En mitad de la bruma y la tiniebla después de la batalla, Enoch Wallace sobrevivió, y fue elegido por el Universo para una responsabilidad que ningún otro hombre en la tierra podría sobrellevar jamás. Enoch Wallace, el protagonista de ESTACIÓN DE TRÁNSITO, se erigirá en el nuevo redentor de la Humanidad, se convertirá, muy a su pesar, en un héroe viejo y cansado.
No cabe duda de que el mayor acierto de Simak en esta novela, aquello que la hace hermosa y, ante todo, inolvidable, es precisamente el conseguir hacernos partícipes del castigado espíritu de ese maravilloso personaje que es Enoch Wallace. Un hombre simple que camina solo contra el cosmos por el sendero de eternidad regalado por deidades extraterrestres que poco o nada quieren saber de los hombres. Que sabe más del Universo y de la vida de lo que jamás hombre alguno de ciencia ha sabido, pero se ve obligado a callar. Un hombre que, de repente, se ve en la tesitura de decidir el destino de toda la Tierra, defenderla del resto de Universo y de ella misma… para terminar siendo, una vez más, un solitario testigo mudo durante el resto de la eternidad.
El carácter que Simak imprime a su personaje, así como la sobriedad y la determinación con los que éste afronta sus actos y asume las consecuencias, sabiendo como sabemos los lectores todo lo que hay en juego, son sencillamente deslumbrantes y nos atrapan desde el principio. No en vano Simak, muy hábil, nos hace caer de lleno en la trampa; los lectores, simples mortales, somos sabedores a través de la historia de Wallace, de un secreto que no deberíamos conocer, y asistimos en directo y en asientos de primera fila al juicio del Cosmos contra la Humanidad. En él, Enoch Wallace, que se sabe el hombre con la mayor responsabilidad de la Tierra, es nuestro letrado… y en momento alguno su rectitud y honestidad para con la raza humana a la que él mismo pertenece nos defrauda.
Simak fue capaz de ilustrar a la perfección cómo se puede hacer excelente literatura, excelente ciencia ficción, sin complicadas teorías ni términos científicos ininteligibles, tan solo mediante, eso sí, mucho talento y sentido de la maravilla.
© Javier Iglesias Plaza, 1 de abril de 2003 Créditos
EDIT: he borrado algunos párrafos que creo que detallaban demasiado la novela, algunas veces me pongo a hacer copy&paste y no leo todo lo que viene en la reseña