En la que es la primera novela traducida al castellano del autor se observan varias analogías con otros libros publicados con anterioridad. La más llamativa, sin duda, se relata en los primeros capítulos y responde a la contextualización de la situación de la protagonista. Con un origen menos cruento pero recuerda al inicio de la saga que catapultó a Adler Olsen a la cima de las listas de bestsellers de novela negra.
Dejando a un lado estas particularidades, la narración se basa principalmente en el presente, en mayor medida desde la perspectiva de Asker y de un modo más puntual desde el punto de vista
. Esta estructura se replica en pretérito y cumple la función no sólo de anclar la procedencia de dichos personajes, sino de introducir a su vez una figura que es digna de mención y de la que se intuye tendrá mayor protagonismo en posteriores entregas. Cabe mencionar así mismo que los capítulos narrados en torno a
esconden también un doble cometido, similar en ejecución al anteriormente descrito.
La trama, pese a su linealidad y su apuesta por el más convencional enfoque
whodunnit, consigue atrapar al lector sin oposición gracias a una acción que no remite en ningún momento, más calmada en los primeros compases y acelerada en un último cuarto que mantiene en vilo al más pintado. Los acontecimientos se precipitan hasta alcanzar un clímax en el que nos espera un par de plot twists resultones, máxime en comparación con la sorpresa que nos aguarda en la última línea de la novela.
En cualquier caso, si en algo destaca de la Motte es en la construcción de personajes. Pocos autores dan muestra de tal dominio que les permita surtir de tal panoplia de caracteres destinados a transitar por siempre la memoria de su público objetivo. Asker es, por méritos propios, la deudora principal de dicho talento. Diversas cualidades totalmente disímiles se conjugan en su persona, dotándola de una profundidad que la hace merecedora de la suscitación de las más variopintas emociones por parte del lector. El autor, sin embargo, no ceja en su empeño de desplegar todo un arsenal literario cuyo principal fin es obsequiarnos con una amalgama de figuras que hacen gala de una inusitada disparidad y carisma. Buena muestra de ello son Per el Paranoias, Virgilsson, Eskil o Atila, entre muchos otros, ya que incluso los secundarios rayan a un nivel pocas veces visto, haciendo inevitable rememorar el buen hacer del maestro McBride en el cincelado de personajes.
Cuatro estrellitas para una novela policíaca (con ligeros tintes de novela negra) sumamente solvente. Su valor añadido reside en un trabajo descriptivo coral que se desmarca del resto por mucho. De la Motte gana adeptos a su causa a golpe de esbozo de personajes que compiten en realismo con seres de carne y hueso. Parece que el autor ha venido para quedarse. En la escena y en nuestro recuerdo. Asker… Bienvenida.