Título: La manzana de Adán
Autor: Ernő Szép
Título original: Ádámcsutka
Año: 1935
Editorial: Lengua de trapo
Fecha de publicación: 2010
320 páginas
(LITERATURA HÚNGARA)
A sus cuarenta y seis años, el protagonista y narrador de La manzana de Adán, poeta, crítico y dramaturgo, decide anotar cada noche todo aquello que le sucede. Sus páginas se llenan de ácidas e inteligentes reflexiones sobre el paso del tiempo, la decadencia, su carrera como dramaturgo, pero, sobre todo, es el amor el que recibe sus mayores atenciones. Frente a la relación acomodada que tiene con una mujer casada, aparece en su vida una pasión imposible, una joven ingenua que le enfrenta a una pregunta insoslayable y perturbadora: ¿hasta qué punto puede uno, en nombre de sus buenas intenciones, interferir y hasta modificar la vida del otro?
En un tono intimista, que deja espacio tanto a la jactancia como a la autocrítica, pero siempre desde una sinceridad que conmueve al lector, La manzana de Adán conforma un relato único, un retrato de época, una historia de amor que es al mismo tiempo uno de los mejores ejemplos de la literatura testimonial centroeuropea. «La obra que el lector tiene ahora en sus manos no es un retrato del autor, es más que eso: es una auscultación silenciosa, casi clínica, de su sensibilidad ante las cosas y las gentes del mundo, sin diagnóstico, sin resentimiento, sin pesimismo, sin alarde emocional» (del prólogo de Alejandro Gándara).
Un fragmento:
Sobre el autor:Noche 1
TENGO CUARENTA Y SEIS AÑOS. Cumplidos; desde hace dos meses. Acaba de sucederme algo tan hermoso.
Debería escribir una novela sobre ello, un libro tranquilo, fiel, de los que me gusta leer.
No sé si tendré aún ocasión en la vida de escribir un libro de los que me agradan. Estoy fatigado. Ya no escribo con la agilidad de antes.
Necesitaría un mes entero para reflexionar sobre lo que quiero decir, para idear un esquema.
La mañana se me va en escribir artículos o folletines. La tarde…, por la tarde ya es tarde. Nunca he trabajado por la tarde. La tarde la dedico al amor, al paseo, a la lectura y a las cartas. Desde hace unos años, más bien al sueño, luego, a tramitar asuntos. Cierto que también dedico la tarde al trabajo, termino el folletín, escribo un artículo más, son muchos los artículos que debo escribir. Por lo general, también quedan para la tarde los guiones de cine, cuando me animo a escribir alguno. Llevo unos siete años escribiendo un guión tras otro, por si un día un productor se vuelve loco y me compra uno.
El recuerdo de lo sucedido está aún caliente, como cuando un día de sol entro en el cuarto con el tejido del traje impregnado de calor. Me he decidido, me pondré con ello entrada la noche, cuando acabe con el mundo, trataré de garabatear durante una o dos horas, veremos cuánto aguanto. Hace tantísimo tiempo que no trabajo de noche, ha quedado atrás, igual que la juventud.
Cuando trataba de escribir de noche, a altas horas de la noche,vme entraba una fiebre nerviosa, luego no lograba conciliar el sueñovhasta la madrugada. Ahora no escribiré, solo tomaré notas.
Empezaría la novela por el pasado mes de septiembre, cuando acudí al teatro. Subo las escaleras. Soy un mar de problemas, soy solo asco.
Aún no tengo la pieza terminada, es lo que quiero anunciar. Ni siquiera he empezado, he pasado todo el verano titubeando. De todos modos, mentiré con que ya estoy acabando el primer acto, entonces confiarán en que la terminaré. Me volverán a pagar algo de dinero, espero.
En el rellano de la escalera está a punto de echárseme encima una chica. Baja a brincos, como un pájaro.
Me detengo un instante, no sea que choquemos. La chica, al vuelo, se agarra a la barandilla. Me mira a la cara. Es rubia.
Antes de emprender el siguiente tramo de la escalera, se me ocurre volver la vista atrás. Sí, he sentido que la que chica se ha vuelto hacia mí. Aún resopla. Tiene los labios entreabiertos. Se ríe porque es joven.
—No me reconoce.
No, querida. ¿Quién es usted?
—Ay… nos presentaron en mayo, cuando teníamos el examen.
En otro teatro. Habló usted conmigo.
Qué gentil de mi parte.
Se llama Iboly tal y cual. Está en segundo.
Me acuerdo, una mañana del año pasado fui a pedir dinero, no sabía que tenían ensayo general; para introducirme en el palco del director, tuve que pasar por el hervidero del pasillo, en plena función. Sería un director de escena o un crítico quien me plantó a la chica delante, como cuando a uno le ofrecen cigarrillos.
Pues ¿qué se le ofrece? Yo, hija mía, no valgo para enchufes.
—No busco enchufe. Solo…
Se atasca. Mira valiente y cobarde.
Vamos, dígame lo que quiere. Rápido, que llevo prisa.
Así no es posible. ¿Cuándo podría hablar conmigo?
Tengo prisa, le doy mi número de teléfono; que me llame una mañana.
—¿Podría ser mañana mismo?
Podría ser.
—Apunto de inmediato el número, ocho, veinticinco, treinta y uno, ocho, veinticinco, treinta y uno.
Adiós.
Me han dado poco dinero. Y tengo tantos problemas.
Debo dejar constancia de mi estado.
Tengo una madre anciana. No me dice hijo, sino padre. Soy yo quien se ocupa de ella.
Tengo una hermana menor, viuda. Se ha quedado sola con dos hijos. Su pensión vale cada vez menos y los hijos cuestan cada vez más.
Mi hermano menor, ingeniero, hombre casado, puso una pequeña empresa industrial y yo le di el dinero. Lo reuní de tres pequeños bancos, los grandes ni me dirigen la palabra. Mi hermano quebró.
Ahora vuelve a trabajar como funcionario, gana la mitad que antes. Llevo cinco años pagando sus préstamos. El año pasado mandé a mi madre a un sanatorio, para curarse, durante tres meses y medio. Les debo un dineral. Es otra deuda que debo ir extinguiendo.
Tengo sastres de antaño cuyas facturas olvidé liquidar. Todos ellos acuden a mi casa como mendigos, a veces debo compadecerme de ellos con diez pengös, o cinco.
Hoy no puedo escribir más.
Fuentes:Ernö Szép nació en 1884 en Huszt. Con diecinueve años comenzó en Budapest su carrera periodística y publicó sus primeros poemas, con cierto éxito. Formó parte de la revista literaria Nyugat y, en poco tiempo, sus trabajos como dramaturgo, poeta y novelista le hicieron muy popular. Durante la I Guerra Mundial trabajó como enfermero y corresponsal de guerra. En 1920 emigró a Viena para volver tan solo un año después a Hungría. Judío de origen, en 1944 fue detenido, deportado y obligado a realizar trabajos «de esclavos », como relató en su libro de memorias El olor de los humanos.
Sobrevivió a la guerra y vivió hasta su muerte en la pobreza. Tras la liberación de Hungría y su adhesión a la Unión Soviética, Szép cayó en el olvido y murió en Budapest en 1953, sin el reconocimiento del que gozó en su juventud.
Sobre la obra y el autor: http://www.lenguadetrapo.com/libro.php?sec=RE&item=306
Fragmento: http://www.lenguadetrapo.com/lectura.ph ... E&item=306
La leí hace tiempo y ya no recuerdo muchos detalles (no los suficientes para escribir un buen comentario), aunque se me quedó grabada la atmósfera llena de encanto de esta novela sobre el Budapest bohemio de comienzos de siglo (pero de cuando ese mundo bohemio estaba ya en quiebra), escrita con delicadeza, finura y elegancia. La historia de amor-desamor del protagonista y de Iboly, su evolución y la de los personajes protagonistas está descrita con buen ritmo y se lee casi de una sentada, sin poder parar. Novela muy recomendable, especialmente para los que tengan interés en la literatura húngara, más allá de las figuras reconocidas en los países hispanohablantes.