El caso del señor vestido de violeta - Miguel Mihura

[RAOUL]

Comedia en tres actos
Estrenada en el Teatro Alcázar de Madrid el 17 de abril de 1954



No me detendré mucho en comentarla. Fue ésta una obra de encargo, hecha completamente a la medida de Fernando Fernán Gómez, para la que Mihura recurrió a un cuento escenificado, "Una corrida intrascendente", que había escrito años antes.

Se trata, pues, de estirar una idea que se presta a momentos graciosísimos: la historia de un torero intelectual, científico, cultísimo, con la figura y el carácter de un dandy inglés, ídolo de las multitudes, del pueblo bajo y de la élite. Eso podría dar -y ya había dado- muy bien para una pieza corta pero, a mi juicio, en el intento de convertir esa pieza breve en obra larga convencional, Mihura no anduvo muy fino ni sobrado.
Lo mejor es desde luego el primer acto, cuando esa idea está en su salsa y se producen diálogos realmente divertidísimos entre el torero y su cuadrilla, su novia, su mayordomo o sus admiradores . Ese matador diciéndole a su picador: "A ver, señor Martínez, le he hecho un gráfico a escala con los puntos exactos donde quiero que me pique Ud. el primer toro. Fíjeseme bien en las distancias entre los puyazos que le he puesto" y al banderillero: "Deseo, señor Canales, que no vuelva a poner banderillas de papeles chillones y extravagantes. Nada de rojos y morados y amarillos. Para las banderillas debe elegir un gris perla o un beige muy claro". Son sólo unos ejemplos. Ya digo que todo el primer acto está sostenido sobre diálogos descacharrantes, muy pero que muy graciosos.
El segundo acto ya parece otra cosa, y aunque se adentra más por los terrenos del absurdo, el problema es que, para justificar un problema que dé un argumento a todo la comedia, Mihura ha buscado una cosa bastante tontorrona. Vale, aceptamos que es una simple excusa . Pero la cosa sigue siendo demasiado tontorrona. Y con el tercer acto es que Mihura tampoco sabe muy bien qué hacer: bueno, inventamos esto para que vayan pasando algunas cosas y tener al público entretenido y así vamos cubriendo el tiempo y el expediente, etc, etc,

Pero, en fin, que tiene momentos muy divertidos, especialmente los diálogos del primer acto. Y podemos ampliar el repertorio :
¡Aguda frase!
¡Definición certera!
¡Palabras llenas de sandunga!

[Eyre]

¡Qué asaúra!

Gracias, Raoul, por crear tema para esta obra y comentar

[SISÍFO]

Poco puedo decir más que RAOUL. A mí la obra me ha gustado. Otra vez más, el primer y segundo acto mantiene la intensidad de la obra y ya por el tercero pierde fuelle.
Aunque, y gracias a las anotaciones de la edición de Cátedra, parece ser que Mihura, normalmente escribía siempre los primeros actos y el final lo acababa durante los ensayos con los actores y a veces incluso después de las primeras representaciones cambiaba algo del final. Esto es muy representativo, ya que en Mihura ocurre que normalmente el final aparece como muy precipitado o en cualquier caso, menos cuidado.
Aún así es una obra entretenida y original. Con un humor inteligente (como el torero protagonista) y menos disparatado que en otras (excepto por la exaltación del acento andaluz). Especialmente interesante el papel protagonista, que es una persona que a pesar de dedicarse al toreo, tiene pretensiones más elevadas. Demasiado quizás, ya que se siente en la responsabilidad de mantener cierto nivel al estar en el centro de la opinión pública, es decir, de moda. Aunque no es oro todo lo que reluce, y muy a menudo se actúa de acuerdo a lo que esperan de nosotros.
Buenísima en la parte final la actuación del médico suizo.