Giuseppe Ungaretti
Moderadores: Tessia, lunallena
Giuseppe Ungaretti
Giuseppe Ungaretti (Nació en 1888 en Alejandría, Egipto – murió en Milán el 2 de junio de 1970) fue un poeta italiano.
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Re: Giuseppe Ungaretti
Juno
1931
Alrededor de esa perfecta madurez que me atormenta,
Un muslo levantándose por sobre otro...
Esparce tu furia a través de una acerba noche!
Versión de Rafael Díaz Borbón
1931
Alrededor de esa perfecta madurez que me atormenta,
Un muslo levantándose por sobre otro...
Esparce tu furia a través de una acerba noche!
Versión de Rafael Díaz Borbón
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Re: Giuseppe Ungaretti
La madre
Y cuando el corazón de un último latido
haya hecho caer el muro de sombra,
para conducirme, madre, hasta el Señor,
como una vez me darás la mano.
De rodillas, decidida,
serás una estatua delante del Eterno,
como ya te veía
cuando estabas todavía en la vida.
Alzarás temblorosa los viejos brazos,
como cuando expiraste
diciendo: Dios mío, heme aquí.
Y sólo cuando me haya perdonado
te entrarán deseos de mirarme.
Recordarás haberme esperado tanto
y tendrás en los ojos un rápido suspiro.
Versión de Jesús López Pacheco
Y cuando el corazón de un último latido
haya hecho caer el muro de sombra,
para conducirme, madre, hasta el Señor,
como una vez me darás la mano.
De rodillas, decidida,
serás una estatua delante del Eterno,
como ya te veía
cuando estabas todavía en la vida.
Alzarás temblorosa los viejos brazos,
como cuando expiraste
diciendo: Dios mío, heme aquí.
Y sólo cuando me haya perdonado
te entrarán deseos de mirarme.
Recordarás haberme esperado tanto
y tendrás en los ojos un rápido suspiro.
Versión de Jesús López Pacheco
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Re: Giuseppe Ungaretti
La piedad
1
Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exilado en medio de los hombres.
Mas por ellos estoy en pena.
¿No sería digno de volver a mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Hojas secas,
alma llevada aquí y allá...,
No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.
Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?
Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?
Quizá el hombre también es indigno de esperanza.
¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?
El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.
La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.
Loca y gastada está el alma.
Dios mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?
Compadécenos entonces, crueldad.
No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor .
Muéstranos una huella de justicia.
Tu ley, ¿cuál es?
Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.
2
Carne melancólica
donde una vez pululó la alegría,
ojos entreabiertos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
lo que seré caído en la tierra?
Está en los vivos el camino de los difuntos,
nosotros somos una riada de sombras,
y ellas el grano que explota en el sueño,
de ellas es la lejanía que nos queda
y de ellas la sombra que da peso a los nombres.
La esperanza de una gran sombra
¿sólo es esto nuestra suerte?
¿Y no serías tú más que un sueño, Dios?
Temerarios, por lo menos un sueño
queremos que sea semejante a ti.
Es parto de la locura más clara.
No tiembla en nubes de ramas
como pájaros de la madrugada
al borde de los párpados.
En nosotros está y languidece, llaga misteriosa
3
La luz que nos aguija
es un hilo cada vez más sutil.
¿Sólo deslumbras matando?
Dáme esta alegría suprema.
4
El hombre, monótono universo,
cree acrecentar sus bienes,
y de sus manos febriles
no salen, sin fin, más que límites.
Pegado al vacío,
a su hilo de araña,
no teme ni seduce
más que a su propio grito.
Evita el desgaste haciendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.
Versión de Jesús López Pacheco
1
Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exilado en medio de los hombres.
Mas por ellos estoy en pena.
¿No sería digno de volver a mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Hojas secas,
alma llevada aquí y allá...,
No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.
Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?
Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?
Quizá el hombre también es indigno de esperanza.
¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?
El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.
La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.
Loca y gastada está el alma.
Dios mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?
Compadécenos entonces, crueldad.
No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor .
Muéstranos una huella de justicia.
Tu ley, ¿cuál es?
Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.
2
Carne melancólica
donde una vez pululó la alegría,
ojos entreabiertos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
lo que seré caído en la tierra?
Está en los vivos el camino de los difuntos,
nosotros somos una riada de sombras,
y ellas el grano que explota en el sueño,
de ellas es la lejanía que nos queda
y de ellas la sombra que da peso a los nombres.
La esperanza de una gran sombra
¿sólo es esto nuestra suerte?
¿Y no serías tú más que un sueño, Dios?
Temerarios, por lo menos un sueño
queremos que sea semejante a ti.
Es parto de la locura más clara.
No tiembla en nubes de ramas
como pájaros de la madrugada
al borde de los párpados.
En nosotros está y languidece, llaga misteriosa
3
La luz que nos aguija
es un hilo cada vez más sutil.
¿Sólo deslumbras matando?
Dáme esta alegría suprema.
4
El hombre, monótono universo,
cree acrecentar sus bienes,
y de sus manos febriles
no salen, sin fin, más que límites.
Pegado al vacío,
a su hilo de araña,
no teme ni seduce
más que a su propio grito.
Evita el desgaste haciendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.
Versión de Jesús López Pacheco
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Re: Giuseppe Ungaretti
Nostalgia
Locvizza, 28 Septiembre 1916
Cuando
la noche está por pasar
un poco antes de empezar la primavera
y la gente
comience a transitar
Un sombrío color
de llanto
se espesa sobre París
En la esquina
del puente
contemplo
el inabarcable silencio
de una pobre niña
Nuestras dos
enfermedades
van juntas
Y si arrastradas a otro lugar
allá estaríamos juntos
Versión de Rafael Díaz Borbón
Locvizza, 28 Septiembre 1916
Cuando
la noche está por pasar
un poco antes de empezar la primavera
y la gente
comience a transitar
Un sombrío color
de llanto
se espesa sobre París
En la esquina
del puente
contemplo
el inabarcable silencio
de una pobre niña
Nuestras dos
enfermedades
van juntas
Y si arrastradas a otro lugar
allá estaríamos juntos
Versión de Rafael Díaz Borbón
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Re: Giuseppe Ungaretti
Placer
Versa, 18 Febrero 1917
Ardo con la
fiebre
de este torrente de luz
Doy la bienvenida a este
día como
a dulcificante fruta
Esta noche
sentiré
remordimiento como un
alarido
perdido en el
desierto
Versión de Rafael Díaz Borbón
Versa, 18 Febrero 1917
Ardo con la
fiebre
de este torrente de luz
Doy la bienvenida a este
día como
a dulcificante fruta
Esta noche
sentiré
remordimiento como un
alarido
perdido en el
desierto
Versión de Rafael Díaz Borbón
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Re: Giuseppe Ungaretti
Soy una criatura
Como esta piedra
del S. Michele
tan fría
tan dura
tan reseca
tan refractaria
tan totalmente inanimada
Como esta piedra
es mi llanto
que no se ve
La muerte se paga
viviendo
Como esta piedra
del S. Michele
tan fría
tan dura
tan reseca
tan refractaria
tan totalmente inanimada
Como esta piedra
es mi llanto
que no se ve
La muerte se paga
viviendo
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