Los amantes del fútbol muchas veces nos hemos encontrado con esa laguna filosófica o intelectual que nos pudiera entender. El ser humano tiene muchos intereses y si bien el deporte, como el nacionalismo, es motivo de opio, en una ración corta viene bien.Dios es redondo ofrece una vibrante crónica de la religión laica que llena los estadios, las mitologías y supersticiones de un deporte que ocurre en el césped pero también en la mente de los aficionados. Enviado especial a los mundiales de Italia 90 y Francia 98, Villoro domina el arte de escribir al borde de la cancha, pero también el tono reflexivo. El ensayista de Efectos personales (Anagrama, 2001) sabe que los grandes goles duran toda la vida y definen los destinos de quienes los presenciaron. Dios es redondo rinde tributo al más colorido de los divos del pie privilegiado, Diego Armando Maradona, registra las glorias y los excesos de la liga española, ofrece indelebles estampas del último Mundial del siglo XX y brinda un notable ejemplo del arte de la conversación con Jorge Valdano.
Me gustó bastante, aunque le ponga un 7,5. Es ideal para ir en el metro o en el bus ya que hay historietas cortas, hablando del fútbol, elevándolo a la mística de Odiseo y otros héroes griegos. La forma de escribir muy buena, hay crónicas muy destacables, y aún que fue del Mundial del 98 se lee con gusto. Eso sí, tiene algún fallo que no debía haber pasado del editor porque son datos históricos - futbolísticos. Eso le empaña un poco.
Por otro lado, me he llevado una sorpresa. Frases en el fútbol como "Ahí viene Hans Peter Briegel, que en alemán quiere decir 'Ferrocarriles Nacionales de Alemania", poner el mote a Cabinho, el delantero que se reía al fallar goles, el "Hombre de la Sonrisa Fácil" o ante un partido aburrido decir "¡Se hunde la nave... niños y mujeres primero!" no es de Andrés Montes, sino que lo copió vilmente de un periodista mexicano llamado Ángel Fernández.