En París - Iván Bunin

[Giada]

(в Париже)

Vamos con el penúltimo cuento de este mes a ver si os gusta.

Leemos y comentamos, como siempre, a partir de mañana viernes

[Edgardo Benitez]

[klatubaradaniktó]

Voy a darle al títo Iván la penúltima oportunidad... toca buen cuento. Por lo menos, hay esperanzas...

Vamos allá.

klatubaradaniktó

[Gretogarbo]

En París, en el Volga, en un barco, en un hotel... ¡qué facilidad tiene los personajes de Bunin para fornicar! Pues muy bien, pues me alegro (por ellos).

Apuesto a que en el próximo relato los protagonistas se lo hacen en un coche de punto mientras atraviesan el Kremlin de Moscú.

[laaguja]

La lectura que hago es la historia de una femme fatale.

Y nada más.

O algo me estoy perdiendo o estoy ante un Bunin decepcionante, cansino.

Un cuento en un ambiente decadente, deprimente. Vidas grises por no decir oscuras, turbias. Igual ninguno dijo la verdad sobre su pasado, pero salvo una lección de historia que explique algo recóndito, no veo cómo poder adivinar si lo que se confesaron era cierto.

La pluma de Bunin tiembla en los momentos íntimos, y no creo que sea culpa de los años transcurridos hasta 2020. Hay cuentos rijosos de aquella época que son mucho más sicalípticos.

Me ha llamado la atención un pasaje… pero me la ha llamado mucho más que [mention]Gretogarbo[/mention] no lo haya mencionado (¿quizá síntoma del hastío ruso?); hablo de este pasaje:
(…) de manera instintiva rodeó con el brazo su cintura

Si iban en un taxi, supongo yo que fueran sentados y no de pie como en el autobús. No es un movimiento tan automático y no creo que se pueda hacer si no se cuenta con la colaboración de la otra persona.

También me ha percutido el cerebro el hecho de que tras una conversación investigando con descaro la vida de la otra persona, el autor nos retrate un repentino azoramiento en su compatriota.

No creo que este cuento pasara el primer corte en un moderno concurso literario de chichinabo, no digamos ya en uno con pretensiones.

Y ahora soy yo el que dice "a ver el próximo", pero con un hálito de temor.

A ver si vosotros le encontráis más explicaciones que las que se ven en una primera lectura. Yo no soy capaz de encontrárselas.

Se llaman cuentos, no relatos: no existe ningún género llamado relato; hay cuentistas, no hay relatistas.
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[Gretogarbo]

Me ha llamado la atención un pasaje… pero me la ha llamado mucho más que @Gretogarbo no lo haya mencionado (¿quizá síntoma del hastío ruso?); hablo de este pasaje:
(…) de manera instintiva rodeó con el brazo su cintura
Si iban en un taxi, supongo yo que fueran sentados y no de pie como en el autobús. No es un movimiento tan automático y no creo que se pueda hacer si no se cuenta con la colaboración de la otra persona.

Sí que me llamó la atención, laaguja, pero no quise incidir en cosas raras como hice en los otros relatos de este señor. Pero, vamos, que tienes toda la razón.

Por cierto, he ido a ver el título del de la semana próxima, así que rectifico...

Apuesto a que en el próximo relato los protagonistas se lo hacen en un coche de punto mientras atraviesan el Kremlin de Moscú.

La próxima coyunda será a lomos de un alazán en la estepa.

[Sue_Storm]

A ver, que generalmente los autores rusos del exilio suelen ser así, retratan un ambiente "decadente, deprimente, turbio" y todo eso. No es exclusivo de Bunin. Eso sí, unos escriben mejor que otros. Y en mi opinión Bunin es de los mejorcitos. Decir que un cuento de un Nobel no pasaría el primer corte en un concurso de aficionados, francamente, me parece excesivo. Pero aquí hay libertad de expresión, faltaría más. Adelante, seamos iconoclastas, que nada es verdadero y todo está permitido, como en Alamut.

[Gretogarbo]

A ver, que...

No pretendo quitarle méritos al ruso, faltaría más. Y seguro que allí arriba, en el cielo, se estará desternillando de risa, con el medallón de Alfredo al cuello y un vasito de vodka en la mano, de este mortal que no pasa de ser un muy mediocre lector. Pero eso no me arredra para decir que leído un relato, leídos todos.

[laaguja]

A ver, que generalmente los autores rusos del exilio suelen ser así, retratan un ambiente "decadente, deprimente, turbio" y todo eso. No es exclusivo de Bunin. Eso sí, unos escriben mejor que otros. Y en mi opinión Bunin es de los mejorcitos. Decir que un cuento de un Nobel no pasaría el primer corte en un concurso de aficionados, francamente, me parece excesivo. Pero aquí hay libertad de expresión, faltaría más. Adelante, seamos iconoclastas, que nada es verdadero y todo está permitido, como en Alamut.

Pero yo no he dicho que no lo pasaría… he dicho que creo que no lo pasaría. Y sigo creyéndolo. Pero la verdad es que no sé si lo pasaría. Y tampoco puedo saberlo. Por eso no he dicho que no lo pasaría, sino que creo que no lo pasaría.

Se llaman cuentos, no relatos: no existe ningún género llamado relato; hay cuentistas, no hay relatistas.
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[Sue_Storm]

Sí, @Gretogarbo , estoy de acuerdo en que los seleccionados son un poco repetitivos en cuanto a temática. Pero malos... no son. Son... ¡rusos!
Vale, @laaguja, vale

[Gretogarbo]

... son un poco repetitivos en cuanto a temática.

Tan repetitivos que comienzo a leerlos y se me va la cadera sola.

... malos... no son. Son... ¡rusos!

Vale, malos, no; aburridos, bastante; rusos, mucho.

[klatubaradaniktó]

Anda, que entre todos me estáis dando unas ganas de abandonar el MC hasta febrero...

Va. A ver si leo el cuento parisino esta tarde/noche y le encuentro el qué...

Hasta lueguito.

klatubaradaniktó

[Arden]

Pues me ha parecido un muy buen relato, bien escrito y que retrata a dos personas desubicadas que seguramente lo tenían todo y a las que los avatares de la política y de la vida les han llevado a París, como a tantísimos otros rusos blancos, a una vida que no era la que en principio les correspondía, y ese encuentro entre ambos les revela que en cierto modo son almas gemelas, abandonados por sus parejas, en un mundo extraño en el que intentan conservar un mínimo del mundo perdido al que pertenecían, con un final desolador, ella pidiendo clemencia ante la nueva desgracia cuando parecía que su vida se había vuelto a encauzar.

Todo esto además sin tener que contar demasiado, con pequeños elementos en una descripción o a través de las conversaciones entre ambos.

La presentación ya denota un intento por parte de ambos de entablar amistad, no usan los apellidos, pero también sin quebrar las reglas de ese decoro de los rusos blancos de cierto nivel, tampoco se presentan solo con el nombre, sino que ambos usan el patronímico, señal de buena educación, es decir siguen las reglas sociales de su mundo, en el que se reconocen. Ambos viven prácticamente en la miseria, se puede ver a través de la descripción del piso de cada uno de ellos, que haya una bombilla desnuda, o ella viva en un inmueble donde se ejerce la prostitución, y sin embargo al tener su cita ambos quieren revivir ese mundo en el que vivían, él acude en taxi, ella va vestida de noche para ir al cine, y acaban comiendo ostras y vino en un café, como si no hubiera ocurrido nada, cuando él tuvo que acabar huyendo a Constantinopla después de la derrota de los rusos blancos ante los bolcheviques y abandonado por su joven esposa, y estableciéndose en la Provenza para ser campesino y fracasando puesto que no tiene ni idea y se le morían los animales, y ella acaba abandonada por el marido y sola en París de camarera en un pequeño bistrot ruso. Ambos se encuentran y se reconocen y entre ambos surge esa chispa, probablemente ante el reconocimiento de la desgracia del otro, que les lleva a esa segunda oportunidad de ser felices en ese nuevo mundo al que no pertenecen y en el que están como pez fuera del agua totalmente desubicados, hasta ese trágico final con una imagen totalmente conmovedora de ella abrazando el impermeable de él arrodillada llorando y gritando suplicando clemencia a Dios o al destino.

De verdad que no entiendo las críticas y comentarios tan negativos a este relato, trato de entenderlo pero lo veo un buen relato, bien escrito, con una historia conmovedora de segundas oportunidades que da la vida.

[jilguero]

Resulta que aquí llevaba lloviendo varios días y, como justo esta tarde ha parado, sentía cierta morriña del tintineo en los cristales y me he dicho: ¡Vamos con Bunin a ver si está lloviendo en Paris...! Y llovía , con lo cual Bunin, concediéndome ese deseo, me ha atado de pies y manos y no lo puedo criticar.

Bromas a parte, he leído el texto con gusto. No es una historia especialmente original, pero como este hombre nos da tantos detalles al final he tenido la sensación de estar viendo una película más que leyendo un texto. En el cine, por ejemplo, me he visto mirando desde el paraíso ese patio de butacas lleno de humo de los cigarrillos. O mientras ellos comían opíparamente en La Coupole, me he imaginado las grandes estufas exteriores del café y a su alrededor la pléyade de artistas, muchos españoles, como Picasso, Gris, Gargallo, frotándose las manos y tratando de entrar en calor (esta última imagen es de cosecha propia, por razones que no vienen a cuento).

Me ha resultado curioso, por lo indicativo, cómo estaban distribuidas las luces en la casa de él, pues al entrar se nos dice: la condujo a un pequeño comedor, en cuya araña se encendió tristemente una sola bombilla. Pero luego, al hablar de la alcoba: Allí las bombillas brillaban con fuerza y por todas partes se expandía el calor de la calefacción, mientras las gotas de lluvia repiqueteaban rápidas y regulares en el tejado. Detalle que me ha hecho concluir que el protagonista (no sabemos si también el propio Bunin que vivió muchos años en París) no tenía suerte con las mujeres y tenía que intentarlo una y otra vez (está claro que donde pasaba más tiempo era en la alcoba, iluminada y calentita): año tras año, día tras día, el hombre espera en secreto una única cosa: un encuentro amoroso afortunado; en realidad, solo la esperanza de ese encuentro le mantiene con vida, nada más importa…. Y por lo visto, no le faltaba razón, al afirmar lo que afirmaba en esas palabras que subrayo, de acuerdo con el repentino desenlace, una vez ha encontrado a alguien a quien abrazar como a una esposa.

Y que después de sugerirle abrir una cuenta en el banco, la escena final sea ella pidiendo clemencia me hace temerme lo peor...
No sé si los demás lo habéis interpretado también en ese mismo sentido.

Y Bunin me ha hecho sonreír con el anuncio de la señora que busca caballero, con solvencia ecónomica y alguna exigencia más, pero aclarando que: Inteligencia no imprescindible...; a lo que la otra apostilla: La entiendo perfectamente: no es algo imprescindible.

Respecto a lo de que de manera instintiva rodeó con el brazo su cintura estando en un taxi, os diría que lo habeis sacado de contexto, porque no olvidéis que la maniobra que acababa de hacer el taxista, de girar bruscamente (En una curva el coche giró bruscamente), seguro que la había despegado del respaldo y no es extraño que instintivamente la rodee por la cintura para protegerla .

Lo que menos me dicen son los diálogos. Normal, pues yo soy enemiga de estos. Pero como tampoco son excesivamente largos los he sobrellevado bien.

En resumen: no es que sea una historia novedosa, pero con las descripciones de Bunin yo la he leído con gusto. Y a diferencia de la semana pasada, esta vez no se nos ha ido por las ramas, cosa que le he agradecido.

[Gretogarbo]

... yo la he leído con gusto.

No, si leer se lee con gusto, y si fuese mi primer Bunin lo alabaría... pero es que es más de lo mismo. A mí me aburre. Lo lamento.