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Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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Shimoda
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Botas

Mensaje por Shimoda »



Me chuparon cuando salía de un curso nocturno de la facultad junto a un grupo de compañeros. Ante el gran despliegue de militares y vehículos Ford Falcon verdes, mis compañeros corrieron en distintas direcciones. Todo sucedió tan rápido que no tuve tiempo de comprender de qué se trataba. Me pusieron una capucha en la cabeza, y mis gritos y forcejeos sólo lograron que me asestaran un fuerte puñetazo en el bajo vientre. Quedé inmovilizada por el dolor y me subieron a uno de los autos. Entonces caí en la oscuridad.

Cuando recobré la conciencia tenía las manos atadas y me hallaba tendida sobre un piso frío. La capucha ya no estaba y, en su lugar, una venda apretada me tapaba los ojos. Sólo se escuchaban lloros, gemidos y gritos, que por como resonaban me hicieron pensar que estaba en un galpón grande. Percibí el ruido de unas botas que se acercaban y me sobresalté al escuchar una voz dura, metálica y sin matices junto a la cara.
—¿Tú eres la nueva, no?
—Soy Daniela, señor. Pero se ha cometido un tremendo error, yo no debo estar acá. ¿Con quién debo hablar?
—Ya hablarás, no tengo ninguna duda —respondió sarcásticamente—. En breve vendré a por ti.
El sonido de las botas se fue atenuando como su risa macabra.

—Dani, soy José. ¿Cómo te sientes, estás lastimada?
—Estoy bastante bien. Todo esto es una gran confusión, en breve me iré de acá—. Pero de un tirón me levantaron del piso.
—Fuerza, Daniela, resiste —alcancé a escuchar a José cuando me llevaban.

Las botas me condujeron a una habitación. Luego de pasar por una puerta, me encontré sentada en una silla con los brazos sobre lo que parecía ser un escritorio. Pensé que estaba sola, pues el silencio era absoluto, hasta que escuché un tamborilear de dedos sobre la madera.
—Hola, Daniela. ¿Te dicen Dani, no? —la voz era amable y correcta—.
Hazla fácil, dime ya los nombres de tus compañeros subversivos y pronto saldrás de acá.
—¿Nombres de quiénes? No sé nada, yo no participo en ninguna organización de ese tipo. ¿Cómo darle nombres?
—Si no quieres por las buenas, atente a las consecuencias —la voz se endureció y el tono de las palabras se hizo indiferente.
—Pero es que yo…
El ruido de un portazo me hizo pensar que se habia marchado. A partir de ese momento empecé a morir. Me desnudadon, dejándome sólo las bragas, y mojaron mi cuerpo, que ahora yacía atado sobre una especie de camilla metálica. Entonces picanearon con electricidad mis partes más sensibles, especialmente mis pechos y mi entrepierna. En ese momento aprendí que el terror no tiene palabras, que simplemente no existen. No sé cuánto duró, pero no grité, aullé como un animal herido.

Cuando la tortura se detuvo, mi cuerpo lentamente dejó de convulsionar.
—Bueno, ahora, dinos los nombres —dijo la voz indiferente—. Pero aunque conocía a algunos que integraban grupos subversivos, estaba decidida a callar. No quería que nadie pasara por lo que yo estaba pasando por causa mía.

Después de una nueva sesión de picana eléctrica, en la que ya no emití sonido alguno, pues los gritos quedaban atravesados en mi seca garganta, desperté en posición fetal sobre el frío piso del galpón, temblando de dolor. Unas horas más tarde, ¨Botas uno¨, el de la risa sarcástica, me levantó suavemente.
—Ven con papi, nena —me dijo.
—¡Hijo de remilputa, malnacido! ¡Déjala en paz! —gritó José.
Quedé sola, de pie, unos instantes, mientras escuchaba cómo pateaban implacablemente a mi invisible compañero, de cuya boca no salieron más que apagados gemidos. Luego, ¨Botas uno¨ me condujo a otro lugar y me arrojó sobre un colchón.
—Pórtate bien, todo será mejor para ti, muñeca —dijo.
Dentro mío, mil huracanes rugían, pero con voz acariciante, a sabiendas de lo que vendría y dominando el temblor de mis palabras, le respondí: —Desátame las manos, así tendremos más placer.
—Veo que estás bien predispuesta –dijo, mientras accedía a mi pedido.
Entonces, me arrancó las bragas, y la furia, contenida hasta entonces, estalló. Alcancé a arañarle la cara y traté de golpearlo con todo mi cuerpo, pero un fuerte puñetazo me quitó las fuerzas. Y fui violada reiteradamente, primero por él y luego por un compañero suyo.

Más tarde, unos lamentos quejumbrosos me sacaron de mi letargo:
—¡Ma!, ¡mamá! ¡Por favor, ayúdame! —Era mi propia voz. Pero bien sabía que mis padres no me buscarían, pues por diversos motivos solía ausentarme de mi casa paterna por varios días, y ellos jamás se interesaban por saber adónde estaba. Mi novio tampoco estaría alarmado, ya que hacía muy poco tiempo que salíamos y no nos hablábamos todos los días. Entonces, sentí unas piernas tocando mi cuerpo suavemente. Era José. Nada dijo. Me arrastré y logré acurrucarme junto a él. Todo el cuerpo me dolía, pero pude relajarme y, como en un sueño, recordé a Graciela, una compañera de primer año de la facu que participaba activamente en un grupo subversivo y que había desaparecido hacía varios meses. En una libretita, ella había anotado mi número de teléfono y mi dirección. Y en ese momento comprendí por qué estaba en ese lugar.

—¡Arriba manga de putas y maricas, que esto no es Disneylandia! —vociferó ¨Botas uno¨—. ¡Es hora del baño!
Como pudo, José me ayudó a levantarme, y me alentó con un ¨coraje, Dani¨. Nos llevaron a un sitio abierto y nos manguerearon con agua fría a presión. El aire estaba helado, pero temblaba más de miedo que de frío. Después nos pusieron de espaldas contra un muro, y se escuchó: ¨Preparen armas…¨ ¨Apunten…¨ Las palabras resonaban dentro mío como un eco lejano: … armas…, mas…, apunten…, punten… Se repetían en mi mente y a pesar de que entendía su significado me resistía a creer en lo que estaba oyendo. Simplemente no podía ser cierto…
—¡Fuego!
—¡¡Viva la patria, cara…!! —alguien gritó, y el olor a pólvora y a muerte impregnó el aire.
—Un malnacido menos —dijo tranquilamente uno de los ¨botas¨.

Yo también había sentido las balas penetrando en mi cuerpo, pero por desgracia no fue así. Las torturas se sucedieron sin cesar y tuve, creo, el dudoso privilegio de conocerlas a todas. Una de las favoritas de mis carceleros era el ¨submarino¨. Te metían la cabeza dentro de un tacho con agua hasta que los pulmones estaban a punto de estallar. Unos segundos afuera permitían atrapar una bocanada de aire, y otra vez al agua. Y siempre las mismas palabras: ¨Nombres, nombres, nombres…¨

Durante una sesión de picana, la venda que me cubría los ojos se deslizó un poco hacia arriba, permitiéndome ver algo. Cuando se lo comenté a José, me dijo:¨Ten cuidado, que ellos no se den cuenta. ¿Me puedes ver¨? Lo miré y vi la muerte en su rostro lastimado, sabía que tenía veintisiete años, pero aparentaba mucho más. ¨Sólo un poco, eres guapo…¨, le respondí.
—Mira, Daniela, yo no saldré de ésta. Si tú logras zafar, dile a Alejandra que la amo, y a mi hijo, que ya debe haber nacido, bésalo por mí.
—No seas pendejo —le dije—, saldremos juntos de aquí y tú pagarás el helado de frutilla con crema del cielo y yo las hamburguesas con patatas fritas —y memoricé la dirección.
—Toma, Dani, pude rescatar esto —me entregó una pequeña medalla plateada—, si puedes entrégasela a Alejandra.
Aquella noche dejaste de sufrir. Tus últimas palabras: ¨¡Mueran, milicos hijos de puta!¨ , se clavaron como puñales en mis oídos. Más tarde, mientras acariciaba la medalla que había logrado esconder en una grieta del muro, no podía dejar de pensar en cuánto te envidiaba y cuándo me tocaría a mí.

—¡Basta, basta! ¡Ya deja de gritar, mujer! ¡Ni tus gritos ni tu vientre preñado te ayudarán! ¡No quiero escucharte más! ¡Tú y tu vientre morirán! —Al día siguiente se la llevaron a punto de parir. Me arrepentí de lo que le había gritado, pues seguramente la habían matado después del parto y su hijo entregado en adopción.

¿Cuántos días habían pasado? ¿Cuatro, cinco? No lo sabía a ciencia cierta. ¿Al fin y al cabo, qué importaba? Ya estaba acostumbrada a ese hedor de orina, mierda y pólvora, de sangre y muerte. Pero otra vez, el ruido de unas botas me sobresaltó.
—¡Arriba, Daniela! —era la voz de ¨Botas uno¨. ¿Qué me tocaría ahora? ¿Picana o submarino? ¿Violación o golpiza con toalla mojada…? Ojalá fuera el paredón y una bala en el pecho. No reconocí por dónde me llevaron. Me ordenaron ponerme contra la pared y mantener los ojos cerrados. Entonces me sacaron la venda y pusieron la capucha, me desataron las manos y dejaron en el suelo, junto a mí, unos pantalones, una camisa y un par de zapatillas.
—¡Vístete! —me dijo ¨Botas uno¨, tocando con sus húmedas y asquerosas manos mis pechos. Después que me vestí me condujeron por un pasillo, una puerta chirrió y entonces sentí el viento en el cuerpo. A empellones me subieron a un auto. Durante el viaje, que me pareció interminable, nadie habló. Cuando el auto se detuvo, me hicieron bajar.
—Daniela, contigo nos equivocamos. Camina en línea recta y cuenta hasta cien. Luego puedes quitarte la capucha —la voz no tenía matices.

Una luz de esperanza asomó en mi corazón. La libertad estaba a sólo cien pasos. Yo no moriría ahora. Sentí la tierra húmeda bajo los pies y las altas malezas rozándome las piernas. Pero, ¿realmente estaba libre? Pensé en José, que había quedado allí para siempre, y me acordé de la medalla en la grieta del muro. Cuarenta y siete, cuarenta y ocho, cuarenta y nueve… ¿El auto, sigue ahí? Recordé las palabras de José: ¨Hay veces en que estos malparidos te dicen que te dejarán libre, y te suben a un vehículo y después de bajarte te disparan por la espalda en un descampado¨. Entonces, mis pasos se hicieron lentos, cincuenta, cincuenta y uno, cincuenta y dos…
Última edición por Shimoda el 23 Jul 2011 17:25, editado 1 vez en total.
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Berlín
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Re: Botas

Mensaje por Berlín »

Horrible el tema de las dictaduras, espantoso. La desaparición fue una técnica repugnante durante la guerra sucia, donde los paramilitares chupaban o secuestraban a los llamados subversivos, para interrogarlos torturándolos de la forma que tú, Shimoda, tan bien ilustras.

Es impactante este relato, Shimoda. Magistralmente escrito desde el respeto a esos desaparecidos y a todos aquellos que han sufrido algún tipo de tortura o han muerto, o desaparecido.

Por cierto, el final es buenísimo.

Un abrazo enorme.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Redspark
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Re: Botas

Mensaje por Redspark »

Pedazo de texto.
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dorsvenabili
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Re: Botas

Mensaje por dorsvenabili »

¡Dios, qué duro es! Las dictaduras son horribles. No has podido relatarlo mejor.
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Shimoda
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Re: Botas

Mensaje por Shimoda »

Berlín escribió:Horrible el tema de las dictaduras, espantoso. La desaparición fue una técnica repugnante durante la guerra sucia, donde los paramilitares chupaban o secuestraban a los llamados subversivos, para interrogarlos torturándolos de la forma que tú, Shimoda, tan bien ilustras.

Es impactante este relato, Shimoda. Magistralmente escrito desde el respeto a esos desaparecidos y a todos aquellos que han sufrido algún tipo de tortura o han muerto, o desaparecido.

Por cierto, el final es buenísimo.

Un abrazo enorme.
:hola: amiga
Pienso que las fuerzas de seguridad, sean regulares o no, deben actuar sólo dentro del marco legal, no hay otra alternativa. Y esto, simplemente, no ha sido respetado.
Gracias por tu amable comentario.
Abrazos y cariños.
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Re: Botas

Mensaje por Shimoda »

Redspark escribió:Pedazo de texto.
:hola: amigo
Gracias por leer ¨Botas¨ y comentar. Pero..., no es un pedazo... No hay segunda parte :noooo: Siento desilusionarte :cunao:
Abrazos y cariños
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Re: Botas

Mensaje por Shimoda »

dorsvenabili escribió:¡Dios, qué duro es! Las dictaduras son horribles. No has podido relatarlo mejor.
:hola: Dors
Sí, las dictaduras son terribles, como la pérdida de la libertad. Muchas gracias, amiga, por el comentario.
Cariños y abrazos
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lucia
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Re: Botas

Mensaje por lucia »

Lo que queda un poco incongruente es que le dejen las bragas cuando, además, luego van a utilizar también la picana en la vagina.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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karen mendoza prada
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Re: Botas

Mensaje por karen mendoza prada »

:o es una historia terrible, pero desgraciadamente muy real y la has narrado de una manera magistral, que me he metido en la historia junto contigo. Muchas gracias por ilustrarnos con esta maravillosa historia. Pero me has dejado intrigada con el final, porque nosé si muere la valiente protagonista al final. Felicidades por tan buen relato, te mando un abrazo y cuidate un monton, bye :60:
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Shimoda
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Re: Botas

Mensaje por Shimoda »

lucia escribió:Lo que queda un poco incongruente es que le dejen las bragas cuando, además, luego van a utilizar también la picana en la vagina.
El relato no vuelve a mencionar las bragas porque consideré que quedaba claro que la protagonista ya no las tenía.
Gracias, Lucía, por leer y por la observación. Vale.
Cariños y abrazos, jefa.
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Shimoda
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Re: Botas

Mensaje por Shimoda »

karen mendoza prada escribió::o es una historia terrible, pero desgraciadamente muy real y la has narrado de una manera magistral, que me he metido en la historia junto contigo. Muchas gracias por ilustrarnos con esta maravillosa historia. Pero me has dejado intrigada con el final, porque nosé si muere la valiente protagonista al final. Felicidades por tan buen relato, te mando un abrazo y cuidate un monton, bye :60:
:hola: Lucerito de día :D
Lamentablemente sí, es una historia real. El final es abierto, pues de hecho existieron las dos posibilidades.
Muchas gracias, amiga, por tu comentario.
Cariños y abrazos.
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shirabonita
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Re: Botas

Mensaje por shirabonita »

Shimoda :60: tu relato es estremecedor. :boese040:
Me ha hecho pensar en la gente desaparecida durante la dictadura de Pinochet, y también en las madres de la plaza de Mayo, en Argentina. :(
Pero , desgraciadamente, en el mundo ha habido y hay muchas más.

Resulta todavía más impactante al estar redactado en primera persona, y como dice Berlín, el final es cojonudo. Bravo! :eusa_clap: :eusa_clap: :eusa_clap:
:60: :60:
Última edición por shirabonita el 25 Jul 2011 11:58, editado 1 vez en total.
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karen mendoza prada
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Re: Botas

Mensaje por karen mendoza prada »

:o shimoda, ¿quieres decir que esta historia exactamente ha pasado? :shock:
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lucia
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Re: Botas

Mensaje por lucia »

Desgraciadamente, sí.
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Re: Botas

Mensaje por karen mendoza prada »

:o es terrible... :? :cry:
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