terminado. es un libro muy recomendable para quienquiera que desee sumergirse en la vida de un gigante, y es imprescindible para los fans de russell. es deliciosa la sensación de que conoces bien a un autor que admiras.
esto explica en parte el cambio de tono en los últimos capítulos (p. 708):
He descubierto que no es posible relatar de la misma forma los sucesos públicos o privados ocurridos hace mucho tiempo que los actuales, en medio de los cuales vivo. Puede que algunos lectores se sorprendan por los cambios de estilo que esto supone. Sólo me queda esperar que el lector comprenda lo irremediable de la diversificación y tenga en cuenta la inevitable reticencia que impone la ley de calumnias.
es una vida repleta de grandes satisfacciones y de penas muy intensas, y a menudo las dichas y las penas tienen que ver con el mismo asunto. por ejemplo (p. 817. john es su primer hijo y susan es la esposa de john):
También sufro por meterme en la vida de John y Susan. Ellos nacieron después de 1914, y por tanto son incapaces de ser felices. Sus tres hijos son una delicia: yo los quiero y ellos me aprecian, pero sus padres viven sus propias vidas, en prisiones separadas, entre la pesadilla y la desesperación. En apariencia no es así: son felices; pero bajo la superficie, John vive en sospechosa solead, incapaz de creer que se pueda confiar en alguien, y Susan es atacada, más allá de sus fuerzas, por súbitas y dolorosas punzadas de agonía al contemplar este horrible mundo. Ella encuentra alivio escribiendo poesía, pero él no tiene sosiego. Veo que su matrimonio se romperá, y que ninguno de los dos conseguirá jamás la felicidad y la paz. Por momentos logro acallar esta terrible intuición, pero los quiero demasiado como para seguir pensando en ellos a un nivel de mundano sentido común. Si no tuviera este horrible don, como Casandra, de prever la tragedia, podría ser feliz aquí, a un nivel superficial. Pero tal como están las cosas, sufro. Y lo que les ocurre a ellos les ocurre a todos los jóvenes de todo el mundo. Me duele el corazón de compasión por la generación perdida; perdida por la locura y la codicia de la generación a la que pertenezco. Es una gran carga, pero hay que elevarse por encima de ella. Quizás, sufriendo hasta el límite, se revelen algunas palabras de consuelo.
otro ejemplo (p. 853):
Al final, más de cinco mil personas se hallaban sentadas o tumbadas en las aceras que rodeaban el Ministerio. Y allí permanecimos sentados hasta que anocheció; fue una propuesta fuerte, tranquila pero no totalmente muda, contra la política nuclear del gobierno. En el transcurso de la misma, mucha gente se unió a nosotros, y muchos más vinieron a mirar; naturalmente, la prensa y la televisión merodeaban haciendo preguntas. En cuanto se corrió la voz de que todos los manifestantes estaban sentados, Michael Scott, Schoenman y yo pegamos en la puerta del Ministerio una nota que habíamos preparado. Sabíamos que el gobierno había solicitado al Cuerpo de Bomberos que utilizara chorros de agua a presión contra nosotros, pero afortunadamente los bomberos se negaron. A las seis de la tarde dimos por terminada la sentada. Una ola de júbilo estremeció a la multitud. Cuando emprendimos el regreso hacia Whitehall en la oscuridad, bajo la luz de las lámparas y entre los vítores del público, me sentí muy feliz; aquella tarde habíamos conseguido lo que nos habíamos propuesto, y habíamos manifestado seriamente nuestros propósitos. Además, me emocionaron los gritos de apoyo a mi persona al pasar, y el estallido de la canción «porque es un muchacho excelente…».
el libro se cierra con una reflexión que escribió cuando cumplió ochenta años (p. 1017):
Puede que haya concebido equivocadamente la verdad teórica, pero no me equivoqué en pensar que existe tal verdad y que merece nuestra lealtad. Puede que haya creído que el camino hacia un mundo de personas libres y felices era más corto de lo que se está revelando, pero no me equivoqué al pensar que ese mundo es posible, y que merece la pena vivir con miras a volverlo realidad. He vivido en pos de una ilusión, social y personal. Social, por imaginar la sociedad que se ha de crear, en la que los individuos crezcan libremente y donde el odio, la codicia y la envidia desaparezcan porque nada hay para alimentarlos. Personal, por valorar lo que es noble, lo que es hermoso, lo que es bueno; por permitir que los instantes de lucidez impregnaran de sabiduría los mementos más mundanos. Creo en todas estas cosas, y el mundo, con todos sus horrores, no me ha hecho cambiar de parecer.