Saul Bellow

Pues eso, para hablar de un autor en general.

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madison
La dama misteriosa
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Saul Bellow

Mensaje por madison »

Saul Bellow
(10 de junio de 1915, Lachine, Canadá - 5 de abril de 2005, Brookline, Massachusetts, Estados Unidos)

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Escritor Canadiense y estadounidense de origen judío-ruso. Nació en Canadá, pero vivió desde pequeño en Estados Unidos (Cónyuge: Janis Freedman (m. 1989), Hijo: Adam Bellow, Padres: Abraham Bellows, Lescha Gordin). Fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1976.

Vida y trayectoria
Nació el 10 de junio de 1915 en Lachine (Quebec), en el seno de una familia judía, a los 9 años su familia (de origen ruso) se trasladó a Chicago. Participó como soldado en la II Guerra Mundial, estudió en la Universidad de Northwestern y fue profesor de la de Chicago. Estuvo casado en cinco ocasiones. Se le considera un referente dentro del grupo de escritores estadounidenses de religión judía de la segunda mitad del siglo XX.

Su primera novela, Hombre en suspenso (1944), refleja la ansiedad y la preocupación de un joven que espera ser movilizado en tiempo de guerra. A esta primera novela le siguió La víctima (1947). Tras obtener una beca de la fundación Guggenheim, Bellow vivió durante un tiempo en Europa, donde escribió la mayor parte de Las aventuras de Augie March (1953). Esta novela, un largo relato libremente estructurado con un héroe propio de la picaresca, ofrece un vivo y humorístico retrato de la comunidad judía de Chicago a través de un joven en busca de su identidad. La humanidad moderna, amenazada con perder su identidad pero aún no destruida espiritualmente, es el tema de sus obras posteriores, Carpe Diem (1956) y Henderson, el rey de la lluvia (1959). Herzog (1964) y El planeta de Mr. Sammler (1970), galardonadas con el National Book Award (Premio Nacional del Libro), retratan a los intelectuales judíos en su lucha contra el malestar espiritual que los rodea.

Bellow recibió el Premio Pulitzer en 1976 por El legado de Humboldt (1975) y tres meses más tarde fue laureado con el Premio Nobel de Literatura (1976) “por la comprensión y análisis sutil que realiza de la sociedad contemporánea en sus trabajos”. El legado de Humboldt está considerada una de sus mejores novelas y obra clave en la narrativa anglosajona del siglo XX, influida por las lecturas de Rudolf Steiner durante su período de escritura (entre 1972 y 1974). Se trata de una roman à clef en la que el protagonista, Charlie Citrine, es trasunto del propio Bellow y su mejor amigo y antiguo mentor, el poeta Von Humboldt Fleisher, es Delmore Schwartz (1913-1966) amigo en la vida real de Saul Bellow.

El autor prosigue su análisis de la cultura contemporánea en El diciembre del Decano (1982). Ida y vuelta a Jerusalén (1976) es un estudio reflexivo de su visita a Israel, mientras que en la novela Son más los que mueren de desamor (1987), Bellow regresa al escenario del Medio Oeste de Estados Unidos. En 1994 publicó una colección de ensayos titulada Suma y sigue. Su libro de relatos aún no traducido, Collected Stories, apareció en 2001 con un prefacio de Janis Bellow, entonces su esposa, y un prólogo de James Wood. En 1997 publicó una novela corta, La verdadera, y en 2000 su última novela, Ravelstein. En el 2005, se publicó en España, bajo la edición de Cículo de Lectores y Galaxia Gutenberg, una traducción de su colección de ensayos bajo el título "Todo cuenta. Del pasado remoto al futuro incierto".

Influencia
Ha influido en casi todos los escritores norteamericanos de origen judío, como Bernard Malamud (1914-1986), Howard Fast (1914-2003), Peter Viertel (1920-2007), Betty Friedan (1921-2006), Norman Mailer (1923-2007), Joseph Heller (1923-1999), Herbert Gold (1924), Allen Ginsberg (1926-1997), Neil Simon (1927), Ira Levin (1929-2007), William Goldman ( 1931), Philip Roth (1933), Paul Auster (1947), etc.

Philip Roth ha escrito:
"La columna vertebral de la literatura estadounidense del siglo XX fue proporcionada por dos escritores: William Faulkner y Saul Bellow."

Obra - Wikipedia en inglés
Novelas y novelas breves
El hombre en suspenso (Dangling Man, 1944)
La víctima (The Victim, 1947)
Las aventuras de Augie March (The Adventures of Augie March, 1953)
Carpe diem (Seize the Day, 1956)
Henderson, el rey de la lluvia (Henderson the Rain King, 1959)
Herzog (Herzog, 1964)
El planeta de Mr. Sammler (Mr. Sammler's Planet, 1970)
El legado de Humboldt (Humboldt's Gift, 1975), Premio Pulitzer 1976
El diciembre del decano (The Dean's December, 1982)
Mueren más por desamor (More Die of Heartbreak, 1987), también traducido el título como Son más los que mueren de desamor
La verdadera (The Actual, 1997)
Ravelstein (2000)

Colecciones de relatos cortos
Las memorias de Mosby y otros relatos (Mosby's Memoirs and Other Stories, 1968)
  • Las memorias de Mosby (Mosby's Memoirs)
    Irse de la casa amarilla (Leaving the Yellow House)
    El viejo sistema (The Old System)
    Buscando a Mr. Green (Looking for Mr. Green)
    Los manuscritos de Gonzaga (The Gonzaga Manuscripts)
    Un futuro padre (A Father-to-Be)
El hombre que hablaba demasiado (Him with His Foot in His Mouthm, 1984) Something to Remember Me By: Three Tales (1991) Cuentos reunidos (Collected Stories, 2001)

No ficción
Jerusalén, ida y vuelta (To Jerusalem and Back, 1976)n Memorias
It All Adds Up (1994); ensayos
Cartas (Saul Bellow: Letters, edited by Benjamin Taylor, 2010); Correspondencia

Wikipedia
_______________________
Fué gran amigo de P. Roth, no hemos hablado nada de él y creo que es sacrilegio, pienso ponerme al asunto.

—————
Editado por moderación añadiendo datos biográficos 20/11/2013
Última edición por madison el 31 Dic 2006 18:53, editado 1 vez en total.
misántropo
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Mensaje por misántropo »

Y aunque no hubiera sido amigo de Philip Roth también merecería hablarse de él.

Yo tengo Herzog como uno de mis libros pendientes pero ahora que estoy con Philip Roth creo que no me pondré por un tiempo con otro escritor judío-americano
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madison
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Mensaje por madison »

Ya, ya se que da igual que haya sido amigo de P. Roth o de otro cualquiera, lo puse como anecdota y porque Roth siempre presumía de ello.
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lucia
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Mensaje por lucia »

¿Hay dos Saul Bellows, Madi? :shock:
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misántropo
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Mensaje por misántropo »

Dos Saul Belows??? :shock:

por qué lo dices, lucía?

en mi post anterior se me olvidó poner una :P que si no queda un poco borde
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lucia
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Mensaje por lucia »

Porque Madi dice que el de Augie March no es suyo y fue ella la que abrió ese tema. :(
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Mensaje por misántropo »

ahhh yo lo que he entendido es que ha dicho que se ha hablado del libro pero no del autor. No que el libro no fuese de Saul Bellow
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madison
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Mensaje por madison »

Luci la navidad te deja secuelas :lol: :lol: :lol:

Claro que el libro es de Saul Bellow.

Misontropo entendió lo qe quise decir.

Que me gustaría poner aquí en autores biografias contadas no como los libros así de forma estática si no en plan mas simpatico
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madison
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Mensaje por madison »

:grupo:

Me gustó mucho El HOmbre en Suspenso, Herzog, y varios mas que he leido de él :wink: y encuentro una forma de escritura amena
LOSTintheFOG
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Mensaje por LOSTintheFOG »

Uno de los autores norteamericanos más importante e influyente del siglo XX junto a William Faulkner. Aquí os dejo unas opiniones de celebres, escritores sobre su figura. Dejo para el final la que más le gustará a madison :wink:

Extraño en un tren

Por John Cheever

Saul Bellow llega (a Yaddo, la colonia de escritores) a las once y media. Tiene la cara pálida y delgada, los ojos descomunalmente grandes, conese blanco sorprendente, y siento la profunda y a veces incómoda sensación de camaradería que sentiría con un extraño en un tren, como si en algún punto entre Montreal y Chicago hubiéramos compartido el peso de un tío autodestructivo. No es amistad ni conocimiento; pero cuando cruza el hall para decirme adiós, mi instinto es retenerlo, rogarle que se quede, aunque nunca tengo demasiado que decirle. Él prácticamente ha terminado otra novela, y yo no.

Saratoga Springs, 1961.
En Los diarios de John Cheever (1990).


Pródigo como la naturaleza

Por William Kennedy

Conocí a Saul Bellow en San Juan, en 1960, cuando se desempeñaba como profesor visitante en la Universidad de Puerto Rico y se encontraba en plena redacción de Herzog. Tenía cosas valiosas para decirme sobre lo que yo estaba escribiendo por aquel entonces, y sobre todo me hizo observaciones que todavía recuerdo: que el personaje es el elemento individual más importante al evaluar la valía de un autor; que un escritor no debe ser parsimonioso con su trabajo sino “pródigo, como la naturaleza”, que usa millones de espermatozoides cuando sólo uno es necesario para crear vida. También dijo que “la mayoría de los escritores no sabe mucho sobre la sociedad norteamericana porque están acostumbrados a observarla desde el punto de vista del inocente o el ignorado. Y en Estados Unidos, las fuentes del poder real jamás serán reveladas a los inocentes y a los ignorados”.

En Riding the Yellow Trolley Car (1993).

Un gran neurótico
Por Alberto Moravia

Saul Bellow era un intelectual muy agudo que, sin embargo, no hablaba de literatura sino de cuestiones normales, bastante comunes. Cuando lo conocí también me pareció un gran neurótico, un neurótico de una especie difícil de definir. Le tengo aprecio por varias razones. Primero por sus libros, siempre extremadamente agradables, algunos francamente bellos, que ofrecen la visión de la sociedad norteamericana de alguien que pertenece a ella. La novela que prefiero es Carpe Diem, la breve y conmovedora historia de un padre y un hijo. La segunda razón de mi aprecio es algo que un romano como yo no puede pasar por alto: Bellow parece un cardenal o un obispo, de los que tienen la mirada benevolente y la prudencia sardónica. Sé que desaprueba lo que escribo sobre asuntos sexuales, pero eso es lógico en un gran prelado.

En Vida de Moravia (2000), escrita junto a Alain Elkann.

La ciudad y los perros
Por Ian McEwan

Cuando muere un gran escritor –un acontecimiento poco habitual, ya que se trata de una raza escasa– ofrecemos nuestros respetos con una visita a nuestra biblioteca o a una librería; el lamento y la celebración se funden honorablemente. Pasará algún tiempo antes de que tomemos conciencia de la verdadera magnitud de los logros de Saul Bellow, y no hay motivo para no empezar con algo pequeño, una frase que ya forma parte de nuestro mobiliario mental y de los placeres de la vida. Después de todo, un buen lector –como Nabokov advirtió a sus alumnos– “debería notar y disfrutar los detalles”. Los amantes de Bellow suelen evocar un perro que ladra desamparado en Bucarest durante la larga noche de la dominación soviética en Rumania. El perro es oído por un visitante norteamericano, Dean Corde, el típico héroe soñador bellowiano de El diciembre del decano, quien se imagina esos sonidos como una protesta contra la estrechez del entendimiento canino, y ruega: “¡Por el amor de Dios, abran el universo un poco más!” Aprobamos esa observación porque, en un sentido, somos ese perro, y Saul Bellow nos oyó y nos complació.

Son más las que mueren de desamor
Por Elizabeth Hardwick

Conocí a Saul Bellow en los círculos literarios de la Partisan Review, al comienzo de su carrera. Todos éramos conscientes de su enorme sentimiento de valía, que él compartía de un modo adecuado. También recuerdo un buen número de mujeres jóvenes que, en el momento de presentarse, decían: “Hola, soy la novia de Saul Bellow”. Sin embargo, fue la brillante Dangling Man la que terminó dejando su marca.

Una tortuga omnisciente
Por Martin Amis

En la antesala del Arts Club, el señor Bellow era identificable no por ciertos signos de decadencia sino por su figura compacta y aseada y por su expresión de cortés vigilancia. Yo tenía conmigo un ejemplar de El diciembre del decano, por entonces su última novela, que estaba releyendo. “Como verá –me dijo cuando entramos al comedor–, éste no es para nada un club de artes.” De hecho, el pomposo restaurante era uno de los muchos ejemplos del flirteo (o la relación paródica) de Chicago con la alta cultura. “Ahí hay un Braque, un De Kooning, un dibujo de Matisse. Pero sólo es un club para que almuercen amas de casa elegantes.”

Bellow tiene 68 años. Su pelo es blanco y periférico, pero los ojos todavía son del color de la cocaína cara. La boca, generosa y a la vez combativa, combinada con las cejas arqueadas, le dan a su cara una redondez animada. En reposo, la cara es más cuadrada y dura. Parece una tortuga omnisciente.

En The Moronic Inferno, and Other Visits to America (1986).

Rugiendo ante el silencio
Por Arthur Miller

En 1956, yo había ido a pasar a Pyramid Lake las primeras seis semanas de mi divorcio en Nevada. Saul Bellow, con quien compartía editor, Pascal Covici de Viking Press, estaba en Nevada por el mismo motivo, y Covici le había pedido que me ayudara a encontrar un lugar donde vivir. Bellow había tomado una de las dos cabañas frente al lago. Yo tomé la otra. Él estaba trabajando en su novela Henderson, rey de la lluvia.

Nos rodeaba una cortina de montañas bajas y grises que cambiaba permanentemente sus magentas al ritmo del sólido silencio de los días. A veces, Saul pasaba media hora detrás de una colina, a un kilómetro de las cabañas: vaciaba sus pulmones rugiendo a la quietud, un ejercicio de self-contact, supongo, y el acontecimiento del día. Ya había acumulado una biblioteca lo suficientemente grande como para satisfacer a una universidad pequeña.

Una vez por semana íbamos en su Chevrolet hasta Reno a comprar verduras y lavar la ropa. No nos cruzábamos con un solo auto en los sesenta kilómetros de viaje. Era un buen lugar para pensar para quien se atreviera a hacerlo, y había suficiente espacio para la esperanza y privacidad para la desesperación.

En Timebends: A Life (1987).

Bellow y el universo
Por Alfred Kazin

Conocí a Saul Bellow cuando acababa de llegar de Chicago: arrastraba una conciencia de su destino como novelista que excitaba a todos los que lo rodeaban... Mientras lo acompañaba a cruzar el puente de Brooklyn y le mostraba mis calles favoritas en Brooklyn Heights, miró mi ciudad con un desprendimiento asombroso. Parecía estar midiendo las fuerzas ocultas de cada una de las cosas del universo, desde la mugre industrial de los alrededores del puente hasta las prima donnas de la novela norteamericana, desde los últimos efectos producidos por Hitler hasta las tensiones de masas en Nueva York. Estaba midiendo el poder que tenía el mundo para resistírsele, se estaba erigiendo a sí mismo en contrincante. Aunque era amistoso, sin pretensiones y divertido, tenía una ambición y un sentido de la dedicación que nunca antes había visto en un intelectual judío: Bellow esperaba que el mundo fuera hacia él. Se había prometido un gran destino. Iba a tomar más que el resto de nosotros.

Nueva York, 1943.
En New York Jew (1978).


El Colón de los inmigrantes
Por Philip Roth

Bellow me dijo en cierta ocasión: “En alguna parte de mi sangre judía e inmigrante hay claras huellas de duda sobre si tengo o no tengo derecho a ejercer el oficio de escritor”. Con ello venía a indicar que, al menos en parte, esa duda impregnaba su sangre porque “nuestro querido establishment blanco, anglosajón y protestante, integrado mayormente de profesores formados en Harvard” no consideraba que un hijo de inmigrantes judíos estuviera calificado para escribir libros en inglés. Esa gente lo sacaba de quicio.

Puede haber sido el precioso don de una cólera adecuada lo que lanzó a Bellow a escribir este tercer libro suyo no con las palabras “Soy judío, hijo de inmigrantes”, sino muy diferentemente, permitiendo que ese hijo de inmigrantes judíos que es Augie March rompiera el hielo con los profesores formados en Harvard (y en cualquier otro sitio) decretando rotundamente, sin excusas ni combinaciones de palabras: “Soy norteamericano, nacido en Chicago”.

Abrir Augie March con esas cinco palabras da muestras del mismo gusto por la afirmación que los hijos musicales de los inmigrantes judíos –Irving Berlin, Aaron Copland, George Gershwin, Ira Gershwin, Richard Rodgers, Lorenz Hart, Jerome Kern, Leonard Bernstein– aportaron a las radios, teatros y salas de concierto de Estados Unidos, reclamando su derecho a Norteamérica (como tema, como inspiración, como público) en canciones del tipo de “God Bless America”, “This Is the Army, Mr. Jones”, “Oh How I Hate to Get Up in the Morning”, “Manhattan” y “Ol’Man River”; en musicales como Oklahoma!, West Side Story, Porgy and Bess, On the Town, Show Boat, Annie Get Your Gun y On Thee I Sing; en músicas para ballet como Appalachian Spring, Rodeo y Billy the Kid. En los años ‘10, cuando la inmigración aún estaba en marcha, en los ‘20, en los ‘30, en los ‘40, incluso ya entrados los ‘50, ninguno de aquellos chicos criados en Estados Unidos, cuyos padres o abuelos hablaban idish, tenía el más pequeño interés en escribir cosas kitsch sobre villorrios judíos, como ocurrió en los ‘60 con El violinista en el tejado. La emigración de sus familias los había liberado de la ortodoxia piadosa y del autoritarismo social que constituían una caudalosa fuente de claustrofobia de villorrio, de modo que ¿por qué iban a hacerlo? En un país secular, democrático, nada claustrofóbico, como Estados Unidos, Augie –él lo dice– hará “las cosas como yo mismo me he enseñado a hacerlas, al estilo libre”.

Esta afirmación de ciudadanía inequívoca, indeleble, en la Norteamérica del estilo libre (y el libro de quinientas y pico páginas que la sigue), era precisamente el toque de osadía requerido para abolir las dudas que a alguien pudieran quedarle sobre las credenciales literarias norteamericanas de un hijo de inmigrantes como Saul Bellow. Augie, muy al final del libro, exclama con su habitual exceso: “Miradme cómo voy a todas partes. Soy una especie de Cristóbal Colón de los que tengo a mano”. Yendo a donde sus superiores en pedigrí nunca habrían creído que tuviera derecho a ir con el lenguaje norteamericano, Bellow fue, es cierto, el Cristóbal Colón de la gente como yo, de los nietos de inmigrantes que quisieron ser escritores norteamericanos detrás de él.

En El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras (2001).
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Judy Bolton
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Mensaje por Judy Bolton »

Muy buena la recopilación LOSTintheFOG, para conocer un poco a Bellow a través de otros importantes autores.
Solo he leido de este hombre Carpe Diem y se me hizo bastante pesada y algo complicada a pesar de su brevedad. Tenía que haber empezado por Herzog, que es su novela más celebrada en general, y así ahora no tendría pendiente seguir con Bellow (o sí, si me hubiera gustado mucho), la dejo apuntada en pendientes.
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M. Corleone
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Re: Saul Bellow

Mensaje por M. Corleone »

Me gustaría que me recomendarais un libro de Saul Bellow, del que no he leído nada. Eso sí: me gustaría uno -para empezar- que fuera "enganchante" y no excesivamente árido o duro de leer. Tened en cuenta que será el primero que me leo del autor, y un chasco inicial (ante una novela demasiado compleja o sesuda) podría hacer que lo relegara al rincón de los "menudo tostón de autor".

Así que, hacedme el favor: una recomendación de Bellow para no iniciados.

Gracias.

PD: Ya que estáis, ¿me podríais recomendar algo de Faulkner que atienda a las mismas premisas?

PD 2: Sí, estoy en mi época de "vamos a rellenar los huecos de literatura estadounidense del s. XX que tenemos...".
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madison
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Re: Saul Bellow

Mensaje por madison »

una recomendación de Bellow para no iniciados.
De eso no tenemos, sencillamente porque no existe
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HERMANN
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Re: Saul Bellow

Mensaje por HERMANN »

Yo he descubierto a este autor hace relativamente poco. Por supuesto sabía de su importancia y sabía sobre él a través de otros escritores como P. Roth.
El caso es que he leído en los últimos dos años los siguientes libros de él:
Henderson, el Rey de la Lluvia
Carpe Diem
LA verdadera
Herzog
El planeta de Mr. Sammler
Todo cuenta

Éste último es una recopilación de artículos, ensayos y reflexiones muy divertidas e inteligentes.
Herzog es su obra maestra pero si tuviera que elegir una por su "enganchamiento" -para eso lo mejor leer la trilogía del sueco que lee ahora todo el mundo- elegiría Henderson el rey de la lluvia. La novela es un despipote. Imaginaros un americano millonario, separado varias veces que se va al rincón más apartado de África a convivir con una tribu. A mi me gustó pero, repito, no es un autor de obras que enganchen.
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M. Corleone
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Re: Saul Bellow

Mensaje por M. Corleone »

Vale, me voy a tener que explicar mejor, porque veo que estamos tiquismiquis... :D

Ya sé (por lo que he leído) que no es un autor sencillo, y que no es un escritor de best-seller, pero pedía que, dentro de la dificultad o esfuerzo que pueda suponer la lectura de algunos de sus libros, me recomendarais (para empezar por algo menos árido) los que pudieran ser (dentro de su tónica general de libros complejos) los más accesibles.

Me quedo con el de "Henderson, el rey de la lluvia", a ver si lo encuentro, y si soy capaz de subir el primer puerto de montaña, ya iré a por la victoria de etapa, con "Herzog".

¿De Faulkner ni "mu"? Pues me voy al hilo de Faulkner a re-preguntar, para que veais lo insistente que puedo llegar a ser...
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