Yo también lo he terminado este fin de semana, y estaba tan entretenida con Héctor (Belascoarán Shayne), que empecé con
Cosa Fácil sin darme cuenta
, aunque lo dejé en la primera página para no adelantarme al MC
Sí,
Armando, soy lectora habitual y constante de novela negra desde hace mil años (más o menos), y creo que, geográficamente, la parte de Centro y Sudamérica era de las pocas que me quedaban por leer en este género. Tengo en la larguísima lista de leidos a detectives nortemericanos, europeos de todas las nacionalidades, indús, chinos, japoneses y hasta algún africano. ¡Que me gusta la novela negra, vaya!
Y lo que he encontrado distinto en este es el sabor tan local que trasmite: nadie diría que el autor nació en Gijón, porque está claro que creció y se desarrollo en todos los sentidos en México, su patria de adopción desde los 10 años.
Hector es un detective que no sabe porqué lo es, alguien que ya ha pasado la juventud alocada para desencantarse con la vida que lleva y con la que decide romper "a lo bestia", sin mirar atrás y sin pedir ayuda. Un novato en el oficio que se toma las cosas muy en serio y acaba encontrando justificación a sus acciones y un sentido a su nueva vida
en dar con el responsable de los asesinatos y vengar a sus víctimas sea como sea, aunque suponga saltarse la legalidad y ajusticiar por su mano. |
La trama no es demasiado compleja, narrada en primera persona casi todo el tiempo, se centra más en las sensaciones y evolución del detective que en la psicología del asesino,
al que despacha con unos pocos trazos no demasiado complejos ni originales: rico, egocéntrico, megalómano, sin retos ni compañeros en su vida, desequilibrado y de acciones casi perfectamente calculadas. Y bastante previsible, pero solo por “escuchar” las reflexiones de Héctor y ver cómo cada vez va teniendo las cosas un poquito más claras merece la pena leerle. |
Los secundarios, como en toda buena novela policiaca, relajan la tensión y aportan puntos de vista muy distintos a los del protagonista: el plomero es impagable; sus dos hermanos de sangre, con los que se reencuentra; la secretaria improvisada; la “chica de la cola de caballo” en su pseudo papel de amante/víctima… Son todos un apoyo y una conexión con la realidad, pero la soledad de Héctor no mengua en ningún momento, es cruda y con un puntito romántico, claro.
Gracias por las aportaciones sobre el concurso televisivo
. Aquí ha habido alguno en el que tenías la posibilidad de ganar mucho dinero a base de preguntas más o menos difíciles, aunque no recuerdo ninguno que tuviera un nivel de especialización tan alto en un tema tan específico. Igual es pura anécdota para seguir con la trama, sin más, aportando datos curiosos y de erudito al tema del concurso y el caso.
Me ha gustado mucho la inmersión en la realidad de esa ciudad y ese país tan parecido al mío en algunas cosas pero tan diferente en las variaciones idiomáticas o las comidas, por ejemplo. Y me gusta cómo cuenta las cosas Paco Ignacio, suenan bonitas aunque narren cosas feas.
Seguimos al mes que viene con la siguiente entrega