La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarrubia
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La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarrubia
AUTOR: Francisco Villarrubia.
TÍTULO: La orden del Tanhwar.
SAGA: La 4ª edad Nº 1.
COLECCIÓN: Excalibur.
EDITORIAL: Grupo Ajec.
FECHA: 21/03/2011.
Sinopsis
"Todo lo que evoluciona atraviesa sin remedio cuatro Edades: nacimiento, maduración, apogeo y destrucción. Las personas, las civilizaciones, y hasta el propio universo, obedecen a dicha ley”.
Lahe Kokkuar, un muchacho encerrado por su madre desde la infancia para evitar que fuera convertido en wdraki, la orden de guerreros que custodia desde la Época sin Historia las espadas forjadas con Tanhwar, descubre una sociedad nueva, el Wurm kka Ezyack.
“¿Acaso tiene alma un wdraki? Pero entonces… ¿cuándo la pierde?”.
Extrañas criaturas del subsuelo medran ahora por la superficie; la peste gris diezma a la población; seres extraordinarios, incluso los propios dioses, se implican en el devenir de los Tres valles…
“Están confluyendo en nuestro tiempo integrantes de castas supremas, de civilizaciones... legendarias. Y lo hacen aquí... ¿comprendes?, como si hubieran venido para algo”.
El mundo conocido sufre una decadencia irreversible. La tierra de nuestros padres, tal vez el universo entero, se adentra en la Cuarta Edad.
Si todo va bien, el próximo 21 de Marzo verá la luz en Excalibur fantástica La orden del Tanhwar, primer volumen de La cuarta edad.
Booktrailer
Enlace
Más información
Periódicamente, hasta marzo, iré publicando avances sobre la novela. Si queréis tener más información, acudid a la página web http://sites.google.com/site/fvlacuartaedad/Home
En facebook se publica "La orden del Tanhwar en párrafos" donde cada dos días irá apareciendo cada uno de 57 párrafos seleccionados que abarcan los diecinueve capítulos de la novela, así como información sobre personajes y lugares. Acudid a http://www.facebook.com/pages/La-cuarta ... 311?v=wall
Un pequeño avance
Muchas calamidades habían azotado las tierras altas a lo largo de su historia, tantas que ya no cabían en la memoria humana. Entre todas ellas, el duro invierno que se marchaba no era más que una anécdota. Pasados de quince días sin nevadas, comenzaba un tímido deshielo bajo cuya influencia bajaban torrentes de las montañas para llenar los valles de los hombres con pantanos de aguas frías.
En cuanto el paso de Pkenan se hizo practicable, apareció en Aeawar el primer correo, ordenando a la kkawla el regreso a la capital, con el mandato de custodiar los esponsales de Rija Ikkikma, princesa heredera de Kreva.
La kkawla era la milicia que el príncipe soberano desplegaba en provincias para defender a sus habitantes y, sobre todo, asegurar la recaudación de las tasas reales. Había permanecido acuartelada todo el invierno y no eran necesarias medidas especiales para preparar su marcha. A los tres días de recibir la consigna, los trece batallones asignados al valle de Nazarahrht formaban dispuestos para la partida.
Aunque, por expreso deseo del gobernador, todo había sido organizado con entera reserva, nadie logró evitar que la noticia acabara filtrándose a la población. Las gentes de Aeawar no entendieron la llamada de las tropas justo cuando eran más necesarias. Extrañas cosas habían sucedido en los últimos tiempos, y era sensación general que los percances se incrementarían en cuanto remitieran las copiosas nevadas del invierno glacial. Con las temperaturas suaves de la primavera, los wuk despertaban hambrientos y, como los deshielos, abandonaban las cumbres para buscar alimento en los valles poblados. Tampoco se demoraría la primera oleada de peregrinos de las regiones de oriente, que huían de las plagas que asolaban los confines del mundo conocido, bautizado como Wurm kka Ezyack por los sabios de las eras antiguas. Generaciones de emigrantes habían traído consigo las enfermedades que creían dejar atrás, y ahora la peste gris, cuyo nombre en xqoqeuo, wfjaoj woxqa, era uno de los pocos vocablos perteneciente a una lengua misteriosa que había sido importado al lhygla de los humanos, extendía su manto sombrío desde la remota y casi desierta ciudad de Nerapr, hasta la archiconocida Gran Puerta de Kreva.
Pero lo que más atemorizaba a la gente común no eran las alimañas, ni las infecciones, sino la proliferación de extrañas criaturas del subsuelo, que ya eran conocidas en épocas pretéritas, pero que en los últimos años venían apareciendo con mayor frecuencia. Algunos las confundían con simples bestias dañinas y era costumbre organizar partidas de caza cuando se las veía merodear cerca de las aldeas. Para otros, eran verdaderos monstruos de la naturaleza y cuando se referían a ellos solían utilizar la palabra en xqoqeuo con la que se nombraban a sí mismos: kzij. Eran pocos los que podían decir, sin faltar a la verdad, que habían visto uno de ellos, o que sustentaran con pruebas los grandes estragos que se les atribuían: homicidios, secuestros, ataques a rebaños, incendios de granjas… La realidad era que los kzij acostumbraban a encontrar su alimento bajo tierra, y el fuego, la claridad del día, o cualquier luz intensa, no eran de su agrado. Por otra parte, era cierto que desde hacía un tiempo aparentaban haber cogido gusto por la superficie, o quizá habían aprendido a organizarse, y empezaba a ser habitual verlos merodear en grupo por los caminos. Aunque se movían con torpeza a la luz del sol, eran difíciles de atrapar. Nunca se alejaban demasiado de las masas boscosas y aprovechaban a la perfección la infinidad de agujeros del subsuelo, minado como una caries por gigantescas riadas subterráneas, para desaparecer con rapidez ante la menor amenaza.
(continuará...)
Última edición por FranciscoVillarrubia el 17 Dic 2010 17:54, editado 3 veces en total.
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Te he editado el mensaje para incluir la portada y algunos datos
Tiene buena pinta
Tiene buena pinta
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Sinkim, muchísimas gracias por lo que has hecho. No exagero si digo que me ha emocionado. Que alguien, en plan altruista, se acerque a mi página web para coger información con la que mejorar el post de mi novela de verdad que es de agradecer y mucho. Te lo digo porque he tenido que quitar la imagen de la portada porque esa no es la definitiva y no quería confundir a la gente. Es sólo una recreación provisional, en espera de que llegue la que están diseñando ahora mismo en la editorial.
Pero eso no resta un ápice a mi gratitud porque te hayas tomado esa molestia con mi novela. Espero que la leas y te guste.
Pero eso no resta un ápice a mi gratitud porque te hayas tomado esa molestia con mi novela. Espero que la leas y te guste.
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
No hay de que, Francisco, nos quedamos esperando la portada entonces
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)
Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Muy interesante el mundo que has creado, Francisco. Es prometedor sin ninguna duda. Un abrazo, compañero!
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- FranciscoVillarrubia
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Glosario:
Los nombres del mundo de La cuarta edad no son fruto de la voluntad de los humanos, sino una identificación que describe cada cosa de forma unívoca para todo el universo. Debido a ello, no es necesario que se desvele de manera explícita el apodo de algo para que pueda ser conocido; basta con que alguien se exponga a la influencia de su energía (porque todo en el mundo de La cuarta edad es energía) para que su nombre se forme de modo espontáneo en su mente. Esto permite, por ejemplo, que un ciego conozca el nombre de una persona simplemente posando sus manos sobre ella.
Lo que vemos representado en papel no es más que una plasmación inteligible para los humanos de esa marca única que describe la energía de las cosas. Dado que en el universo existen distintos seres en función del nivel y signo de la energía que atesoran, sus nombres tienen también distintas etimologías. Los símbolos utilizados en este glosario para representar cada una de ellas son los siguientes:
[ת] Nteohttoh
[א] Xgxarog
[ב] Dihyadih
[ף] Qxowoc
[ע] Yerik
[צ] Kzij
[ש] Wuk
También se ha incluido en este glosario la transcripción fonética de cada término, que en algunos casos no es del todo evidente. Para ello se han utilizado los signos del Alfabeto Fonético Internacional (AFI), con las siguientes particularidades o licencias:
[ß] Se pronuncia como la w sajona.
[x] Se pronuncia como la j castellana.
[h] Se pronuncia como la h aspirada sajona.
[j] Se pronuncia como la y castellana.
[θ] Se pronuncia como la z castellana.
[:] A continuación de una vocal, alarga el tiempo de su pronunciación; siguiendo una consonante, remarca su intensidad.
[‘] Precede a la sílaba acentuada.
Algunos términos empleados en La orden del Tanhwar.
Kreva ['kreßa] [ע]: Capital de los Tres valles. Estaba bañada por el curso medio del río Taavtan, y en ella residía el príncipe soberano de todo el Wurm kka Ezyack. Durante los tiempos convulsos, antes de la unificación de los tres reinos primigenios, ya era la ciudad más importante del mundo conocido; pero no logró imponer su hegemonía hasta la reunión de las siete familias y las posteriores campañas de conquista que acabaron con el sometimiento de los príncipes de Aeawar y Wark, y la firma de tratados de asociación con El Gerak y Nokekta.
Kkawla ['kaßla] [ע]: Milicia dependiente del príncipe de Kreva. Estaba organizada en tres cuerpos, cada uno con diferentes cometidos en el Wurm kka Ezyack. El más numeroso, el que tenía encomendada la defensa contra invasores del reino, era el más ocioso. Permanecía acantonado en las inmediaciones de Kreva, a cuya zona intramuros tenía vedado el acceso. Un segundo cuerpo se establecía en el interior de la capital y ejercía labores policiales. El tercer cuerpo era el destinado a provincias, y en tiempos se instalaba en dos secciones a las afueras de Aeawar y Wark.
Kzij [θix] [צ]: Especie humana que habitaba en el subsuelo, caracterizada por la palidez de su piel, su torpeza para moverse bajo la claridad y sus pupilas blancas. Eran capaces de guiarse en la oscuridad mediante ultrasonidos. Su variante más elemental se separó de la raza yerik, contaminada por las emanaciones sulfurosas del subsuelo, cien mil años atrás. La variante más evolucionada procedía de mutaciones provocadas por intoxicación extrema de tales agentes químicos
Enlace
No olvidéis pasaros por la página de facebook La cuarta edad - La orden del Tanhwar, http://www.facebook.com/pages/La-cuarta ... 311?v=wall", donde se publica La orden del Tanhwar en párrafos, con material que sólo se puede encontrar allí.
Los nombres del mundo de La cuarta edad no son fruto de la voluntad de los humanos, sino una identificación que describe cada cosa de forma unívoca para todo el universo. Debido a ello, no es necesario que se desvele de manera explícita el apodo de algo para que pueda ser conocido; basta con que alguien se exponga a la influencia de su energía (porque todo en el mundo de La cuarta edad es energía) para que su nombre se forme de modo espontáneo en su mente. Esto permite, por ejemplo, que un ciego conozca el nombre de una persona simplemente posando sus manos sobre ella.
Lo que vemos representado en papel no es más que una plasmación inteligible para los humanos de esa marca única que describe la energía de las cosas. Dado que en el universo existen distintos seres en función del nivel y signo de la energía que atesoran, sus nombres tienen también distintas etimologías. Los símbolos utilizados en este glosario para representar cada una de ellas son los siguientes:
[ת] Nteohttoh
[א] Xgxarog
[ב] Dihyadih
[ף] Qxowoc
[ע] Yerik
[צ] Kzij
[ש] Wuk
También se ha incluido en este glosario la transcripción fonética de cada término, que en algunos casos no es del todo evidente. Para ello se han utilizado los signos del Alfabeto Fonético Internacional (AFI), con las siguientes particularidades o licencias:
[ß] Se pronuncia como la w sajona.
[x] Se pronuncia como la j castellana.
[h] Se pronuncia como la h aspirada sajona.
[j] Se pronuncia como la y castellana.
[θ] Se pronuncia como la z castellana.
[:] A continuación de una vocal, alarga el tiempo de su pronunciación; siguiendo una consonante, remarca su intensidad.
[‘] Precede a la sílaba acentuada.
Algunos términos empleados en La orden del Tanhwar.
Kreva ['kreßa] [ע]: Capital de los Tres valles. Estaba bañada por el curso medio del río Taavtan, y en ella residía el príncipe soberano de todo el Wurm kka Ezyack. Durante los tiempos convulsos, antes de la unificación de los tres reinos primigenios, ya era la ciudad más importante del mundo conocido; pero no logró imponer su hegemonía hasta la reunión de las siete familias y las posteriores campañas de conquista que acabaron con el sometimiento de los príncipes de Aeawar y Wark, y la firma de tratados de asociación con El Gerak y Nokekta.
Kkawla ['kaßla] [ע]: Milicia dependiente del príncipe de Kreva. Estaba organizada en tres cuerpos, cada uno con diferentes cometidos en el Wurm kka Ezyack. El más numeroso, el que tenía encomendada la defensa contra invasores del reino, era el más ocioso. Permanecía acantonado en las inmediaciones de Kreva, a cuya zona intramuros tenía vedado el acceso. Un segundo cuerpo se establecía en el interior de la capital y ejercía labores policiales. El tercer cuerpo era el destinado a provincias, y en tiempos se instalaba en dos secciones a las afueras de Aeawar y Wark.
Kzij [θix] [צ]: Especie humana que habitaba en el subsuelo, caracterizada por la palidez de su piel, su torpeza para moverse bajo la claridad y sus pupilas blancas. Eran capaces de guiarse en la oscuridad mediante ultrasonidos. Su variante más elemental se separó de la raza yerik, contaminada por las emanaciones sulfurosas del subsuelo, cien mil años atrás. La variante más evolucionada procedía de mutaciones provocadas por intoxicación extrema de tales agentes químicos
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- FranciscoVillarrubia
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Avance (continuación)
La población de Aeawar tenía suficientes razones para sospechar que el año que iniciaban sería el más duro que habían conocido en décadas, y la marcha de la kkawla los dejaba al albur de lo que estuviera por venir. Todo el mundo se preguntaba cómo afrontarían lo que les deparaba el futuro, cuando hasta el viento gélido de las montañas parecía soplar con más fuerza. Miles de personas se congregaron en las afueras de la ciudad, a orillas del río Taavtan, para abuchear al ejército el día en que partió hacia Kreva. Poco más pudieron hacer. Cuando el último soldado se hubo perdido de la vista, un triste silencio quedó flotando entre la muchedumbre desamparada.
Nadie se figuró que el gobernador había partido de incógnito, camuflado con toda su familia entre los carros de intendencia de la kkawla. Cuando se supo, la inquietud se vio sustituida por el temor indisimulado. Pocos creían en el regreso de las autoridades y la mayor parte veía lo sucedido como un episodio más de la lenta migración de la raza yerik hacia el oeste del Wurm kka Ezyack, hacia la seguridad y prosperidad del fértil valle de Nztyahrah, protegido de los malos aires de levante por la extensa cordillera de Mohnahrateht.
Los peregrinos de oriente aparecieron antes de lo que nadie había previsto, confirmando los peores augurios. Cientos de familias desesperadas llegaron cuando las temperaturas aún eran insufribles, y no se sabía cuántas más habrían sucumbido en el viaje, congeladas sobre el grueso manto de nieve y hielo que cubría las llanuras de Naokha, defensa natural por el este de la capital del valle de Nazarahrht. También llegaron más apestados que nunca. La gente salía a los caminos para apedrearlos e impedirles la entrada en la ciudad, aunque eran pocos los que intentaban hacerlo y la mayoría pasaba de largo y continuaba su marcha remontando el curso del río Taavtan.
El pánico tomo asiento en la población. Los apellidos prominentes de Aeawar no tardaron en cargar sus pertenencias en grandes carromatos y ponerse en camino, también hacia Kreva, refugiados de la ventisca bajo amplios toldos y bien provistos de reservas de alimentos. De igual manera, las familias humildes, con lentitud al principio, pero pronto de forma continua, empaquetaron sus bienes en un fardel y partieron hacia el paso de Pkenan, por la calzada de los bosques de Uunortoh. Era un viaje de más de doscientas leguas, cargado de peligros y con la incertidumbre de un clima que todavía no se había desprendido de los rigores del invierno. Nadie, sin embargo, creía que lo que los esperaba delante fuera peor que lo que dejaban atrás.
(continuará...)
Para más información, acudid a la página web http://sites.google.com/site/fvlacuartaedad/Home. Tampoco olvidéis pasaros por la página de facebook, La cuarta edad - La orden del Tanhwar http://www.facebook.com/pages/La-cuarta ... 311?v=wall, donde se publica La orden del Tanhwar en párrafos, con material que sólo se puede encontrar allí.
La población de Aeawar tenía suficientes razones para sospechar que el año que iniciaban sería el más duro que habían conocido en décadas, y la marcha de la kkawla los dejaba al albur de lo que estuviera por venir. Todo el mundo se preguntaba cómo afrontarían lo que les deparaba el futuro, cuando hasta el viento gélido de las montañas parecía soplar con más fuerza. Miles de personas se congregaron en las afueras de la ciudad, a orillas del río Taavtan, para abuchear al ejército el día en que partió hacia Kreva. Poco más pudieron hacer. Cuando el último soldado se hubo perdido de la vista, un triste silencio quedó flotando entre la muchedumbre desamparada.
Nadie se figuró que el gobernador había partido de incógnito, camuflado con toda su familia entre los carros de intendencia de la kkawla. Cuando se supo, la inquietud se vio sustituida por el temor indisimulado. Pocos creían en el regreso de las autoridades y la mayor parte veía lo sucedido como un episodio más de la lenta migración de la raza yerik hacia el oeste del Wurm kka Ezyack, hacia la seguridad y prosperidad del fértil valle de Nztyahrah, protegido de los malos aires de levante por la extensa cordillera de Mohnahrateht.
Los peregrinos de oriente aparecieron antes de lo que nadie había previsto, confirmando los peores augurios. Cientos de familias desesperadas llegaron cuando las temperaturas aún eran insufribles, y no se sabía cuántas más habrían sucumbido en el viaje, congeladas sobre el grueso manto de nieve y hielo que cubría las llanuras de Naokha, defensa natural por el este de la capital del valle de Nazarahrht. También llegaron más apestados que nunca. La gente salía a los caminos para apedrearlos e impedirles la entrada en la ciudad, aunque eran pocos los que intentaban hacerlo y la mayoría pasaba de largo y continuaba su marcha remontando el curso del río Taavtan.
El pánico tomo asiento en la población. Los apellidos prominentes de Aeawar no tardaron en cargar sus pertenencias en grandes carromatos y ponerse en camino, también hacia Kreva, refugiados de la ventisca bajo amplios toldos y bien provistos de reservas de alimentos. De igual manera, las familias humildes, con lentitud al principio, pero pronto de forma continua, empaquetaron sus bienes en un fardel y partieron hacia el paso de Pkenan, por la calzada de los bosques de Uunortoh. Era un viaje de más de doscientas leguas, cargado de peligros y con la incertidumbre de un clima que todavía no se había desprendido de los rigores del invierno. Nadie, sin embargo, creía que lo que los esperaba delante fuera peor que lo que dejaban atrás.
(continuará...)
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Glosario
Wfjaoj Woxqa
['faox 'ßoksa] [צ]: Peste gris. Enfermedad infecciosa epidémica, procedente de los extremos más remotos de las planicies de Tawnathh, de desarrollo lento, que se caracterizaba por la pigmentación gris de los afectados, seguida de la consunción y acartonamiento de los músculos, que, sin posibilidad de salvación, conducía a la muerte por colapso del organismo. Jamás fueron desentrañados sus mecanismos de contagio.
Aeawar
[aea'ßar] [ע]: Ciudad del noreste de las tierras altas, capital del valle de Nazarahrht, segunda en población del Wurm kka Ezyack. Se alzaba a caballo entre los páramos de Thnohwohtna y las llanuras de Naokha, y estaba bañada por el curso bajo del río Taavtan. Durante los tiempos convulsos tuvo su propio soberano, hasta la unificación de todos los poderes bajo la figura del príncipe de Kreva. En los últimos tiempos estaba a cargo de un gobernador, que reportaba directamente al monarca. Su economía se basaba principalmente en la ganadería y las manufacturas.
https://sites.google.com/site/fvlacuart ... edirects=0
Wurm kka Ezyack
[ßurm ka eθi'ak] [ע]: También llamado Tierra de nuestros padres, Los tres valles o Las tierras altas. Enclave montañoso de aproximadamente 2.000.000 km2 de extensión, compuesto por tres valles de accidentada orografía, separados por impenetrables cordilleras, que entorpecían las comunicaciones entre sus principales ciudades. Al este y al sur estaba limitado por los desiertos infinitos de Tawnathh, pero se desconoce lo que había al norte y al oeste. La climatología variaba desde el norte glacial, donde los cielos permanecían cubiertos de nubes nueve meses al año, hasta un sur cálido, donde podían encontrarse bosques húmedos.
https://sites.google.com/site/fvlacuart ... edirects=0
Para más información, acudid a la página web http://sites.google.com/site/fvlacuartaedad/Home. Tampoco olvidéis pasaros por la página de facebook, La cuarta edad - La orden del Tanhwar http://www.facebook.com/pages/La-cuarta ... 311?v=wall, donde se publica La orden del Tanhwar en párrafos, con material que sólo se puede encontrar allí.
Wfjaoj Woxqa
['faox 'ßoksa] [צ]: Peste gris. Enfermedad infecciosa epidémica, procedente de los extremos más remotos de las planicies de Tawnathh, de desarrollo lento, que se caracterizaba por la pigmentación gris de los afectados, seguida de la consunción y acartonamiento de los músculos, que, sin posibilidad de salvación, conducía a la muerte por colapso del organismo. Jamás fueron desentrañados sus mecanismos de contagio.
Aeawar
[aea'ßar] [ע]: Ciudad del noreste de las tierras altas, capital del valle de Nazarahrht, segunda en población del Wurm kka Ezyack. Se alzaba a caballo entre los páramos de Thnohwohtna y las llanuras de Naokha, y estaba bañada por el curso bajo del río Taavtan. Durante los tiempos convulsos tuvo su propio soberano, hasta la unificación de todos los poderes bajo la figura del príncipe de Kreva. En los últimos tiempos estaba a cargo de un gobernador, que reportaba directamente al monarca. Su economía se basaba principalmente en la ganadería y las manufacturas.
https://sites.google.com/site/fvlacuart ... edirects=0
Wurm kka Ezyack
[ßurm ka eθi'ak] [ע]: También llamado Tierra de nuestros padres, Los tres valles o Las tierras altas. Enclave montañoso de aproximadamente 2.000.000 km2 de extensión, compuesto por tres valles de accidentada orografía, separados por impenetrables cordilleras, que entorpecían las comunicaciones entre sus principales ciudades. Al este y al sur estaba limitado por los desiertos infinitos de Tawnathh, pero se desconoce lo que había al norte y al oeste. La climatología variaba desde el norte glacial, donde los cielos permanecían cubiertos de nubes nueve meses al año, hasta un sur cálido, donde podían encontrarse bosques húmedos.
https://sites.google.com/site/fvlacuart ... edirects=0
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Avance (continuación)
A Raqo Wrarta le costaba entender por qué, después de tantas generaciones de convivencia con la naturaleza, la gente odiaba el valle y huía con precipitación. En realidad, en los últimos tiempos abundaban en el mundo las cosas difíciles de comprender. No admitía explicación por qué esa extraña peste universal que era el wfjaoj woxqa no sólo impregnaba a los seres vivos, sino también a las piedras, a la atmósfera y a las hojas de los árboles; ni por qué los que escapaban de ella parecían a su vez contagiados de otro padecimiento: la angustia total. Incluso él sentía la degradación creciente que flotaba en el aire, como un anuncio de las catástrofes por venir.
Al antiguo zekgda se le antojaba infinito el grupo de enfermos de peste gris que veía desfilar ante sus ojos, remontando la corriente del Taavtan, como un ejército de desposeídos que volviera de una guerra perdida. Era pequeño, sin embargo, frente a la descomunal hilera de gente sana que marchaba en la misma dirección. Impresionaba ver a quienes se ponían en camino con lo puesto, como evadidos de una prisión. Raqo Wrarta se preguntaba cómo harían para sobrevivir, cuando se necesitaba más de un mes para alcanzar Kreva y por la noche las temperaturas bajaban tanto que aún se congelaba el agua de los odres.
—¿No sientes lástima por el destino de esta gente, Iuse Rerik? —preguntó al muchacho sentado a la grupa de su jiqh, que negó con la cabeza.
—No puedo soportar el wfjaoj woxqa. Me da asco.
Raqo Wrarta se giró, sorprendido, para observar por unos instantes sus profundos ojos negros, única cosa de su rostro que asomaba por la máscara de cuero que lo escondía.
—Nunca olvides que el primer requisito para degenerar como ellos es tenerles asco en vez de lástima, Iuse Rerik, chico del demonio. ¿Nunca podré enseñarte nada, verdad? —rezongó, aunque sin obtener más respuesta. No era habitual oír hablar a Iuse Rerik, y Raqo Wrarta se persuadió de lo mucho que le había afectado la imagen de los desheredados del valle de Nazarahrht—. Durante algunas semanas compartiremos viaje con esta gente y habrá tiempo para que te familiarices con su aspecto.
Raqo Wrarta y su acompañante también llevaban por destino Kreva, la capital del Wurm kka Ezyack, y guiaron su jiqh siguiendo la larga caravana. El antiguo zekgda, que trataba de estar atento a todo lo que sucedía a su alrededor, desvió la atención sobre un jinete peculiar, que contemplaba la marcha parado junto al borde de la vía. Abrigado con una gruesa capa de piel, ocultaba la cabeza bajo una amplia capucha, que velaba su semblante de curiosidades indiscretas. Montaba un jiqh de pelo azul. Raqo Wrarta sabía que esos wuk se criaban, sobre todo, en el Mohnahrateht, e intuyó que su dueño era un wdraki de El Gerak.
—Es extraño ver a un guerrero cabalgando por los valles —le dijo a Iuse Rerik, sin esperar una contestación—. Rara vez salen de las montañas.
(continuará...)
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A Raqo Wrarta le costaba entender por qué, después de tantas generaciones de convivencia con la naturaleza, la gente odiaba el valle y huía con precipitación. En realidad, en los últimos tiempos abundaban en el mundo las cosas difíciles de comprender. No admitía explicación por qué esa extraña peste universal que era el wfjaoj woxqa no sólo impregnaba a los seres vivos, sino también a las piedras, a la atmósfera y a las hojas de los árboles; ni por qué los que escapaban de ella parecían a su vez contagiados de otro padecimiento: la angustia total. Incluso él sentía la degradación creciente que flotaba en el aire, como un anuncio de las catástrofes por venir.
Al antiguo zekgda se le antojaba infinito el grupo de enfermos de peste gris que veía desfilar ante sus ojos, remontando la corriente del Taavtan, como un ejército de desposeídos que volviera de una guerra perdida. Era pequeño, sin embargo, frente a la descomunal hilera de gente sana que marchaba en la misma dirección. Impresionaba ver a quienes se ponían en camino con lo puesto, como evadidos de una prisión. Raqo Wrarta se preguntaba cómo harían para sobrevivir, cuando se necesitaba más de un mes para alcanzar Kreva y por la noche las temperaturas bajaban tanto que aún se congelaba el agua de los odres.
—¿No sientes lástima por el destino de esta gente, Iuse Rerik? —preguntó al muchacho sentado a la grupa de su jiqh, que negó con la cabeza.
—No puedo soportar el wfjaoj woxqa. Me da asco.
Raqo Wrarta se giró, sorprendido, para observar por unos instantes sus profundos ojos negros, única cosa de su rostro que asomaba por la máscara de cuero que lo escondía.
—Nunca olvides que el primer requisito para degenerar como ellos es tenerles asco en vez de lástima, Iuse Rerik, chico del demonio. ¿Nunca podré enseñarte nada, verdad? —rezongó, aunque sin obtener más respuesta. No era habitual oír hablar a Iuse Rerik, y Raqo Wrarta se persuadió de lo mucho que le había afectado la imagen de los desheredados del valle de Nazarahrht—. Durante algunas semanas compartiremos viaje con esta gente y habrá tiempo para que te familiarices con su aspecto.
Raqo Wrarta y su acompañante también llevaban por destino Kreva, la capital del Wurm kka Ezyack, y guiaron su jiqh siguiendo la larga caravana. El antiguo zekgda, que trataba de estar atento a todo lo que sucedía a su alrededor, desvió la atención sobre un jinete peculiar, que contemplaba la marcha parado junto al borde de la vía. Abrigado con una gruesa capa de piel, ocultaba la cabeza bajo una amplia capucha, que velaba su semblante de curiosidades indiscretas. Montaba un jiqh de pelo azul. Raqo Wrarta sabía que esos wuk se criaban, sobre todo, en el Mohnahrateht, e intuyó que su dueño era un wdraki de El Gerak.
—Es extraño ver a un guerrero cabalgando por los valles —le dijo a Iuse Rerik, sin esperar una contestación—. Rara vez salen de las montañas.
(continuará...)
Para más información, acudid a la página web http://sites.google.com/site/fvlacuartaedad/Home. Tampoco olvidéis pasaros por la página de facebook, La cuarta edad - La orden del Tanhwar http://www.facebook.com/pages/La-cuarta ... 311?v=wall, donde se publica La orden del Tanhwar en párrafos, con material que sólo se puede encontrar allí.
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- FranciscoVillarrubia
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Glosario
Wdraki
[ßu'draki] [ע]: Miembro consagrado de la institución de El Gerak. Para poder alcanzar el grado de wdraki, un aprendiz tenía que demostrar el dominio de espadas con una centésima parte de Tanhwar, la aleación más básica.
https://sites.google.com/site/fvlacuart ... edirects=0
Gerak
[ge'rak] [ע]: Institución de guerreros enclavada en la cordillera de Mohnahrateht. Sus orígenes no están del todo claros, pero se creen ligados a la custodia de las espadas de Tanhwar, armas para cuyo manejo sólo estaban facultados yerik de piel brillante, una característica racial en apariencia no hereditaria, que surgía de manera espontánea y cuya génesis nunca ha podido determinarse. La caída del Príncipe de las tierras altas y la fragmentación del Wurm kka Ezyack en diversos centros de poder desencadenaría la creación de la orden de los wdraki, a fin de impedir que ningún reino en conflicto lograra hacerse con dichos aceros.
https://sites.google.com/site/fvlacuart ... edirects=0
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Wdraki
[ßu'draki] [ע]: Miembro consagrado de la institución de El Gerak. Para poder alcanzar el grado de wdraki, un aprendiz tenía que demostrar el dominio de espadas con una centésima parte de Tanhwar, la aleación más básica.
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Gerak
[ge'rak] [ע]: Institución de guerreros enclavada en la cordillera de Mohnahrateht. Sus orígenes no están del todo claros, pero se creen ligados a la custodia de las espadas de Tanhwar, armas para cuyo manejo sólo estaban facultados yerik de piel brillante, una característica racial en apariencia no hereditaria, que surgía de manera espontánea y cuya génesis nunca ha podido determinarse. La caída del Príncipe de las tierras altas y la fragmentación del Wurm kka Ezyack en diversos centros de poder desencadenaría la creación de la orden de los wdraki, a fin de impedir que ningún reino en conflicto lograra hacerse con dichos aceros.
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
¡Tío, que nos vas a poner el libro entero! .
Desde luego, y no me lo he podido leer todo, tiene muy buena pinta. Ahora que dispongo de casi tres horas diarias de trayecto en tren, es muy probable que le hinque el diente. Me gusta que se busque la originalidad dentro del género. Las circunstancias especiales de la fantasía hacen que dispongamos de una herramienta fabulosa para añadir mucha riqueza; herramienta que, por cierto, hay que manejar con cuidado.
También te agradezco la generosidad mostrada al revelarnos sin reservas contenidos de tu mundo para que vayamos abriendo boca. Es una política que últimamente se lleva bastante y que yo aplaudo, porque no deja de suponer un cierto riesgo de que, igual que enganche, desilusione.
Lo dicho, ánimo a ti y a todos los autores españoles de este género, que en nuestro país tenemos calidad suficiente para hacernos valer y, cuanto menos, para que la gente lea (me da igual el formato que elijan).
Saludos y suerte en la andadura.
Desde luego, y no me lo he podido leer todo, tiene muy buena pinta. Ahora que dispongo de casi tres horas diarias de trayecto en tren, es muy probable que le hinque el diente. Me gusta que se busque la originalidad dentro del género. Las circunstancias especiales de la fantasía hacen que dispongamos de una herramienta fabulosa para añadir mucha riqueza; herramienta que, por cierto, hay que manejar con cuidado.
También te agradezco la generosidad mostrada al revelarnos sin reservas contenidos de tu mundo para que vayamos abriendo boca. Es una política que últimamente se lleva bastante y que yo aplaudo, porque no deja de suponer un cierto riesgo de que, igual que enganche, desilusione.
Lo dicho, ánimo a ti y a todos los autores españoles de este género, que en nuestro país tenemos calidad suficiente para hacernos valer y, cuanto menos, para que la gente lea (me da igual el formato que elijan).
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- FranciscoVillarrubia
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Muchas gracias por tus palabras. Como bien dices, revelar parte del contenido (escogido cuidadosamente para que no se chafe la historia) tiene cierto riesgo, pero... ¡qué se le va a hacer! Cuando no se dispone de los medios de las grandes editoriales...
Un abrazo.
Un abrazo.
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- FranciscoVillarrubia
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Avance (continuación)
Cuando pasaron junto al desconocido, comprobaron que bajo la capucha llevaba una máscara que preservaba aún más, si cabe, su identidad. Su presencia emitía una imperceptible aura que la gente respetaba sin querer, desviándose de la trayectoria, si era necesario, para no pasar demasiado cerca. Los jiqh eran unas bestias por lo general tranquilas, pero era difícil imaginar una montura más inmóvil que la de aquel individuo. Ambos no parecían sino una estatua del paisaje. Raqo Wrarta conocía demasiado bien la cultura wdraki para dejarse sorprender por la peculiar estampa de aquel sujeto. En otro tiempo él había sido zekgda, una categoría de agentes encargados de recorrer los Tres valles en busca de niños de raza yerik con la tez brillante, que separaban de sus familias y llevaban a El Gerak para que se convirtieran en wdraki. Ya nadie sabía cuándo se dictó la ley que obligaba a los nacidos con semejante tono de piel a engrosar las levas de El Gerak, pero era una norma que nadie discutía; en realidad, que nadie se atrevía a discutir. Todo el mundo conocía alguna familia de la que había sido arrebatado un niño, que no volvían a ver jamás. En el pasado, Raqo Wrarta había cumplido con firmeza su cometido como zekgda, pero ahora renegaba de su antiguo oficio.
Salió de sus reflexiones al oír los chillidos de la gente sana que exhortaba a una columna de apestados a desviarse del curso del río y transitar fuera del camino. Lo que se había iniciado como una tímida protesta en seguida degeneró en un tremendo escándalo, y no tardó en caer una lluvia de piedras sobre la hilera de enfermos, que se apartaban para marchar campo a través. Raqo Wrarta era de naturaleza alegre, pero no consiguió impedir que se le quebrara el ánimo.
—¡Parad! ¡Qué hacéis, estúpidos! —gritó, lanzando su jiqh negro contra los más ruidosos, haciendo ostentación de su espada amarrada al cinto—. ¡Os he dicho que basta ya! ¿O alguien quiere que lo libre de la preocupación de ser un apestado? ¡Conozco el método más efectivo para huir del contagio y lo llevo atado a mi cintura!
El alboroto se calmó. La muchedumbre sólo buscaba problemas con quien sabía que no podía devolvérselos, y era mejor no discutir con un hombre armado. Un infectado de wfjaoj woxqa se acercó a Raqo Wrarta, alzando una mano gris y acartonada, para pedirle alimento y protección. El antiguo zekgda eludió que lo tocara.
—No puedo daros comida, tendría que llevar para todos y apenas tengo para mí —contestó. Además, en pocos días estaréis muerto y todo lo que comáis hasta entonces se habrá desperdiciado, pensó, sin lograr reprimir la vergüenza.
A pesar de la calma, el grupo de apestados no hizo intención de regresar al camino. Sabían que volverían las pedradas en cuanto no hubiese un acero para contenerlas, y la mayoría estaba demasiado enferma para defenderse. Algunos incluso pensaban que era preferible encontrar un lugar discreto, alejado de las caravanas, donde tumbarse para siempre, a convertirse en un montón de carroña al borde de la calzada.
—¡Un jaaok, un jaaok! —exclamó alguien—. ¡Hay un jaaok entre los contagiados!
Entre la raza yerik llamaban jaaok a quienes tenían la piel brillante y se habían escondido desde la infancia para evitar ser capturados por los zekgda y llevados a El Gerak. Los jaaok constituían el último escalón del desprecio humano, por debajo incluso de los apestados, porque la gente llana consideraba que, rompiendo la ley, habían gozado de un privilegio que nadie más había osado tener.
(continuará...)
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Cuando pasaron junto al desconocido, comprobaron que bajo la capucha llevaba una máscara que preservaba aún más, si cabe, su identidad. Su presencia emitía una imperceptible aura que la gente respetaba sin querer, desviándose de la trayectoria, si era necesario, para no pasar demasiado cerca. Los jiqh eran unas bestias por lo general tranquilas, pero era difícil imaginar una montura más inmóvil que la de aquel individuo. Ambos no parecían sino una estatua del paisaje. Raqo Wrarta conocía demasiado bien la cultura wdraki para dejarse sorprender por la peculiar estampa de aquel sujeto. En otro tiempo él había sido zekgda, una categoría de agentes encargados de recorrer los Tres valles en busca de niños de raza yerik con la tez brillante, que separaban de sus familias y llevaban a El Gerak para que se convirtieran en wdraki. Ya nadie sabía cuándo se dictó la ley que obligaba a los nacidos con semejante tono de piel a engrosar las levas de El Gerak, pero era una norma que nadie discutía; en realidad, que nadie se atrevía a discutir. Todo el mundo conocía alguna familia de la que había sido arrebatado un niño, que no volvían a ver jamás. En el pasado, Raqo Wrarta había cumplido con firmeza su cometido como zekgda, pero ahora renegaba de su antiguo oficio.
Salió de sus reflexiones al oír los chillidos de la gente sana que exhortaba a una columna de apestados a desviarse del curso del río y transitar fuera del camino. Lo que se había iniciado como una tímida protesta en seguida degeneró en un tremendo escándalo, y no tardó en caer una lluvia de piedras sobre la hilera de enfermos, que se apartaban para marchar campo a través. Raqo Wrarta era de naturaleza alegre, pero no consiguió impedir que se le quebrara el ánimo.
—¡Parad! ¡Qué hacéis, estúpidos! —gritó, lanzando su jiqh negro contra los más ruidosos, haciendo ostentación de su espada amarrada al cinto—. ¡Os he dicho que basta ya! ¿O alguien quiere que lo libre de la preocupación de ser un apestado? ¡Conozco el método más efectivo para huir del contagio y lo llevo atado a mi cintura!
El alboroto se calmó. La muchedumbre sólo buscaba problemas con quien sabía que no podía devolvérselos, y era mejor no discutir con un hombre armado. Un infectado de wfjaoj woxqa se acercó a Raqo Wrarta, alzando una mano gris y acartonada, para pedirle alimento y protección. El antiguo zekgda eludió que lo tocara.
—No puedo daros comida, tendría que llevar para todos y apenas tengo para mí —contestó. Además, en pocos días estaréis muerto y todo lo que comáis hasta entonces se habrá desperdiciado, pensó, sin lograr reprimir la vergüenza.
A pesar de la calma, el grupo de apestados no hizo intención de regresar al camino. Sabían que volverían las pedradas en cuanto no hubiese un acero para contenerlas, y la mayoría estaba demasiado enferma para defenderse. Algunos incluso pensaban que era preferible encontrar un lugar discreto, alejado de las caravanas, donde tumbarse para siempre, a convertirse en un montón de carroña al borde de la calzada.
—¡Un jaaok, un jaaok! —exclamó alguien—. ¡Hay un jaaok entre los contagiados!
Entre la raza yerik llamaban jaaok a quienes tenían la piel brillante y se habían escondido desde la infancia para evitar ser capturados por los zekgda y llevados a El Gerak. Los jaaok constituían el último escalón del desprecio humano, por debajo incluso de los apestados, porque la gente llana consideraba que, rompiendo la ley, habían gozado de un privilegio que nadie más había osado tener.
(continuará...)
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Glosario
Raqo Wrarta
['rako 'ßrarta] [ע]: Antiguo zekgda que se retiró de la vida activa en los bosques de Ehnronn. Con el auge de los kzij decidió emigrar hacia Kreva. Cuando hacía escala en Aeawar se encontró con Lahe Kokkuar, al que decidió tomar bajo su protección. Habitualmente de buen carácter, vivía atormentado por su actividad pretérita al servicio de El Gerak y, sobre todo, por unas hechos aciagos de los que fue testigo en el valle de Londrah, que siempre se negaba a detallar.
Enlace
Zekgda
['θek:da] [ע]: Agente judicial del Wurm kka Ezyack para la recluta de integrantes de El Gerak. En ellos recaía el cometido de recorrer los Tres valles en busca de nacidos de piel brillante, sobre los que tenían la máxima potestad. El único lugar donde no tenían jurisdicción, además de El Gerak, era en la zona intramuros de Kreva. Las credenciales de zekgda las otorgaba el hemarajes entre gente no wdraki, pero ligada a la institución, en algunos casos incluso entre miembros expulsados.
Para más información, acudid a la página web http://sites.google.com/site/fvlacuartaedad/Home. Tampoco olvidéis pasaros por la página de facebook, La cuarta edad - La orden del Tanhwar http://www.facebook.com/pages/La-cuarta ... 311?v=wall, donde se publica La orden del Tanhwar en párrafos, con material que sólo se puede encontrar allí.
Raqo Wrarta
['rako 'ßrarta] [ע]: Antiguo zekgda que se retiró de la vida activa en los bosques de Ehnronn. Con el auge de los kzij decidió emigrar hacia Kreva. Cuando hacía escala en Aeawar se encontró con Lahe Kokkuar, al que decidió tomar bajo su protección. Habitualmente de buen carácter, vivía atormentado por su actividad pretérita al servicio de El Gerak y, sobre todo, por unas hechos aciagos de los que fue testigo en el valle de Londrah, que siempre se negaba a detallar.
Enlace
Zekgda
['θek:da] [ע]: Agente judicial del Wurm kka Ezyack para la recluta de integrantes de El Gerak. En ellos recaía el cometido de recorrer los Tres valles en busca de nacidos de piel brillante, sobre los que tenían la máxima potestad. El único lugar donde no tenían jurisdicción, además de El Gerak, era en la zona intramuros de Kreva. Las credenciales de zekgda las otorgaba el hemarajes entre gente no wdraki, pero ligada a la institución, en algunos casos incluso entre miembros expulsados.
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- FranciscoVillarrubia
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Re: La orden del Tanhwar (La 4ª edad Nº 1)-Francisco Villarr
Avance (continuación)
Un adolescente escuálido, manchado de barro, mal vestido con ropas remendadas y mugrientas, cayó sobre la nieve, expulsado a patadas de entre la multitud. Raqo Wrarta miró de soslayo a Iuse Rerik, para asegurarse de que mantenía el rostro cubierto y las manos enguantadas. La muchedumbre parecía haber conseguido un trofeo importante. Lahe Kokkuar, el jaaok, apenas lograba camuflar bajo una manta raída su piel inmaculada, la más lustrosa que viera nunca Raqo Wrarta, que tampoco recordaba un color en la mirada como el suyo, de una tonalidad azul que sólo había conocido en las profundas aguas del lago Hehttuhdah, en un infausto amanecer en el remoto valle de Londrah. Le llamó la atención el tremendo desconcierto del muchacho, que obraba con mucha torpeza intentando ocultarse entre los apestados, algo tan inútil como pretender disimular un tizón sobre un manto de nieve. Se preguntó cómo habría sobrevivido tanto tiempo a la ira de la población, que amaba los chivos expiatorios casi tanto como a sus propios hijos.
Antes de que Lahe Kokkuar alcanzara a levantarse, recibió una patada que lo hizo volver a caer. Era el momento esperado por todos los demás. Una masa de espectros grises cayó enloquecida sobre él, deseando vengar en su piel, nítida y sin tacha, la afrenta de las suyas, grises y acartonadas, consumidas por el wfjaoj woxqa. Tullidos y enfermos desataron una lluvia de pisotones. Los que ya no podían andar, y eran transportados en angarillas, lanzaban piedras.
Por fortuna, la peste gris era un mal que petrificaba los músculos y, aunque con dificultades, Lahe Kokkuar conseguía retrasar el linchamiento, revolviéndose como una serpiente y arrastrándose para tratar de alejarse. Alguien le golpeó la espalda con una estaca, arrancándole una mueca de dolor. Raqo Wrarta comprendió que su vida corría verdadero peligro y se acercó al tumulto; pero su espada no le imponía el mismo respeto a los desahuciados que a los sanos. Lahe Kokkuar escapó de sus atacantes para refugiarse entre las patas del jiqh negro, lo que le dio apenas unos segundos de respiro.
—¡Por qué no lo dejáis marchar de una vez! —gritó el antiguo zekgda—. ¡No veis que es sólo un muchacho, que no es responsable de nada!
—¡Yo tampoco soy responsable! —contestó un apestado, enseñando su pecho surcado de grandes manchas grises—. ¿Quién me deja marchar a mí?
Raqo Wrarta se dio cuenta demasiado tarde de que era inútil pretender razonar con la barahúnda caótica, que sólo buscaba alguien en quien vengar sus miserias, sin atender a más consideraciones. Todos sus intentos de calmar a la multitud resultaron inútiles. Antes de que pudiera echar mano de su espada, fue derribado de la montura. Sintió en su cara los mismos golpes que antes viera recibir a Lahe Kokkuar y fue consciente de que el gentío ya no pensaba en otra cosa que acabar con el chico y quizá con él. Pidió ayuda a Iuse Rerik, al que nadie había desmontado del jiqh, quizá por su inquietante aspecto; pero no observó el menor signo de atención por parte de éste.
—¡Iuse Rerik, esto es muy serio! ¡Si no haces nada ahora nos van matar!
Lahe Kokkuar vio, como entre sueños, la pose indiferente del muchacho camuflado, del todo ajeno a la violencia desplegada a su alrededor. No logró entender por qué no bajaba del jiqh y luchaba para defenderlos. Un golpe en la nuca hizo girar todo a su alrededor y cayó al suelo. Un último pensamiento le dijo que tendría difícil recuperar la vertical.
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Un adolescente escuálido, manchado de barro, mal vestido con ropas remendadas y mugrientas, cayó sobre la nieve, expulsado a patadas de entre la multitud. Raqo Wrarta miró de soslayo a Iuse Rerik, para asegurarse de que mantenía el rostro cubierto y las manos enguantadas. La muchedumbre parecía haber conseguido un trofeo importante. Lahe Kokkuar, el jaaok, apenas lograba camuflar bajo una manta raída su piel inmaculada, la más lustrosa que viera nunca Raqo Wrarta, que tampoco recordaba un color en la mirada como el suyo, de una tonalidad azul que sólo había conocido en las profundas aguas del lago Hehttuhdah, en un infausto amanecer en el remoto valle de Londrah. Le llamó la atención el tremendo desconcierto del muchacho, que obraba con mucha torpeza intentando ocultarse entre los apestados, algo tan inútil como pretender disimular un tizón sobre un manto de nieve. Se preguntó cómo habría sobrevivido tanto tiempo a la ira de la población, que amaba los chivos expiatorios casi tanto como a sus propios hijos.
Antes de que Lahe Kokkuar alcanzara a levantarse, recibió una patada que lo hizo volver a caer. Era el momento esperado por todos los demás. Una masa de espectros grises cayó enloquecida sobre él, deseando vengar en su piel, nítida y sin tacha, la afrenta de las suyas, grises y acartonadas, consumidas por el wfjaoj woxqa. Tullidos y enfermos desataron una lluvia de pisotones. Los que ya no podían andar, y eran transportados en angarillas, lanzaban piedras.
Por fortuna, la peste gris era un mal que petrificaba los músculos y, aunque con dificultades, Lahe Kokkuar conseguía retrasar el linchamiento, revolviéndose como una serpiente y arrastrándose para tratar de alejarse. Alguien le golpeó la espalda con una estaca, arrancándole una mueca de dolor. Raqo Wrarta comprendió que su vida corría verdadero peligro y se acercó al tumulto; pero su espada no le imponía el mismo respeto a los desahuciados que a los sanos. Lahe Kokkuar escapó de sus atacantes para refugiarse entre las patas del jiqh negro, lo que le dio apenas unos segundos de respiro.
—¡Por qué no lo dejáis marchar de una vez! —gritó el antiguo zekgda—. ¡No veis que es sólo un muchacho, que no es responsable de nada!
—¡Yo tampoco soy responsable! —contestó un apestado, enseñando su pecho surcado de grandes manchas grises—. ¿Quién me deja marchar a mí?
Raqo Wrarta se dio cuenta demasiado tarde de que era inútil pretender razonar con la barahúnda caótica, que sólo buscaba alguien en quien vengar sus miserias, sin atender a más consideraciones. Todos sus intentos de calmar a la multitud resultaron inútiles. Antes de que pudiera echar mano de su espada, fue derribado de la montura. Sintió en su cara los mismos golpes que antes viera recibir a Lahe Kokkuar y fue consciente de que el gentío ya no pensaba en otra cosa que acabar con el chico y quizá con él. Pidió ayuda a Iuse Rerik, al que nadie había desmontado del jiqh, quizá por su inquietante aspecto; pero no observó el menor signo de atención por parte de éste.
—¡Iuse Rerik, esto es muy serio! ¡Si no haces nada ahora nos van matar!
Lahe Kokkuar vio, como entre sueños, la pose indiferente del muchacho camuflado, del todo ajeno a la violencia desplegada a su alrededor. No logró entender por qué no bajaba del jiqh y luchaba para defenderlos. Un golpe en la nuca hizo girar todo a su alrededor y cayó al suelo. Un último pensamiento le dijo que tendría difícil recuperar la vertical.
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