Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imágenes)

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evilaro
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Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imágenes)

Mensaje por evilaro »


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Los índios Taínos, Colón y el cóco que volvió

Me llámo Íri y soy úna índia Taíno. Quiéro contár la história que ha cambiádo mi vída y la de la mayoría de la humanidád, si bién podría decír que no soy yo quien la ha cambiádo síno el cóco que arrojé.

Necesíto de la amistád y compañía de las persónas y éso me ha llevádo a buscár éste caríño por tódos los sítios y de múchas manéras. Péro núnca pensé que el tirár un cóco pára encontrár amígos más allá del mar, me descubriése tánto amór ni que trajése tántas desgrácias a mi puéblo.

Estóy al finál de mi vída y es por ésto que la quiéro repasár, ya que quisiéra sabér en el cáso de que tuviése la oportunidád de volvér a comenzár, si sabiéndo lo que ha pasádo arrojaría ése cóco al mar.

Túve la oportunidád de ir a Európa invitáda por Colón pára podér ver a mi amígo, no lo híce al sabér que ahóra amába a ótra mujér y lo felíz que éra en ésa tiérra tan lejána, España.

Espéro que algún día sépa de mí, que sépa que siémpre le quíse y núnca se lo díje, y él, tampóco se atrevió.


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Regálo a destinatário desconocído

Soy Íri índia Taíno, me gústa dar y enviár regálos, désde hermósas flóres, pequéñas tállas, o los mejóres grános de maíz y de cacáo.

Los regálos los prepáro y arréglo con el mayór caríño, en pequéños recipiéntes de bárro, cáña o mímbre y con tánto amór, que parécen ser el regálo pára el mejór de los mortáles.

Éstos preséntes los envío a mis familiáres o amígos, quiénes al recibírlos, me devuélven ótros o pásan a visitárme pára agradecérmelos.

Tánta satisfacción me prodúcen éstas visítas que amplié los regálos pára que incluyésen a los amígos de los familiáres, y a los familiáres de los amígos. Pára lográr ésto les pedía que si ya habían recibído úno, pasásen el regálo a ótras persónas sin abrírlos. Las visítas ahóra inesperádas y desconocídas, aumentában el placér de preparárlos y de recibír a los nuévos conocídos.

Éstos regálos llegában tan y tan léjos, que los destinatários a quiénes siémpre se les informába que éran de un familiár lejáno o de un amígo que se lo enviába de párte de ótro amígo con tódo el caríño, quedában tan sorprendídos y deleitádos, que las respuéstas, preséntes y visítas se multiplicáron pára mi inménso placér.

Sólo el explicár cómo habían averiguádo quién les había enviádo el regálo y quiénes éran las divérsas persónas por cúyas mános habían pasádo los regálos, ya éra motívo de grándes rísas y de lárgas explicaciónes.
* * *

Un día se me ocurrió que como núnca recibía visítas de más allá del mar, y no teniéndo a nádie que allí me los llevará, preparé únos regálos muy especiáles y los púse déntro de cócos, calabázas o recipiéntes de bárro muy cerrádos pára que no se mojásen.

Escogía las mejóres espécias, pequéñas esmeráldas en brúto, minúsculas pepítas de óro, que se encontrában en los ríos de tiérras lejánas y mis querídas semíllas de maíz y de cacáo.

Dibujába en pequéñas hójas o en la mísma cáscara o nuéz, mis más áltas montáñas y las más béllas estréllas de nuéstra nóche cerráda y los arrojába al mar al iniciárse la maréa bája.

Deséo siémpre decía, que de tiérras lejánas, más allá de éste mar por dónde sále el sol, me lléguen múchos amígos que compártan conmígo lárgas veládas.

El mejór de éstos preséntes lo arrojé jústo a la puésta del sol, cuando un ráyo vérde se despedía de mi miráda.

Que mis mejóres deséos (yo rogába), llevé «guiádos por el azár» éstos cócos y calabázas.

Y pasáron múchas ólas, regálos y maréas…
* * *


Siémpre me ha dolído el no volvér a mi tiérra con sus tres carabélas cuando Colón me lo ofreció.

No podía pedírle a Ána que me acompañáse en un tan lárgo viáje désde Castílla, hubiése sído injústo atárla a un índio, cúyo único motívo pára volvér allí éra ver a la que duránte tóda su vída había sído su gran amór. Péro póco es mi sacrifício «el quedárme en Castílla» cuando en realidád estóy muy enamorádo de Ána y del lugár en donde ahóra vívo.

Las notícias que nos han ído llegándo, de las atrocidádes que se está haciéndo en mi tiérra, divíde mi corazón ya que las persónas de éste puéblo que yo tánto conózco no son así.

No entiéndo cómo Colón… úna persóna que quíse tánto —y que créo que él también me quíso— ahóra tráiga génte iguál a mí como esclávos. Cómo ha cambiádo, quisiéra vérlo y hablár con él úna vez más.







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El índio que descubrió Európa

Al despertár sóbre la pláya, vi que un hómbre vestído de téla blánca me estába dándo água.

Cuando recobré álgo de mi energía y comprendí que al fin había llegádo a algún sítio, me levanté y me púse a buscár por la aréna lo que hásta aquí con tánto caríño había cuidádo.

El hómbre que me había salvádo me siguió por la cósta y me indicó con su dédo, por si éso fuése, —lo que yo estába buscándo— mi bóte hundído que estába léjos de la orílla. Miré hácia allí y seguí buscándo en la aréna.

Al ver mi inquietúd se acercó a un árbol que había léjos de las ólas y de la pláya, y me mostró el cóco que yo había traído. Lo cogí con preocupación péro comprendí que no había sído abiérto y que náda faltába.

Tratámos de comunicárnos péro nos fué imposíble.

Me cubrió con su cápa e hízo que le acompañára.

Nos acercámos a úna chóza no muy léjos de la orílla, que debía usár pára sus labóres de pésca.

Me hízo entrár en la cabáña y me hechó sóbre únas rédes que preparó como cáma.

Al írse, después de intentár úna vez más comunicárse conmígo, echó úna última miráda al cóco: al ver mi intranquilidád sonrió y se fué, no sin ántes dejár álgo de comér y de água.

El pescadór cáda mañána cuando se acercába a la chóza a hacér su ofício, me traía algún prodúcto pára acompañár lo que después de pescár me dejába, pan en especiál, huévos y algúna vez cárne.

Los esfuérzos que hacía pára que yo me recuperára los realizába con múcho caríño y además prestándo múcha atención a que yo aprendiéra algúnas palábras en su léngua.

La priméra que aprendí fué la de «africáno», cáda vez que se acercába a la chóza, me llamába así y prónto comprendí, sin sabér lo qué quería decír, que ése pára él éra mi nómbre, si bién yo no intenté decírle cuál éra en realidád el mío.

Prónto aprendí ótras palábras como cóco, muy evidénte, ya que éra mi única propiedád y que al contrário del primér día núnca volvió a mostrár múcho interés en él.

Noté que las palábras que más le interesába que yo aprendiése, éran las relacionádas con el mar.

Póco a póco me fué gustándo ésta persóna y un día salté a su bárca y le acompañé en su trabájo al que bién prónto le cogí el gústo y ciérta habilidád. Mi bóte ya había desaparecído por úna de las tántas torméntas ocurrídas hacía póco.

Un día le enseñé a arponeár los péces désde el bóte, éso le entusiásmo múcho y trató de igualárme con póco resultádo, si bién téngo que reconocér que su trabájo usándo los anzuélos y las rédes éra múcho más productívo que el mío.
* * *

Úna vez tardó bastánte en venír, si bién por los géstos especiáles que me hízo ántes de partír, comprendí que álgo diferénte ocurriría, sóbre tódo al ver que me dejába más comída de la habituál. Y sí, en efécto, cuando volvió vários días después, víno con un hómbre de pélo canóso y chaquéta rója.

Su acompañánte me observó con múcho cuidádo y prestába múcha atención cuando yo, por indicación de mi amígo les hablába en mi léngua.

Se fué muy conténto y me dejó úna bólsa con algúna vestiménta y úna deliciósa comída.

El hómbre de rójo volvió várias véces a ver mis progrésos, algúnas véces acompañádo por persónas muy diferéntes en lo físico a las que yo estába habituádo, algúnos de éllos éran de colór muy négro y ótros con los ójos muy rasgádos.

El procéso siémpre éra el mísmo, me invitába a hablár en mi léngua y cóntra el enfádo de las persónas que traía que no lográban entendérme ni yo entendérlos, él reía como si el que no nos entendiésemos fuése álgo positívo.

Úna de las véces que víno, púde apreciár que al dar álgo de dinéro a mi amígo, el pescadór que se llamába Cárlos, lo rechazó y le enseñó la cantidád de pescádo que habíamos cogído ésa mañána, como indicándo que con éllo yo me ganába muy bién mi susténto.

Yo pensába que los progrésos que hacía en su léngua éran pára mí… muy importántes, péro créo que también lo éran pára el visitánte, ya que se ponía muy nervióso cuando veía que a pesár de mis inténtos no podíamos comunicárnos. Lo más difícil ya no éra la comunicación, es que yo no comprendía ¿qué éra lo qué él deseába de mí?

Lo que estába cláro éra que él quería que continuáse aprendiéndo su léngua, a Cárlos le íba bién, y a mí mejór ya que si deseába regresár, sólo lo lograría si podía hacérme entendér.

Un día víno sin acompañántes y me pidió que hablára y que repitiése la mísma fráse várias véces en mi léngua, sacó úna libréta de su bolsíllo y escribió álgo en élla. Después pára mi inménsa sorprésa repitió cási a la perfección lo que yo había dícho, le corregí algúnas fráses que no pronunciába bién y al escribír álgo más y repetírlas, lo hácia mejór que ántes. Pensé que había decidído: no que yo aprendiése su léngua, síno él aprendér la mía. Péro no éra éso, cuando túvo un centenár de fráses de los témas más variádos en su líbro, se fué y no lo volvímos a ver en vários méses.

La ternúra de Cárlos, mi própio sentimiénto de seguridád al podér realizár el ofício que él tenía y úna mejóra importánte en nuéstra comunicación, hacía que mi vída transcurriése muy tranquíla y en verdád me estába gustándo el estár en donde estába.

Con él, cási no necesitába hablár pára comunicárnos, nos entendíamos muy bién, múcho mejór que cuando yo, con ilusión tratába de hablár con la génte que paseába por la pláya y que cási núnca me entendían, péro fuí mejorándo.

Un día que hicímos úna muy buéna pésca, Cárlos fué al puéblo, me trájo un póco de rópa, me la hízo ponér, le ayudé a cargár lo pescádo y quíso que le acompañára.

Al póco tiémpo de camíno, púde ver con claridád lo que désde el montículo más álto de la pláya yo podía divisár péro muy a lo léjos: el sítio désde donde él venía cáda mañána. Y así, puéde ver también la cósa que hacía ése ruído, y que a la mísma hóra sonába cáda día. Álgo metálico, colgádo del púnto más álto de un edifício en la pláza.

Debían ser únas dosciéntas cásas, la génte me mirába péro ya no con tánta sorprésa como los priméros días cuando me veían por la pláya, ya que ahóra múchos de éllos me habían vísto ayudándo a Cárlos. Algúnos me saludában y me llamában africáno y yo les sonreía.

Me presentó a su espósa y a su híja, que me recibiéron con muéstras de afécto y caríño, si bién no entenderé la cáusa de no venír a ver a Cárlos a la pláya cuando había múcho trabájo.

Compréndo que pára úna persóna como yo, que núnca había vísto tódo lo que estába viéndo por priméra vez, debería relatár tódo ésto con muéstras de extrañéza, sorprésa, incredulidád, horrór, sústo, miédo… y fué así, péro ésto lo estóy relatándo múchos áños después, cuando ya estóy acostumbrádo a tódo éllo, y he aprendído a escribír.

La híja de mi amígo me llevó a úna construcción en donde vários jóvenes de su mísma edád nos estában esperándo, entrámos y en úna de las habitaciónes y pegádo a la paréd me enseñáron un dibújo.


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África, repitiéron várias véces… africáno, África.

Con sus mános cubrían úna párte del dibújo repitiéndo África, africáno y me apuntában a mí.

Luégo marcában álgo un póco más arríba y decían Castílla, Castílla y se señalában.

Entendí por la preparación de la visíta, que éso éra muy importánte pára éllos, péro yo no comprendía de qué se tratába, pensé que lo gránde éra álgo con lo que éllos me relacionában y lo pequéño éra con lo que éllos se relacionában.

No quíse que ése moménto de interés no fuése correspondído y con mis mános recorrí póco a póco el dibújo como éllos lo habían hécho, me paré en úna íslas, en donde no había náda dibujádo y díje África, yo africáno… Gritáron de alegría, continué y tóque el púnto que éllos también habían marcádo, Castílla díje… y se abrazáron me tomáron de la máno y me paseáron por tódo el puéblo exclamándo con alegría, "Sí, es africáno".

En el puéblo, la génte con la que nos topábamos me preguntába, cómo te llámas: mi jóven amíga la priméra vez respondió por mí, péro luégo ya lo hacía yo: Africáno.
* * *

La siguiénte vez que el hómbre vestído de rójo víno a visitárnos, le híce la pregúnta.

—¿Cómo te llámas?

—Colón… y sonrió, véo que estás mejorándo múcho en nuéstra léngua.

—Sí, Cárlos me ayúda múcho y es muy amáble.

—Cárlos es úna gran persóna y un gran amígo.

Habrás notádo que véngo sin acompañántes: de los que te hacían tántas pregúntas, recordarás también que escribí lo que tú me decías.

Pués lo híce pára no tenér que traér génte de África y de tódo el múndo pára que pudiésen hablár contígo y así sabér de dónde éres. He estádo hablándo con más génte de tódo el continénte africáno, repitiéndoles tus fráses y nádie ha sabído entendér ni úna de tus palábras por múcho que yo me he esforzádo en pronunciárlas bién. Y los pócos de Ásia que he podído encontrár, tampóco. Nádie entiénde tu idióma.

—Lo siénto, paréce ser que ésto es muy importánte pára ti y yo te he defraudádo.

—No, al contrário, ahóra estóy segúro que no éres africáno péro mejór que no se lo dígas a nádie, podrías tenér problémas y te enviarían léjos de aquí.

No sé si podrás contestárme a éstas tres pregúntas, ¿sábes de dónde viénes, habías vísto persónas como nosótros y por qué viníste aquí?

No sé de dónde víne, mi tiérra es úna ísla, la génte, los animáles y la comída son muy diferéntes de los de éste puéblo.

Núnca habíamos oído hablár de vosótros, ni sabíamos que nádie viviése más allá del mar por donde náce el sol.

Víne aquí por amór, estóy enamorádo de úna mujér que siémpre que puédo visíto, y que me cuénta múchas histórias. Tiéne la costúmbre pára hacér amígos, de enviárles regálos a través de ótros amígos y así conóce a múchas persónas. Élla es úna mujér muy felíz e interesánte.

Como quiére encontrár amígos más allá de la ísla, pára éllo prepára cócos con pequéños regálos, los arrója al mar esperándo que álguien los recója y vénga a visitárla, péro éso núnca ha ocurrído. Túve la idéa de llevárselo yo y traér algún amígo pára que la visitára y conociéra, y así, tal vez me lo agradecería y pensára que podría querérme.

Cogí mi bóte de pésca con véla, álgo de comída, água y me arrojé al mar recogiéndo por el camíno úno de sus cócos. Vários días después los aliméntos se habían acabádo y no había vísto náda. Retorné al comprendér que no podría lográrlo con un bóte tan pequéño y tan póca comída.


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Primér inténto de navegár hácia el éste


Dediqué múcho tiémpo ánte el asómbro de mis compañéros a construír un bóte múcho más gránde en donde deposité múcha comída y água. Volví a partír sin explicár los motívos. No sabía a dónde íba, sólo sabía que tenía que ir hácia donde el sol salía y que por fortúna las maréas me llevában. El mísmo cóco me acompañába.


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Preparándo un bóte más gránde y resístente


El viáje fué muy, muy lárgo y túve múcha suérte, ya que no sólo las corriéntes me ayudáron, síno constántes torméntas que cási destrózan el bóte, péro que me dában água y cuando la comída se acabába, pescába.

Algúna vez vi algún bárco muy a lo léjos, péro núnca me viéron.

Al finál caí enfermó y desperté en donde me encontró Cárlos.

—¿Siémpre seguíste el camíno del sol naciénte?

—Siémpre

—Bién, ésto confírma lo que duránte méses Cárlos y yo hémos pensádo, que no viénes de África, síno de Ásia, y has hécho úno de los viájes más increíbles jamás realizádos.

Cárlos, a quien conocí háce áños cuando navegábamos en un bárco júntos, ántes de que él se retirára a éste puéblo donde ha nacído, había recorrído tódo el África y núnca había vísto a nádie de tu apariéncia física, ni que hiciése tus géstos, ni manéras de hacér las cósas, y por supuésto nádie que habláse álgo similár a tu léngua.

Él me ha escuchádo múchas véces comentár únas idéas que téngo sóbre cómo llegár a Ásia y decidió informárme de la sospécha que tenía, cuando se enteró que yo no estába muy léjos. Fué duránte ésos días en que no estúvo trabajándo cuando víno a visitárme.

Te tiéne múcho aprécio, le has ayudádo múcho, su família te quiére y el puéblo está muy conténto contígo por lo amáble que éres con los póbres, a quienes les das párte de tu trabájo y a pesár de éso, él quiére, si tú lo deséas, que puédas volvér a tu tiérra.

Véngo a hacérte úna proposición: estóy intentándo ir a Ásia, por el mísmo camíno por el que tú viníste, me será difícil, ya que téngo que convencér a múcha génte, péro necesíto estár muy segúro de que éso es posíble y tú me has dádo múcha tranquilidád, péro quisiéra estár más segúro ántes de dar el páso definitívo.

Quiéro proponérte que me déjes ver tu cóco, si él confírma lo que creémos, que tú éres de allí y consígo ir a Ásia, te llevaría conmígo, pára que cúmplas tus dos deséos, el volvér y el llevár un amígo a visitár a Íri.

—Háce tiémpo que sé de vuéstro interés por el cóco y al princípio lo escondí pára que no me lo pudiéseis robár, péro después de tánto tiémpo tratándome bién, no créo que queráis quitármelo y además, con sinceridád ya no me importaría. Ya sabéis que désde que visité el puéblo de Cárlos y a su família, el cóco está sóbre la mésa y bién visíble. Lo podéis tomár.

—Pára mí, tu cóco ha sído lo que más me ha quitádo el suéño en mi vída, péro no sómos ladrónes y sabémos lo importánte que es pára ti. Además no lo querémos pára nosótros, sólo querémos ver su contenído, nos tiéne muy intrigádos.

Miré a Cárlos que sonreía, entré en la cabáña y volví con el cóco y un cuchíllo.

Lo púse sóbre un sáco y con el cuchíllo retiré la tápa que estába selláda con céra de abéjas.

Póca cósa había, péro al ver la máno de Colón lanzárse sóbre los objétos, me preguntába sóbre cuál lo haría priméro.

¿La pepíta de óro?

¿Las semíllas de maíz, nuéces, cacahuétes o girasól?

¿La pequéña escultúra de bárro representándo úna máno?


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Úno de los cócos enviádos con semíllas de girasól, pepíta de óro, cacahuétes, maíz, nuéz americána, pedázo de cerámica


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Cacahuétes –maní-


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Nuéz americána


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Pepíta de óro

Tocó priméro la figúra de bárro, álgo muy ráro pára él… probába que ésto no venía de África, síno de algún sítio de los tántos desconocídos de Ásia.

Tocó las semíllas que confirmában lo anteriór: que yo venía de un sítio muy lejáno ya que él no las conocía.

Por último el óro, cósa muy conocída y que no probába náda, péro que justificaría el cóste y el interés del viáje.

Estába emocionádo, péro yo mirába a Cárlos que llorába al ver la emoción de Colón y que sus idéas se confirmában.

Cárlos sugirió… péro ya pensándo que no éra úna muy buéna idéa, la de plantár las semíllas y ver qué producían.

—No, díjo colón, ésto sería la muérte de nuéstro proyécto. La discusión geográfica pasaría a úna lárga discusión agrícola de la que yo no sé náda. Le quitaría tóda la emoción.

Sabiéndo de la existéncia de éstas cósas, múchos ya partirían hácia allí, miéntras nosótros esperábamos ver qué es lo que créce y no te llevarían con éllos.

Cogió tódo, lo volvió a ponér déntro del cóco, lo envolvió con el sáco y me díjo.

Guárdalo bién escondído, núnca se sábe, ésto puéde valér úna fortúna. En el futúro podéis plantár las semíllas y ver qué es lo que producén.

Me voy, sígue practicándo nuéstra léngua, si puédes aprénde a leér, os mantendré informádos, párto con úna gran ilusión. Interésate por tódo lo relacionádo al mar, la geografía, recórre tódo lo que puédas, sígo pensándo que es mejór que sígas siéndo el africáno. Si díces lo que sabémos, puédes tenér múchos problémas. Péro éres líbre de hacér lo que quiéras. Cuando párta te avisaré.

Y sí, recorrí y exploré grándes extensiónes de tiérra, de la tiérra del puéblo de Cárlos, aprendí tódo el vocabulário del amór, aprendí a escribír de la máno de Ána, su híja, y sí, tódo lo relacionádo con el mar me seguía apasionándo.
* * *

Cárlos murió, ¡cuánto le quíse!, qué bién se portó conmígo, ¡qué amígo! y yo me fuí a vivír a su cása. Continué haciéndo su trabájo con caríño e interés, tratándo de olvidár que algún día, él, el viajéro, tal como había prometído volvería. Núnca sembré náda.

Y volvió y me díjo que lo tenía cási lográdo, y que me necesitába pára probárlo, tenía todavía algúnas dificultádes y que me necesitába a mí, y a mi cóco.

Le díje que no, que me había enamorádo y que ya no quería partír.

Él ya debía sabér álgo péro lo intentó, díjo que lo que íba a lográr éra demasiádo importánte como pára dejárlo pasár, que tendría que decír quién éra yo, pára podér partír.

—Sr. Colón, sé que ustéd no es así, ya que duránte áños lo ha probádo a Cárlos y a mí, péro favór por favór, si ustéd no revéla mi secréto, yo no revelaré el súyo.

—¿Y cuál es mí secréto?

—Que ustéd no se lláma Colón ni es italiáno, que conoció a un italiáno que se llamába así, que fuéron buénos amígos de aventúras y que cuando murió, a ustéd se le ocurrió la idéa de suplantár su personalidád ya que le conocía bién y ustéd hablába álgo de italiáno. Además pensó que el ser italiáno le daría más valór y categoría a su idéa.

—¡Ay! cómo háblan las mujéres.

—Las mujéres no, Sr. Colón, los suéños. Cárlos le adorába, y hásta en suéños pensába en ustéd, en su idéa, y en los buénos moméntos que pasáron júntos, y que le conoció a ustéd como a Diégo Sánchez, nacído castelláno y no muy léjos de aquí y que un día júntos conociéron a un simpático italiáno.

Y hásta a su híjo lo ha llamádo Diégo, como ustéd.

Cárlos se llevó su secréto a la túmba. Péro como ustéd sábe, los suéños lo dícen tódo.

Realíce los súyos ustéd, que yo me quédo aquí.

Colón me abrazó y se fué.
* * *

Fuímos con Ána hásta el puérto, nos vió, bajó del bárco y nos saludó.

Le entregué el cóco: si lléga ustéd a mi tiérra, no le será difícil encontrár a úna mujér que háce amígos enviándo cócos al mar.

Ya que te quédas, me díjo, éstas semíllas te puéden dar fáma y riquézas, a mí ya no me importará, ya habré partído.

Núnca fué el propósito de éste recipiénte el hacérme ríco, si la ve, dígale que la quíse múcho, y que grácias a élla he encontrádo úna buéna tiérra y a mi amór y que le envío un buén amígo con quien conversár.

Le hará felíz el sabér que su cóco ha atravesádo el mar.

Me haría múcha ilusión que la encontrára, así sabría después de tántos áños de dónde soy y de dónde víne y podér localizár ése sítio en algún mápa de paréd.

Si no la encuéntra, cuando vuélva, arróje ustéd el cóco al mar ótra vez.
* * *

Entónces llegó el peór moménto de mi vída, cuando vi las tres carabélas alejándose en el mar y sin mí.

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El viáje del índio taíno y el cóco hásta Európa y los européos a América
* * *









Soy Fray Beníto de la Concepción, escríbo aquí pára no olvidár ésta história que a nádie puédo contár, ya que no me pertenéce y que la conózco bájo promésa de secréto y cási en confesión.

Es necesário que yo la rememóre, ya que interviéne en élla tódo lo que pára mí es importánte, mi fe, la amistád, el amór y ése maravillóso moménto de la história en que viví.

Colón ha muérto y deséo como págo, si álgo hay que cobrár por mi humílde servício de traductór, visitár a la única persóna que de tóda ésta história no conózco y tánto me ha ayudádo en mi vída al hacérme conocér a úna de las mujéres más maravillósos que han existído en éste múndo y que me ha honrádo siéndo su amígo.

Vuélvo a Castílla después de tántos áños, Íri también ha muérto, me hubiése gustádo llegár allí y encontrár a su amádo y podérle dar mensáje de vída, péro no podrá ser. Al ménos podré revelárle el secréto de que élla siémpre le quíso, désde múcho ántes de que él con su cóco intentára atravesár el mar. He guardádo en secréto tántos áños ésta história tan maravillósa y que no puédo contár, ahóra a él sí podré hacérlo, ya que él lo sábe tódo, y al fin podré con alguién hablár.











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El retórno del cóco


Fray Beníto, desearía confesárme con ustéd.

—Sr. Colón, no créo que puéda confesárlo y perdonárlo, péro sí puédo escuchár úna confesión éntre amígos si ustéd lo deséa.

—En realidád lo que deséo es contárle álgo, rogándole su compléta discreción, como si de úna confesión se tratáse y pedírle su ayúda y conséjo como buén conocedór de los índios que es ustéd y además apreciádo por éllos y conocedór de su léngua.

—Si lo que ustéd quiére de mí es que le ayúde a obtenér más podér sóbre éllos, no lo voy a hacér, hay cósas que ustéd háce con los índios con las que yo no estóy de acuérdo. En cuánto a mi discreción la tiéne ustéd aseguráda después de tántos áños de amistád.

—No, en éste cáso es álgo muy personál y no quiéro hacér náda que puéda perjudicár a los índios.

—Pués le escúcho.

—Ustéd sábe que yo siémpre he pensádo que se podía ir a las índias navegándo hácia el oéste. A pesár de mi seguridád, siémpre túve algúna dúda, hásta que grácias a un amígo que encontró a un náufrago, púde estár segúro que él había llegádo désde allí, por el mísmo camíno que yo intentába hacér, péro al revés, «ya que él no podía ser africáno».

Un cóco lléno de semíllas exóticas, úna pepíta de óro y úna pequéña piéza de bárro, que él había traído en su viáje y con la seguridád de que su recorrído siémpre había sído hácia el éste, me confirmó que no venía de África. Si no éra africáno y habiéndo navegádo siémpre hácia el éste, no había pódido venír de ningún ótro sítio que no fuésen las índias.

—Sr. Colón, me está interesándo múcho su história, es hóra de comér, vénga conmígo y vuélva a comenzár con tódo detálle su história, la está ustéd simplificándo múcho y hoy no ténga náda más que hacér.
* * *

Por lo que me contó el africáno, —así lo llamámos ya que tódos supónen que es de allí—, hay úna mujér en úna ísla, que háce amígos enviándoles regálos, pára que séan pasádos a ótros amígos que no los háyan recibído con anterioridád, y así háce amistádes por tódas pártes. Como núnca ha recibído úna visíta de más allá del mar, arrója cócos o pequéños recipiéntes de bárro muy selládos, conteniéndo éstos pequéños regálos, esperándo que álguien los encuéntre y la vénga a visitár.

Mi amígo el africáno que estába enamorádo de ésa mujér, cogió úno de éstos cócos y con su bóte, y sin pensár en la locúra que estába cometiéndo, se lanzó al mar pensándo que si lográba traér algún amígo, ésa mujér se enamoraría de él.

Y ¡oh! casualidád un maríno, buén amígo mío, lo encontró moribúndo en úna pláya en Espáña y como fuímos compañéros de viáje en bárco y conocía mis idéas, me buscó y me lo contó.

Los dos se hiciéron muy buénos compañéros y yo les aprécio múcho, ya que grácias a éllos, en los moméntos difíciles y lléno de dúdas túve la fuérza pára continuár.

Al africáno le ofrecí el traérlo de vuélta a su tiérra, péro se enamoró de la híja de mi amígo y no quíso volvér.

Péro me pidió que buscáse a ésa mujér, que la visitáse llevándole algún regálo en correspondéncia, que le devolviése el cóco y que le contáse lo múcho que la había querído y deseádo.

Me díjo también –como písta pára podér localizárla- y éso no lo podré olvidár jamás que: «no me sería difícil el encontrár a úna mujér, que háce múchos amígos enviándo regálos por tiérra y por mar».

Pués bién amígo Beníto, quisiéra encontrárla: pára hacér lo que se me ha pedído y pára pagár ésa enórme déuda que con élla téngo. Qué honór será el podérla conocér, charlár con élla, decírle que su amígo víve, que es mi amígo y que su regálo ha atravesádo el mar.

No quisiéra que nádie supiése sóbre el cóco y tóda ésta história del africáno (por mí y por él) ya que ótras cósas más se sabrían, no voy a engañárle, que también prefiéro ocultár.

—Amígo Colón, después de tántos áños de conocérle, sé más cósas de ustéd de las que núnca podría imaginár. Péro hablándo de lo que ahóra le preocúpa, ya sábe téngo un gran interés por las cóstumbres y leyéndas de los índios, péro ésta es extraordinária. No sé náda de úna mujér que envía regálos como ustéd me lo explíca, péro lo de un jóven partiéndo con un gran bóte hácia el éste y que núnca volvió, me paréce habér escuchádo álgo, si bién no recuérdo dónde… déjeme ustéd pensár y tal vez lo recuérde, y puéde que tirándo del hílo encontrémos la madéja.

Ya entiéndo que ustéd no puéde ir preguntándo por ahí, péro yo sí, y nádie lo relacionará con ustéd, se lo prométo.

Pruébe éste víno, lo he recibído de nuéstro Superiór en Sevílla, anímese y cuénteme más.
* * *

Nos están esperando, ha aceptádo recibírnos, si bién ha pedído que no vayámos armádos, nos témen, élla nos escuchára, péro no nos hablará.

Y sí, se lláma Íri, víve en éste extrémo más orientál de la ísla y cláro es comprensíble que algúno de sus cócos y la bárca pudiése llegár a Európa, las corriéntes son propícias.

Lo que es reálmente increíble y afortunádo es que su amígo el africáno háya podído llegár a Európa.

—¿Sábe élla el motívo de nuéstra visíta?

—Cuando súpe de élla y traté de hablárle, rechazó el vérnos, túve que decírle al jéfe de la tríbu que le dijése que: «un amígo más allá de éste mar, la venía a visitár y a traérle un regálo». Fué mágico, désde muy léjos: ya que yo me encontrába al início de su pobládo, vi que salió de su cabáña, me miró e hízo un gésto de asentimiénto. Créo que ahóra nos recibirá.

—Dígale…

—No Sr. Colón digáselo ustéd, es su moménto, entiéndo lo múcho que ésto represénta pára ustéd, yo sólo traduciré.

—Soy un amígo, de un amígo de ustéd, un amígo que la ha querído múcho.

Le tráigo un regálo que en realidád ya es súyo, péro que él llevó a Európa con el bóte que construyó.

Me pidió que la encontrára y que le dijése que la quíso múcho y que siémpre túvo úna gran admiración por ustéd.

Me díjo que a ustéd le gústa recibír amígos inesperádos y sabér cómo la han encontrádo, yo quiéro ser su amígo y se lo quiéro contár.
* * *

Al escuchár mi reláto lloró, cogió mi máno, la abrió, dejó caér úna lágrima en élla y la volvió a cerrár.
* * *

Nos acompañó en siléncio hásta la salída del puéblo, hízo el gésto de volvér péro dudándolo se dirigió a Fray Beníto.

—Dígale que la lágrima, es por el caríño y aprécio que le tiéne a mi amígo, que créo que es sincéro, péro si yo hubiése sabído el dolór y sufrimiénto que éste cóco ha producído a mi puéblo, núnca lo hubiése arrojádo al mar.
* * *











Imagen
Pintúra de Cristóbal Colón
* * *

Tóda mi vída he necesitádo ocultár mis dos grándes secrétos: dónde nací, o séa «quién soy», y cómo súpe mi camíno hácia las índias.

Desearía explicárlo a tódos, péro ya estóy muy viéjo y sin gánas de grándes discusiónes y de peleár.

Créo que la história meréce sabérse y yo voy a utilizár pára que se sépa, un sistéma múchas véces usádo, y grácias a él, sin decírselo a nádie la podré contár.

Copiaré a Íri, arrojándo ésta história en úna botélla o cóco al mar, y dejándo que séa el azár, el que decída si se va a encontrár.

Cristóbal Colón

* * *
F I N




Referencias:
«El Colón pensador». Daniel Vázquez Díaz. Monasterio de Santa María de la Rábida.
Imagen

World map of Henricus Martellus Germanus (Heinrich Hammer)
Imagen


Por Emílio Vilaró

Éste documénto está disponíble en formáto .PDF, .ePUB y .MOBI en nuéstra página Web:

Más de ciénto véinte cuéntos, relátos, ensáyos, recétas y novélas en:
http://www.evilfoto.eu

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Iliria
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió. Relato con imáge

Mensaje por Iliria »

Un relato sorprendente, me ha gustado mucho, y el añadido de las fotos es un puntazo :D
Por un momento pensé que de todo lo que había dentro del coco, lo que suscitaría más interés sería la pepita de oro... :mrgreen: Luego me ha alegrado ver los valores que transmite el relato: el amor, la amistad, la capacidad de sacrificio...
Lo del viaje de Colón a la inversa me ha recordado mucho a una novela que leí de Federico Andahazi titulada "El conquistador", muy chula y recomendable si no la conoces :60:

La única pega que le pongo es ver tanta palabra acentuada (me ha costado un poco seguir la lectura).

En conjunto un buen trabajo, felicidades :60:
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evilaro
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió. Relato con imáge

Mensaje por evilaro »

Iliria escribió:Un relato sorprendente, me ha gustado mucho, y el añadido de las fotos es un puntazo :D
Por un momento pensé que de todo lo que había dentro del coco, lo que suscitaría más interés sería la pepita de oro... :mrgreen: Luego me ha alegrado ver los valores que transmite el relato: el amor, la amistad, la capacidad de sacrificio...
Lo del viaje de Colón a la inversa me ha recordado mucho a una novela que leí de Federico Andahazi titulada "El conquistador", muy chula y recomendable si no la conoces :60:

La única pega que le pongo es ver tanta palabra acentuada (me ha costado un poco seguir la lectura).

En conjunto un buen trabajo, felicidades :60:
***********************************************

Iliria:

No sabes el placer que me da que te haya gustado la historia.

Realmente en uno de los casi 50 capítulos de mi novela América Virgen (La epopeya de los primeros pobladores de América, quienes pasando por el estrecho de Bering pueblan el continente. Te pongo el enlace por si te interesa.

http://www.evilfoto.eu/pagina_cuentos/cuentos_n01.htm

Soy muy aficionado a la fotografía y siempre que puedo las pongo para que clarifiquen el relato, y trato de que sean del sitio pertinente.

Lo de la pepita es muy lógico pensar que seria lo más interesante, pero oro lo hay en todo el mundo y no probaría nada. Las semillas no.

No sabía de la novela El Conquistador que me comentas, lo he mirado por internet y parece muy interesante, voy a intentar leerla.

Y llegamos a lo de las tildes :alegria: :alegria:
Escribo así desde hace como 15 años (unos 130 relatos), te aseguro que en poco tiempo ni las notarás ya que en realidad no cambian la pronunciación de la palabra.

Te pongo el enlace a un ensayo que escribí para explicar por qué lo hago y mi pequeña correspondencia con la RAE.
http://www.evilfoto.eu/pagina_cuentos/cuentos_21.htm

Y gracias por comentar... lo agradezco mucho.

Emilio
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Iliria
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió. Relato con imáge

Mensaje por Iliria »

Gracias por el apunte, evilaro :60:
Precisamente estoy leyendo a ratos la Formación de Norteamérica escrita por Isaac Asimov, y tengo mucha curiosidad por conocer en general la historia del continente.
Un saludo :hola:
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lucia
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por lucia »

Pues fíjate, a mí ha habido puntos en que me ha resultado confusa porque no sabía quién hacía de narrador en ese momento o a quién se refería (como la primera vez que hablas de Ana, que ya no sabía si Ana e Iri eran la misma persona o qué ni quién era el que hablaba y había cruzado el charco).

De todas formas, como bien marcas en el mapa con el viaje y el tornaviaje, la ruta que siguen no es ni al este ni al oeste al principio (es, mas bien, un óvalo), por lo que la historia queda bonita, pero no demasiado creíble.
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por evilaro »

lucia escribió:Pues fíjate, a mí ha habido puntos en que me ha resultado confusa porque no sabía quién hacía de narrador en ese momento o a quién se refería (como la primera vez que hablas de Ana, que ya no sabía si Ana e Iri eran la misma persona o qué ni quién era el que hablaba y había cruzado el charco).

De todas formas, como bien marcas en el mapa con el viaje y el tornaviaje, la ruta que siguen no es ni al este ni al oeste al principio (es, mas bien, un óvalo), por lo que la historia queda bonita, pero no demasiado creíble.

Lucia:
Entiendo que puede haber duda de quién es el narrador, trataré de mejorarlo.

Pero lo del viaje... pienso que queda bien claro que es el indígena el que viaja a Europa y es Colón el que viaja a América.


Gracias por comentar
Emilio
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lucia
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por lucia »

Me refiero a que tú dices que viaja al este y, en líneas generales, es cierto. Pero la ruta real sube primero hacia el nordeste y luego ya sí va hacia el este y termina siendo sudeste.

Si intentase ir directamente hacia el este, quedaría atrapado en las calmas ecuatoriales.
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por evilaro »

lucia escribió:Me refiero a que tú dices que viaja al este y, en líneas generales, es cierto. Pero la ruta real sube primero hacia el nordeste y luego ya sí va hacia el este y termina siendo sudeste.

Si intentase ir directamente hacia el este, quedaría atrapado en las calmas ecuatoriales.
Lucia:

Se nota que eres una persona de esta época... y con GPS... qué exactitud ;)

Yo considerando el tiempo de Colón, como el indígena no fue al norte, al sur o al oeste,
pues con lo del este tenía suficiente.

Voy a ver si con lo de «dirección al sol naciente» lo arreglo ;)

Gracias

Emilio
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por lucia »

Es que a lo que me refiero es precisamente a eso, a que no pudo salir de su tierra en dirección al sol naciente para llegar a Europa, ya que de hacerlo no hubiese llegado nunca.
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por evilaro »

lucia escribió:Es que a lo que me refiero es precisamente a eso, a que no pudo salir de su tierra en dirección al sol naciente para llegar a Europa, ya que de hacerlo no hubiese llegado nunca.

Lucia:

Gracias, tomo nota.

Emilio
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Megan
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por Megan »

Emilio, lo acabo de leer.

Antes que nada quiero decirte que no soy amiga de Colón, ni pienso que fue un visionario, ni un gran navegante, nada, Colón no es ni será nunca mi amigo. Vos mismo hiciste que Íri lo dijera por mí: "...núnca pensé que el tirár un cóco pára encontrár amígos más allá del mar, me descubriése tánto amór ni que trajése tántas desgrácias a mi puéblo."

Soy de ascendencia de un pueblo de la frontera franco-española, pero soy uruguaya y quiero a mi país. Los indios no fueron mis ancestros, pero vivieron en éstas tierras y por ello les tenemos mucho respeto, aunque sólo nos quedaron sus historias. Es por eso que no puedo ser amiga del Sr. Colón. Espero lo entiendas.

Fuera de ese hecho, lo que importa acá es el buen relato que contaste, que me encantó. No tiene desperdicio y me mantuvo entretenida todo el tiempo de la lectura.

Las imágenes ayudan mucho y le dan más realismo, pero la belleza de cada frase es increíble.

La historia del amor es tan hermosa como triste, él, que se enamoró en ese nuevo mundo, dejando aquí a quien tanto lo amaba y que murió con ese amor en su corazón, está contada extraordinariamente.

Luego el tema de ese coco que fuera el que llevara a la avaricia a conducir tres barcos en pos del oro, sin importar que ya tenía dueño, está genial.

Destacable la forma en que describís la amistad entre el "africano" y Carlos, me encantó, una relación contada con humildad y mucho cariño.

Los entretelones del viaje de Colón desesperado por las riquezas de lo que él llamaba Las Indias.

Y como frutilla de la torta, la llegada del religioso y el pedido del avariento, pidiendóle que los haga más sumisos, todo contado de una forma excelente.

Te felicito Emilio, me super encantó tu cuento, de principio a fin, lo disfruté como loca, me parece genial que tomaras algo que realmente pasó y le dieras toda tu imaginación, que ya te digo, es vasta.

Muchas gracias por adornar el subforo de LFE con esta preciosidad de cuento :60: :60: :60:
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🌷🌷🌷Give Peace a Chance, John Lennon🌷🌷🌷

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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por evilaro »

Megan:

Sinceramente no sé qué decir... estoy abrumado.

Te estas molestando en leer lo que escribo, haciendo un análisis detallado
y muy cariñoso de lo que relato. Muchas gracias.

Tanto si los comentarios son positivos y especialmente si son negativos de ellos aprendo mucho e intento mejorar.

Yo soy español, y viví en mi época de primaria y bachillerato once años en Bogotá, Colombia
y sé de los sentimientos contrapuestos con la «Madre Patria» y todo lo relacionado al descubrimiento.

Hay en la historia... tal como tú dices personajes y momentos muy interesantes y bonitos, al yo releerlos a veces hasta lloro con lo que he escrito... seré imbécil ;)

Lo de las imágenes... pues sí, es una manía mía e intento que las fotos sean y correspondan al sitio o tema tratado, y no sabes la de viajes que tengo que hacer para lograrlo ;)

Es un honor para mí el participar en este foro en donde me encuentro muy cómodo y en donde no me TILDÁIS.

Solo decirte que espero con ansia vuestras reflexiones que tanto me mejoran... y creo que todavía te queda algún relato por comentar ;)

Estuve una vez en Colonia, y otro pueblo cercano de tu país, mucho mate.

Un saludo,

Emilio
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por Megan »

evilaro escribió:Megan:

Yo soy español, y viví en mi época de primaria y bachillerato once años en Bogotá, Colombia
y sé de los sentimientos contrapuestos con la «Madre Patria» y todo lo relacionado al descubrimiento.

Hay en la historia... tal como tú dices personajes y momentos muy interesantes y bonitos, al yo releerlos a veces hasta lloro con lo que he escrito... seré imbécil ;)

Es un honor para mí el participar en este foro en donde me encuentro muy cómodo y en donde no me TILDÁIS.

Estuve una vez en Colonia, y otro pueblo cercano de tu país, mucho mate.

Un saludo,

Emilio
Rescaté éstas frases de tu comentario, Emilio:

Que bueno que sientas empatía sobre mi sentimiento hacia Colón, mirá que no es contra España, es contra él y la reina que lo alentó.

Si llorás por lo que escribiste, es que lo hiciste con todo el amor del mundo, eso habla muy bien de tí, sos una persona muy sensible :60:

No entiendo lo de "Tildaís", explicámelo.

Amo Colonia, es uno de mis lugares preferidos de mi paisito, pero no soy matera, mi familia lo es, pero mi hermano y yo no salimos con amor al mate :lol:

Cariños :60:
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por evilaro »

Megan:

Con lo del tildado solo me refería a que ya no comentáis sobre está costumbre mia. Espero y deseo que no os sea muy difícil el leer en esta forma.

A mi sí que me gusta el mate... tengo un par de calabazas para beberlo.

Saludos
Emilio 7
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Re: Los Taínos, Colón y el coco que volvió (Relato con imáge

Mensaje por Megan »

Pero vos me dijiste, cuando te leí por primera vez, el por qué lo hacías, creo que no hay nada más que decir, lo entendí perfectamente y al que no le guste que se vaya a otra parte :D

Me encanta que te guste el mate :lol:

Cariños :60:
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