Traducción de Manuel Ortuño
Colección: El Club Diógenes / CD-270
año: 2008
ISBN: 97884-7702-617-4
págs: 336
precio: 10,00EUR
Macabro, ácido, ingenioso, satírico, elocuente, humorístico, inteligente... todos estos adjetivos pueden aplicarse a Saki y a su obra. Quienes hayan disfrutado de la lectura de Animales y más que animales recordarán sin duda a Clovis, uno de los héroes decadentes y escépticos –cuya lengua epigramática le haría digno de figurar en cualquier obra de Oscar Wilde– de los que se vale Saki para zarandear y mortificar a la sociedad eduardiana de su tiempo.
En las Crónicas de Clovis el lector encontrará todos los elementos que caracterizan la obra de Saki, desde lo puramente macabro al humor más disparatado, sazonado con diálogos ingeniosos y personajes tan absurdos que sólo pueden ser británicos. Todos los cuentos de Saki son un ejemplo de brevedad y eficacia; un cuchillo lanzado al lector, ya sea para provocar su risa o moverle al espanto. No es extraño que entre sus discípulos se encuentren Tom Sharpe y Roald Dahl. «Si empiezas un relato de Saki, lo terminarás. Cuando lo hayas terminado, querrás empezar otro; y cuando los hayas leído todos, jamás los olvidarás», decía Tom Sharpe. Y en palabras de Borges: «Con una suerte de pudor, Saki da un tono de trivialidad a relatos cuya íntima trama es amarga y cruel. Esa delicadeza, esa levedad, esa ausencia de énfasis puede recordar las deliciosas comedias de Wilde».
Extracto sacado de SolodelibrosOtra de las más conocidas recopilaciones de cuentos es la de ‘Las crónicas de Clovis’, cuyo protagonista comparte rasgos principales —cinismo, socarronería— con Reginald, aunque quizá las historias de esta serie sean un tanto más oscuras, más críticas con la condición humana. Un cuento como ‘Ministros de la gracia’, en el que los principales políticos son sustituidos por ángeles que tratan de pacificar las sesiones parlamentarias, es un ejemplo perfecto de la visión penetrante y cargada de ironía de Saki, que desconfiaba de la voluntad humana de hacer el bien, incluso de la posibilidad de entendimiento. Sus personajes son siempre figuras extremas: bien cáusticos enfermizos que parecen estar por encima de las convenciones sociales (como Clovis, cuyas travesuras suelen suponer una merma considerable para la autoestima y reputación de sus víctimas), bien apocados e indecisos que no saben qué papel encarnar en el escenario —siempre surrealista y casi primitivo— social. Esto es ridiculizado al extremo en el relato ‘La transformación de Groby Lington’, en el que se muestra la influencia de un animal (algo externo, ajeno al ser humano) sobre un hombre normal y corriente, que se ve abocado a realizar actos poco naturales.