Al otro barrio
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Al otro barrio
AL OTRO BARRIO
Se llama Charly Dom, aunque realmente su apellido es Domínguez pero sabía que, utilizando ese apócope, impondría temor y respeto, aunque lo que realmente producía cuando lo conocían era risa.
En la gasolinera vio una ocasión que se presentaba que ni pintiparada. Alguien había ido a la caja a pagar dejando en el coche a una viejecita. Cogería el vehículo, secuestraría a la anciana y pediría un buen rescate por ella.
Entró por la puerta del asiento del conductor y la secuestrada comenzó a gritar, mientras buscaba las llaves de contacto para poner en marcha el motor, pero el muy bastardo se las había llevado con él.
A los gritos acudieron tres matones, Charly se bajó precipitadamente del coche y, cuando huía, de un zancadilla se fue de bruces al suelo.
—¡Y ahora vete al otro barrio, miserable secuestrador de ancianas!
Evidentemente no sonó ningún disparo. Carlos se levantó y puso los pies en polvorosa mientras a su espalda escuchaba las risas que le devolvían a la realidad.
Apretó los puños y los dientes mientras escapaba despavorido pensando que, posiblemente tenían razón: debería quedarse para siempre en su barrio pijo y elegante, y no volver nunca más a ese barrio de las afueras lleno de maleantes bravucones.
Se llama Charly Dom, aunque realmente su apellido es Domínguez pero sabía que, utilizando ese apócope, impondría temor y respeto, aunque lo que realmente producía cuando lo conocían era risa.
En la gasolinera vio una ocasión que se presentaba que ni pintiparada. Alguien había ido a la caja a pagar dejando en el coche a una viejecita. Cogería el vehículo, secuestraría a la anciana y pediría un buen rescate por ella.
Entró por la puerta del asiento del conductor y la secuestrada comenzó a gritar, mientras buscaba las llaves de contacto para poner en marcha el motor, pero el muy bastardo se las había llevado con él.
A los gritos acudieron tres matones, Charly se bajó precipitadamente del coche y, cuando huía, de un zancadilla se fue de bruces al suelo.
—¡Y ahora vete al otro barrio, miserable secuestrador de ancianas!
Evidentemente no sonó ningún disparo. Carlos se levantó y puso los pies en polvorosa mientras a su espalda escuchaba las risas que le devolvían a la realidad.
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Última edición por takeo el 02 Abr 2007 13:53, editado 2 veces en total.
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