Hola
@Arden; ya es lunes y toca desdramatizar y acercar posiciones. A ver si lo consigo.
Femme fatale
El término lo incorporé yo a este debate y parece que es un punto sobre el que giramos en direcciones opuestas. Creo que me toca tratar de sentar las bases para llegar a un entendimiento.
Femme fatale es un arquetipo literario que ha sido exportado al cine con éxito. Su definición es la de
mujer que utiliza la sensualidad y su sexualidad para conseguir sus fines.
No todas las
femme fatale son
Gilda o son dominátrix sadomasos. Las villanas de
James Bond entran en el arquetipo de
femme fatale. La protagonista de
Casablanca,
Ilsa Lund, es a mi modo de ver un prototipo modosito de
femme fatale, y tiene puntos en común con
Olga Aleksándrovna, como diré más tarde. Dentro de este arquetipo caben otros roles, pero siempre tienen un papel protagonista.
Si en la definición estamos de acuerdo, ahora explicaré por qué
Olga Aleksándrovna cae en el arquetipo de
femme fatale.
El protagonista (al final sabemos que él no es el protagonista, que la protagonista es ella, porque con un giro maestro del
Bunin vemos que nos estaba contado la historia de ella) llega a un establecimiento hostelero de calidad media-baja. Algo así como lo que podemos llamar en España un
figón. Muy dignos pero a los que no se les puede exigir todas las medidas higiénicas:
En París escribió:(…) una fuente con empanadillas secas y fritas, otra con filetes de carne picada, ya algo grisáceos,
En ese figón, contrastando con «(…) la dueña, una mujer rusa de rostro hostil», se encuentra una bella mujer atendiendo las mesas. Pero no viste ni para la ocasión ni para el lugar:
En París escribió:·(…) ataviada con un delantal blanco bordado y un vestido negro,
·(…) el vestido estaba gastado, pero era evidente que lo había comprado en una tienda cara.
·(…) le quedaba muy bien el delantal blanco y bordado sobre el vestido negro,
·(…) la piel de sus manos blancas estaba bien cuidada; tenía las uñas brillantes y ligeramente rosadas: era evidente que se hacía la manicura…
·¿De dónde podía haber sacado esos zapatos caros?
Todo esto me ha ido dando la imagen de que, a pesar de llevar trabajando allí «Tres meses», la mujer está fuera de lugar en aquel figón. He supuesto que la manicura se la sigue haciendo para que tras tres meses de trabajo manual fuera notable.
Pero la mujer es consciente de la imagen de distinción que da en aquel grasiento figón.
En París escribió:·(…) y el hombre pudo ver cómo una mujer de unos treinta años, con cabellos morenos peinados con raya al medio y ojos oscuros, ataviada con un delantal blanco bordado y un vestido negro,
·Sus manos eran muy blancas y hermosas:
·(…) le quedaba muy bien el delantal blanco y bordado sobre el vestido negro, bajo el que destacaban sus bellos pechos de mujer joven y fuerte… Los labios gruesos no estaban pintados, pero tenían un aspecto lozano; llevaba recogido el pelo en un sencillo moño; la piel de sus manos blancas estaba bien cuidada; tenía las uñas brillantes y ligeramente rosadas: era evidente que se hacía la manicura…
·Él siguió con la mirada su figura erguida y el contoneo de su vestido negro…
·(…) al cabo regresó y se acercó a él con una leve sonrisa, como si se tratara ya de un conocido.
Luego llega la conversación de tanteo. Que de tanteo tiene poco. Ella contesta a todo sin reservas, cuando bien podría haberle dado largas. No perdamos de vista que estamos en, o antes de, 1940.
En París escribió:-¿Está usted casada?
-Sí.
-¿Y a qué se dedica su marido?
-Trabaja en Yugoslavia.
A mí me parece mucho preguntar para el segundo día de sólo ir a comer. Pero vamos a dar validez a ese diálogo y vamos a quedarnos con el detalle:
es una mujer casada. Igual que
Ilsa Lund… En tiempos de guerra sabemos que los matrimonios rotos por la distancia ocurren con frecuencia: la misma
Casablanca,
La hora 25…
Luego todo se precipita. Él prácticamente la interroga a bocajarro y ella da detalles de su vida privada a un desconocido. Él la invita al cine (no al teatro) y ella acepta.
En París escribió:-¿Le gusta a usted el cine?
Ella contestó, al tiempo que dejaba sobre la mesa una escudilla con sopa de remolacha:
-A veces resulta interesante.
-Dicen que en el Étoile están poniendo una película excelente. ¿Quiere que vayamos a verla? Supongo que tendrá usted algún día de descanso.
-Merci. Libro los lunes.
No se está haciendo la difícil, no. Ella acude a la cita con un vestido de noche (en el cine no se pueden exhibir los vestidos, como es el caso del teatro, aunque supongo que de aquella también habría entreactos en el cine).
Él la lleva a un restaurante "caro", en contraste con el figón, donde puede permitirse una costosa comanda, además de poder pagar a una mujer de la limpieza que va todas las tardes a su casa. Tan pobre no estaba el escritor.
El caso es que esa misma noche acaban en la casa del tipo, y la vemos a ella desnuda ante él. Fundido en negro porque ni
Bunin, ni
Chéjov, ni
Verne mismo se metían en esos berenjenales.
Todo ese avance ocurrió entre el viernes y el lunes. Y con una mujer casada. Para muchos, incluso con la liberalidad de hoy en día, sería un
récord. Para 1940 no me atrevo a calificarlo de
récord.
Pero la historia continúa. Hemos sabido por el camino que ella tiene clase. En el figón, estaba fuera de lugar no sólo por la vestimenta, el calzado y su manicura, sino también por sus modales y costumbres de clase.
Ella termina por irse a vivir con el tipo: «Dos días más tarde ella dejó su empleo y se trasladó a su piso». Pero… ¿no estaba casada?
Ilsa Lund también, y ya sabemos qué decisión tomó cuando reapareció su marido.
Pero, vuelvo y repito,
todo este avance en lo que va del viernes al miércoles. Deja el empleo y se va a vivir con un desconocido estando casada… ¡y en 1940!
Ella ha mejorado su estatus gracias a su relación amorosa con el escritor. Ahora está retirada de los trabajos manuales, denigrantes para la gente de clase en aquella y en cualquier época, pero a cambio atiende una casa y a un amante. Viven humildemente, pero él tiene unos ingresos fijos con sus «obras históricas sobre esas guerras por encargo de distintas editoriales extranjeras…». Y dispone de una cantidad que merece la atención de llevarla a una caja fuerte de una entidad bancaria. El tipo vivía con humildad, pero tenía dinero como para mantener otra boca en casa, porque ella deja el trabajo. Y no sólo es darla de comer… vestirla, calzarla… y la manicura: es mujer de gustos caros. En tan mala situación económica no vivía el pobre.
Creo haber dejado claro la mujer fatal que yo he visto. Utiliza su condición de bella mujer para salir del figón y aliviar su condición de sirvienta llevando platos de la cocina a las mesas, poco acorde con su naturaleza social o con sus pretensiones.
Por cierto, en la escena final a mí me ha parecido que ella llora por ella misma… Otra vez a buscar trabajo… Aunque no me ha quedado claro si dispone del dinerito que finalmente no fue a parar a la caja del
Crédit Lyonnais. Pero que debe volver al mercado laboral, eso lo tengo claro.
Ya he dicho que no todas las
femme fatale son
Gilda o son dominátrix, o las villanas de
James Bond. Ése es un estereotipo dentro del arquetipo de mujer fatal. Pero existen otros modos y maneras de trabajar como mujer fatal, más… modositos.
Ilsa Lund y
Olga Aleksándrovna son dos claros ejemplos.
Y ahora me viene a las mientes una frase del principio:
En París escribió:Sí, año tras año, día tras día, el hombre espera en secreto una única cosa: un encuentro amoroso afortunado; en realidad, solo la esperanza de ese encuentro le mantiene con vida, nada más importa…
Ya… Un hombre… y una mujer también.
Creo que ya he escrito demasiado. Me reclaman en otro lugar. Así que a la tarde o mañana te sigo leyendo y sigo detallando mi punto de vista. Que obviamente ni quiero imponer ni con él quiero convencer a nadie. Sólo es mi punto de vista personal:
Olga Aleksándrovna es o se comporta como una
femme fatale.
A la tarde detallaré las diferencias entre nuestros análisis y por qué a mi este cuento del
Bunin no me parece tan bueno como los otros. Ya he dicho que ser ruso y ser Nobel no es garantía de nada. Y si el cuento no me ha satisfecho, pues poco puedo hacer aparte de leer las lecturas que hacéis para ver si alcanzo a ver otra cosa que se me haya podido escapar. Pero eso esta vez no ha ocurrido, de momento.