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Cuando yo estaba escribiendo mi novela “Náufragos”, Paul Auster era para mí un desconocido; no sabía nada de él. Una noche, en un bar, le conté a una amiga mía el argumento de mi novela; entonces, mi amiga me dijo que se parecía mucho a “El país de las últimas cosas”; a mí aquello me fastidió bastante, porque en aquellos años yo estaba empezando y me parecía una desventaja que mi obra pareciera la imitación de la de otro artista.
No quise saber nada de “El país de las últimas cosas” hasta que acabé “Náufragos”; y efectivamente, cuando leí la novela de Auster encontré muchos puntos en común con la mía. De hecho, hasta hoy la gente que lee “Náufragos” me dice que “se nota la influencia de Auster”, lo cual no deja de ser contradictorio, porque yo no había leído nada de él cuando terminé mi novela (a día de hoy he devorado casi todo lo suyo, pero esa es otra historia).
Hay segunda parte.
Después de “Náufragos” me metí en un proyecto de novela a largo plazo, que por cierto voy a dar a la imprenta la semana que viene; la novela se llama “El sendero eterno”, y la registré en el registro de la propiedad intelectual hace unos años, me refiero al boceto. Unos meses después de ese registro, Auster publicó “La noche del oráculo”; bueno, pues en esa novela se cuenta la experiencia de una persona en un campo de exterminio ¡algo que yo había hecho también en “El sendero eterno”!
Siguen las casualidades.
En la siguiente novela de Auster, “Brooklyn Foollies”, se trata el asunto de la falsificación de las obras de arte, en este caso cuadros; pues bien, en la novela “El sendero eterno”, que como digo se publicará en breve, varios personajes se dedican de lleno y durante una parte importante de la narración, precisamente, a la falsificación de cuadros. De hecho, tales falsificaciones prefiguran el destino de los protagonistas de un modo esencial.
Miedo me da leer la próxima novela de Auster, pero por si acaso aviso de que la próxima mía, a publicar en primavera del año que viene, toca de lleno el tema de las sectas fundamentalistas cristianas.
Como Auster hable de sectas en su próxima novela, flipo en colores.
Esto nunca se lo he contado a nadie, porque la gente me toma a chacota. Lo de “Náufragos” no lo puedo demostrar, porque “El país...” se publicó hace como veinte años; pero sí que tengo el documento que acredita que “El sendero eterno” se terminó de escribir antes de que Auster publicara, incluso en Estados Unidos, “Brooklyn Folies” y “La noche del oráculo”
Y ahora decidme: ¿No es raro todo esto?
