Segundo capítulo. Me recuerda a un Zweig japonés, ya tenemos la historia de ¿amor?, al menos como se concibe el amor en la cultura japonesa, y empieza lo que parece una pasión
.
Estamos ante una mujer que no es una geisha exactamente, pero que sí hace alguna de sus funciones, como la danza. Normalmente se entiende en la cultura geisha como prostituta pero no es así ni de lejos. En la prostitución europea se entiende que la finalidad siempre son las relaciones sexuales, con las geishas no es así. Una geisha tiene que dominar muchas artes, música, canto, teatro, conversación, las relaciones sexuales pueden existir, o no, no solo depende del cliente, dependen de la geisha. Pero, como vemos, tampoco el cliente es lo que busca siempre.
Ya el primer encuentro entre ambos presagia tormenta por la actitud de él,
que la quiere como amiga aunque en el fondo quiera algo más, y la actitud de ella, que parece que se "enamora" de él, y por eso le molesta que llame a una geisha, y después cuando se emborracha va a buscarlo. |
Es muy significativo el tema del ballet, como el del reflejo en el espejo del primer capítulo. La realidad y su representación son diferentes, el reflejo es etéreo y bello, perfecto enmarcado en el paisaje del atardecer donde parece flotar, y el ballet en sus críticas y fotografías son la muestra de la belleza, que él no tiene interés en contrastar con la realidad, sobre todo si esa realidad no va a ser perfecta porque los bailarines serían japoneses, pero aunque fueran occidentales les faltaría esa perfección de la estética fotográfica.Y todo esto es algo muy común en la cultura clásica japonesa. Cuando lees el Genji monogatari, el gran clásico japonés del siglo XI, aunque puede existir la relación física entre hombre y mujer, los elementos románticos, de los que se enamora un hombre o una mujer, son diferentes a los occidentales. Es el acierto al escoger el color del obi, de alguno de los kimonos, la calidad del papel de las cartas, el tipo de tinta, la caligrafía, cualquier detalle de las cejas o párpados, cualquier gesto nimio, un rubor, eso en el caso de que se vieran en el caso de la novela clásica, eso es lo que enamora. Es esa perfección que en realidad no tiene que ver con la realidad. Los amantes muchas veces no llegan ni a verse directamente, solo a través de biombos, o algún atisbo, lo que se ve de la amada es su destreza con las flores, su gusto en la caligrafía, o al vestir, puesto que se llega a ver la ropa. En esta novela, a veces no se puede hablar de algo, no sería decoroso, por eso ella le escribe con el dedo su nombre en la palma de la mano y le dice que le gusta de esa forma.
En fin, me está gustando todo.