Por fin, he leído ésta última obra de la tetralogía. No con la continuidad que merecería. Leí el primer acto y el segundo un tanto espaciados, y del tercero al quinto de manera más seguida.
Me ha sorprendido que hubiera Coro, al inicio de cada Acto, haciendo una composición de lugar, digamos; y también como epílogo. No había ocurrido en las otras obras que venía leyendo. De hecho, no recordaba ningún coro en Shakespeare.
Volvemos, con esta obra, a los barros de la guerra. Esta vez, sobre todo, en Francia. Tras esta, conectaríamos perfectamente con las tres partes de Enrique VI, que fue la que empecé a leer, pero que se escribieron antes.
No me voy a demorar en contar la historia, porque de los dos primeros actos no lo tengo muy en la cabeza ahora, más allá de que no encontramos ya a Enrique V entronizado, y llevando las riendas del reino. Falstaff fallece en una escena sin especial mayor repercusión.
En una obra que tiene tramos muy bien hechos. El parlamento del coro en el inicio del acto III, cuando escenifica con palabras cómo se echa al mar la flota inglesa para ir a batallar a Francia, es muy bonito. Alguna de las arengas de Enrique V a sus tropas suenan también como muy potentes.
Es curioso lo ridículos que están presentados los nobles franceses, tan pomposos y engreídos, a los que los desarrapados ingleses les cantarán las cuarenta. Curioso también el efecto del idioma en esta obra: cómo Catherine trata de aprender inglés, y cómo, en el acto V, hablan Enrique y ella en una mezcla y confusión de idiomas francés e inglés. También como presenta a los generales ingleses, cada uno con sus muletillas a la hora de hablar.
Pistola, que es el que queda como punto de equilibrio con el bajo fondo, aparece bastante, medrando en la tropa, y sin tener escrúpulos.
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En fin, una obra ágil, que vuelve un poco o sintoniza con las obras de Enrique VI, en el sentido de guerra, heroicidades, conquista.
De todo este camino, me quedo en especial con los Ricardos, tanto el III como el II. Me han resultado como con más hondura, más poso, especialmente el segundo. No obstante, también con la primera parte de Enrique IV, por Falstaff. Y un poco también con la triste figura de Enrique VI.
Me ha gustado leer estas dos tetralogías. Merecen mucho la pena estas obras de drama histórico de Shakespeare.