La cólera de Ludd - Julius Van Daal

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SISÍFO
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La cólera de Ludd - Julius Van Daal

Mensaje por SISÍFO »

La cólera de Ludd
(La lucha de clases en Inglaterra al alba de la Revolución Industrial)
de Julius Van Daal



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Traducción del Francés de Diego Luis Sanromán
Logroño, Septiembre 2015
Primera edición
ISBN 978-84-15862-43-7
400 págs., 14.5x21 cms.
Encuadernación: rústica con solapas

El movimiento luddita (1811-1817) intentó resistirse con vigor a la introducción del maquinismo en la industria textil inglesa y condujo al reino desunido al borde de la insurrección. A lo largo de una narración en ocasiones picaresca se perfila el nacimiento del capitalismo dominante, que configura las formas modernas de la alienación. Vemos aquí cómo las sociedades secretas obreras conspiran contra una burguesía manufacturera en pleno ascenso, pero también contra una aristocracia declinante que aún es dueña de las armas y de las leyes, y que está dispuesta a servirse de ellas contra los pobres. Superando los puntos de vista sesgados sobre los destructores de máquinas –bien sea vilipendiándolos por pasadistas o exaltándolos como precursores-, este relato, salpicado de numerosos documentos, explora la universalidad y la actualidad de esta sublevación primeriza contra el régimen salarial.

“El nueve de abril, la gran fábrica de Joseph Foster, situada en el pueblo de Horbury, a algunos kilómetros de Wakefield, es invadida por más de trescientos hombres armados, venidos de los pueblos cercanos. El tal Foster se había negado a dejar de utilizar una “maquinaria odiosa”, tal como de manera firme y en diversas ocasiones se lo habían demandado sus empleados, y estos habían decidido llamar a Ludd. Una vez situados los centinelas en sus puestos, los ludditas se disponen a destruir las grandes máquinas recién adquiridas que alberga el local, dejando a salvo a las más arcaicas. Pero no se contentan con deteriorarlas, sino que rabiosamente las reducen a polvo. Luego desgarran la fibra y los tejidos y, para terminar, rompen todas las ventanas. En su furor destructivo, arremeten además contra los locales y contra el equipamiento que habitualmente quedaban a salvo de la ira luddita, como la oficina del contable o la residencia del patrón, adyacente a los talleres. Esa noche, los ludditas pasan de la destrucción de las máquinas a la demolición de la fábrica”.
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