Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista argentino nacido en Buenos Aires en 1990.
Fue maestro y profesor de enseñanza secundaria y formó parte de la generación que se nucleó alrededor de la revista
Martín Fierro.
Su poesía fue relegada al olvido durante dos décadas, debido a sus enfrentamientos con compañeros de su generación
cuando ocupaba cargos oficiales.
En 1926 viajó por primera vez a Europa, donde trabó amistad con importantes intelectuales y pintores españoles
y franceses. En 1930, nuevamente en París, escribió los capítulos iniciales de «Adán Buenosayres».
A su primer libro de poemas, «Los Aguiluchos» 1922 le siguieron: «Días como flechas» 1926, «Odas para el hombre
y la mujer» 1929, «Laberinto de amor» 1936, «Cinco poemas australes» 1937, «El Centauro» 1940, «Cantos a Sophía»
en 1940, «Canto de San Martín» 1950, «Heptamerón» 1966, «El poema de Robot» 1966 y el «Poema de la Física»
(recuperado póstumamente).
Al fallecer en 1970, estaba escribiendo la novela «El empresario del caos»
En una tierra que amansa
En una tierra que amansa potros de cinco años
el olor de tu piel hace llorar a los adolecentes.
Yo se que tu cielo es redondo y azul como los
huevos de perdiz.
y que tus mañanas tiemblan,
gotas pesadas en la flor del mundo.
Yo se cómo tu voz perfuma la barba de los vientos...
Por otros arroyos los días descienden como piruguas.
Tus ríos abren canales de música en la noche:
y la luna es un papagayo más entre bambúes
o un loto que rompe a picotazos las cigüeñas.
En un país más casto que la desnudez del agua
los pajaros beben en la huella de tu pie desnudo...
Te levantarás antes de que amanesca
sin despertar a los niños y al alba que duerme todavía.
(El cazador de pumas dice que el sol brota de tu montero
y que calzas al día como a tus hermanitos).
Pizarás el maíz a la sombra de los ancianos
en cuyo pie se han dormido todas las danzas.
Sentados en el craneo de buey
tus abuelos fuman la hoja seca de sus días:
Chisporrotea la sal de sus refranes
en el fuego creciente de la mañana.
(Junto al palenque los niños
han boleado un potrillo alazán...)
En una tierra impúber desnudarán tu canto
junto al arroyo de las tardes.
Tú sabes algún signo para pedir la lluvia
y has encontrado yerbas que te hacen soñar.
Pero no es hora, duermen
en tu pie los caminos.
Y danza el humo de mi pipa
donde las noches arden como tabacos negros...