SIETE DÍAS DE JULIO,
de Jordi Sierra i Fabra,
Barcelona, Plaza y Janés, 2010.
272 pp., 17.90€.
El inspector Miquel Mascarell regresa a Barcelona tras ocho años de encarcelamiento y se encuentra con una ciudad devastada por la posguerra.
No tiene familia, no sabe si sus amigos han sobrevivido… Nadie sabe que él continúa vivo, y su sorpresa es tremenda cuando recibe en el hostal un sobre dirigido a él: una foto de una bella joven, una cantidad desorbitada de dinero y un papel con una sola frase manuscrita: «¿Quiere volver a sentirse policía?». A partir de ese momento Mascarell recupera ese ansia de hacer justicia y de defender a los débiles que le ha caracterizado desde siempre y que le llevará a protagonizar una nueva intriga policial.
Por Anabel Sáiz Ripoll
- Siete días de julio es una novela vibrante e intensa, cuya acción se desarrolla en siete días que significan, para Miquel Mascarell, un punto de inflexión importante en su vida. A Mascarell lo conocemos ya gracias a otra novela, Cuatro días de enero. Se trata de un inspector de policía republicano que ha pasado los últimos años de su vida en el Valle de los Caídos, trabajando en su construcción. En 1947 sale en libertad y regresa a Barcelona. Barcelona ya no es su ciudad, sino un lugar gris, triste en el que la gente trata de salir adelante. El hambre, el estraperlo, los chanchullos de la burguesía, la tristeza conforman el telón de fondo por el que se mueve Mascarell quien, pese a todo, acaba encontrando algún motivo de esperanza gracias a Patro, la joven prostituta a la que ayudó en su anterior caso y que ahora le devuelve, con creces el favor.
Siete días de julio, pese a tener aspectos de novela intimista, es una novela negra, de acción en la que Mascarell, de una manera que parece casual y que, sin embargo, no lo es, se hace cargo de un caso e investiga la muerte de una joven prostituta en el metro de Barcelona. No obstante, tras esa muerte que no fue tan accidental como se creía, se esconde el odio y la venganza. Mascarell está al punto de caer en las garras del hijo de uno de sus detenidos más famosos. Solo el azar y algo parecido a la buena suerte lo librarán.
Queremos destacar el ritmo narrativo de la novela que va, capítulo a capítulo, llevándonos a un desenlace que presagia nuevas entregas porque un caso se ha cerrado, pero quedan aún muchos cabos sueltos. Lo que interesa es la proyección psicológica de Mascarell quien comienza siendo un hombre abatido y viejo, que echa terriblemente de menos a su esposa Quimeta y acaba siendo un hombre rehecho, con fuerzas de flaqueza, que aprecia la vida y que siente alguna ilusión por salir adelante. Muchas veces se ha dicho que Sierra i Fabra no describe bien a sus personajes, en este caso no hay nada más falso porque Mascarell se nos va dando progresivamente, va evolucionando, va mostrando sus pensamientos, sus sentimientos, su especial talante, su proyecto de vida. El personaje femenino de Patro está bien resuelto, es una mancha blanca entre tanta oscuridad y merecería tal vez una nueva historia.
Por otro lado, la prosa de Siete días de julio es clara, directa y nos sitúa directamente en el ambiente de posguerra, aunque sin hurgar más en la herida. No es una novela que hable de la posguerra, no, es una novela que se desarrolla en la posguerra y que, por lo tanto, tiene que hacer referencia al tiempo y al espacio, pero centrándose más en el episodio policíaco que narra.
En Siete días de julio queda muy clara la división entre las dos Españas, los vencedores amasando sus grandes fortunas sin el más mínimo pudor (aunque llenos de miserias morales) y los vencidos tratando de subsistir. El ser humano, como en muchas otras novelas del autor, muestra aquí diversidad de rostros.
Siete días de julio, por fin, no es estrictamente una novela juvenil, pero ¿quién dijo que los jóvenes no puedan leer novelas, buenas novelas?
Yo me leí "Cuatro dias de enero" y ésta será su continuación, ya me extrañó el final de esa, así que será él próximo objetivo!