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Nº de páginas: 248 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: DESTINO. 2003
ISBN: 9788423335787
Bucarest, 1938. Tras un accidente de tranvía, Paul, un abogado treintañero, conoce a Nora, profesora de francés. Paul, que está sumido en una intensa crisis emocional tras ser abandonado por su novia, Ann, una célebre pintora, inicia una relación con la joven Nora y juntos emprenden un viaje a una estación de esquí de los Cárpatos, donde conocen a Gunther, un rico muchacho enfermo del corazón... Con la crepuscular Centroeuropa de entreguerras y sus ciudades cosmopolitas y montañas nevadas como telón de fondo. El accidente plasma una relación triangular que se acaba convirtiendo en cuarteto. El resultado es una deslumbrante novela sobre el amor y la desolación, sobre los arrebatos y las heridas del deseo.
La ciudad y la montaña nevada serán los escenarios donde se enmarquen las dos partes claramente diferenciadas en las que se divide la novela. La primera, un amor obsesivo, su torbellino de sensaciones desquiciadas y la ceguera que nos hacer entender el mundo fuera de él como un gran vacío insoportable. La segunda, su superación, el gran cambio que experimenta nuestra mente y el mundo todo, solo con poner entre nosotros y ese círculo vicioso una mínima distancia y de cómo todo ello puede ser provocado por un encuentro inesperado, una favorable tirada en la rueda de la fortuna.
Los inicios de la primera parte me entusiasmaron y ya estaba tomando referencias de otros libros suyos y lamentando la muerte prematura del autor -curiosamente en un accidente- cuando la cosa fue templándose más y más hasta que la llegada de los protagonistas a la nieve terminó por congelar mi entusiasmo hasta hacerlo desaparecer por completo. Personajes prometedores que no alcanzan los niveles a los que apuntaban, otros que aparecen y desvían la atención del lector sin que se sepa muy bien qué función cumplen, una pizquita de inocencia y hasta de simpleza y una sensación de fracaso a la hora de rematar una novela de un inicio francamente bueno.
He leído que en sus diarios cuenta la perdida de una parte importante del borrador de la novela y la insatisfacción que le producía la forma en la que la iba reconstruyendo.