Me lo acabé hace un par de días y la verdad es que, entre que es cortito y que engancha desde un primer momento, se lee bastante rápido.
En este caso, Carlos consigue crear angustia y tensión sin necesidad de zombies ni ningún tipo de seres paranormales, si no que sencillamente con un
perro y sus constantes ladridos crea una situación agobiante que lleva al pobre protagonista al borde de la locura, al estilo del mejor Stephen King y su Cujo. |
La verdad es que me he puesto en la piel del protagonista y hay momentos en los que lo he pasado realmente mal, especialmente por la sensación de impotencia
al no poder hacer nada para acabar con los constantes ladridos del perro y verse, encima, acusado de allanamiento de morada por el cabr... de su vecino y presionado (y, al final, demandado) por parte de su jefe. |
Quizá lo que no me ha acabado de convencer del todo es el final.
No sé porque, pero me imaginaba que Daniel no acabaría sólo con el perro, si no que también iría a por el abogado. Es que, con la rabia que da, debería haber recibido lo suyo ... |
De todas formas, no estoy seguro si lo he acabado de entender del todo, porque
¿qué quiere decir el policía con que le habían puesto unos altavoces debajo de su piso? Que no había tal perro? |