La memoria del tiempo - cuento corto

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Sagan
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La memoria del tiempo - cuento corto

Mensaje por Sagan »

La memoria del tiempo


- ¿No vas a poner nuestra canción?
- Talvez. Puedo poner cumbia si quieres.
- No eres tan malo como pareces
Siempre ocurría de esa manera. Pero segundos después, las notas de una canción de Stevie Wonder resonaban y ella y yo bailábamos cada segundo como si fuera el último.


El aroma del café me despertó. Tratando de aspirar su olor, me di cuenta de lo engripado que estaba. En la cocina, el bote de basura lucía a reventar, en su mayoría lleno de pañuelos. Desconecté la cafetera y no me molesté en guardarla, pues sabía que más tarde la necesitaría. Tras hacer unas llamadas, no pude evitar darme cuenta que mi voz sonaba diferente. Culpé a la gripa y a las malditas medicinas que me habían prescrito el día anterior en una forzada visita al doctor. Segundos después de colgar, me pareció haber escuchado la voz de alguien más, pero descarté la idea pues bien sabía que no había nadie en la casa. Por aquello de las dudas, abrí la puerta del baño y corrí la cortina. Si alguien se había metido a robar, creo que tras la cortina era el lugar más apropiado para esconderse; y de cualquier modo siempre he tenido una obsesión con tirar de la cortina cuando escucho algún ruido. Deseché la idea de inmediato y de pronto caí en la cuenta de que lo que había escuchado no era sino mi propia voz, haciendo eco como de costumbre, pero sonaba tan diferente que el eco la modificaba aún más. Y, como un flashback como de los que usan en las películas, el porqué de todo aquello se fue haciendo más claro conforme los recuerdos cobraban vida y formaban una imagen semi clara en mi mente.

La vi acercarse lentamente por la explanada de la escuela. Lucía cabizbaja, y a esa distancia apenas pude reconocer que era ella. El viento rompía nuestro silencio con cada ráfaga como relámpago en una tormenta. Después de un rato, uno de los dos dijo:
- Tenemos que hablar.
Y hablamos. Más con silencios que con palabras, pero al final todo lo que se tenía que decir se dijo. La última vez que la vi, el hombre que ahora estaba a su lado pronunció unas palabras que no me he molestado en olvidarlas.
- Apártate. Y no la busques. Jamás.


Lo creí imposible. No, mi voz no podía parecerse a la de él. Por un momento, deseé estar sordo para no volver a escuchar esa voz. Pero me escuché de nuevo, sólo para comprobarlo. Y no sólo sonaba como la de él, sino que era la de él. No lo dudé y fui a la farmacia y compré mi salario semanal en pastillas antigripales.
Y como temía, al cabo de unos días la situación empeoró.
Desde que había aceptado el trabajo de supervisor en el restaurante, no me había tomado un solo dia de vacaciones. Al fin y al cabo, ¿para qué? Si quería descansar, lo hacía en las noches. Decidí tomar todos los que me debían y me ausenté más de un mes. Fueron treinta y cinco días de lucidez, soledad, y más que nada, de silencio. No ir a ningún lado significaba no tener que hablar, no tener que escuchar su, mi voz, evitar recordar el pasado, ignorar los recuerdos que me asaltaban al azar en cualquier momento del día. Cuando volví al restaurante, tuve dificultades serias para comunicarme y pareciera que cualquier sonido que saliera de mi lengua era un trabalenguas en algun idioma desconocido. Mi jefe se dio cuenta y me dio el dia libre, "para recuperar el ritmo". Esa noche tomé más café del habitual y no pude dormir. Para curar el insomnio, salí en busca de aire fresco. La noche había adquirido un color rojo, como el de Marte, luego recordé que en ese momento estaba sucediendo un eclipse, mi evento favorito de mirar. Miré al cielo de reojo y encontré la luna, y mi mirada se detuvo en la constelación de Orión.

- ¿Y esa cuál es?
- Esa, es tu estrella. Esa y todas las demás.
- No, en serio.
- Se llama Orión, pero el nombre no importa.
- Te quiero


Nunca le contesté. No porque no lo sintiera, sino porque me daba miedo saber lo que pasaría si se lo dijera. Una mezcla de rabia y arrepentimiento me atacaba cada vez que pensaba en eso.


Una idea, y sólo eso, fue lo que me puso de regreso a la casa, y lo que me puso a dormir.
Al día siguiente fui a la ciudad. Había hablado con mi jefe y de alguna manera logré obtener otro día libre, pero sólo uno más. Cuando llegué a mi destino, mis manos temblaban y me pregunté si la gente se daba cuenta. No importa, me dije a mis adentros. Al grano, me repetía constantemente, pues quería que mi estancia en aquel lugar fuera lo más breve posible. Le pregunté a la recepcionista por Gonzalo Hernández, y me dijo que se encontraba fuera del país, que si quería contactarlo me podía dar su número de celular, correo electrónico, dirección de su hotel, y un montón de porquerías más que me limité a ignorar. Me sorprendió que no me hiciera ningún comentario por la voz, y por eso me salí a toda prisa.
Siempre he creído que todas las personas ocultan algo. Hasta dónde llegarían para guardar sus secretos, eso es lo que siempre he querido saber. Hoy, yo iba a revelarle el mío a la única persona que quería y que debía saberlo. Y lo mejor era que no me importaba qué podía pasar despúes de eso.

-¿Quién es?
Colgué. Hacía algunos días que mi propia voz me había vuelto loco, y ese día su voz me derritió por completo. Volví a marcar.
- ¿Quién es?
- Hola Sarah.
- ¿Gonzalo? ¿Eres tú?
Silencio
- ¿Cariño? ¿Pasa algo?
- No. Te amo. Sólo llamé para decirte que te amo.
Colgué.

Al día siguiente volví al trabajo, pero nunca más volví a hablar. Suerte que no necesitaba mucho dinero, pues toda mi riqueza acababa de adquirir nombre. Y más suerte aún que no necesitaba mi voz, pues todo lo que necesitaba decir ya había sido dicho. A veces es demasiado tarde para una llamada, me dije. Pero nunca para decírle lo que debí haberle dicho tres décadas atrás.
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Desierto
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Mensaje por Desierto »

Creo que no he llegado a entender bien el juego de cambio de perspectivas y personajes que pretendes hacer, Sagan. Quizá debieras darnos alguna pista más.
La atmósfera general del relato es muy atractiva, y el ritmo ágil. Me gustan los recuerdos en cursiva.
En cuanto a forma, me choca un poco el uso que a veces haces de ciertos tiempos verblaes (Ej:Cuando volví al restaurante, tuve dificultades serias para comunicarme y pareciera [parecía] que cualquier sonido que saliera de mi lengua era un trabalenguas en algun idioma desconocido), pero en general bien.
Es el terreno resbaladizo de los sueños lo que convierte el dormir en un deporte de riesgo.
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Sagan
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Mensaje por Sagan »

Desierto escribió:Creo que no he llegado a entender bien el juego de cambio de perspectivas y personajes que pretendes hacer, Sagan. Quizá debieras darnos alguna pista más.
La atmósfera general del relato es muy atractiva, y el ritmo ágil. Me gustan los recuerdos en cursiva.
En cuanto a forma, me choca un poco el uso que a veces haces de ciertos tiempos verblaes (Ej:Cuando volví al restaurante, tuve dificultades serias para comunicarme y pareciera [parecía] que cualquier sonido que saliera de mi lengua era un trabalenguas en algun idioma desconocido), pero en general bien.

gracias por tu comentario, aqui te daré una breve explicación:

la perspectiva es la misma siempre, no hay cambio de personajes. Al narrador le cambia la voz a una parecida a la del novio de la persona que ama, y de este modo puede llamarle y decirle lo que siente por ella. Ella sabe quién es, no por la voz ( pues es idéntica a la de su novio) sino por lo que le dice. "solo llamé para decirte que te amo" , es una canción de stevie wonder ( I just called to say I love you) que al principio se establece como "su canción".
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Desierto
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Mensaje por Desierto »

Muchas gracias por la aclaración, Sagan. Ahora lo entiendo mejor. Al principio había interpretado algo un poco más rebuscado: dos personalidades distintas en el protagonista, algo así como el protagonista que hacía lo que debía y el que hacía lo que deseaba hacer.
Es el terreno resbaladizo de los sueños lo que convierte el dormir en un deporte de riesgo.
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Sagan
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Mensaje por Sagan »

Desierto escribió:Muchas gracias por la aclaración, Sagan. Ahora lo entiendo mejor. Al principio había interpretado algo un poco más rebuscado: dos personalidades distintas en el protagonista, algo así como el protagonista que hacía lo que debía y el que hacía lo que deseaba hacer.
bueno, no es tan rebuscado, pero tu teoría es buena, creo que el tema principal es lo que tiene que pasar para que alguien saque a relucir sus sentimientos
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Aprendiz de Meiga
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Mensaje por Aprendiz de Meiga »

Me gusta Sagan... cómo nos puede el miedo a la hora de decir lo que sentimos!

Muy pasional y visceral, no vuelve a hablar "pues todo lo que necesitaba decir ya había sido dicho"
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