¿Cuál es tu mejor no recuerdo?

[Nymeria22]

Tengo un recuerdo de subir una pequeña duna o montículo con mi madre, un día soleado, y meternos en el agua en una playa de éstas tranquilas que andas y andas y no te acaba de cubrir el agua (o al menos, al ser pequeña, así lo recuerdo).

Debía ser por el sur, por Castellón o así, no me acuerdo, pero en el norte seguro que no, porque nunca vi el cielo tan luminoso y azul y el agua tan clara y tan tranquila.
Podría tener unos 6/7 años.

Ahora, siempre que veo un montículo y el cielo azul encima, pienso todavía que detrás hay una playa y un mar como el de mi recuerdo. Qué sensaciones te deja en la memoria la tierna infancia.....

Y es un no recuerdo, porque tampoco estoy segura de haberlo vivido o haberlo soñado...

[Bronia]

No recuerdo literarios: Hay una novela que no recuerdo el nombre ni el título, Creo que es de uno escritores de la pareja Preston&Child, y la habré leído cuatro veces, pero no recuerdo absolutamente nada. Solo me he dado cuenta que la había leído porque cada una de las veces que lo he hecho, la he comentado en el foro.

La última vez, es que no la recordaba ni ligeramente, ni me sonaba de nada, cuando acudo al hilo veo que uno de los últimos comentarios era mio, Es lo que llamo comida rápida lectora para pasar el rato

Me pasó con un libro de Nieves Concostrina. La "descubrí" en el 2019 con sus podcasts que me encantan y empecé a leer varios de sus libros. Con uno dije, ay dejame ir a comentar en el forito que este me ha dado mucha irsa, y cuando veo pues ya había comentado bastante ahí lo mucho que me reí que me encantó etc etc... y yo: ¿dios mio quien escribió esto? porque yo no recuerdo nada!, y leyendo el libro era todo nuevo para mi jajaja

Pues no te la creas, a la Concostrina digo. Por aquí los historiadores de verdad y serios la ponen a caldo por su poco rigor histórico, no es historiadora solo es una aficionada que usa anécdotas como quien usa un cotilleo en un tabloide amarillista tendencioso. Si te divierte vale pero se consciente que es puro chismorreo poco veraz

A mi ella me cae muy bien y la leo y escucho por eso del cotilleo, bien narrado. No es mi primera referencia para buscar información verídica de historia ni mucho menos me alíneo con su ideología política, como por ejemplo sí lo haría con Juan Pablo Fusi aunque le he leído solo un libro. Me pasa con ella lo mismo que Juan eslava galan, me gusta mucho como narran y me río con ellos. Por coincidencia a los dos los conocí y les pedi libro firmado en la feria del libro el año pasado en Madrid

[magali]

En la novela Aguantar la respiración también tenemos no recuerdos.

Por entonces, para Beth, abuelo «el Poeta» era una figura mítica. Todavía estaba en enseñanza primaria la última vez que celebraron la fecha. Ella empezaba a ganar competiciones y, siempre que iban, insistía en llevar puestas alrededor del cuello las medallas baratas, como un general diminuto borracho de poder. El recuerdo está tan vivo que fácilmente podría ser una invención. No puede acordarse de por qué se interrumpió la tradición.(*)

(*) La negrita es mía.

Aguantar la respiración, de Eimear Ryan. Traducción de Mariano Antolín Rato

[magali]

En el libro que estoy leyendo también aparecen recuerdos (o no recuerdos).

El pasaje completo es muy bonito, pero no voy a revelar cómo termina

Prefacio

Aquí va un recuerdo de cuando todavía no sabía hablar: soy muy pequeña y estoy detrás de unos barrotes, como un mono bebé en una jaula. Mis padres acaban de acostarme en una habitación con las paredes de color amarillo chillón. Me parece bien, porque en la cuna tengo compañía: el borde de satén de mi manta azul, un anillo de plástico para morder que cuelga casi al nivel de mi boca de un pedazo de cordón verde y un muñeco llamado Hal con los ojos azules y las manos y los pies de plástico que se pueden chupar. En este momento de mi vida, Hal y los bordes de satén de las mantas me importan más que ningún ser humano que conozca. En cuanto me tumbo, mi madre me pone a Hal al lado de la cabeza, que es justo donde no quiero que esté. Le doy un manotazo al muñeco en la cara.

Los chicos de mi juventud, de Jo Ann Beard. Traducción de Raquel Vicedo

[magali]

Suma y sigue.

»Ahora tengo que reconocer que no estoy nada segura de lo que voy a contarte a continuación. Lo tengo en la cabeza, pero no sé si es un recuerdo, porque también podría ser un sueño o una fantasía. Lo incluí también en una de mis novelas infantiles, pero lo cambié bastante; así que realmente no sé cuánto queda del recuerdo original.

La sociedad literaria Ojos de Liebre, de Pasi Ilmari Jääskeläinen. Traducción de Tomás González Ahola y Tuula Ahola Rissanen

[Aerialfog]

Mi mejor no recuerdo es aquel ultimo que tendré cuando se me cierre el telón de esta vida y vea que no había que tener miedo por que al fin y al cabo amigos y enemigos, llantos y buenos momentos, caminos recorridos, y libros leídos equivaldrán al fin de un viaje, una aventura en la que me esperaran del otro lado mis perros de la infancia juntos con mis abuelas

[magali]

La memoria humana no es de fiar. Hay mucha gente que olvida lo que le conviene y hay otros que recuerdan con todo detalle cosas que jamás han sucedido. En el primer trimestre del seminario de Literatura Comparada en la Universidad de Copenhague, el coordinador del curso, Lars Jacobsen, nos había mandado leer una entrevista al neurólogo Oliver Sacks publicada en The New Yorker. En ella el doctor Sacks contaba que había pasado gran parte de su vida recordando nítidamente haber presenciado a los siete años los bombardeos alemanes del Blitz sobre Londres durante la Segunda Guerra Mundial, hasta que descubrió que ese recuerdo, que él creía grabado a fuego en su memoria, era imposible por la sencilla razón de que en aquella época él no se encontraba en Londres. Los científicos lo llaman «recuerdos implantados». Recorté el artículo y lo guardé en una carpeta de color beis donde atesoraba páginas sueltas de revistas y suplementos culturales sobre los temas más variopintos. La había rotulado con el nombre de «Joyas», para entenderme. En aquella entrevista había algo que me parecía importantísimo, aunque no sabía exactamente qué era. No lo supe hasta mucho tiempo después.

Nada que perder, de Susana Fortes

[almatriste]

Supongo que éste sirve como No recuerdo...
Ha sido creado por mi hermano. Él no lo sabe, pero yo estoy segura de que es un No recuerdo. En ese No recuerdo, mi padre nos decía unas palabras muy importantes para seguir adelante sin él. Al poco murió. Él lo cuenta convencido de que eso ocurrió, pero yo no recuerdo ese momento... Y da igual. A él le ayuda, pues ya está.

[magali]

Eso es lo que cuenta: nuestros no recuerdos surgen por algo, bien por una conversación familiar, bien por una necesidad propia, bien porque magnificamos otro recuerdo de un momento anterior... Son tantas las posibilidades.

Y que no me digan que son inventados

[dorsvenabili]

Mi recuerdo más antiguo, montada en el R5 de mi padre, que temblaba un montón.

[magali]

Le retiraron la licencia. Entonces tus abuelos… Dios Santo, los maravillosos padres de Natasha… eras demasiado pequeño para acordarte…
—Me acuerdo —dije.
—¿Ah, sí?
La verdad es que no estaba seguro. Recordaba la imagen de mi abuelo, de Popi, de la mata de cabellos blancos y de su estruendosa risa, y de mi abuela, mi Noni, que le reñía suavemente. Pero tenía tres años cuando se los llevaron. ¿Me acordaba de ellos realmente o la vieja foto que todavía conservo ha cobrado vida? ¿Era un recuerdo de verdad o algo que había creado a partir de los relatos de mi madre?
—Tus abuelos eran intelectuales, profesores de universidad. Tu abuelo era jefe del departamento de Historia. Tu madre era una gran matemática. Eso ya lo sabes, ¿no?
Asentí.

El bosque, de Harlan Coben. Traducción de Esther Roig Giménez

[magali]

¿Bastaba con los recuerdos para garantizar la veracidad de los hechos? ¿La intensidad con la que recordamos una experiencia determinada es suficiente para acreditar que las cosas hubieran ocurrido exactamente así? La memoria.

Nada que perder, de Susana Fortes.

[magali]

—Por las condiciones en las que se hallaba, creo. Eran… graves.
—Tanto como para que pareciera muerto, ha dicho usted.
—Eso fue lo que le dijeron a la familia.
De nuevo ese temblor en la voz. Se estaba abriendo una grieta.
—¿Tanto como para parecer herido de muerte? —insistió.
Hubo una pausa antes de la respuesta.
Teresa sabía que el proceso mnemónico no es reproductivo, sino reconstructivo. Había aprendido que, para recordar, el cerebro reconstruye lo que ha vivido. Y al reconstruir, la mente, inconscientemente, puede agregar teselas que nada tienen que ver con la verdad. Por estrés, por sugestión. Para responder a la idea preconcebida que una persona se ha formado de una situación.
Todos esos aspectos constituyen el vicio de los procesos mnésicos, un déficit que el cerebro contiene creando recuerdos falsos.

El recuerdo no es más que un solo momento de lucidez, grabado incidentalmente por la mente, rodeado de muchos otros desenfocados.

Todo ello la fascinaba, en ese momento de su vida más que nunca.
—¿Tanto como para parecer herido de muerte? —insistió, apremiándole.

La virgen negra, de Ilaria Tuti. Traducción de Carlos Gumpert Melgosa