Villasanta de la Estrella, una extraña visión de la capital jacobea, es un lugar mágico donde se mezclan anarquistas con fantasmas de los templarios, un profesor neurótico con la estatua parlante de Felipe II, y el arzobispo con los vikingos del rey Olaf, que mil años después vuelven para conquistar Galicia. La obra mezcla la fantasía, el relato realista y la profunda mirada crítica de Torrente Ballester en un argumento hilarante e irónico, mientras el escritor nos cuenta cómo se hace una novela.
Fragmentos de Apocalipsis es la segunda entrega de la llamada «trilogía fantástica», y obtuvo el Premio de la Crítica en 1977. La 1ª es La saga/fuga de J.B.,y la 3ª, La isla de los Jacintos Cortados
Fragmentos de Apocalipsis - G. Torrente Ballester
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Fragmentos de Apocalipsis - G. Torrente Ballester
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Re: Fragmentos de Apocalipsis - G. Torrente Ballester
Estoy leyendo esta novela; llevo poco menos de la mitad. Quizá por los arduos debates que he mantenido últimamente con los postmodernistas del foro, lo que más me está llamando la atención de esta novela es lo "postmoderna" que es.
Una de las características del posmodernismo es la mezcla entre la narración y lo narrado, entiendo (según he leído) que porque algunos pensadores de esta corriente identificaban la transcripción de un determinado hecho con el hecho mismo, lo que llevó a algunos, incluso, a cuestionar la objetividad del pensamiento científico occidental y a alegar que todas las mitologías son ciertas en su contexto cultural y que no hay razón para considerar mejor, por ejemplo, la cosmología del big bang que la teoría sobre la creación del universo que sostiene una determinada civilización. Con independencia de que esto sea una soberana estupidez, entiendo que pudo tener (o puede tener) una cierta influencia sobre la literatura. En particular, creo que las reflexiones metaliterarias y la mezcla entre realidad ficticia y narración de esa realidad ficticia son más o menos habituales en al menos algunas novelas posmodernistas. Por ejemplo, en Sabático, de John Barth, los protagonistas identifican la historia que están viviendo con la novela autobiográfica que piensa a escribir uno de ellos, hasta el punto que, en determinados pasajes, no está claro si novelará lo que están viviendo o si viven lo que va a novelar.
La principal característica de Fragmentos de Apocalipsis es precisamente esta, si bien exagerada hasta el absurdo y adornada con el particular sentido del humor de Torrente Ballester (un sentido del humor similar al que utilizó en La saga/fuga de J.B. Así, el protagonista-narrador se inventa lo que va novelando, lo que le permite, entre otras cosas, mezclar elementos realistas con otros absolutamente fantásticos, por ejemplo la vida de un anarquista cuya familia vive sumida en la pobreza con un dragón de siete cabezas cada una de las cuales canta en un tono diferente. Además, la novela no transcurre según un esquema más o menos tradicional; al contrario, el argumento va saltando de una acción a otra, de un narrador a otro, de un estilo a otro..., lo que crea una extraña sensación de caos. Todos estos fragmentos tienen en común algunos personajes y, sobre todo, el humor de Torrente Ballester, que constituye un contrapunto extraordinario, pues afianza la impresión de que lo que se está leyendo es una coña.
Todo lo anterior resulta llamativo por la época, no de la novela (se publicó en 1977), sino del escritor. Torrente Ballester puede considerarse de la quinta de Cortázar (era cuatro años mayor), Borges (era once años más joven) y Faulkner (era trece años más joven), y más o menos estaba en un punto intermedio entre los renovadores del XX (Joyce y Woolf, por ejemplo) y los posmodernistas más viejos (Barth y Pynchon, por ejemplo).
Seguiré comentando.
Una de las características del posmodernismo es la mezcla entre la narración y lo narrado, entiendo (según he leído) que porque algunos pensadores de esta corriente identificaban la transcripción de un determinado hecho con el hecho mismo, lo que llevó a algunos, incluso, a cuestionar la objetividad del pensamiento científico occidental y a alegar que todas las mitologías son ciertas en su contexto cultural y que no hay razón para considerar mejor, por ejemplo, la cosmología del big bang que la teoría sobre la creación del universo que sostiene una determinada civilización. Con independencia de que esto sea una soberana estupidez, entiendo que pudo tener (o puede tener) una cierta influencia sobre la literatura. En particular, creo que las reflexiones metaliterarias y la mezcla entre realidad ficticia y narración de esa realidad ficticia son más o menos habituales en al menos algunas novelas posmodernistas. Por ejemplo, en Sabático, de John Barth, los protagonistas identifican la historia que están viviendo con la novela autobiográfica que piensa a escribir uno de ellos, hasta el punto que, en determinados pasajes, no está claro si novelará lo que están viviendo o si viven lo que va a novelar.
La principal característica de Fragmentos de Apocalipsis es precisamente esta, si bien exagerada hasta el absurdo y adornada con el particular sentido del humor de Torrente Ballester (un sentido del humor similar al que utilizó en La saga/fuga de J.B. Así, el protagonista-narrador se inventa lo que va novelando, lo que le permite, entre otras cosas, mezclar elementos realistas con otros absolutamente fantásticos, por ejemplo la vida de un anarquista cuya familia vive sumida en la pobreza con un dragón de siete cabezas cada una de las cuales canta en un tono diferente. Además, la novela no transcurre según un esquema más o menos tradicional; al contrario, el argumento va saltando de una acción a otra, de un narrador a otro, de un estilo a otro..., lo que crea una extraña sensación de caos. Todos estos fragmentos tienen en común algunos personajes y, sobre todo, el humor de Torrente Ballester, que constituye un contrapunto extraordinario, pues afianza la impresión de que lo que se está leyendo es una coña.
Todo lo anterior resulta llamativo por la época, no de la novela (se publicó en 1977), sino del escritor. Torrente Ballester puede considerarse de la quinta de Cortázar (era cuatro años mayor), Borges (era once años más joven) y Faulkner (era trece años más joven), y más o menos estaba en un punto intermedio entre los renovadores del XX (Joyce y Woolf, por ejemplo) y los posmodernistas más viejos (Barth y Pynchon, por ejemplo).
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Re: Fragmentos de Apocalipsis - G. Torrente Ballester
Terminada la lectura.
Fragmentos de Apocalipsis es un auténtico despropósito: personajes que entran y salen, historias que se interrumpen, inverosimilitudes por todas partes, cambios de estilo y de perspectiva injustificados... Y, sin embargo, es una novela extraordinariamente divertida y muy interesante.
Entiendo que Torrente Ballester pretendía escribir precisamente lo que escribió: un conjunto de desbarres que tienen como único punto en común Villasanta de la Estrella, un pueblo similar a, y que sufre el mismo destino que, Castroforte del Baralla, aquél en el que se desarrolla La saga/fuga de J. B.. En el prólogo de la segunda edición de la novela, el autor la comenta en detalle e identifica este desbarre como el caos mental del proceso creador: el conjunto de las ideas, muchas de ellas descabelladas, que van surgiendo y se desvanecen. Así, Fragmentos del Apocalipsis no se presenta como una novela, sino como un diario de trabajo que testifica la construcción de una novela.
Sea una u otra cosa, lo importante es todo lo que puede hallar en ella el lector. Desde reflexiones sobre y críticas al género novelístico, hasta un conjunto de desventuras hilarantes y escritas con gran maestría. Quien busque realismo, encontrará realismo; quien busque posmodernismo, encontrará posmodernismo; quien busque romanticismo, encontrará romanticismo; quien busque ciencia-ficción, encontrará ciencia-ficción. ¿Es todo esto lógico y razonable? No lo sé. Sólo sé que es divertido y que Torrente Ballester supo escribirlo de forma que el lector es plenamente consciente del despropósito y disfruta con él.
Fragmentos de Apocalipsis es un auténtico despropósito: personajes que entran y salen, historias que se interrumpen, inverosimilitudes por todas partes, cambios de estilo y de perspectiva injustificados... Y, sin embargo, es una novela extraordinariamente divertida y muy interesante.
Entiendo que Torrente Ballester pretendía escribir precisamente lo que escribió: un conjunto de desbarres que tienen como único punto en común Villasanta de la Estrella, un pueblo similar a, y que sufre el mismo destino que, Castroforte del Baralla, aquél en el que se desarrolla La saga/fuga de J. B.. En el prólogo de la segunda edición de la novela, el autor la comenta en detalle e identifica este desbarre como el caos mental del proceso creador: el conjunto de las ideas, muchas de ellas descabelladas, que van surgiendo y se desvanecen. Así, Fragmentos del Apocalipsis no se presenta como una novela, sino como un diario de trabajo que testifica la construcción de una novela.
Sea una u otra cosa, lo importante es todo lo que puede hallar en ella el lector. Desde reflexiones sobre y críticas al género novelístico, hasta un conjunto de desventuras hilarantes y escritas con gran maestría. Quien busque realismo, encontrará realismo; quien busque posmodernismo, encontrará posmodernismo; quien busque romanticismo, encontrará romanticismo; quien busque ciencia-ficción, encontrará ciencia-ficción. ¿Es todo esto lógico y razonable? No lo sé. Sólo sé que es divertido y que Torrente Ballester supo escribirlo de forma que el lector es plenamente consciente del despropósito y disfruta con él.
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