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Mi curiosidad y sed de conocimiento encontró asimismo un nuevo objetivo. Los libros y la naturaleza inanimada son maestros fríos e inertes. Los hombres y las obras de los hombres son el objeto del estudio racional y solo nuestros ojos pueden producir concepciones ecuánimes de los empeños humanos. La influencia de las maneras, las profesiones y las instituciones sociales solo puede entenderse del todo mediante su inspección directa. (...) Los próximos cinco u ocho años de mi vida debían estar dedicados a la acción y al cambio; debían ser un período de penurias, peligros y privaciones; debían servirme para adquirir fortaleza y sabiduría y ser empleados para prepararme para los placeres tranquilos y los constantes empeños del resto de mi vida.
Capítulo XXXII.
Por un momento creí que Arthur se iba a quedar de nuevo en Malverton arando tierras, pero no.
Su educación sentimental proseguirá su curso al compás de los años de peregrinaje que se dispone a emprender (en la ciudad, qué os creíais, porque si las ciudades son los lugares selectos de la miseria y el vicio, también son la tierra de cultivo de todo lo loable y vigoroso de lo que son capaces nuestras mentes),
y algo me dice que pasará más por Clemenza que por Eliza.
Yo creo que a medida que avance esta parte se podrá ver la obra más como una novela de formación propiamente dicha y que eso dotará de unicidad al conjunto.
Esto si Welbeck no lo impide metiendo en líos al bueno de Arthur, claro.
Me está pareciendo un poco folletinesca esta segunda parte. Brown se va sacando de la manga muchas subtramas que en algunos casos mantienen con cierta precariedad la tensión dramática y, si bien hay que decir que el interés no decae excesivamente, sí juegan en contra de la solidez de la obra. Mi impresión de esta mitad es de oportunidad perdida para haber firmado gracias a ella esa gran novela americana. Por suerte sigue siendo una muy notable novela americana.
De todas formas seguimos, que a Brown le quedan aún unas cuantas páginas de margen.
Bien, hemos ido cerrando y parece que la medicina y el amor vuelven a ocupar los pensamientos de Arthur. Si Brown me pregunta, es algo que debió suceder antes.
Muy bueno el desenlace. Como resumen de mis comentarios anteriores, en Arthur Mervyn encontrarás:
a) El influjo del ideario radical de Godwin y, sobre todo, de la estructura de su Caleb Williams.
b) Un Romanticismo incipiente más marcado por elementos góticos que por un estilo neoclásico deudor de las ideas ilustradas, con Arthur como modelo de virtud.
c) Misterio, aventuras y una vívida descripción de la epidemia de fiebre amarilla que asoló Filadelfia en 1793, así como del funcionamiento mercantil de la nación por aquellos años.
d) La expectativa (parcialmente) frustrada de los años itinerantes de Arthur Mervyn a causa de una deriva excesivamente “folletinesca” en el segundo tomo, asociada al desenlace marcado por el primero.
e) Un final donde lo racional y lo romántico se funden y que podemos ver como antecedente del puente que Pierre o las ambigüedades trazará hacia el realismo más de medio siglo después.
f) En cualquier caso un imperfecto pero muy apreciable y único ejemplo de bildungsroman estadounidense en pleno siglo XVIII que a grandes rasgos sustituye la filosofía de Godwin por el análisis social y sus deficiencias estilísticas por el buen saber narrativo de Brown, dando lugar a una obra tal vez menos redonda pero de mayor calidad y, por su amplitud de miras, indudablemente más total.
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