Perturbado (Sin género concreto)

[Tente]

Subió al tren con desgana. Aquello suponía el final de sus merecidas vacaciones y nunca un mes había durado tan poco. Ya tocaba volver a su vida rutinaria de guardaespaldas, resignarse a ser la sombra de cualquier testigo protegido o de algún paranoico con suficientes recursos para pagarle. Había disfrutado de la tranquilidad que da el cuidar exclusivamente de uno mismo, por eso eligió una pequeña capital de provincia en la que felizmente nunca pasa nada grave. Allí se habría muerto de asco el más sagaz de los periodistas de sucesos, nadie recordaba un hecho violento en los últimos años. De hecho, había dejado su arma bien escondida nada más llegar a la modesta casa que alquiló y nunca había salido a la calle con ella, todo un lujo para quién el resto del año se sentiría desnudo sin palparla de vez en cuando.

Le costó llegar a su asiento porque justo en el momento de acceder al tren a un joven con pintas de ejecutivo se le ocurrió pararse a hablar por teléfono como si se tratara del único viajero. Vagón 20, asiento P24, pasillo como siempre. Detrás de él se sentaron cuatro jóvenes medio desnudas dispuestas a desgañitarse en un idioma extraño, aunque podría ser que hablaran en castellano pero como todas gritaban a la vez, el resultado era un barullo indescifrable, caótico. A su derecha, en ventanilla, una mujer de mediana edad tuvo a bien descalzarse y colocar los pies a escasos centímetros de su nariz, quizás para presumir de uñas bien pintadas. Enfrente de él dos niñatos con granos desenfundaron enormes bocadillos que mordieron con tanta voracidad que varias migajas húmedas fueron a parar a su cara. Al fondo del vagón alguien generoso decidió compartir con todos una musiquilla horrible y una adolescente flipaba y flipaba por el móvil, osea y tal, porque es muy fuerte, tía.

El tren arrancó, ya no había escapatoria. Eran más de seis horas de viaje, de tortura. Sintió como si en cada oído un mono furioso golpeara una pandereta y supo que no podría resistirlo. Había vivido situaciones de máxima tensión, incluso con muertos por medio, pero aquello era demasiado. Se levantó como pudo y tras esquivar piernas y maletas consiguió llegar hasta el lavabo donde cargó su arma poco a poco, sin prisas, disfrutando del repentino silencio. Y volvió a su vagón dispuesto a darle a cada uno su merecido, suponiendo que dispusiera de suficientes balas para ello.

La trágica noticia ocupó todas las portadas de la prensa del día siguiente. Un perturbado disparó indiscriminadamente a sus compañeros de viaje matando a seis de ellos. Sin duda había perdido la cabeza, acabó con sus vidas sin ningún motivo.

[Tente]

Se podría decir que este relato está basado en hechos reales. Lo escribí al llegar a casa tras un viaje en tren horrible, en parecidas circunstancias a las descritas en él. Por suerte, no soy guardaespaldas ni tengo un arma.

Fue mi manera de vengarme de mis compañeros de viaje, un poco drástica pero ficticia.

[evilaro]

Pues Tente...

Me parece bien hilvanado...

A veces tengo esos mismos deseos

Saludos

Emilio

[lucia]

¿Y no hubiese sido más fácil ponerse unos cascos para no oír nada?

[Tente]

¿Y no hubiese sido más fácil ponerse unos cascos para no oír nada?

Sí, pero entonces no habría historia que contar.

[lucia]

[Ginebra]

muy buena manera de descargar tu furia!!