Tu mirada fría me inquieta hasta que descubro que no esconde otra cosa que dolor y sufrimiento. Tus manos temblorosas y el sudor que recorre tu frente mientras me amenazas no significan nada más que tu alma en el filo del abismo. El abismo que separa la nada y la creencia de tener algo.
Odioso fue el daño que inflingiste sobre mí. No te engañes, no fue el coste material de lo que ahora no tengo. Las ganas de convivir contigo fue lo que realmente te llevaste. Las ganas de perdonarte si yo fuera tu verdugo. No te compadezco.
Olvídate de mi perdón. Olvídate de que un día te cruzaste con un chico lleno de ilusiones.
Olvídate de que te las llevaste.