La caída de los arquitectos (Fantasía - distopía)

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Naru
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La caída de los arquitectos (Fantasía - distopía)

Mensaje por Naru »

¡Muy buenas!

Aquí os dejo el esquema inicial de una historia de fantasía un poco "rarita" que lleva tiempo rondándome por la cabeza, para quien le pueda interesar :wink:

Edito para que se pueda acceder directamente a los capítulos desde aquí:

Capítulo 1 (a continuación)
Capítulo 2
Capítulo 3

Capítulo 1

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Fetch se detuvo un momento para echar un vistazo a los enormes dígitos que parpadeaban en el monitor principal de Ronda. Si los preparativos iban según lo previsto, la Ceremonia comenzaría alrededor del mediodía.

Los Arquitectos sabían que aún le quedaban algunas cosas por hacer, pero tres horas bastarían.

“¿Asustado?” -pensó, mientras sentía cómo un desagradable cosquilleo comenzaba a formarse en la boca de su estómago y amenazaba con propagarse rápidamente por el resto de su cuerpo.

Pero Fetch sabía que ya había cometido demasiados errores en el pasado, así que esta vez todo tendría que ser diferente. Inspiró y mantuvo el aire en el interior de sus pulmones durante unos segundos antes de volver a expulsarlo. Después, apretó los labios y los curvó ligeramente hasta formar una pequeña sonrisa. No iba a fallar. No podía fallar.

Abandonó la plaza sin prestar demasiada atención a la muchedumbre que ya empezaba a concentrarse frente al Domo y giró para entrar en una calle estrecha que descendía enroscándose alrededor de un gigantesco pilar de energía; su pálido brillo a esa hora de la mañana iluminaba el mismo camino que Fetch había recorrido tantas veces en los últimos años.

Situado algunos metros por debajo de Ronda, Barrio Nuevo ostentaba el récord de ser el suburbio con más actividad de todo el Sector 3. También era el que acogía la mayor concentración de individuos por metro cuadrado, una característica que había influido drásticamente en el desarrollo urbanístico y modo de vida de sus habitantes. A medida que avanzaba, Fetch iba dejando atrás un número imposible de viviendas que se distribuían de manera caótica solapándose unas sobre otras y también a lo largo de las intrincadas calles del suburbio. Los puestos de intercambio, con sus mostradores rebosantes de mercancía, invadían sin pudor las escaleras y plataformas metálicas que comunicaban los edificios entre sí. Como cada día, las calles de Barrio Nuevo estaban abarrotadas y apenas eran capaces de canalizar el tránsito de los hombres en su paso hacia los niveles superiores e inferiores.

A pesar de que había dedicado la mayor parte de su vida a buscar, a clasificar y a recoger chatarra para una de las mayores plantas de reciclaje del Sector 3, Fetch nunca había tenido la oportunidad de recorrerlo en toda su extensión. Tampoco parecía posible tal cosa, si se tenían en cuenta los rumores que circulaban por ahí en relación a su tamaño. Como siempre en estos casos, las cifras variaban mucho dependiendo de la versión de cada uno: cien niveles, doscientos, ¡más de quinientos!, kilómetros y kilómetros de longitud… En realidad, los hombres del Sector 3 raramente se desplazaban más allá de las fronteras de sus barrios cercanos, así que poco o nada se sabía con certeza. Ni los Arquitectos ni los Supervisores eran demasiado claros al respecto. ¿Qué cojones importaba, de todos modos?

Fetch giró, esquivó, retrocedió y adelantó con la rapidez y familiaridad que sólo podía experimentar alguien acostumbrado a la vida en el suburbio, hasta que por fin alcanzó la escalera que daba entrada al Cuadrante 5. Continuó descendiendo, atravesó el primer puente situado a su izquierda y se dirigió en dirección noroeste. Su destino no estaba lejos. Dadas las circunstancias, ¿qué había de malo en compartir una última ración de Kril con un viejo amigo? Con suerte, tal vez lograría hacer desaparecer la desagradable sensación de vacío que se había asentado en su estómago.

El Soma era un antro más de entre todos los que existían en Barrio Nuevo. Sin ventanas, el único acceso al edificio metálico era una pequeña puerta desgastada por la corrosión, la falta de mantenimiento y el paso del tiempo. La enorme fachada estaba decorada con imágenes abstractas que representaban distintas combinaciones de formas geométricas.

Fetch entró en el interior del local, e inmediatamente sus pupilas doradas se dilataron en respuesta al repentino cambio de luz. La única fuente de iluminación del Soma procedía de unos pequeños puntos brillantes que decoraban la superficie de las paredes y el vasto techo, cuyo diseño reproducía los mismos patrones que se podían observar en el exterior. Arremolinados alrededor de las mesas, hombres pertenecientes a los distintos gremios que actualmente desarrollaban su actividad en Barrio Nuevo daban buena cuenta de sus raciones de Kril. Aquel día, como todos los días en el Soma, el ruido que envolvía la sala era ensordecedor.

Cuando sus ojos se acostumbraron por fin a la oscuridad del entorno, Fetch alzó la vista y comenzó a buscar un rostro familiar entre la multitud. Pronto localizó a un tipo que le hacía señas con las dos manos desde una de las mesas del fondo. Fetch le devolvió el saludo y se dirigió hacia el mostrador principal mientras buscaba la tarjeta que siempre guardaba en uno de los bolsillos de sus pantalones bombachos.

Una sensación de nostalgia le invadió mientras observaba cómo la máquina expendedora dispensaba sus dos raciones de kril. Desde el incidente, Fetch había perdido completamente el interés por todo lo relacionado con la vida en el Sector 3. Incluso alimentarse ya no era una prioridad para él. ¿Cuántas raciones había llegado a saltarse en los últimos meses? ¿Sospecharían algo los Supervisores?

Fetch sacudió la cabeza, tratando de suprimir ese último pensamiento, y recogió cuidadosamente las dos bandejas metálicas. Mientras se dirigía hacia la mesa, se prometió a sí mismo que al menos trataría de disfrutar de su última comida en el Soma.

Además, los Arquitectos sabían que no era el momento de mostrar debilidad.

Saez aparentaba unos dieciséis años de edad y llevaba el fino cabello negro recogido en una coleta que le llegaba hasta la cintura. En cuanto tuvo a Fetch a su alcance, se levantó y le propinó un fuerte puñetazo en el hombro que a punto estuvo de hacerle tirar las bandejas.

–¡Fetch! Pensaba que no ibas a venir. ¿Cómo estás? ¿Has visto a Kai? Lleva toda la mañana sin aparecer por el taller. El muy cabrón se tira todo el día dando vueltas por ahí sin hacer nada. Lo que faltaba, después de todo lo que…

Así era Saez. Si le dejabas a la deriva podía pasarse horas y horas hablando… solo.

–Estoy bien – interrumpió Fetch mientras ocupaba una silla junto a él.

Saez se tomó algo de tiempo para estudiar detenidamente a su compañero. Como esperaba, el cuerpo de Fetch revelaba que no había estado comiendo bien últimamente. Cuando levantó la vista para observar su rostro, se encontró con dos grandes ojos dorados, intensos, que le devolvieron la mirada con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Los párpados de Fetch se abatían sobre sus pupilas y le daban a su expresión una apariencia triste.

“Ni rastro de motas carmesí” – pensó Saez, aliviado.

–No te preocupes – dijo Fetch, al tiempo que sus labios dibujaban una ligera sonrisa. El gesto se marchitó rápidamente – Sólo necesitaba tiempo para pensar, eso es todo.

–¡Tiempo! ¿Cuánto tiempo? He estado preocupado. ¡Qué cojones, Fetch! Muy preocupado. Incluso he llegado a pensar que te podía estar pasando lo mismo que a Kai y a… bueno, ya sabes.

–Por los Arquitectos, ¿en serio, Saez? La Llaga no es contagiosa y lo sabes. Todo el mundo lo sabe - replicó Fetch, tratando de ocultar su nerviosismo mientras partía en dos una tableta de Kril y extendía el brazo para ofrecérsela a su compañero. Saez la aceptó y asintió enérgicamente con la cabeza.

–Gracias. Sí, tienes razón, soy un idiota- dijo, todavía con la boca llena- Pero últimamente ha habido tantos casos... En el Gremio todos andan igual que siempre. Pero Kai… está mal, ¿sabes? Creo que empieza a tener síntomas. ¿Tú has notado algo?

–También hay más Bendecidos, según tengo entendido- replicó Fetch, esquivando la pregunta- Una cosa por la otra. Todos formamos parte del Plan.

“Y aquí tenemos a Fetch, el mayor hipócrita de entre todos los hipócritas del Sector 3” – pensó amargamente mientras se escuchaba a sí mismo pronunciar esas palabras.

–Así es –concluyó Saez, solemne, realizando con las manos el gesto ritual –Ahora que lo dices, te han seleccionado para la Ceremonia de hoy, ¿no? Antes me ha parecido ver tu código en el monitor de Ronda.

–¿Es que pensabas que iba a molestarme en venir hasta aquí sólo para ver a un tipo como tú?

Esta vez, la sonrisa que se dibujó en el rostro de Fetch parecía sincera. Le tendió otro pedazo de Kril a su compañero. Por más que lo intentaba, el nudo que se había formado en su garganta le impedía tragar.

–Mmm, ya veo- dijo Saez, simulando una expresión ofendida- Así que, después de todo, al señor se le ha subido el ascenso a la cabeza – cacareó, y volvió a golpear a Fetch en el hombro.

“¡Por los Arquitectos!” – pensó Fetch. Esa maldita costumbre suya le hacía perder los nervios.

–Oye, y eso de regalarme tus raciones de Kril, ¿lo haces para presumir o es que te dan más en la Central? – añadió Saez.

Fetch, que en ese momento se disponía a desprenderse de su segunda tableta, se detuvo bruscamente. De repente, los ojos dorados de su amigo le observaban implacables. Saez se inclinó lentamente sobre la mesa para acortar la distancia que los separaba. Su tono de voz ahora era grave, solemne.

–Tienes que seguir con tu vida, Fetch. El Supervisor Ra’al te ha ofrecido una oportunidad única. No vas a echarla a perder por algo que era inevitable de todos modos. No si yo estoy aquí para verlo. Me lo debes. Y se lo debes a Él.

Los Arquitectos sabían que Saez podía hablar muy en serio cuando se lo proponía.

–Lo sé. Como te he dicho, sólo necesito tiempo para acostumbrarme. Han pasado tantas cosas…

Fetch se obligó a mantener la calma a pesar de la soledad y frustración que sentía en ese momento. Apretó los puños.

–Y si estás preocupado por Kai, lo único que necesita es cambiar de aires. No tiene que ser fácil dormir en un lugar que te recuerda cada día cómo va a ser tu futuro.

“Al menos él tiene un futuro”

–Pues entonces ya está todo dicho – Saez se apoyó de nuevo en el respaldo de su silla- Sólo quería aclarar las cosas. Ya sabes donde estoy si necesitas hablar o lo que sea. También puedes contar conmigo siempre que quieras deshacerte de tus raciones de Kril.

Le guiñó un ojo.

Fetch sonrió, agradecido. Anticipándose a este momento, había recreado en su mente una y otra vez cómo sería su último encuentro con Saez. Por supuesto, también había considerado la opción de seguir adelante sin más. A estas alturas, lo último que deseaba Fetch era que los Supervisores pudieran relacionar a Saez con él. Pero había tantas cosas que quería contarle… Cómo había llegado a encontrarse en esta situación. Cómo Ojos Vacíos se había convertido en una persona muy importante para él. La más importante. Y cómo Ra’al se lo había arrebatado todo.

Quería explicarle a Saez cómo, en sus diecisiete años de vida, una y otra vez, sólo había sido capaz de atraer la desgracia sobre los que le rodeaban.

Sin embargo, en aquel momento, Fetch comprendió que era demasiado tarde para eso. Se preguntó cuál habría sido la reacción de Saez al conocer la verdad. Durante todos este tiempo había tratado de convencerse a sí mismo de que mantener la boca cerrada era lo mejor que podía hacer para garantizar la seguridad de su compañero. En el fondo de su corazón, sabía que lo que más temía era la posibilidad de tener que enfrentarse al miedo de Saez. O, mucho peor; a su desprecio.

“Eres un egoísta, Fetch. Toda tu vida lo has sido. Siempre compadeciéndote de ti mismo y sin prestar atención a lo que de verdad importa.”

La conversación se prolongó durante algo más de una hora. El Gremio. El trabajo en la Central. La conexión con la Gran Máquina. En fin, los mismos temas recurrentes de siempre. No se hablaba de otra cosa en el Sector 3.

–Ya has dado el primer paso. A partir de ahora, lo que tienes que hacer es empezar a cuidarte más –le decía Saez a su compañero mientras los dos salían por la puerta del Soma–

Fetch asintió con la cabeza y a continuación hizo una pequeña reverencia.

–Como desee, señor Supervisor.

Saez abrió los ojos de par en par y giró rápidamente la cabeza hacia los lados, mirando por encima de sus hombros al tiempo que realizaba el gesto ritual.

–Que no te escuchen los Arquitectos – dijo en voz baja. Una cálida sonrisa iluminaba su rostro- Suerte en la Ceremonia.

Fetch le dio un suave puñetazo en el hombro.

Se despidieron. Saez giró sobre sí mismo y se alejó en dirección hacia uno de los puentes metálicos que comunicaba el edificio del Soma con el Cuadrante 6.

“Gracias, amigo. Gracias por todo”

Fetch comenzó a caminar. Durante un instante, su rostro se reflejó en uno de los monitores exteriores del distrito. El contorno de sus pupilas se había teñido de un suave color bermejo.

“No me odies, Saez”
Última edición por Naru el 31 Mar 2016 19:40, editado 2 veces en total.
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lucia
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por lucia »

¿Qué pasa? ¿Que le ha contagiado la llaga roja? Porque esto tiene pinta de pertenecer a algo mas amplio y de necesitar saber algo mas para entenderlo por completo.
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Naru
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Naru »

Exacto. Esto es sólo el principio. Hay muuuucha más historia por delante :wink:

¡Gracias por comentar!
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Gisso
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Gisso »

Demasiado dejas para la imaginación y tantas y tantas cosas de las que hablas no tenemos ni idea de que son. Bueno, alguien que se mueva en esta clase de historias podría adivinar cosas, pero como bien dice Lucía, se necesita saber algo más. de todas formas parece interesante.
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Daez
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Daez »

A mí me ha gustado, es un abreboca que no está mal... Me ha dejado leyendo hasta el final :D
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Naru
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Naru »

¡Muchas gracias a todos por los comentarios! :D

Como bien decís, se plantean muchísimos elementos que aún no tienen explicación. Mi objetivo es precisamente ese, que el lector se sienta un extranjero en este entorno fantástico y que vaya aprendiendo poco a poco a través de la propia historia, lo protagonistas y sus acciones (otra cosa es que lo consiga sin que resulte infumable :mrgreen: )
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Naru
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Naru »

Capítulo 2

La pálida y achaparrada figura del Supervisor destacaba sobre todas las demás mientras avanzaba a toda prisa por la avenida. Los hombres que se cruzaban en su camino bajaban solemnemente la cabeza a su paso, a lo que el representante de los Arquitectos respondía de manera ausente realizando el gesto ritual.

En su mente profirió una maldición. De todos los lugares posibles, tenía que haber sucedido precisamente en Barrio Nuevo, el suburbio más poblado y confuso de todo el Sector 3. ¿Cómo iba a encontrarlo en esas condiciones?

Transcurridos unos minutos, el Supervisor abandonó la vía que frecuentaba y giró a la derecha para adentrarse en una de las calles adyacentes. Cuando se disponía a subir el primer tramo de las escaleras que le llevarían hasta el Cuadrante 5, sus pies estuvieron a punto de tropezar con el faldón de su túnica blanca.

“¡Por los Arquitectos!” – murmuró, frustrado.

Ataviado con el atuendo reglamentario, cualquier intento de desplazarse rápidamente resultaba inútil. Por un momento, el Supervisor estuvo a punto de ceder a la tentación de arremangarse la túnica por encima de las rodillas. Pero en el Sector 3, mantener la compostura era tanto o más importante que el asunto que se traía entre manos, así que no tuvo más remedio que armarse de paciencia y obligarse a caminar más despacio. Bajo la máscara, unas gruesas gotas de sudor amenazaban con empaparle el rostro. Su corazón latía aceleradamente y desde hacía unos minutos le costaba trabajo respirar a causa del esfuerzo.

El Supervisor deslizó discretamente hacia arriba la manga derecha de su túnica, dejando al descubierto el pequeño dispositivo que portaba enfundado en su antebrazo. Sólo disponía de dos horas antes de que diera comienzo la Ceremonia.

Se le acababa el tiempo.

Por fin alcanzó el Cuadrante 5. Cuando pasó por delante de la puerta del Soma consideró la opción de asomarse un momento para echar un vistazo a su interior, pero lo descartó enseguida. Era muy poco probable que pudiera dar con él en un antro como ese.

Los Arquitectos sabían que últimamente el Sin’rah había estado comportándose de una manera muy extraña. Apenas pasaba tiempo en casa y, cuando salía de la Central, se encerraba en su almacén durante horas. Había perdido peso notablemente y ya nunca se le veía por los dispensadores de kril del Distrito.

El Supervisor no creía en las casualidades. Algo se estaba gestando en la cabeza de ese tipo. Y apostaría su túnica a que no se trataba de nada bueno. ¿Qué era lo que escondía? Teniendo en cuenta sus antecedentes, probablemente algún tipo de artefacto capaz de comprometer la seguridad y estabilidad de todo el Sector 3. Si estaba en lo cierto, entonces no tendría más remedio que intervenir y destruirlo. Nunca había llegado a comprender el motivo por el que Aleth había permitido que la herejía del Sin’rah llegase tan lejos en primer lugar. Y, menos aún, la razón por la que había insistido en mantener el asunto en secreto.

“¿Y si todo esto no son más que conjeturas?” –pensó, tratando de calmarse.

“¿Y si, sencillamente, el Sin’rah está afectado por la Llaga?”

Si bien, hasta el momento sólo se había diagnosticado en sujetos expuestos a un contacto prolongado con la Gran Máquina, eran tantas las cosas que aún ignoraban sobre la naturaleza de la enfermedad que nada le parecía imposible. A veces, las explicaciones más simples eran también las que contenían una mayor porción de verdad. Pese a todo, el Supervisor no podía evitar tener un mal presentimiento.

“¿Dónde se ha metido?” – jadeó.

Le había buscado en su casa, en las avenidas principales de Barrio Nuevo y también en la Central. Había esperado durante más de dos horas frente a la entrada del vertedero, sin éxito. ¿Acaso el Sin’rah sospechaba que andaba tras sus pasos? No podía descartar esa posibilidad. ¿Estaría tratando de confundirle? ¿A él, a un Supervisor?

“¡Por los Arquitectos!” – maldijo para sí – “¿Es que no hay ni una sola calle que no esté abarrotada?”

El Supervisor comenzaba a sentir un ligero entumecimiento en sus manos de tanto realizar el gesto ritual. La corriente de cuerpos que fluía en todas direcciones le causaba vértigo.

Apretó fuertemente la mandíbula. ¿A quién pretendía engañar? Nunca sería capaz de localizarlo a tiempo entre tanta gente. Descartados los lugares que frecuentaba habitualmente, la probabilidad de cruzarse con él se había reducido a una entre un millón. Por no mencionar el hecho de que al Supervisor, los Sin’rah siempre le habían parecido todos iguales.

Suspiró. Lo cierto era que podría haberse topado varias veces con el rostro de ese tipo y aún así no haber sido capaz de identificarle a la primera. Cabello lacio y de color negro, pupilas doradas… Mirase donde mirase, por todas partes, siempre las mismas facciones, las mismas proporciones.

“¿Cómo son capaces de reconocerse tan fácilmente entre ellos?“

El Supervisor sonrió y no pudo evitar sentir una punzada de culpabilidad.

“Si mi Guía descubriera lo que estoy pensando en este momento, me haría arrepentirme inmediatamente”

Debajo de la máscara, su sonrisa se ensanchó.

No. No se conformaría únicamente con eso. Le obligaría a repasar durante horas sus distintas teorías sobre el asunto en cuestión. Después, le convencería para obtener y comparar datos, cuantos más mejor. Juntos, someterían los resultados a los análisis y cálculos más complejos hasta que, como siempre, él terminaría por reconocer que estaba equivocado.

“No creas únicamente en lo que ven tus ojos, Khael, pues está contaminado por la manera en que tu Espíritu interpreta la realidad” –le había instruido su Guía en una ocasión– “Y los Arquitectos saben que el Espíritu es perezoso por naturaleza. Enfréntalo cada día a experiencias nuevas y diferentes o llegará un momento en el que dejará de prestar atención a los detalles importantes”

Puede que tuviera razón. Pero quedaba menos de una hora para la Ceremonia, y en ese momento Khael hubiera dado cualquier cosa con tal de que sus ojos erráticos le mostrasen, aunque fuera por un instante, una sombra de aquel escurridizo Sin’rah.

Sus labios se contrajeron, tensos. Si su Guía se enteraba de que le había perdido la pista, sabía de alguien que iba a lamentarlo.

El Supervisor dejó atrás la gran columna de energía y accedió a Ronda por la entrada principal.

La plaza constaba de una enorme explanada rectangular. Sus lados más amplios se ensanchaban dando lugar a dos pasajes ovalados sostenidos por gigantescas columnas, cuya parte superior estaba rematada por cientos de esculturas metálicas de hombres ataviados con la máscara y atuendo característicos de los Supervisores. Una inmensa cúpula alimentada por radiantes conductos de energía se alzaba sobre ellas y cubría por completo el complejo.

En el corazón de Ronda se erigía el Domo, un altar circular decorado con grabados geométricos de color escarlata. Cincuenta butacas, construidas de una sola pieza y separadas entre sí por un fino reposabrazos, se desplegaban a lo largo de su circunferencia. El Solio, la butaca principal destinada a acoger el cuerpo del Bendecido, se alzaba majestuosamente entre ellas. Su respaldo tenía tanta altura que el extremo superior parecía atravesar la cúpula que envolvía la plaza.

A falta de media hora para que comenzara la Ceremonia, Ronda estaba abarrotada de Sin’rah que aguardaban para ser testigos de la Ascensión. Por suerte para Khael, su condición de Supervisor hacía que los cuerpos de los fieles se apartaran inmediatamente a su paso, abriendo una especie de pasillo por el que fue avanzando con paso solemne en dirección hacia el anillo central. Al otro lado de la plaza, suspendido algunos metros por encima de su cabeza, el monitor principal de Ronda mostraba, como era la costumbre, los códigos de los Sin’rah seleccionados para participar en la Ceremonia.

Durante un instante, los ojos del Supervisor, ocultos bajo la máscara ritual, se posaron sobre la superficie de la gigantesca pantalla. Por alguna razón que todavía no era capaz de discernir, uno, y sólo uno, entre los innumerables códigos que parpadeaban en el monitor había captado su atención.

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Ronda, la Ascensión, el Domo… La escena que se desarrollaba a su alrededor dejó de tener importancia para Khael.

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–¡Por los Arquitectos!– maldijo.

Los rostros de los Sin’rah que se agolpaban a su alrededor se giraron para observarle, sorprendidos. El Supervisor se había detenido y permanecía inmóvil; sus puños apretados, la mirada clavada en el monitor.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Khael. Lo que había empezado como un simple presentimiento acababa de convertirse en una absoluta certeza.

Algo muy grave estaba a punto de suceder en el Sector 3.
Última edición por Naru el 31 Mar 2016 19:11, editado 1 vez en total.
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lucia
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por lucia »

Buen punto de intriga para cerrar el capítulo.

¿Para cuando vas a ponerle nombre?
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Naru
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Naru »

Gracias por comentar, Lucía.

Lo del nombre me resulta complicado. A pesar de que tengo trazado un esquema completo de la trama, todavía no he sido capaz de dar con un título adecuado. Espero encontrarlo en la propia historia, a medida que vaya avanzando con el borrador :oops:

:hola:
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lucia
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por lucia »

Ronda sería una opción, si toda la acción transcurriese allí.
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Naru
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Naru »

lucia escribió:Ronda sería una opción, si toda la acción transcurriese allí.
Es una buena sugerencia, pero Ronda no es tan importante en la historia. Lo que hay detrás es mucho más grande.

Mmmm, quizá algo tipo "La caída de los Arquitectos" le iría mejor como título provisional. Si quieres, podemos cambiarlo :wink:

En breve subo algo más :hola:
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Landra
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Landra »

A mi no me ha enganchado :(

No digo que sea mejor o peor. Ahí no me meto.

En vez fantasía debería ser Ciencia ficción?.

Un saludo!
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Naru
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Naru »

¡Gracias por comentar, Landra! :D

La historia no tiene nada de ciencia ficción, aunque pueda parecerlo en un principio por lo poco que se dice del entorno (ese era uno de los objetivos). Es pura Fantasía, con su magia, su épica, sus batallas... aunque sí es cierto que no al estilo clásico (dragones, elfos... vamos, lo de siempre). Salvando millones de veces la distancia, está más en la línea de Brandon Sanderson, por poner un ejemplo. A ver si tengo tiempo y cuelgo algo más.

¡Saludos!
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lucia
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por lucia »

Mejor que Uno de Fantasía sí que es :mrgreen:
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Naru
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Re: Uno de Fantasía

Mensaje por Naru »

lucia escribió:Mejor que Uno de Fantasía sí que es :mrgreen:
Jajajaja, ¡ya te digo! :mrgreen: Por mi, adelante... porque no puedo editarlo yo, ¿verdad? ¿O sí? (novata que es una por estos lares...)

Yo creo que podría quedar así: La caída de los Arquitectos (Fantasía/Distopía)
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