Blog
Entrevistas
Revista
Fotos
A ver si se va animando alguien más. Hasta que publiquen Danza de Dragones nos da tiempo a escribir muchísimas.
PD: Quien no haya leído la saga, creo que sí puede enterarse más o menos
EL CABALLERO DE LAS ESPINAS
Se despertó con el primer rayo de sol que entraba por la pequeña ventana. Sentía como poco a poco su cuerpo iba recuperando la fuerza y el vigor; y con ellos llegaban también algo parecido a la ilusión y la confianza en que todo iba a salir bien.
Sabía que se había arriesgado mucho, pero tenía que hacerlo. Se lo debía a Renly. Debía vengar su muerte y el primer paso era debilitar a Stannis, hacerse con su base de operaciones: Rocadragón era clave y por fin estaba ganada.
Ahora estaba completamente seguro de que Stannis y aquella bruja roja, que decían que le acompañaba siempre, eran los culpables de la muerte de Renly. ¿Cómo pudo llegar a pensar que Brienne de Tarth era la culpable? El sabía que por amor podían llegar a hacerse muchas cosas, que la pasión podía cegarte, pero Brienne nunca habría matado a Lord Renly por celos. Ella estaba resignada desde siempre. La pobre fea sabía que nunca podría tener a alguien como Renly y se conformaba con admirarle desde la distancia. Hubiera muerto por él sin dudarlo, nunca le habría hecho ningún daño.
También hubo un tiempo en que él se conformaba con admirar a Renly desde la distancia. Un tiempo en el que ni él mismo era consciente de lo que de verdad significaba aquel anhelo que sentía porque llegara el momento de ver al gran Lord Renly, el que debía haber sido rey indiscutible. Nadie había más regio que Renly, con sus graciosos andares, su porte noble, su voz alegre y firme, sus elegantes ropajes , su sedosa cabellera negra y aquellos fascinantes ojos verdes que eran como mares en los que perderse, en los que se ahogaban todo el sentido común y lo que algunos llamaban decencia.
Loras se entrenaba con la espada sin descanso. Quería ser el mejor de los caballeros y, en lo más profundo de su corazón, sabía que lo hacía para llamar la atención de Renly. Y un buen día, lo que parecía impensable sucedió naturalmente. Sus labios se juntaron con los de Renly, encontró en su boca placeres como nunca había imaginado, sus cuerpos unidos bailaron una danza de frenética pasión que cambiaría sus vidas para siempre.
Cuando Margaery los descubrió, Loras pensó que aquello era el fin. Se habían confiado demasiado y habían permitido que nada menos que la prometida de Renly los descubriera. Además él también se sentía culpable por hacerle aquello a su hermana. Pero a ella no pareció importarle: “No seas tonto hermanito. El amor y el matrimonio no tienen nada que ver, y menos aún para los que jugamos al juego de tronos.
Yo ya lo suponía. Renly Baratheon no me interesa en absoluto en ese sentido. Mis ojos ya están puestos en otro. Eso sí, ten cuidado, no quiero ni imaginarme que podría pasar si ciertas personas lo descubren…”.
Margaery fue la que más le ayudó a salir adelante tras la muerte de Renly. Ella era fuerte, muy fuerte y lista como nadie. Tras aquella carita de niña y aquella envoltura ligera se encontraban una voluntad de hierro y un optimismo contra viento y marea que habían sido capaces de alzarle, de convencerle de que había que vivir, luchar y disfrutar, aunque fuera sin Renly. El vivía sin Renly, pero por Renly y supo que había llegado el momento de arriesgarlo todo cuando se ofreció a ganar Rocadragón.
En Desembarco del Rey ahora todos pensaban que El Caballero de las Flores se estaba muriendo. Sí, era mucho mejor que pensasen eso. El plan de Margaery tenía que funcionar. Tal vez no era mentira. Tal vez él ya no era el Caballero de las Flores. Era curioso que a su abuela la llamasen “La Reina de las Espinas”. Las espinas de la venganza, preparadas para pinchar a tantos enemigos, parecían haberse adueñado del corazón de Ser Loras Tyrell. Ahora era “El Caballero de las Espinas”.
El trono maldito - Antonio Piñero y José Luis Corral
)