se maravilló de la fuerza de la criatura: ya debería haber muerto, pero se aferraba a la vida entre espasmos de dolor.
El pulpo movió el pico y habló, con una voz que no era tanto una voz como un pensamiento, una intuición. Taro, que era supersticioso y temeroso de lo que no comprendía, enseguida atribuyó una naturaleza divina a la criatura.
—Pescador —habló el pulpo—, te doy las gracias por rescatarme. Como ves, mi vida se apaga como una anémona marchita. Por favor, pescador, cura mis heridas y te llevaré al Palacio del Dragón, el paraíso al que ningún hombre ha llegado jamás.
Taro remolcó al pulpo y remó sin descanso hasta llegar a Tomonoura. Haciendo acopio de sus ahorros hizo llamar al médico de la aldea y, después de dos días de cuidados exhaustivos, la criatura recobró la salud. Que lograse sobrevivir tanto tiempo fuera del agua confirmaba las divagaciones míticas del pescador.
Luego cargó al pulpo en la barca y navegó bajo sus indicaciones. Después de muchas horas e incontables brazadas, cuando los músculos ya le temblaban y el sudor le empapaba la frente, una sombra emergió de las profundidades: torres y agujas en espiral, picos imposibles y penachos de nácar radiante aparecieron con una violenta convulsión de las aguas, entre cortinas etéreas de espuma y sal.
Taro llevó la barcaza hacia el interior del palacio, que era de coral rojo y parecía robado del sueño balsámico de algún dios romántico, tal era la majestuosidad que le inspiraba.
—Pescador —dijo el pulpo, entregándole una cajita de laca marina—, toma esta caja y guárdala con celo durante tu estancia. Recuerda que nunca, bajo ningún concepto, debes abrirla. ¿Has entendido esto?
—Sí, pulpo. —Taro aceptó la cajita y la examinó con una mezcla de indiferencia y atracción, sintiendo una llamada exigua desde el interior del objeto—. No la abriré.
Lo trataron como a un rey, lo elevaron entre frisos aristados de roca volcánica y galerías de coral. Dormía entre almohadones en alcobas fastuosas, comía suculentos festines a cualquier hora y se relajaba en las pozas termales de agua salina. Los siervos marinos del pulpo atendieron sus deseos con obsequiosa dedicación, pero había uno que no podían concederle: echaba de menos a su esposa, Maho.
Taro compartió este anhelo con el pulpo. Ese día, la criatura tomó unas volutas de espuma de mar y las templó lentamente al sol del crepúsculo, esculpiendo entre las olas una réplica perfecta de su mujer. Maho pareció muy contenta de verle.
Pronto empezó a extrañar también a sus amigos. Después extrañó a los simples conocidos y también a sus rivales en Tomonoura, pues quería que sintieran envidia de su nuevo estatus. El pulpo creó réplicas de cada uno de ellos y el pescador encontró así la felicidad, una felicidad sin mácula salvo por una idea sombría.
La cajita de laca marina se convirtió en una obsesión. Taro la estudiaba a todas horas, la agitaba y la lanzaba con la vana esperanza de que algún sonido delatase su contenido. En las últimas semanas apenas comía o dormía, solo pensaba en la caja.
Un día la abrió. Cómo no iba a abrirla.
Despertó en su vieja choza, meciéndose entre sombras vacilantes. La garganta le ardía y su cabeza parecía a punto de quebrarse. El pulpo le observaba desde un rincón sobre un lecho de tinta blanca. Taro gimió y salió a empellones de la cabaña.
Tomonoura estaba en silencio, muerta, ahogada: ni la algarabía de las tabernas ni el faenar de los estibadores ni las ofertas a gritos de los mercaderes. El único sonido era el de cuerpos arrastrándose, infectos y oleaginosos. Renqueó por la calle palpándose la garganta, intentando en vano aliviar el dolor que le asfixiaba. Sus sollozos hicieron salir a los vecinos. La visión de los pulpos agarrados a sus cráneos, los tentáculos penetrando sus bocas babeantes, le hizo vomitar.
Corrió hacia el parque de Tomo-kōen, murmurando incoherencias sobre palacios de coral entre saliva y bilis. La maleza lo engulló, aún acompañado por los ecos glutinosos procedentes de Tomonoura.
Taro se hizo un ovillo sobre un lecho de raíces, cerrando y abriendo los ojos una y otra vez. Se arañó la garganta hasta que las uñas se le pusieron rojas. El dolor no cesaba. Debería arrancarse la tráquea, pensó, y morir ahogado en el sotobosque, entre borbotones de sangre.
El sol caía sobre el mar, dejando al pescador a oscuras, pensando que cómo iba a hacer algo así, que cómo iba a abandonar Tomonoura. Su querida Tomonoura.
- Iliria
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- Ubicación: En la Torada Mágica, para siempre
Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Me ha gustado mucho este relato. Has sabido darle un toque de cuento de los de siempre, con un vocabulario y unas descripciones muy precisos.
"No abras la cajita": ya sabemos lo que va a hacer Aun así, enganchas al lector para saber en qué va a parar el quebrantamiento...
La única pega es el final un pelín confuso. ¿Ha sido todo un sueño? ¿Qué le pasa a los aldeanos, por qué los ve así? ¿Y por qué el mal en la garganta? Ya nos lo aclaras más adelante
Creo que tendrás puntitos por mi parte. Buen relato, autor/a
"No abras la cajita": ya sabemos lo que va a hacer Aun así, enganchas al lector para saber en qué va a parar el quebrantamiento...
La única pega es el final un pelín confuso. ¿Ha sido todo un sueño? ¿Qué le pasa a los aldeanos, por qué los ve así? ¿Y por qué el mal en la garganta? Ya nos lo aclaras más adelante
Creo que tendrás puntitos por mi parte. Buen relato, autor/a
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Me ha gustado mucho este relato. Muy bien trabajado, fácil de leer y que engancha de principio a fin. La única pega es que es muy previsible, pero aún así a mí me ha gustado.
Mi teoría es que mientras Taro creía disfrutar de su palacio, en realidad estaba dormido a lo Matrix y sus vecinos eran víctimas del ataque de los discípulos de los pulpos. Al abrir la caja fue como tomar la pastilla roja... (¿o era la azul?) y despertar en la realidad.
Moraleja: nunca te fíes de un pulpo de tinta blanca.
Mucha suerte!!
Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Me da que el bueno de Taro también tiene un pulpo en la cabeza, con un tentáculo introduciéndose en la garganta. Como el equivalente terrestre (el pavo), el portador no se da cuenta de que lo tiene encima. ¡Quítamelo, quítamelo! Ninguno de los aldeanos parece darse cuenta.
Es un cuento entretenido y muy bien redactado. Tira del cuento arquetipo del palacio aislado como recompensa y de la prohibición. A mí me da igual que saques las ideas de un sitio o de otro, el resultado ha quedado muy bien y tiene un tono lovecraftiano muy gracioso, con esos cuerpos infectos y oleaginosos. Me encanta esa palabra. Oleaginoso. Y el pulpo me cae superbien.
Me hubiera gustado que se describiera la cara del médico de la aldea curando al pulpo. Es que este relato tiene tantos matices ocultos...
Me ha gustado mucho. Un abrazo marinero y oleaginoso.
posdata. Clave el tema de la restauración Meiji. Me da que el pulpo era partidario del emperador y se había quedado cabreado . Y oleaginoso.
Es un cuento entretenido y muy bien redactado. Tira del cuento arquetipo del palacio aislado como recompensa y de la prohibición. A mí me da igual que saques las ideas de un sitio o de otro, el resultado ha quedado muy bien y tiene un tono lovecraftiano muy gracioso, con esos cuerpos infectos y oleaginosos. Me encanta esa palabra. Oleaginoso. Y el pulpo me cae superbien.
Me hubiera gustado que se describiera la cara del médico de la aldea curando al pulpo. Es que este relato tiene tantos matices ocultos...
Me ha gustado mucho. Un abrazo marinero y oleaginoso.
posdata. Clave el tema de la restauración Meiji. Me da que el pulpo era partidario del emperador y se había quedado cabreado . Y oleaginoso.
Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Muy bien redactado. Un punto mágico y un final confuso. No me entusiasma demasiado pero calidad no le falta. Enhorabuena y suerte.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Estimado autor:
Relato muy bien escrito y con mucha imaginación pero confieso que no
terminó de engancharme
El final no lo entendí (esto ya tiene que ser problema mío) y eso le ha restado puntos.
No descarto volver a leerlo y darle una nueva oportunidad.
Lo siento autor
Enviado desde mi ALE-L21 mediante Tapatalk
Relato muy bien escrito y con mucha imaginación pero confieso que no
terminó de engancharme
El final no lo entendí (esto ya tiene que ser problema mío) y eso le ha restado puntos.
No descarto volver a leerlo y darle una nueva oportunidad.
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- Mister_Sogad
- Tigretón
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- Registrado: 20 Dic 2009 10:04
- Ubicación: Perdido en mis pensamientos
Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Vaya autor/a, la trama de tu relato me ha atrapado y por varias razones. Al principio la ambientación japonesa me ha gustado, es algo que tengo, una inclinación curiosa hacia ese tema (aunque no es que haya leído mucho ni sepa mucho de eso, ojo). Luego, has utilizado vocabulario marino que, de nuevo, me ha gustado (aunque tampoco sepa mucho del tema); pero son los giros en la historia los que me han enganchado, por cuanto me ibas lanzando imágenes y escenarios que me han hecho trabajar la mente en busca de posibilidades y posibilidades, y eso, autor/a, es de lo más gratificante para mí. La elección de un pulpo me parece un gran acierto, tiene un aire oscuro, no sé por qué (no hablo de Cthulhu), pero le va bien. El fondo tan oscuro también le va de escándalo, estoy deseando volver a leer tu relato.
Suerte marítima autor/a.
Suerte marítima autor/a.
Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Ya dije que estoy negativa. Lo siento pero no me gustó, está bien redactado y las descripciones son buenas, pero el tema quizás podría haber sido manejado de otra forma y sería más entretenido. Así como lo contaste no me llegó.
Gracias por compartirlo y mucha suerte
Gracias por compartirlo y mucha suerte
- artemisa27
- Foroadicto
- Mensajes: 4170
- Registrado: 28 Dic 2016 16:01
- Ubicación: La Comarca
Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
No sé, tu relato no me ha parecido nada original. Además, el lector sabe de sobra lo que va a ocurrir con la cajita y con el prota, y eso ha hecho que no te lea con interés.
Eso sí, tu escritura tiene calidad. Me ha gustado mucho cómo has transmitido las imágenes. Pero es que eso no lo es todo.
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Eso sí, tu escritura tiene calidad. Me ha gustado mucho cómo has transmitido las imágenes. Pero es que eso no lo es todo.
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- Paraná
- No tengo vida social
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- Ubicación: Tucumán - Argentina
Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Una fantasía con el tono de los cuentos tradicionales; me ha mantenido leyendo sin pausa del principio al fin. ¡Buena muñeca, escritor/a! El desarrollo, los personajes, la ciudad-joya, la prosa, todo es encantador. Sólo el final me ha dejado confundida. Si es que ha sido todo producto de una ensoñación, el recurso es demasiado manido. Espero tus aclaraciones con curiosidad.
¡Mucha suerte!
¡Mucha suerte!
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Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Oh, ¡qué bonito!, tu propia versión de la leyenda de Urashima Taro Me gusta, me ha gustado cómo está redactado además. ¿Sabes? Yo también estuve a punto de ambientar mi relato marinero en Japón. A principios de año leí El rumor del oleaje de Mishima y me apetecía mucho Pero finalmente me ganó otra idea que tenía hace tiempo
En la leyenda japonesa, lo que había en la cajita era la edad del protagonista y al abrirla se hacía viejo de golpe. También cuando volvía a casa después de unos días en el palacio del dragón descubría que habían pasado muchos años. El final me pierde un poco, pero con las pistas de la leyenda original voy a arriesgarme a pensar que cuando vuelve a casa los pulpos han invadido la tierra siendo los nuevos amos, o su tierra ya se hundió y pertenece al mar y por eso no puede respirar Un viaje en el tiempo hacia un futuro poco prometedor.
Edito: la interpretación de Isma también me parece más que probable
Ya me dirás si acerté o metí la pata, pero que sepas que me ha gustado mucho
Gracias por traernos el salitre de las aguas niponas
En la leyenda japonesa, lo que había en la cajita era la edad del protagonista y al abrirla se hacía viejo de golpe. También cuando volvía a casa después de unos días en el palacio del dragón descubría que habían pasado muchos años. El final me pierde un poco, pero con las pistas de la leyenda original voy a arriesgarme a pensar que cuando vuelve a casa los pulpos han invadido la tierra siendo los nuevos amos, o su tierra ya se hundió y pertenece al mar y por eso no puede respirar Un viaje en el tiempo hacia un futuro poco prometedor.
Edito: la interpretación de Isma también me parece más que probable
Ya me dirás si acerté o metí la pata, pero que sepas que me ha gustado mucho
Gracias por traernos el salitre de las aguas niponas
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Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Qué maquina Meiko! Me había gustado este relato, pero ahora, tras tu comentario, me gusta aún más! Gracias al autor por el relato y a Meiko por el comentarioMeiko escribió:Oh, ¡qué bonito!, tu propia versión de la leyenda de Urashima Taro Me gusta, me ha gustado cómo está redactado además. ¿Sabes? Yo también estuve a punto de ambientar mi relato marinero en Japón. A principios de año leí El rumor del oleaje de Mishima y me apetecía mucho Pero finalmente me ganó otra idea que tenía hace tiempo
En la leyenda japonesa, lo que había en la cajita era la edad del protagonista y al abrirla se hacía viejo de golpe. También cuando volvía a casa después de unos días en el palacio del dragón descubría que habían pasado muchos años. El final me pierde un poco, pero con las pistas de la leyenda original voy a arriesgarme a pensar que cuando vuelve a casa los pulpos han invadido la tierra siendo los nuevos amos, o su tierra ya se hundió y pertenece al mar y por eso no puede respirar Un viaje en el tiempo hacia un futuro poco prometedor.
Edito: la interpretación de Isma también me parece más que probable
Ya me dirás si acerté o metí la pata, pero que sepas que me ha gustado mucho
Gracias por traernos el salitre de las aguas niponas
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Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Esta historia tiene tres elementos muy bien logrados y dos que me lastran mucho en la votación final.
Como elementos bien logrados no puedo evitar mencionar la ambientación, envolvente y completa pero entregada en pequeñas dosis para no agobiar al lector. Creo que el autor o la autora sabe lo que hace cuando usa esa estrategia. También el desarrollo de la historia hasta el segundo tercio del relato. Absolutamente todo tiene su causa y su consecuencia, y las decisiones adoptadas son coherentes. Por último, los diálogos, aunque escasos, son creíbles y hacen que parezca que estamos en presencia de los personajes.
Las cosas que no me han gustado son dos: como a la mayoría de comentaristas, el final me ha resultado confuso. No entiendo qué motiva a los pulpos agarrarse a las cabezas de las personas, más que nada porque no encuentro causantes que conduzcan a ello.
Tampoco me ha gustado el concepto de la cajita. Me parece un recurso demasiado fácil y cómodo el de "no abras la caja por nada del mundo". Digo yo que debería haber alguna razón, y sin embargo no se explica por ningún lado ni por qué el pulpo se la entrega, ni por qué no debe abrirse, ni por qué las consecuencias de haberla abierto. Si el pulpo quería poner a prueba a Taro, no entiendo los motivos al haber sido salvado por el pescador. ¿Maldad gratuita? No sé, me parece demasiado gratuito, redundándome.
Lo malo es que me parecen problemas suficientemente graves y difíciles de corregir sin una redefinición de la historia como para restarte puntos. No sé si entrarás en mis votaciones. Espero que lo entiendas; si no, mándame al pulpo para vengarte.
Buena travesía. Y recuerda: no abras la cajita bajo ningún concepto .
Como elementos bien logrados no puedo evitar mencionar la ambientación, envolvente y completa pero entregada en pequeñas dosis para no agobiar al lector. Creo que el autor o la autora sabe lo que hace cuando usa esa estrategia. También el desarrollo de la historia hasta el segundo tercio del relato. Absolutamente todo tiene su causa y su consecuencia, y las decisiones adoptadas son coherentes. Por último, los diálogos, aunque escasos, son creíbles y hacen que parezca que estamos en presencia de los personajes.
Las cosas que no me han gustado son dos: como a la mayoría de comentaristas, el final me ha resultado confuso. No entiendo qué motiva a los pulpos agarrarse a las cabezas de las personas, más que nada porque no encuentro causantes que conduzcan a ello.
Tampoco me ha gustado el concepto de la cajita. Me parece un recurso demasiado fácil y cómodo el de "no abras la caja por nada del mundo". Digo yo que debería haber alguna razón, y sin embargo no se explica por ningún lado ni por qué el pulpo se la entrega, ni por qué no debe abrirse, ni por qué las consecuencias de haberla abierto. Si el pulpo quería poner a prueba a Taro, no entiendo los motivos al haber sido salvado por el pescador. ¿Maldad gratuita? No sé, me parece demasiado gratuito, redundándome.
Lo malo es que me parecen problemas suficientemente graves y difíciles de corregir sin una redefinición de la historia como para restarte puntos. No sé si entrarás en mis votaciones. Espero que lo entiendas; si no, mándame al pulpo para vengarte.
Buena travesía. Y recuerda: no abras la cajita bajo ningún concepto .
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Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
konchyp
Gracias pero no tiene mérito ninguno, sólo es que me gusta la cultura japonesa
Gracias pero no tiene mérito ninguno, sólo es que me gusta la cultura japonesa
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Re: CV5 - El pescador de Tomonoura
Hola aut@r!
Claro, la cosa es que, para variar, tenía más o menos las mismas ideas que Rubisco.... qué casualidad!
Pero tras leer el comentario de Meiko, todo cobra algo más de sentido. Claro, no he leído la historia original de Mishima y sin eso, me pasa lo mismo que a los demás... que hay cosas que no entiendo.
De nuevo coincido, que no cocido! (no se porqué me ha salido eso), con algunos comentarios anteriores. En cuanto leí lo de la cajita, ya se me apretaron los labios un poco y el final ese tan caótico y, en principio, sin sentido... no sé, no hay ningún antecedente y por lo tanto, abriendo la cajita podía haber pasado cualquier cosa realmente. Con la idea general de la novela de Mishima en la cabeza pues tu historia gana, en mi humilde opinión.
Ahora, lo gracioso sería que nos dijeras que no conocías la historia de Mishima y que ésto te ha salido así. Entonces, te diría, que el relato pide más palabras para poder entender correctamente lo que intentas transmitir.
Aun así, me ha gustado. Esas imágenes aterradoras de pulpos negros con tinta blanca en la cabeza e introduciéndose por todos los orificios y demás... está muy bien!
Gracias por compartir y mucha suerte!
Claro, la cosa es que, para variar, tenía más o menos las mismas ideas que Rubisco.... qué casualidad!
Pero tras leer el comentario de Meiko, todo cobra algo más de sentido. Claro, no he leído la historia original de Mishima y sin eso, me pasa lo mismo que a los demás... que hay cosas que no entiendo.
De nuevo coincido, que no cocido! (no se porqué me ha salido eso), con algunos comentarios anteriores. En cuanto leí lo de la cajita, ya se me apretaron los labios un poco y el final ese tan caótico y, en principio, sin sentido... no sé, no hay ningún antecedente y por lo tanto, abriendo la cajita podía haber pasado cualquier cosa realmente. Con la idea general de la novela de Mishima en la cabeza pues tu historia gana, en mi humilde opinión.
Ahora, lo gracioso sería que nos dijeras que no conocías la historia de Mishima y que ésto te ha salido así. Entonces, te diría, que el relato pide más palabras para poder entender correctamente lo que intentas transmitir.
Aun así, me ha gustado. Esas imágenes aterradoras de pulpos negros con tinta blanca en la cabeza e introduciéndose por todos los orificios y demás... está muy bien!
Gracias por compartir y mucha suerte!
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