CV5 - La isla de los Botes - Megan
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CV5 - La isla de los Botes - Megan
La Isla de los Botes
Estaba contento, había llegado el día en que comenzaba mi aventura en la isla de los Botes. Dejaba por dos semanas el traje, la corbata y la locura del trabajo en el canal de televisión para buscar una noticia a miles de quilómetros. Me alquilaron un biplano para la tarde. Cuando me presenté en el aeropuerto, el piloto, Juan, me saludó y me indicó que subiera al avión y pusiera el equipaje en el suelo.
El motivo de mi viaje era hablar con los pescadores que, desde hacía unos meses, tenían graves problemas. Yo mismo había pedido cubrir la noticia, porque necesitaba efectivo con urgencia para empezar a pagar varias deudas importantes.
El viaje fue tranquilo, Juan era de pocas palabras pero yo estaba fascinado por cómo se veía todo desde las alturas y no paré de tomar fotos.
Al cabo de unas horas llegamos a la isla. Era pequeña y tenía tanta vegetación que solo se veían las zonas de playa.
Aterrizamos en un pequeño aeropuerto y me despedí de Juan. Después alquilé una camioneta y me encaminé al hostal donde iba a alojarme. Cuando llegué a la recepción me atendió una chica nativa del lugar.
—Buenos tardes ¿en qué puedo servirle?
— ¡Hola! Mi nombre es Pablo Pérez, tengo una reserva.
—Sí, habitación número cinco.
— ¡Ok! ¿Cómo te llamas preciosa?
—Mi nombre es Tatiana señor.
Observé que Tatiana no me miraba a los ojos y parecía a punto de estallar de los nervios. Me acompañó a mi habitación y se fue rápidamente. Cerré la puerta algo sorprendido, me miré en el espejo, tenía el cabello alborotado y estaba sudando. Al sacarme la camiseta observé que ir al gimnasio había valido la pena. Sonreí recordando que mis tías siempre me decían que era un joven muy guapo.
Me acosté un par de horas y al despertar fui directamente a la playa.
Caminé por un sendero bordeado de plantas y flores y casi tropecé con un hombre que fumaba tranquilamente tumbado en una hamaca. Lo miré con asombro, pues llevaba traje blanco, zapatos blancos, sombrero panamá y una pajarita roja en el cuello. Absorto como estaba en las volutas del humo de su cigarrillo con boquilla ni siquiera pareció reparar en mí.
Seguí mí camino hasta llegar a una arena muy blanca y suave, el mar tenía un bellísimo color verde, pincelado con destellos dorados producto del intenso sol.
A lo lejos distinguí la llegada de los pescadores, cuando me mezclé entre ellos, intenté hablar con alguno explicándoles cual era el motivo de mi visita.
Noté que uno me miraba con gesto de duda, pero asintió con la cabeza y se sentó en un banco, yo me acomodé en la arena y grabé. Comprobé que era un hombre de gran físico, tostado por el sol, con un ancla rodeada por dos serpientes tatuada en el brazo izquierdo, tenía un cigarrillo en la comisura de la boca y la cara surcada de arrugas. Un verdadero lobo de mar.
—Hace más de veinte años que muchos de nosotros vinimos a vivir aquí de la pesca, construimos nuestras casas de madera, el único sonido era el de las olas, vivíamos en paz.
Tomó el pequeño cigarrillo de la boca y lo hundió en la arena, luego se secó el sudor de la frente con el antebrazo y suspiró.
—Pero esa paz se terminó hace aproximadamente seis meses. Pescábamos a muchas millas, cuando una de las embarcaciones comenzó a balancearse, el pescador que llevaba a una turista, dijo no saber qué pasaba. Pensamos en un tiburón, por lo que nos acercamos a ayudarlo, pero las redes se trabaron. Entonces el bote volcó, uno de los más jóvenes rescató al pescador pero la turista desapareció en las profundidades.
Tomó aire y miró hacia el mar, su rostro evidenciaba lo afectado que se encontraba ante la situación.
—Aproximadamente un mes después sucedió lo mismo y perdimos a un oceanógrafo. Después fueron un pescador novato, un buceador y dos turistas más.
— ¿Los cuerpos se recuperaron?
—No, hemos buscado pero sin resultados. Ahora vamos armados con arpones, pero al no ver a ningún animal en la zona no sabemos si servirán de algo.
— ¿Y qué hacen las autoridades?
—Tampoco encontraron nada, enviaron equipos que exploran y filman a mucha profundidad, pero no vieron nada extraño.
Me di cuenta que ya no tenía nada más que contarme, así que me levanté, le dije que explicaría a mis jefes lo que pasaba y decidirían qué hacer.
Mientras caminaba por la orilla hacia el hostal, observé que el hombre de blanco venía hacía mí, sacó un cigarrillo, lo encendió y nos quedamos hablando cerca de media hora.
Cuando llegué a mi habitación, me tumbé en la cama a pensar, luego de un rato volví a la playa y nadé un rato. De pronto, algo rozó mis piernas, quedé expectante y finalmente sentí que me enganchaban las piernas y me arrastraban hacia las profundidades.
Dos semanas después uno de los canales más importantes del país informaba que el joven periodista Pablo Pérez, había desaparecido mientras cubría una noticia en la Isla de los Botes. Era la séptima víctima en desaparecer en el mar de forma extraña, su cuerpo tampoco fue recuperado.
Mientras tanto, en una isla muy lejos de allí, en el bellísimo jardín de un majestuoso palacio, rodeado de exóticas plantas y flores, que daba al mar, donde la fastuosidad predominaba por doquier, había una pomposa fiesta llena de gente. Bebían en finísimas copas de cristal y comían exquisitos manjares, gozando de todos los placeres imaginables. Varias personas, sobre todo chicas se acercaron para saludar al apuesto Pablo que acababa de llegar, como si fuera un viejo amigo.
Todos habían estado de acuerdo en vender su alma al diablo para dejar atrás una vida de deudas y miseria y poder vivir como auténticos reyes, sin preocupaciones ni lamentos.
En un lugar apartado del jardín, detrás de unas pequeñas palmeras, el humo de un cigarrillo ascendía gozoso.
FIN
Estaba contento, había llegado el día en que comenzaba mi aventura en la isla de los Botes. Dejaba por dos semanas el traje, la corbata y la locura del trabajo en el canal de televisión para buscar una noticia a miles de quilómetros. Me alquilaron un biplano para la tarde. Cuando me presenté en el aeropuerto, el piloto, Juan, me saludó y me indicó que subiera al avión y pusiera el equipaje en el suelo.
El motivo de mi viaje era hablar con los pescadores que, desde hacía unos meses, tenían graves problemas. Yo mismo había pedido cubrir la noticia, porque necesitaba efectivo con urgencia para empezar a pagar varias deudas importantes.
El viaje fue tranquilo, Juan era de pocas palabras pero yo estaba fascinado por cómo se veía todo desde las alturas y no paré de tomar fotos.
Al cabo de unas horas llegamos a la isla. Era pequeña y tenía tanta vegetación que solo se veían las zonas de playa.
Aterrizamos en un pequeño aeropuerto y me despedí de Juan. Después alquilé una camioneta y me encaminé al hostal donde iba a alojarme. Cuando llegué a la recepción me atendió una chica nativa del lugar.
—Buenos tardes ¿en qué puedo servirle?
— ¡Hola! Mi nombre es Pablo Pérez, tengo una reserva.
—Sí, habitación número cinco.
— ¡Ok! ¿Cómo te llamas preciosa?
—Mi nombre es Tatiana señor.
Observé que Tatiana no me miraba a los ojos y parecía a punto de estallar de los nervios. Me acompañó a mi habitación y se fue rápidamente. Cerré la puerta algo sorprendido, me miré en el espejo, tenía el cabello alborotado y estaba sudando. Al sacarme la camiseta observé que ir al gimnasio había valido la pena. Sonreí recordando que mis tías siempre me decían que era un joven muy guapo.
Me acosté un par de horas y al despertar fui directamente a la playa.
Caminé por un sendero bordeado de plantas y flores y casi tropecé con un hombre que fumaba tranquilamente tumbado en una hamaca. Lo miré con asombro, pues llevaba traje blanco, zapatos blancos, sombrero panamá y una pajarita roja en el cuello. Absorto como estaba en las volutas del humo de su cigarrillo con boquilla ni siquiera pareció reparar en mí.
Seguí mí camino hasta llegar a una arena muy blanca y suave, el mar tenía un bellísimo color verde, pincelado con destellos dorados producto del intenso sol.
A lo lejos distinguí la llegada de los pescadores, cuando me mezclé entre ellos, intenté hablar con alguno explicándoles cual era el motivo de mi visita.
Noté que uno me miraba con gesto de duda, pero asintió con la cabeza y se sentó en un banco, yo me acomodé en la arena y grabé. Comprobé que era un hombre de gran físico, tostado por el sol, con un ancla rodeada por dos serpientes tatuada en el brazo izquierdo, tenía un cigarrillo en la comisura de la boca y la cara surcada de arrugas. Un verdadero lobo de mar.
—Hace más de veinte años que muchos de nosotros vinimos a vivir aquí de la pesca, construimos nuestras casas de madera, el único sonido era el de las olas, vivíamos en paz.
Tomó el pequeño cigarrillo de la boca y lo hundió en la arena, luego se secó el sudor de la frente con el antebrazo y suspiró.
—Pero esa paz se terminó hace aproximadamente seis meses. Pescábamos a muchas millas, cuando una de las embarcaciones comenzó a balancearse, el pescador que llevaba a una turista, dijo no saber qué pasaba. Pensamos en un tiburón, por lo que nos acercamos a ayudarlo, pero las redes se trabaron. Entonces el bote volcó, uno de los más jóvenes rescató al pescador pero la turista desapareció en las profundidades.
Tomó aire y miró hacia el mar, su rostro evidenciaba lo afectado que se encontraba ante la situación.
—Aproximadamente un mes después sucedió lo mismo y perdimos a un oceanógrafo. Después fueron un pescador novato, un buceador y dos turistas más.
— ¿Los cuerpos se recuperaron?
—No, hemos buscado pero sin resultados. Ahora vamos armados con arpones, pero al no ver a ningún animal en la zona no sabemos si servirán de algo.
— ¿Y qué hacen las autoridades?
—Tampoco encontraron nada, enviaron equipos que exploran y filman a mucha profundidad, pero no vieron nada extraño.
Me di cuenta que ya no tenía nada más que contarme, así que me levanté, le dije que explicaría a mis jefes lo que pasaba y decidirían qué hacer.
Mientras caminaba por la orilla hacia el hostal, observé que el hombre de blanco venía hacía mí, sacó un cigarrillo, lo encendió y nos quedamos hablando cerca de media hora.
Cuando llegué a mi habitación, me tumbé en la cama a pensar, luego de un rato volví a la playa y nadé un rato. De pronto, algo rozó mis piernas, quedé expectante y finalmente sentí que me enganchaban las piernas y me arrastraban hacia las profundidades.
Dos semanas después uno de los canales más importantes del país informaba que el joven periodista Pablo Pérez, había desaparecido mientras cubría una noticia en la Isla de los Botes. Era la séptima víctima en desaparecer en el mar de forma extraña, su cuerpo tampoco fue recuperado.
Mientras tanto, en una isla muy lejos de allí, en el bellísimo jardín de un majestuoso palacio, rodeado de exóticas plantas y flores, que daba al mar, donde la fastuosidad predominaba por doquier, había una pomposa fiesta llena de gente. Bebían en finísimas copas de cristal y comían exquisitos manjares, gozando de todos los placeres imaginables. Varias personas, sobre todo chicas se acercaron para saludar al apuesto Pablo que acababa de llegar, como si fuera un viejo amigo.
Todos habían estado de acuerdo en vender su alma al diablo para dejar atrás una vida de deudas y miseria y poder vivir como auténticos reyes, sin preocupaciones ni lamentos.
En un lugar apartado del jardín, detrás de unas pequeñas palmeras, el humo de un cigarrillo ascendía gozoso.
FIN
Re: CV5 - La isla de los Botes
Ehhh.. no me esperaba el final la verdad. No veo como el periodista ha vendido su alma al diablo para que le salven de sus deudas y sus miserias. Turistas...oceanógrafos... no sé, no lo veo.
Un saludo y mucha suerte.
Un saludo y mucha suerte.
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- No tengo vida social
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- Registrado: 07 Feb 2017 18:02
- Ubicación: Tucumán - Argentina
Re: CV5 - La isla de los Botes
Querid@ autor/a, creo que hay aquí el germen de una buena historia; pero también que no está bien resuelta. El presunto periodista tiene un desempeño tan poco profesional que no se puede creer. El diablo trajeado de blanco está plácidamente tomando sol, ¿y los lugareños no saben quién es? ¿por qué no se lleva alguno de estos? La isla-paraíso resulta también incongruente (¿El infierno, para cuándo?) Y está también el cambio brusco de narrador, sin trabajo ni transición; me queda como una costura al aire.
El tema del pacto con el diablo es poco original, pero bien trabajado, puede dar lo suyo.
Lo siento, autor/a, no he podido "meterme" en el relato.
El tema del pacto con el diablo es poco original, pero bien trabajado, puede dar lo suyo.
Lo siento, autor/a, no he podido "meterme" en el relato.
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Re: CV5 - La isla de los Botes
Me ha recordado a una canción, pero no logro recordar cuál. ¿Devil in her heart? Soy muy poco melómano.
No me ha gustado, lo siento. Creo que se da mucha información que no aporta a la historia. Si vas a describir cómo coge el avión o la charla con la recepcionista, asegúrate de que haya por lo menos un doble mensaje, una historia paralela. Es decir. Tú quieres que el relato tenga un tinte oscuro, de algún modo. El protagonista se va a dejar tentar por el diablo. ¿Has visto, por ejemplo, El corazón del ángel (también se llama Corazón diabólico, creo)? El protagonista es contratado por el mismo diablo. Todo lo que pasa en la historia tiene un toque oscuro, maligno, torcido. Y uno no sabe qué pasa, pero se va dando cuenta de que algo va terriblemente mal. Tú puedes hacer que el viaje en avión también lo tenga. Con pequeños detalles, por ejemplo, haciendo que una gaviota se estrelle contra el cristal y deje una mancha de sangre. O que la charla con la recepcionista provoque una conversación desasosegante. Todo esto es ir preparando el terreno. Eso echo en falta...
Espero que esto que comento sirva para mejorar. Un abrazo marinero
No me ha gustado, lo siento. Creo que se da mucha información que no aporta a la historia. Si vas a describir cómo coge el avión o la charla con la recepcionista, asegúrate de que haya por lo menos un doble mensaje, una historia paralela. Es decir. Tú quieres que el relato tenga un tinte oscuro, de algún modo. El protagonista se va a dejar tentar por el diablo. ¿Has visto, por ejemplo, El corazón del ángel (también se llama Corazón diabólico, creo)? El protagonista es contratado por el mismo diablo. Todo lo que pasa en la historia tiene un toque oscuro, maligno, torcido. Y uno no sabe qué pasa, pero se va dando cuenta de que algo va terriblemente mal. Tú puedes hacer que el viaje en avión también lo tenga. Con pequeños detalles, por ejemplo, haciendo que una gaviota se estrelle contra el cristal y deje una mancha de sangre. O que la charla con la recepcionista provoque una conversación desasosegante. Todo esto es ir preparando el terreno. Eso echo en falta...
Espero que esto que comento sirva para mejorar. Un abrazo marinero
Re: CV5 - La isla de los Botes
Si tuviera que definir tu estilo, diría que coges al lector de la mano, lo paseas y le señalas aquellas cosas que quieres que vea. Eres resolutivo (o resolutiva) y buscas la practicidad al escribir. Eso es bueno cuando tienes claro qué quieres contar y sabes que introducir elementos extraños confundirían la lectura y emborronarían el resultado final.
Este relato tiene bastante de cuento por eso que te comento, y también porque hay una secuencia de acontecimientos muy bien definida, lineal y en la que se van sucediendo los hechos mediante una relativa cadena de causa-consecuencia. Quizá el problema sea que, al compararlos con otros relatos, a éste le falte carga poética, o necesite una vuelta de tuerca más, pero sería injusto decir que es un mal relato. No, no lo es, y además la mano que lo escribe tiene un buen saber hacer.
Hay algo que me sobra, o bien que hubiera explotado más:
Por cierto, ojo a los último párrafos. Ahí hay un salto de primera a tercera persona que ya he visto en varios relatos y que puede confundir al lector. No está prohibido saltar de narrador, pero hay que darle al lector una pista (cambio de letra, icono de separación o cosas similares).
Del resto no puedo criticar nada. El estilo narrativo es algo que va con la autoría; la historia en sí me parece potente, incluso digna de un texto más largo, donde puedas explayarte más; y el final tiene algunas cosas mejorables, pero en esencia le da un sabor distinto a la historia, rompe con el camino que se va intuyendo y deja una sorpresa que, para mí, es agradable.
Buen viaje, sobre todo si es en línea recta entre el estrecho de Bening, el de Magallanes y el de Gibraltar .
Este relato tiene bastante de cuento por eso que te comento, y también porque hay una secuencia de acontecimientos muy bien definida, lineal y en la que se van sucediendo los hechos mediante una relativa cadena de causa-consecuencia. Quizá el problema sea que, al compararlos con otros relatos, a éste le falte carga poética, o necesite una vuelta de tuerca más, pero sería injusto decir que es un mal relato. No, no lo es, y además la mano que lo escribe tiene un buen saber hacer.
Hay algo que me sobra, o bien que hubiera explotado más:
Es un pasaje que parece incrustado en la historia, como si hubieras querido añadirlo a toda costa, o bien como si hubiera algo más que tuviste que recortar. Esta parte citada daba a lo mejor para jugar un poco más con ella, e incluso para rememorarla al final del relato, por ejemplo:El loro que nunca quiere posarse en el hombro pegajoso del capitán escribió:Cuando llegué a la recepción me atendió una chica nativa del lugar.
—Buenos tardes ¿en qué puedo servirle?
— ¡Hola! Mi nombre es Pablo Pérez, tengo una reserva.
—Sí, habitación número cinco.
— ¡Ok! ¿Cómo te llamas preciosa?
—Mi nombre es Tatiana señor.
Observé que Tatiana no me miraba a los ojos y parecía a punto de estallar de los nervios. Me acompañó a mi habitación y se fue rápidamente.
La frase marcada en azul podría ser una forma de reengancharlo, por sugerir algo; por supuesto, todo queda en tus manos y todo depende de tus apetencias a la hora de escribir.La pata de palo que odia estar asida al muñón del capitán escribió:Mientras tanto, en una isla muy lejos de allí, en el bellísimo jardín de un majestuoso palacio, rodeado de exóticas plantas y flores, que daba al mar, donde la fastuosidad predominaba por doquier, había una pomposa fiesta llena de gente. Bebían en finísimas copas de cristal y comían exquisitos manjares, gozando de todos los placeres imaginables. Varias personas, sobre todo chicas se acercaron para saludar al apuesto Pablo que acababa de llegar, como si fuera un viejo amigo. Al ver aquello, Pablo decidió olvidar definitivamente la cara de la recepcionista del hotel y se entregó a aquel manantial de placeres.
Por cierto, ojo a los último párrafos. Ahí hay un salto de primera a tercera persona que ya he visto en varios relatos y que puede confundir al lector. No está prohibido saltar de narrador, pero hay que darle al lector una pista (cambio de letra, icono de separación o cosas similares).
Del resto no puedo criticar nada. El estilo narrativo es algo que va con la autoría; la historia en sí me parece potente, incluso digna de un texto más largo, donde puedas explayarte más; y el final tiene algunas cosas mejorables, pero en esencia le da un sabor distinto a la historia, rompe con el camino que se va intuyendo y deja una sorpresa que, para mí, es agradable.
Buen viaje, sobre todo si es en línea recta entre el estrecho de Bening, el de Magallanes y el de Gibraltar .
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Re: CV5 - La isla de los Botes
La historia me atrajo de principio a fin, y creo que la idea es buena. Lo que me sacó de la lectura es el final, primero porque estabas narrando en primera persona y de repente pasas a tercera, y por otro lado no me queda clara esa venta del alma. Qué gana el Diablo, ¿liberar a Pablo de todos sus problemas? ¿De qué le sirve el alma de Pablo si no la utiliza para sus fines? Agradecería que nos pasases una copia de las claúsulas del contrato.
Mucha suerte!!
Re: CV5 - La isla de los Botes
Autor/a creo que la idea es buena, pero no la trataste como merecía, si lo hubieras hecho tendrías un excelente relato. A tu prosa le falta vocabulario y las descripciones dejan bastante que desear. A pesar de todo, creo que el cuento es entretenido, pero le faltan atar cabos sueltos.
Gracias por compartirlo y mucha suerte
Gracias por compartirlo y mucha suerte
Re: CV5 - La isla de los Botes
La historia se me ha quedado un pelo sosa. Se lee con facilidad pero el resultado global es demasiado plano. La figura del diablo pasa desapercibida, piensas en un friki cuando lo describes pero nunca en Lucifer aun cuando parece ser él por el propio guión del cuento. Según tu punto de vista mola ir al infierno pero se supone que debe ser todo lo contrario porque el diablo nos odia por naturaleza y yo me solidarizo con él.
Suerte plumilla
La especie humana es un tumor en el universo que se debería extirpar de raiz. |
En paz descanses, amigo.
Re: CV5 - La isla de los Botes
Demasiadas suposiciones veo yo aquí.Gavalia escribió:se supone que debe ser todo lo contrario porque el diablo nos odia por naturaleza y yo me solidarizo con él.
Un juicio se basa en hechos probados, señor letrado, no en suposiciones .
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Re: CV5 - La isla de los Botes
Jajaja autor, cachondo!
Mucho gimnasio para luego fumar cigarrillos y dejarte llevar por la mar
Pensé que intentaría ligar con la guapa de la recepcionista nerviosa...pero tuvo suerte y se encontró al final en un auténtico Harén. Los hay con suerte...si señor.
Como mi estado de ánimo últimamente no es el óptimo y lo que mejor me viene son este tipo de historias sencillas pero de buen humor...te agradezco haber creado esta criatura.
Puedes estar tranquilo...este melón te regalará algunos puntos.
Un abrazo
Enviado desde mi ALE-L21 mediante Tapatalk
Mucho gimnasio para luego fumar cigarrillos y dejarte llevar por la mar
Pensé que intentaría ligar con la guapa de la recepcionista nerviosa...pero tuvo suerte y se encontró al final en un auténtico Harén. Los hay con suerte...si señor.
Como mi estado de ánimo últimamente no es el óptimo y lo que mejor me viene son este tipo de historias sencillas pero de buen humor...te agradezco haber creado esta criatura.
Puedes estar tranquilo...este melón te regalará algunos puntos.
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- artemisa27
- Foroadicto
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Re: CV5 - La isla de los Botes
Muy bien, creo que la idea de tu relato es buena pero no la has sabido llevar nada bien. No me ha enganchado, solo me ha gustado el final, donde se descubre todo el pastel, pero por la idea. Me sobran cosas y parece que todo se desarrolla de manera muy simple. Y, encima, al personaje no te lo crees.
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- Spicata
- No puedo vivir sin este foro
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Re: CV5 - La isla de los Botes
Interesante relato, la idea me ha parecido bastante curiosa, y debo de decir que el final me ha pillado por sorpresa. Pero... hay algo que me choca y me deja un pequeño "regusto" amargo... creo que te ha faltado explotar alguna parte más, o quizás desecharla directamente. Lo de la recepcionista no me ha cuadrado demasiado, a mí personalmente me sobra
Por lo demás, historia amena de leer, aunque creo que le faltaba un poquillo de alma.
Mucha suerte, autor.
Por lo demás, historia amena de leer, aunque creo que le faltaba un poquillo de alma.
Mucha suerte, autor.
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- Mister_Sogad
- Tigretón
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- Registrado: 20 Dic 2009 10:04
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Re: CV5 - La isla de los Botes
Vaya! La idea del relato, autor/a, es interesante, no me esperaba el giro final, aunque al aparecer el personaje de blanco ya intuía algo oscuro (jeje), pero buena parte del relato pensaba que jugarías con el terror, un monstruo o algo similar, pero has apostado por algo más... ¿tranquilo? lo que me deja un regusto algo raro, como si me faltara acción, no sé, no me hagas caso. Eso sí, lo que me ha gustado más de tu relato es que es redondo, es decir, en el límite de palabras que había no lo has dejado abierto, has sabido exponer todo lo que querías transmitiendo una historia que, como digo, me parece completa, y eso es complicado.
Suerte marítima autor/a.
Suerte marítima autor/a.
- cindia
- No tengo vida social
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- Ubicación: En casa de los Fisher
Re: CV5 - La isla de los Botes
La historia en si me ha gustado, una isla donde desaparece gente y luego resulta que esa gente le vendía el alma al diablo. Parecía que iba a haber mucha acción, pero al final no ha habido casi nada Se insinúa que el hombre de blanco es el diablo, pero casi no sale, pasa desapercibido en el relato. He echado en falta que tuviera más acción y ver cómo llega al acuerdo con el periodista para que le venda su alma.
No ha terminado de engancharme del todo, una pena.
Te deseo suerte en el concurso
No ha terminado de engancharme del todo, una pena.
Te deseo suerte en el concurso
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