Plan de emergencia (Microrrelato)
- Paraná
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Plan de emergencia (Microrrelato)
Plan de emergencia
“La tasa de mortandad de ilusiones subió en forma lenta pero sostenida durante los últimos doce meses”, rezan los titulares de primera plana. No hay un análisis serio de causas. Pero una tiene su propio criterio, y no se puede más que ver lo obvio: En primer lugar, eso de pasarse las noches de viernes y sábados oyendo sin escuchar los graznidos del televisor, ahuyenta perceptiblemente el vuelo de altura. En segundo, están las orillas carcomidas del deseo, que se muestra así desprolijo y con un vago aspecto de abandono y amenaza cierta de impotencia vitalicia. En tercero, y no menos ilustrativo, el asunto ese de vivir en una ciudad donde se es tácito hasta la evanescencia. Por último, está el que no haya retorno, porque dejar la caverna natal es como un movimiento de tirabuzón, con que uno se arranca el clan, la fogata y las sombras danzantes sobre la roca, cuya caligrafía ya no nos guardaba secretos. Cuando uno se va, detrás de casa paso, el océano de la intemperie va cerrando las huellas sobre la arena y no hay después.
Cuando las estadísticas arrojan estas cifras, hay que idear una estrategia de rescate. Me inclino por empezar embotellando cada suspiro con que la tristeza nos amenace el aliento, sellando la botella ipso facto con un paseo por calle arbolada con café en el bar de la esquina incorporado. Después podría ser: desapretar el paso que apretamos cada día ante ese señor que nos mira siempre al cruzarnos, que ya sabemos que vive en Rivadavia al 500, y atinar a pronunciar unas cuantas palabras, que incluyan “invitar” “café” “esquina” o algunas tan útiles como ésas. A renglón seguido, y según la evaluación procesal nos vaya sugiriendo, soy partidaria de desterrar la ciudad que ya nos había desterrado, y quedarnos con las calles que importen para el caso; esto es: las que gastamos cada día para ir al trabajo, al bar y a Rivadavia al 500. Al fin y al cabo, ese perímetro incluye un mercadito, dos farmacias, un puesto de flores, panadería, una plazoleta (chica pero pajarera), varias familias que uno puede empezar a reconocer si se lo propone, y algunos lujos como un cine.
Por lo pronto, acabo de desenchufar el televisor.
“La tasa de mortandad de ilusiones subió en forma lenta pero sostenida durante los últimos doce meses”, rezan los titulares de primera plana. No hay un análisis serio de causas. Pero una tiene su propio criterio, y no se puede más que ver lo obvio: En primer lugar, eso de pasarse las noches de viernes y sábados oyendo sin escuchar los graznidos del televisor, ahuyenta perceptiblemente el vuelo de altura. En segundo, están las orillas carcomidas del deseo, que se muestra así desprolijo y con un vago aspecto de abandono y amenaza cierta de impotencia vitalicia. En tercero, y no menos ilustrativo, el asunto ese de vivir en una ciudad donde se es tácito hasta la evanescencia. Por último, está el que no haya retorno, porque dejar la caverna natal es como un movimiento de tirabuzón, con que uno se arranca el clan, la fogata y las sombras danzantes sobre la roca, cuya caligrafía ya no nos guardaba secretos. Cuando uno se va, detrás de casa paso, el océano de la intemperie va cerrando las huellas sobre la arena y no hay después.
Cuando las estadísticas arrojan estas cifras, hay que idear una estrategia de rescate. Me inclino por empezar embotellando cada suspiro con que la tristeza nos amenace el aliento, sellando la botella ipso facto con un paseo por calle arbolada con café en el bar de la esquina incorporado. Después podría ser: desapretar el paso que apretamos cada día ante ese señor que nos mira siempre al cruzarnos, que ya sabemos que vive en Rivadavia al 500, y atinar a pronunciar unas cuantas palabras, que incluyan “invitar” “café” “esquina” o algunas tan útiles como ésas. A renglón seguido, y según la evaluación procesal nos vaya sugiriendo, soy partidaria de desterrar la ciudad que ya nos había desterrado, y quedarnos con las calles que importen para el caso; esto es: las que gastamos cada día para ir al trabajo, al bar y a Rivadavia al 500. Al fin y al cabo, ese perímetro incluye un mercadito, dos farmacias, un puesto de flores, panadería, una plazoleta (chica pero pajarera), varias familias que uno puede empezar a reconocer si se lo propone, y algunos lujos como un cine.
Por lo pronto, acabo de desenchufar el televisor.
Última edición por Paraná el 01 Ago 2017 17:55, editado 1 vez en total.
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Re: Plan de emergencia - Relato breve
¿Sabes que sos una genia verdad?
Qué impecable Paranilla, qué imaginación, te envidio mucho sanamente, nunca podría narrar y menos describir tan pero tan bien. Me encantó, cada palabra, cada frase tan bien logradas, me quedé con ganas de leer más y saber si quizás en Rivadavia al 500 había quedado algún vestigio de ilusión que no notaste por vergüenza o por pudor
Besos montevideanos
Qué impecable Paranilla, qué imaginación, te envidio mucho sanamente, nunca podría narrar y menos describir tan pero tan bien. Me encantó, cada palabra, cada frase tan bien logradas, me quedé con ganas de leer más y saber si quizás en Rivadavia al 500 había quedado algún vestigio de ilusión que no notaste por vergüenza o por pudor
Besos montevideanos
Re: Plan de emergencia - Relato breve
Lo leeré mañana para darle palos de los buenos a la tucumana
Besos...me voy a roncar al lado de mi osito de peluche.
Bye bye
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Bye bye
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Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
¡Qué chicos locos!
Gracias por dejar sus huellas por aquí, uru y meloncito
Gracias por dejar sus huellas por aquí, uru y meloncito
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Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
profu, estábamos desvirtuando el hermoso hilo de Paranilla con tus deseos
Esos comentarios en otro hilo por favor
Esos comentarios en otro hilo por favor
Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
Quitando la falta de ortografía de taza tú plan de emergencia para rehumanizar la vida me gusta. Imagino que también te quedó pendiente el aparcar el carro o venderlo
Nuestra editorial: www.osapolar.es
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
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Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
¡Ay por dios! Ni siquiera puedo echarle la culpa a mi corrector porque lo he desactivado en la década del 50...lucia escribió:Quitando la falta de ortografía de taza tú plan de emergencia para rehumanizar la vida me gusta. Imagino que también te quedó pendiente el aparcar el carro o venderlo
Corro a editar
Y quizá vos quieras sacarle el acento al tú... |
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- magali
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Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
Original de principio a fin. Has desarrollado en tan pocas palabras la evocación de un cambio tan grande, y has sublimado tanto las ideas, que tu relato es una pequeña maravilla.
Te ha quedado perfecto
Te ha quedado perfecto
Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
Paraná escribió: detrás de casa paso
Un poco demasiado afectado y melodramático.
Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
La sensación que me deja podría calificarse de curiosa. Como lectura me resulta excéntrica, como si fuera un ensayo figurativo o como si fuera una sucesión de ideas que has querido plasmar de forma sucesiva. Sin embargo, el contenido es intachable, y las ideas que transmite, si bien simples, forman un todo bastante potente.
Es que si le quitamos el melodramatismo no dejaría de ser una simple crónica. Para mi gusto en ese sentido el micro está atinado.eee escribió:Un poco demasiado afectado y melodramático.
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Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
Ya te estoy besando esos mofletes, mi heroico Rubí, y te incorporo oficialmente a la calle Rivadavia, pero al 400, por si las moscas...
Eee, ¡qué pena que no hayás podido disfrutarlo. Pero bue... He guardado un abrazo también para vos
Eee, ¡qué pena que no hayás podido disfrutarlo. Pero bue... He guardado un abrazo también para vos
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Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
Como siempre, lo más importante es que el texto nazca como tú quieras crearlo.
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Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
No entiendo cómo pasas del melodrama a la crónica, o por qué la crónica tendría que ser algo simple en comparación al melodrama, tampoco creo que tú lo sepas o que hayas razonado bien lo que dices; porque hay crónicas melodramáticas y, por cierto, este melodrama tiene mucho de crónica y algo de crónico. Asumiendo que respeto esa escala absurda que propones, hay muchos matices entre el melodrama y la crónica, el drama por decir uno, sin que por ello ninguno de los tres carezca de calidad literaria o sea simple por definición. El problema en este texto es el abuso del melodrama en una historia donde lo narrativo cae y recae en lo emotivo. Ciertamente esto puede gustar y tener un gran público, como las papas fritas o las gaseosas.rubisco escribió:Es que si le quitamos el melodramatismo no dejaría de ser una simple crónica. Para mi gusto en ese sentido el micro está atinado.
Ahí no es "casa" es "cada".Paraná escribió:Cuando uno se va, detrás de casa paso,...
Re: Plan de emergencia (Microrrelato)
Sin ánimo de descontextualizar esta frase, creo que resume la base de tu respuesta.eee escribió:Asumiendo que respeto esa escala absurda que propones
No te lo tomes como algo personal, pero no voy a considerar tu comentario porque quiero contribuir a mantener un buen ambiente.
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